Ciencia y Educación
(L-ISSN: 2790-8402 E-ISSN: 2707-3378)
Vol. 6 No. 9.2
Edición Especial III 2025
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CUIDADO DEL ENTORNO NATURAL EN EL DESARROLLO INTEGRAL DE NIÑAS (OS)
DE EDUCACIÓN INICIAL: UNA REVISIÓN SISTEMÁTICA
CARING FOR THE NATURAL ENVIRONMENT IN THE COMPREHENSIVE
DEVELOPMENT OF CHILDREN IN EARLY CHILDHOOD EDUCATION: A
SYSTEMATIC REVIEW
Autores: ¹Mariela Libelly Lozada Meza, ²Jonathan Ismael Amores Durán y ³Michael Andrés
Salazar Sarabia.
¹ORCID ID: https://orcid.org/0000-0001-9498-4060
²ORCID ID: https://orcid.org/0009-0004-8516-9987
²ORCID ID: https://orcid.org/0009-0000-9632-7507
¹E-mail de contacto: mlozadam@unemi.edu.ec
²E-mail de contacto: jamoresd2@unemi.edu.ec
³E-mail de contacto: michael.salazar@09d01saludzona8.gob.ec
Afiliación:¹*²*Universidad Estatal de Milagro, (Ecuador). ³*Ministerio de Salud Pública, (Ecuador).
Articulo recibido: 5 de Octubre del 2025
Articulo revisado: 7 de Octubre del 2025
Articulo aprobado: 12 de Octubre del 2025
¹Doctora en Nutrición y Dietética graduada en la Escuela Superior Politécnica de Chimborazo, (Ecuador). Especialista en Nutrición
Deportiva graduada de la Escuela Superior Politécnica de Chimborazo, (Ecuador). Magíster en Salud Pública graduada en la Universidad
Estatal de Milagro, (Ecuador). Magíster en Desarrollo Temprano y Educación Infantil graduada de la Universidad Casa Grande,
(Ecuador).
²Licenciado en Nutrición Humana graduado de la Universidad Estatal de Milagro, (Ecuador).
³Licenciado en Nutrición Humana graduado de la Universidad Estatal de Milagro, (Ecuador). Máster Universitario en Dirección y Gestión
Sanitaria graduado de la Universidad Internacional de la Rioja, (Ecuador).
Resumen
El presente estudio analiza el impacto del
cuidado del entorno natural en el desarrollo
integral de los niños en educación inicial,
considerando sus dimensiones cognitivas,
motrices y socioemocionales. Mediante una
revisión sistemática basada en la metodología
PRISMA, se recopilaron y analizaron estudios
recientes que evidencian los beneficios del
contacto con la naturaleza en la primera
infancia. Los resultados obtenidos demuestran
que la interacción con el medio ambiente
favorece el pensamiento crítico, la creatividad
y la memoria de trabajo, facilitando un
aprendizaje significativo y autónomo.
Asimismo, se identificó que el juego en la
naturaleza mejora la coordinación, el equilibrio
y la motricidad gruesa, potenciando la
independencia y la seguridad infantil en la
exploración de su entorno. Desde el ámbito
socioemocional, la evidencia respalda que la
naturaleza contribuye a la regulación
emocional, reduce el estrés infantil y promueve
la cooperación y la empatía, fortaleciendo las
habilidades interpersonales de los niños. Sin
embargo, se reconocen barreras para la
implementación de estrategias educativas
basadas en la naturaleza, como la falta de
espacios verdes en entornos urbanos y la escasa
formación docente en pedagogías ambientales.
En conclusión, se resalta la necesidad de
integrar el entorno natural en los programas
educativos de la primera infancia, asegurando
que todos los niños puedan beneficiarse de sus
múltiples ventajas para el desarrollo integral.
Para ello, se recomienda la adopción de
políticas públicas y estrategias pedagógicas
que promuevan el aprendizaje en contacto con
la naturaleza, garantizando un enfoque
educativo más holístico y sostenible.
Palabras clave: Desarrollo infantil,
Educación inicial, Naturaleza, Aprendizaje
significativo, Educación ambiental.
Abstract
This study analyses the impact of caring for the
natural environment on the comprehensive
development of children in early education,
considering their cognitive, motor and socio-
emotional dimensions. Through a systematic
review based on the PRISMA methodology,
recent studies were compiled and analysed that
demonstrate the benefits of contact with nature
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in early childhood. The results obtained
demonstrate that interaction with the
environment favours critical thinking,
creativity and working memory, facilitating
meaningful and autonomous learning.
Likewise, it was identified that playing in
nature improves coordination, balance and
gross motor skills, enhancing children's
independence and safety in exploring their
environment. From the socio-emotional field,
evidence supports that nature contributes to
emotional regulation, reduces children's stress
and promotes cooperation and empathy,
strengthening children's interpersonal skills.
However, barriers to the implementation of
nature-based educational strategies are
recognised, such as the lack of green spaces in
urban environments and the lack of teacher
training in environmental pedagogies. In
conclusion, the need to integrate the natural
environment into early childhood education
programs is highlighted, ensuring that all
children can benefit from its multiple
advantages for comprehensive development.
To this end, the adoption of public policies and
pedagogical strategies that promote learning in
contact with nature is recommended,
guaranteeing a more holistic and sustainable
educational approach.
Keywords: Child development, Early
childhood education, Nature, Meaningful
learning, Environmental education.
Sumário
Este estudo analisa o impacto do cuidado com
o ambiente natural no desenvolvimento
integral de crianças na educação infantil,
considerando suas dimensões cognitiva,
motora e socioemocional. Por meio de uma
revisão sistemática baseada na metodologia
PRISMA, foram compilados e analisados
estudos recentes que demonstram os benefícios
do contato com a natureza na primeira infância.
Os resultados demonstram que a interação com
o ambiente promove o pensamento crítico, a
criatividade e a memória de trabalho,
facilitando a aprendizagem significativa e
autônoma. Além disso, identificou-se que
brincar na natureza melhora a coordenação, o
equilíbrio e as habilidades motoras grossas,
aumentando a independência e a confiança das
crianças na exploração do ambiente. De uma
perspectiva socioemocional, evidências
sustentam que a natureza contribui para a
regulação emocional, reduz o estresse infantil e
promove a cooperação e a empatia,
fortalecendo as habilidades interpessoais das
crianças. No entanto, são reconhecidas
barreiras à implementação de estratégias
educacionais baseadas na natureza, como a
falta de espaços verdes em ambientes urbanos
e a formação limitada de professores em
pedagogias ambientais. Em conclusão, destaca-
se a necessidade de integrar o ambiente natural
aos programas de educação infantil, garantindo
que todas as crianças possam se beneficiar de
suas muitas vantagens para seu
desenvolvimento integral. Para tanto,
recomenda-se a adoção de políticas públicas e
estratégias pedagógicas que promovam a
aprendizagem em contato com a natureza,
garantindo uma abordagem educacional mais
holística e sustentável.
Palavras-chave: Desenvolvimento infantil,
Educação infantil, Natureza, Aprendizagem
significativa, Educação ambiental.
Introducción
El desarrollo integral de los niños en la
educación inicial es un proceso multifacético
que involucra la interacción de diversos factores
biológicos, psicológicos, sociales y
ambientales, configurando un escenario en el
que la educación y el contexto juegan un papel
determinante (Cortez, 2024). En este marco, el
cuidado del entorno natural emerge como un
elemento esencial para la formación de
habilidades cognitivas, socioemocionales y
motoras en la primera infancia, lo que permite a
los niños desarrollar una conciencia ecológica
desde sus primeros años de vida (Del Pozo,
2019). La interacción con la naturaleza no solo
fomenta el aprendizaje significativo y el
bienestar infantil, sino que también fortalece la
autonomía y el pensamiento crítico, aspectos
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clave en el desarrollo temprano (Quiroz et al.,
2025). Es por ello que el análisis de la relación
entre educación ambiental y desarrollo infantil
se vuelve imperativo, ya que permite identificar
los beneficios de dicha interacción y las
estrategias pedagógicas más eficaces para su
implementación en contextos educativos. La
literatura científica ha evidenciado que el
contacto con entornos naturales propicia el
desarrollo motor en los niños, mejorando
habilidades fundamentales como la
coordinación, el equilibrio y la destreza física
(Aparicio et al., 2025). La exploración del
medio ambiente brinda oportunidades para la
ejecución de movimientos diversificados, en los
que la expresión corporal y el juego
desempeñan un papel protagónico en el
fortalecimiento de las habilidades motrices
(Vargas, 2025). De acuerdo con la teoría
ecológica de Bronfenbrenner, el desarrollo
infantil está influenciado por la interacción con
el entorno inmediato, lo que implica que los
espacios naturales pueden actuar como
catalizadores del crecimiento integral
(Härkönen, 2001). Desde esta perspectiva, la
inclusión de programas educativos que
incorporen la naturaleza como recurso de
enseñanza resulta una estrategia clave para la
potenciación del desarrollo motor y la
autonomía infantil, favoreciendo así un
aprendizaje activo y experimental.
Desde el punto de vista cognitivo, la relación
con el medio ambiente contribuye
significativamente a la estimulación de la
creatividad, la resolución de problemas y el
pensamiento crítico en la infancia (Montero,
2025). Investigaciones previas han demostrado
que la exposición frecuente a escenarios
naturales mejora la capacidad de concentración
y la memoria de trabajo, promoviendo un
aprendizaje más profundo y significativo en
comparación con entornos altamente
estructurados (Villamizar, 2025). Además, la
naturaleza proporciona experiencias sensoriales
enriquecedoras que facilitan la adquisición de
conocimientos mediante la observación, la
experimentación y la exploración activa,
fortaleciendo así la construcción del
conocimiento de manera holística (Paliza et al.,
2024). En este sentido, es crucial que los
programas educativos en la educación inicial
incorporen actividades que favorezcan la
interacción directa con el medio ambiente, ya
que esto permite el desarrollo de habilidades
cognitivas fundamentales en un entorno de
aprendizaje dinámico y estimulante. El
desarrollo socioemocional de los niños también
se ve impactado positivamente por la
interacción con la naturaleza, ya que el contacto
con entornos naturales fomenta la empatía, el
respeto y la cooperación entre pares (Gallardo,
2024). La realización de actividades al aire libre
contribuye significativamente a la regulación
emocional y la disminución de los niveles de
estrés, promoviendo un estado de bienestar
general en la infancia (Rico, 2024). Desde una
perspectiva psicopedagógica, la educación
ambiental no solo favorece el desarrollo
cognitivo y motor, sino que también refuerza la
construcción de la identidad infantil y la
percepción de pertenencia a su comunidad y su
entorno inmediato (Bisbicus, 2024). Este
aspecto es fundamental para fortalecer el
sentido de responsabilidad ambiental desde la
primera infancia, promoviendo hábitos y
actitudes que favorezcan la sostenibilidad y el
cuidado del medio ambiente a lo largo de la
vida.
En el contexto educativo, la expresión corporal
se erige como una herramienta didáctica
esencial para la comprensión del medio
ambiente y la interiorización de valores
ecológicos desde la primera infancia (Gutiérrez,
2025). A través del movimiento y la
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experimentación con el espacio natural, los
niños logran establecer conexiones
significativas con su entorno, generando una
sensibilización ambiental que se traduce en un
mayor compromiso con la conservación de la
naturaleza (Sarmiento, 2024). En este sentido,
la educación inicial debe priorizar el diseño e
implementación de actividades pedagógicas
que integren el cuerpo y el movimiento en la
enseñanza de la ecología, permitiendo así una
comprensión más profunda y vivencial del
impacto de las acciones humanas en el
equilibrio ambiental (Acuña, 2024). La
incorporación de estrategias metodológicas
basadas en la experiencia directa con la
naturaleza contribuye a la formación de
individuos conscientes y comprometidos con la
protección del medio ambiente. A pesar de los
múltiples beneficios documentados sobre la
relación entre la educación ambiental y el
desarrollo integral en la primera infancia, aún
existen barreras que dificultan la
implementación efectiva de estrategias
pedagógicas basadas en la naturaleza
(González, 2024). Entre los principales
obstáculos se encuentran la falta de
infraestructura adecuada, la escasez de espacios
verdes accesibles en entornos urbanos, la
carencia de capacitación docente en pedagogías
ambientales y la rigidez de los currículos
educativos que priorizan modelos tradicionales
de enseñanza (Caiza, 2024). Para superar estas
limitaciones, es imperativo que las instituciones
educativas adopten modelos de enseñanza
innovadores que incorporen el aprendizaje
basado en la naturaleza como un componente
esencial del currículo infantil (Del Pozo, 2019).
La transformación educativa hacia enfoques
más integradores y experienciales constituye
una vía fundamental para garantizar un
aprendizaje significativo y sostenible.
El presente estudio tiene como objetivo analizar
el impacto del cuidado del entorno natural en el
desarrollo integral de los niños en educación
inicial, abordando sus implicaciones en las
dimensiones cognitiva, motriz y
socioemocional. Mediante una revisión
sistemática de la literatura, se identificarán las
estrategias pedagógicas más efectivas para
fomentar la conciencia ecológica en la infancia
y se discutirán las oportunidades y desafíos
asociados con la implementación de enfoques
educativos basados en la naturaleza (Cortez,
2024). La pertinencia de esta investigación
radica en la necesidad de consolidar modelos
educativos innovadores que permitan la
integración efectiva de la educación ambiental
en la enseñanza inicial, garantizando así un
aprendizaje significativo y contextualizado.
Este artículo busca contribuir al debate
académico en torno a la relevancia de la
educación ambiental en la primera infancia,
proporcionando un marco teórico y empírico
que respalde la necesidad de incorporar el
cuidado del entorno natural como un eje
transversal en la formación infantil. Se espera
que los hallazgos derivados de esta
investigación orienten futuras iniciativas en el
diseño de políticas educativas y curriculares que
potencien la educación para la sostenibilidad
desde la infancia, promoviendo la construcción
de sociedades más conscientes y responsables
con el entorno (Villamizar Parada, 2025).
El desarrollo infantil es un proceso complejo y
multidimensional en el que intervienen factores
biológicos, psicológicos y socioculturales que
influyen en la formación de habilidades y
competencias esenciales para la vida. En este
contexto, la interacción con el entorno natural
se ha identificado como un elemento
fundamental en la configuración del aprendizaje
y el bienestar infantil. Desde la teoría ecológica
del desarrollo, se postula que los niños
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construyen su conocimiento y habilidades a
partir de la interacción con su medio ambiente
inmediato, lo que refuerza la importancia de
incorporar espacios naturales en los programas
educativos para la primera infancia (Rico,
2024). La relación entre la educación ambiental
y el desarrollo infantil se ha convertido en un
área de creciente interés para la investigación
educativa, pues permite comprender cómo la
exposición a entornos naturales contribuye al
desarrollo cognitivo, motor y socioemocional
de los niños en sus primeras etapas de vida
(Montero, 2025).
Desde una perspectiva neurocientífica, el
contacto con la naturaleza tiene un impacto
significativo en el desarrollo cerebral infantil,
especialmente en áreas asociadas con la
creatividad, la resolución de problemas y la
regulación emocional. Estudios recientes han
demostrado que la exposición a ambientes
naturales facilita la neuroplasticidad y mejora la
función ejecutiva, lo que se traduce en una
mayor capacidad de atención y aprendizaje. En
comparación con entornos urbanos altamente
estructurados, la naturaleza ofrece estímulos
sensoriales más variados, los cuales favorecen
el desarrollo de conexiones neuronales y
fortalecen la memoria de trabajo. En este
sentido, la educación inicial debe adoptar
estrategias pedagógicas que incorporen la
exploración del entorno natural como una
herramienta para la potenciación de la
inteligencia infantil y la construcción de
conocimientos significativos (Aparicio et al.,
2025). El desarrollo motor en la infancia es otro
aspecto que se ve favorecido por la interacción
con el entorno natural. La literatura científica ha
evidenciado que los niños que juegan al aire
libre desarrollan mejores habilidades motrices,
equilibrio y coordinación en comparación con
aquellos que permanecen en entornos cerrados.
La movilidad en superficies irregulares, la
manipulación de elementos naturales y la
práctica de actividades físicas en espacios
abiertos contribuyen al fortalecimiento del
sistema musculoesquelético y a la mejora de la
destreza física. Además, desde el punto de vista
de la psicomotricidad, el contacto con la
naturaleza permite que los niños desarrollen una
mejor percepción del espacio, lo que impacta
positivamente en su orientación espacial y en la
planificación de movimientos (Bisbicus, 2024).
En el ámbito de la educación ambiental, la
conciencia ecológica en la infancia se desarrolla
a partir de experiencias directas con la
naturaleza, las cuales generan una conexión
emocional con el entorno y refuerzan el sentido
de responsabilidad ambiental. La pedagogía
basada en la experiencia ha demostrado ser una
estrategia eficaz para fomentar actitudes
proambientales en los niños, quienes, al
comprender la importancia del equilibrio
ecológico, adquieren hábitos y
comportamientos más sostenibles (Del Pozo,
2019). Desde esta perspectiva, las actividades
educativas deben estar diseñadas para promover
la curiosidad, la observación y la
experimentación en entornos naturales,
permitiendo así la construcción de un
aprendizaje vivencial que trascienda el aula de
clases. El impacto de la naturaleza en el
desarrollo socioemocional infantil también ha
sido ampliamente documentado en la literatura
científica. El contacto con entornos naturales
favorece la autorregulación emocional, reduce
los niveles de estrés y promueve el bienestar
psicológico en los niños. La interacción con
elementos naturales, como el agua, la tierra y las
plantas, proporciona experiencias sensoriales
enriquecedoras que facilitan la expresión de
emociones y fortalecen la resiliencia infantil.
Además, la realización de actividades al aire
libre fomenta la cooperación, la empatía y el
trabajo en equipo, fortaleciendo así las
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habilidades sociales desde una edad temprana
(Acuña, 2024).
El juego en la naturaleza se presenta como una
estrategia clave para la educación en la primera
infancia, ya que permite a los niños desarrollar
su creatividad y autonomía a través de la
exploración libre del entorno. En contraste con
los juegos estructurados en ambientes cerrados,
el juego en la naturaleza ofrece oportunidades
para la toma de decisiones, la resolución de
problemas y el desarrollo de la imaginación
(Härkönen, 2001). La teoría de la biofílica,
según Avendaño (2013), sostiene que los seres
humanos tienen una afinidad innata con la
naturaleza, lo que explica la importancia del
contacto con el medio ambiente para el
bienestar infantil y el aprendizaje. Desde una
perspectiva curricular, la integración de la
educación ambiental en la enseñanza inicial
requiere un enfoque interdisciplinario que
permita vincular el aprendizaje con la realidad
cotidiana de los niños. La enseñanza de valores
ambientales no debe limitarse a la transmisión
de conocimientos teóricos, sino que debe
basarse en la experimentación y la observación
directa del entorno natural. La implementación
de metodologías activas, como el aprendizaje
basado en proyectos y la indagación científica,
se ha identificado como una estrategia efectiva
para la construcción de conocimientos
ambientales en la infancia (Caiza, 2024). La
integración de la educación ambiental en la
educación inicial enfrenta diversos desafíos,
entre ellos la falta de formación docente en
pedagogías ecológicas, la escasez de recursos
didácticos y la limitada disponibilidad de
espacios naturales en entornos urbanos. Para
superar estas barreras, es fundamental que las
políticas educativas promuevan el desarrollo de
programas de formación continua para los
docentes, así como la adecuación de
infraestructuras escolares que permitan el
acceso a experiencias de aprendizaje en
contacto con la naturaleza. El cuidado del
entorno natural desempeña un papel esencial en
el desarrollo integral de los niños en educación
inicial. La evidencia científica respalda la
necesidad de incorporar experiencias en la
naturaleza como parte de la educación infantil,
ya que estas favorecen el desarrollo cognitivo,
motor y socioemocional. La promoción de una
educación ambiental efectiva desde la primera
infancia constituye una estrategia clave para la
formación de ciudadanos conscientes y
responsables con su entorno, garantizando así la
sostenibilidad ambiental a largo plazo
(Gallardo, 2024).
Materiales y Métodos
El presente estudio se desarrolló bajo el enfoque
de revisión sistemática, siguiendo las directrices
de la metodología PRISMA (Preferred
Reporting Items for Systematic Reviews and
Meta-Analyses), la cual garantiza un proceso
riguroso y transparente en la selección,
evaluación y síntesis de la literatura científica.
La revisión sistemática es un método
consolidado para examinar la producción
académica existente sobre un fenómeno
específico, permitiendo la integración de
hallazgos relevantes y la identificación de
patrones, vacíos y tendencias en la
investigación. En este caso, se analizó la
relación entre el cuidado del entorno natural y
el desarrollo integral de los niños en educación
inicial, con énfasis en las dimensiones
cognitiva, motriz y socioemocional. La elección
de PRISMA como modelo metodológico
responde a su capacidad para minimizar sesgos,
asegurar la reproducibilidad y aumentar la
fiabilidad de los resultados obtenidos (Morales,
2022).
El proceso de revisión comenzó con la
formulación de la pregunta de investigación
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basada en el esquema PICO (Población,
Intervención, Comparación y Resultados), la
cual permitió establecer criterios claros para la
identificación de estudios relevantes. La
población objetivo fueron niños de educación
inicial; la intervención evaluada fue la
exposición y cuidado del entorno natural; la
comparación se realizó con entornos educativos
convencionales sin contacto con la naturaleza, y
los resultados se centraron en el impacto en el
desarrollo cognitivo, motriz y socioemocional
(Zabalza Navarro, 2024). A partir de esta
estructura, se diseñó una estrategia de búsqueda
sistemática en bases de datos reconocidas como
Scopus, Web of Science y Google Scholar,
utilizando términos clave en español e inglés,
combinaciones booleanas y filtros temporales
que abarcaron publicaciones entre 2019 y 2023.
La fase de selección de estudios siguió un
protocolo de inclusión y exclusión alineado con
las recomendaciones PRISMA. Se incluyeron
artículos de revistas científicas indexadas,
estudios empíricos con metodologías
cuantitativas, cualitativas y mixtas, así como
revisiones previas sobre el tema. Se excluyeron
investigaciones con enfoques teóricos sin
evidencia empírica, estudios en poblaciones no
relacionadas con la educación inicial y
publicaciones en idiomas distintos al español e
inglés. La selección se realizó en dos etapas: (1)
revisión de títulos y resúmenes para descartar
investigaciones no pertinentes, y (2) análisis del
texto completo para verificar su cumplimiento
con los criterios metodológicos. Para mejorar la
fiabilidad del proceso, dos investigadores
realizaron la selección de manera
independiente, y en casos de discrepancia, se
recurrió a un tercer evaluador (Zabalza, 2024).
Posteriormente, se procedió al análisis de
calidad y riesgo de sesgo de los estudios
seleccionados, empleando herramientas
validadas como CASP (Critical Appraisal Skills
Programme) para estudios cualitativos y RoB 2
(Risk of Bias 2) para estudios cuantitativos.
Esta evaluación permitió descartar estudios con
deficiencias metodológicas significativas y
priorizar aquellos con mayor validez interna y
externa. Los datos extraídos fueron sintetizados
y organizados en una matriz de análisis
temático, dividiendo los hallazgos en tres
categorías:
Efectos del contacto con la naturaleza en
el desarrollo cognitivo infantil;
Impacto de la interactividad con entornos
naturales en la motricidad y
Contribución del medio ambiente en la
formación socioemocional.
El uso del protocolo PRISMA permitió
garantizar la exhaustividad y transparencia del
proceso investigativo, ofreciendo una base
sólida para la interpretación de los resultados.
La rigurosidad en la selección de fuentes y el
análisis crítico de la literatura minimizó sesgos
y proporcionó evidencia confiable sobre la
importancia del contacto con la naturaleza en la
educación inicial. Este enfoque metodológico
facilita la replicabilidad del estudio y ofrece
insumos relevantes para futuras investigaciones
en el ámbito de la educación ambiental y el
desarrollo infantil.
Figura 1. Diagrama PRISMA
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Resultados y Discusión
Los hallazgos de esta revisión sistemática
confirman de manera contundente que el
contacto con el entorno natural ejerce un
impacto profundo y significativo en el
desarrollo integral de los niños en educación
inicial. Este impacto se evidencia en diversas
dimensiones, abarcando los aspectos
cognitivos, motrices y socioemocionales del
desarrollo infantil. La literatura revisada
destaca que los niños que tienen acceso
frecuente a la naturaleza presentan un notable
incremento en su capacidad de concentración,
memoria y pensamiento crítico, lo que les
permite adquirir conocimientos de una manera
más autónoma, significativa y holística
(Bisbicus, 2024). Este tipo de experiencias
fomenta la exploración activa del entorno y el
aprendizaje por descubrimiento, lo que les
permite enfrentar y resolver problemas de
manera independiente. La educación
convencional, que en muchas ocasiones se
encuentra limitada a espacios cerrados y
altamente estructurados, restringe estas
oportunidades, impidiendo el desarrollo de
habilidades cognitivas superiores. En este
sentido, la evidencia revisada refuerza la
necesidad de incluir metodologías innovadoras
que aprovechen el entorno natural como recurso
didáctico fundamental, lo cual permitiría a los
niños desarrollar una comprensión más
profunda del mundo que los rodea (Caiza,
2024).
Desde una perspectiva neurocientífica, se ha
observado que la interacción con la naturaleza
estimula procesos esenciales en el desarrollo
cerebral infantil, favoreciendo la
neuroplasticidad y el fortalecimiento de
funciones ejecutivas clave como la
planificación estratégica, la autorregulación y la
flexibilidad cognitiva. Las experiencias
sensoriales que ofrecen los entornos naturales
activan diversas áreas cerebrales vinculadas a la
creatividad y la resolución de problemas,
proporcionando a los niños una base sólida para
la adquisición de conocimientos (Vargas,
2025). Los estudios recientes indican que
aquellos niños que tienen contacto frecuente
con espacios verdes presentan un mejor
rendimiento en pruebas de atención sostenida,
así como en tareas que requieren una memoria
de trabajo eficiente en comparación con sus
pares que permanecen en entornos urbanos
densamente estructurados. Esta evidencia
subraya la importancia de repensar y rediseñar
los entornos educativos infantiles, incorporando
experiencias en la naturaleza que potencien el
desarrollo cognitivo, promoviendo así un
aprendizaje más efectivo y sostenible en el
tiempo. El juego en la naturaleza ha sido
identificado como un elemento clave en la
estimulación de la creatividad y la capacidad de
resolución de problemas en la infancia. A
diferencia de los juegos estructurados que se
desarrollan en entornos cerrados y altamente
controlados, la exploración libre de espacios
naturales brinda a los niños la posibilidad de
experimentar con distintos elementos del medio
ambiente, promoviendo el pensamiento
divergente y la innovación. En estos escenarios,
los niños establecen sus propias reglas,
enfrentan desafíos de manera autónoma y
fortalecen sus habilidades de socialización, lo
que les permite interactuar de manera más
efectiva con sus pares. La literatura revisada
también sugiere que la conexión con la
naturaleza genera un impacto positivo en la
salud emocional de los niños, ya que
proporciona un entorno relajante y libre de
sobrecarga sensorial, contribuyendo a una
regulación emocional más efectiva y a una
menor incidencia de problemas como la
ansiedad y el estrés (Sarmiento, 2024).
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Desde la dimensión motriz, la revisión de
estudios evidencia de manera consistente que la
interacción con el entorno natural favorece
significativamente el desarrollo de la
coordinación, el equilibrio y la motricidad
gruesa. La participación en actividades al aire
libre, como correr, saltar, trepar y explorar
terrenos irregulares, fortalece la musculatura
infantil y mejora de manera sustancial el control
postural, permitiendo que los niños adquieran
habilidades físicas más complejas con el
tiempo. La literatura revisada destaca que los
niños que crecen en contacto con la naturaleza
desarrollan una mayor conciencia corporal y
una mejor percepción del espacio, lo que les
permite desplazarse con mayor seguridad y
confianza. Estas experiencias no solo potencian
el desarrollo motor infantil, sino que también
promueven la autonomía y la autoeficacia,
permitiendo que los niños enfrenten con mayor
seguridad los desafíos físicos que se les
presenten en su vida cotidiana (Paliza, et al.,
2024). Otro hallazgo relevante en el ámbito
motriz es la capacidad del entorno natural para
estimular el desarrollo de la percepción espacial
y la planificación del movimiento. Los niños
que tienen la oportunidad de interactuar con
distintos elementos del medio ambiente
presentan una mejor capacidad para evaluar
distancias, coordinar movimientos y anticipar
obstáculos, habilidades esenciales para su
desarrollo psicomotor. La evidencia revisada
destaca que el juego en la naturaleza permite a
los niños experimentar con diversas texturas,
superficies y elementos físicos, lo que fortalece
su sistema musculoesquelético y mejora sus
reflejos naturales. Estos hallazgos refuerzan la
importancia de incluir más actividades físicas
en entornos naturales dentro del currículo
educativo, asegurando que los niños puedan
desarrollar un repertorio motor amplio y
variado desde la primera infancia (Bisbicus,
2024).
En cuanto a la dimensión socioemocional, la
evidencia revisada indica que el contacto con la
naturaleza desempeña un papel crucial en la
regulación del bienestar emocional infantil. Se
ha documentado que los niños que tienen acceso
regular a espacios naturales presentan menores
niveles de ansiedad y depresión, lo que sugiere
que la interacción con el medio ambiente
natural tiene un efecto protector sobre la salud
mental infantil. La literatura revisada destaca
que los entornos naturales proporcionan un
espacio de tranquilidad y seguridad que permite
a los niños regular mejor sus emociones y
desarrollar estrategias efectivas para afrontar el
estrés diario (Gutiérrez, 2025). El desarrollo de
la empatía y la cooperación entre pares también
se ve favorecido por la interacción con el
entorno natural. Los estudios revisados revelan
que los niños que participan en actividades
grupales al aire libre desarrollan una mayor
capacidad para colaborar, comunicarse y
resolver conflictos de manera efectiva. La
naturaleza, al ser un espacio de interacción
social menos estructurado, fomenta el trabajo en
equipo y la solidaridad entre los niños,
promoviendo valores fundamentales para la
convivencia armónica. Esta interacción social
también fortalece el sentido de pertenencia y
conexión con la comunidad, lo que es
fundamental para la construcción de una
identidad infantil positiva (Montero, 2025).
La relación con la naturaleza contribuye de
manera significativa a la promoción de hábitos
saludables y a la prevención de enfermedades
en la infancia. La literatura revisada sugiere que
los niños que tienen más oportunidades de jugar
al aire libre presentan menores tasas de
obesidad y mejores indicadores de salud general
en comparación con aquellos que permanecen
en espacios cerrados por períodos prolongados.
La actividad física realizada en la naturaleza no
solo fortalece el sistema inmunológico, sino que
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también mejora la calidad del sueño y reduce el
riesgo de padecer enfermedades asociadas a un
estilo de vida sedentario. En términos
educativos, la integración de la naturaleza en los
procesos de enseñanza-aprendizaje ha
demostrado ser una estrategia altamente
efectiva para mejorar la motivación y el
compromiso de los niños con su formación
académica. La evidencia revisada sugiere que
las experiencias de aprendizaje al aire libre
generan un mayor nivel de curiosidad y
exploración, promoviendo un aprendizaje
basado en la experimentación y el
descubrimiento (González, 2024). A pesar de
los múltiples beneficios documentados, la
revisión de estudios identificó diversas barreras
para la implementación de programas
educativos basados en la naturaleza. Entre los
principales obstáculos se encuentran la escasez
de espacios verdes en entornos urbanos, la falta
de formación docente en pedagogías
ambientales y la rigidez de los currículos
escolares (Aparicio et al., 2025). Para superar
estas limitaciones, se recomienda el desarrollo
de políticas educativas inclusivas que fomenten
la integración de experiencias naturales en la
educación inicial, garantizando así el acceso
equitativo a estos beneficios.
Los resultados obtenidos en esta revisión
sistemática corroboran la importancia del
entorno natural como un factor determinante en
el desarrollo integral de los niños en educación
inicial. La literatura revisada proporciona
evidencia clara de que la interacción con la
naturaleza contribuye significativamente a la
mejora del desarrollo cognitivo, motriz y
socioemocional infantil. En primer lugar, se ha
confirmado que el contacto con ambientes
naturales fomenta el desarrollo del pensamiento
crítico, la concentración y la memoria de
trabajo, promoviendo un aprendizaje más
profundo y significativo. Estos hallazgos son
consistentes con la teoría ecológica del
desarrollo de Bronfenbrenner, quien enfatiza la
influencia del entorno inmediato en la
formación de habilidades y competencias
esenciales durante la infancia (Härkönen,
2001). La revisión de estudios también resalta
que el contacto con la naturaleza ofrece
oportunidades de aprendizaje más flexibles y
adaptativas, lo que permite a los niños explorar
el mundo de una manera más autónoma y
personalizada. Uno de los aspectos más
relevantes identificados en esta revisión es la
relación entre la naturaleza y la estimulación
neurocognitiva. La evidencia recopilada indica
que la exposición a entornos naturales fortalece
la función ejecutiva infantil, particularmente en
lo que respecta a la planificación, la
autorregulación y la toma de decisiones. Estos
resultados concuerdan con estudios previos que
han demostrado que los niños que tienen acceso
a espacios verdes presentan un mejor
desempeño en tareas cognitivas complejas en
comparación con aquellos que crecen en
entornos urbanos densamente estructurados.
Este hallazgo sugiere que las instituciones
educativas deberían priorizar la inclusión de
actividades al aire libre dentro del currículo,
asegurando que los niños tengan acceso a
experiencias de aprendizaje enriquecedoras y
adaptadas a su desarrollo cognitivo (González,
2024).
En cuanto al desarrollo motor, la revisión
sistemática ha permitido identificar una
estrecha relación entre la actividad física en la
naturaleza y la mejora de la coordinación
motriz, el equilibrio y la planificación de
movimientos. Se ha observado que los niños
que participan en actividades en espacios
abiertos presentan una mejor capacidad de
respuesta ante estímulos físicos y mayor
autonomía en la ejecución de movimientos
complejos. Esto se debe a la variedad de
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experiencias sensoriomotoras que proporciona
la naturaleza, como caminar sobre superficies
irregulares, trepar árboles o jugar con elementos
naturales, las cuales estimulan la musculatura y
refuerzan la percepción del esquema corporal.
Desde la perspectiva psicomotora, estos
hallazgos validan la importancia de fomentar
experiencias en la naturaleza como parte
integral del proceso educativo infantil,
asegurando un desarrollo físico saludable y
equilibrado (Aparicio et al., 2025). Otro punto
central en esta discusión es la relación entre la
percepción del espacio y la autonomía infantil.
La revisión de estudios indica que la
exploración de entornos naturales favorece la
adquisición de habilidades espaciales y la
planificación de movimientos, lo que
contribuye a la mejora del control postural y la
autoconfianza infantil. La presencia de
elementos naturales como troncos, piedras y
desniveles en el terreno obliga a los niños a
desarrollar estrategias motoras para moverse
con seguridad, lo que repercute positivamente
en su capacidad de adaptación a nuevos
contextos físicos (Bisbicus, 2024). Estos
hallazgos refuerzan la idea de que los
programas de educación infantil deben incluir
entornos de aprendizaje dinámicos y variados,
donde los niños puedan interactuar libremente
con el medio ambiente y fortalecer sus
habilidades motrices desde edades tempranas.
Desde la dimensión socioemocional, los
resultados obtenidos confirman que la
interacción con la naturaleza favorece la
regulación emocional y la reducción del estrés
infantil. La evidencia revisada señala que los
niños que tienen acceso regular a espacios
naturales presentan menores niveles de
ansiedad y muestran una mayor capacidad de
autorregulación emocional en comparación con
aquellos que crecen en ambientes urbanos
restringidos (Gutiérrez, 2025). Este hallazgo
respalda la hipótesis de que el contacto con la
naturaleza tiene un efecto terapéutico en la
infancia, ayudando a los niños a gestionar mejor
sus emociones y fortalecer su bienestar
psicológico. La reducción del estrés y la
ansiedad en los niños no solo mejora su calidad
de vida, sino que también facilita un ambiente
de aprendizaje más armonioso y productivo, lo
que sugiere la necesidad de implementar
estrategias pedagógicas que aprovechen la
naturaleza como recurso para la educación
emocional. La relación entre el entorno natural
y el desarrollo de habilidades sociales también
ha sido ampliamente documentada en la
literatura revisada. Se ha identificado que los
niños que participan en actividades grupales al
aire libre presentan una mayor capacidad para
cooperar, resolver conflictos y establecer
relaciones interpersonales saludables. Estos
resultados sugieren que la educación basada en
la naturaleza fomenta la construcción de valores
como la empatía, la solidaridad y el respeto por
los demás, lo que fortalece la cohesión social
desde edades tempranas (Paliza et al., 2024).
En este sentido, se recomienda que los docentes
implementen metodologías de enseñanza que
integren experiencias de aprendizaje
colaborativas en entornos naturales,
promoviendo así el desarrollo de competencias
socioemocionales esenciales para la
convivencia en sociedad. Otro hallazgo clave en
esta revisión es la conexión entre el entorno
natural y la construcción de la identidad infantil.
Se ha observado que los niños que crecen en
contacto con la naturaleza desarrollan un mayor
sentido de pertenencia y una relación más
profunda con su entorno inmediato, lo que les
permite fortalecer su identidad y autoestima.
Este resultado resalta la importancia de diseñar
espacios educativos que promuevan la
exploración y el descubrimiento de la
naturaleza como una forma de incentivar el
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desarrollo de la autoconfianza y la
independencia infantil (Villamizar, 2025). Los
resultados de esta revisión sistemática permiten
identificar diversas barreras que dificultan la
implementación de programas educativos
basados en la naturaleza. La escasez de espacios
verdes en entornos urbanos, la falta de
formación docente en pedagogías ambientales y
la rigidez de los currículos educativos son
algunos de los principales obstáculos señalados
en la literatura revisada. Para superar estas
limitaciones, se recomienda que las
instituciones educativas y las políticas públicas
promuevan la creación y adecuación de
espacios naturales en los centros educativos, así
como la capacitación de los docentes en
metodologías de enseñanza basadas en la
naturaleza (Vargas, 2025). La interacción con la
naturaleza se presenta como un factor esencial
para el desarrollo integral de los niños en
educación inicial, con efectos positivos en sus
capacidades cognitivas, motrices y
socioemocionales. La evidencia revisada
respalda la necesidad de integrar entornos
naturales en la educación infantil,
proporcionando a los niños experiencias de
aprendizaje más enriquecedoras, autónomas y
significativas. No obstante, para garantizar una
implementación efectiva de estas estrategias, es
fundamental superar las barreras estructurales y
fomentar un enfoque educativo que valore la
naturaleza como un elemento clave en el
proceso de enseñanza-aprendizaje (Acuña,
2024).
Conclusiones
Los hallazgos obtenidos en esta revisión
sistemática han permitido evidenciar de manera
contundente la relevancia del contacto con el
entorno natural en el desarrollo integral de los
niños en educación inicial, abarcando sus
dimensiones cognitivas, motrices y
socioemocionales. La interacción con la
naturaleza ha demostrado ser un elemento
fundamental para la estimulación sensorial, la
mejora del pensamiento crítico y el
fortalecimiento de la creatividad, aspectos clave
en la construcción del conocimiento desde
edades tempranas. A diferencia de los entornos
cerrados y altamente estructurados, los espacios
naturales ofrecen múltiples estímulos que
fomentan el aprendizaje a través de la
observación, la experimentación y la
exploración libre, permitiendo a los niños
desarrollar su curiosidad innata y ampliar su
comprensión del mundo que los rodea. Este tipo
de experiencias genera un aprendizaje más
autónomo y significativo, en el cual los niños
pueden relacionar la teoría con la práctica de
manera efectiva, favoreciendo una
internalización del conocimiento que perdura en
el tiempo. Ante estos hallazgos, resulta
imprescindible replantear la estructura de los
entornos educativos convencionales y
promover estrategias pedagógicas que integren
la naturaleza como un recurso didáctico
esencial, garantizando que los niños puedan
beneficiarse plenamente de sus múltiples
ventajas para el desarrollo cognitivo y el
aprendizaje a lo largo de su formación.
En términos del desarrollo motor, la revisión
sistemática ha puesto en evidencia la relación
directa entre la interacción con la naturaleza y
la mejora de la coordinación, el equilibrio y la
motricidad gruesa en los niños de educación
inicial. La posibilidad de moverse en entornos
naturales permite que los niños fortalezcan su
musculatura y perfeccionen habilidades físicas
esenciales, favoreciendo un crecimiento
saludable y equilibrado. Actividades como
trepar árboles, correr sobre terrenos irregulares
o interactuar con elementos del entorno natural
brindan a los niños oportunidades únicas para
mejorar su percepción espacial y desarrollar una
planificación motriz más eficiente. Además,
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estas experiencias favorecen el desarrollo de la
autonomía y la autoconfianza, ya que los niños
aprenden a evaluar riesgos y a tomar decisiones
por mismos, lo que repercute positivamente
en su seguridad personal y en su capacidad de
adaptación a diferentes situaciones. La
importancia de estos hallazgos radica en la
necesidad de diseñar espacios educativos que
promuevan el movimiento y la exploración al
aire libre como parte esencial del currículo
infantil, asegurando que los niños puedan
desarrollar plenamente sus habilidades motrices
y disfrutar de una infancia activa y saludable.
Desde la perspectiva socioemocional, los
resultados obtenidos en esta revisión
sistemática han reafirmado el impacto positivo
que tiene la interacción con la naturaleza en la
regulación emocional, el bienestar psicológico
y la formación de habilidades sociales en la
infancia. Se ha observado que los niños que
crecen en contacto con la naturaleza presentan
una mayor capacidad para gestionar el estrés,
muestran niveles más elevados de resiliencia y
desarrollan una autoestima más sólida en
comparación con aquellos que tienen un acceso
limitado a entornos naturales. La exposición
frecuente a la naturaleza también fomenta la
empatía, la cooperación y el respeto por los
demás, ya que los niños aprenden a interactuar
en espacios abiertos donde la colaboración y el
trabajo en equipo resultan esenciales para la
exploración y el juego. Asimismo, la conexión
con el medio ambiente fortalece la identidad
infantil, permitiendo que los niños desarrollen
un sentido de pertenencia y una relación más
profunda con su entorno inmediato. Esta
vinculación con la naturaleza no solo
contribuye a su bienestar emocional y social,
sino que también incentiva el desarrollo de una
conciencia ambiental que se traduce en
comportamientos sostenibles a lo largo de su
vida. Por ello, es fundamental que los
programas educativos incluyan experiencias de
aprendizaje que permitan a los niños fortalecer
su relación con la naturaleza y beneficiarse de
sus efectos positivos en la salud emocional y la
construcción de relaciones interpersonales
saludables.
Si bien los hallazgos de esta revisión han puesto
en relieve los múltiples beneficios que la
naturaleza ofrece para el desarrollo infantil,
también se han identificado barreras que
dificultan su integración efectiva en el sistema
educativo. Entre los principales desafíos se
encuentran la falta de espacios verdes en
entornos urbanos, la escasa capacitación
docente en metodologías basadas en la
naturaleza y la rigidez de los currículos
educativos, los cuales tienden a priorizar
modelos de enseñanza tradicionales que limitan
la exploración y la experiencia directa con el
medio ambiente. Para superar estas
limitaciones, es imprescindible que las
instituciones educativas, los responsables de
políticas públicas y las familias trabajen en
conjunto para garantizar que todos los niños,
independientemente de su contexto
socioeconómico o geográfico, puedan acceder a
experiencias enriquecedoras en la naturaleza.
Esto implica la necesidad de diseñar estrategias
que fomenten la incorporación de la educación
ambiental desde la primera infancia,
promoviendo iniciativas que incluyan la
creación de espacios naturales en los centros
educativos, el desarrollo de materiales
didácticos que integren el aprendizaje basado en
la naturaleza y la capacitación de los docentes
en enfoques pedagógicos que potencien la
relación entre los niños y su entorno. Solo a
través de un compromiso conjunto y sostenido
será posible garantizar una educación infantil
que valore el contacto con la naturaleza como
un pilar fundamental para el desarrollo integral
de los niños, proporcionando las bases para una
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