Ciencia y Educación
(L-ISSN: 2790-8402 E-ISSN: 2707-3378)
Vol. 6 No. 9.2
Edición Especial III 2025
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EL IMPACTO DE LAS ESTRATEGIAS DE APRENDIZAJE BASADO EN PROYECTOS EN
EL DESARROLLO DE COMPETENCIAS SOCIOEMOCIONALES Y COGNITIVAS EN
ESTUDIANTES DE EDUCACIÓN BÁSICA
THE IMPACT OF PROJECT-BASED LEARNING STRATEGIES ON THE
DEVELOPMENT OF SOCIO-EMOTIONAL AND COGNITIVE SKILLS IN ELEMENTARY
SCHOOL STUDENTS
Autores: ¹Carla Paulina Segovia Borja, ²Norma Edith Sarasti Guato, ³William Patricio Aguayo
Chiluisa,
4
Verónica Patricia Toaquiza Tasinchano y
5
Lilian Jeanneth León León.
¹ORCID ID: https://orcid.org/0009-0002-9530-2652
2
ORCID ID: https://orcid.org/0009-0007-8685-8129
3
ORCID ID: https://orcid.org/0009-0003-3421-1658
4
ORCID ID: https://orcid.org/0009-0003-4089-8169
5
ORCID ID: https://orcid.org/0009-0009-3961-3342
¹E-mail de contacto: carlasegovia19941@hotmail.com
²E-mail de contacto: sarasti@educacion.gob.ec
³E-mail de contacto: william.aguayo@educacion.gob.ec
4
E-mail de contacto: veronica.toaquiza@educacion.gob.ec
5
E-mail de contacto: jeanneth.leon@educacion.gob.ec
Afiliación: ¹*BCDD Betel Casa de Dios, (Ecuador).
2*3*
Unidad Educativa “Pastocalle”, (Ecuador).
4
*
5
*Unidad Educativa “Pastocalle”,
(Ecuador).
Artículo recibido: 19 de Julio del 2025
Artículo revisado: 23 de Agosto del 2025
Artículo aprobado: 30 de Agosto del 2025
¹Licenciada en Psicología, graduada de la Universidad Técnica Particular de Loja, (Ecuador).
²Licenciada en Ciencias de la Educación, mención Educación Básica graduada de la Universidad Estatal de Bolívar, (Ecuador).
³Licenciado en Ciencias de la Educación, mención Educación Básica graduado de la Universidad Estatal de Bolívar, (Ecuador).
4
Licenciada en Secretariado Ejecutivo Gerencial, graduada de la Universidad Técnica de Cotopaxi, (Ecuador), Magíster en Educación
Básica otorgado por la Universidad Estatal de Milagro, (Ecuador).
5
Licenciada en Ciencias de la Educación, mención Educación Básica graduada de la Universidad Estatal de Bolívar, (Ecuador).
Resumen
El presente artículo analiza, desde un enfoque
bibliográfico, el impacto del Aprendizaje
Basado en Proyectos (ABP) en el desarrollo de
competencias académicas y socioemocionales
en estudiantes de Educación Básica. La
revisión de estudios recientes muestra que esta
metodología promueve un aprendizaje activo,
motivador y significativo, al integrar
contenidos curriculares con actividades
prácticas y problemas reales del entorno. Los
resultados evidencian que los estudiantes que
trabajan en proyectos mejoran sus niveles de
pensamiento crítico, resolución de problemas y
autonomía, así como competencias
relacionadas con la cooperación, la empatía y
la autorregulación emocional. Estas
características convierten al ABP en una
estrategia integral que responde a las
necesidades de una educación más inclusiva y
contextualizada, adaptándose a diferentes
entornos y recursos. El análisis destaca también
la importancia de la formación docente, la
planificación adecuada y la disponibilidad de
recursos para optimizar los resultados.
Asimismo, identifica desafíos como la falta de
instrumentos estandarizados para medir las
competencias socioemocionales, la resistencia
al cambio y la necesidad de una mayor
articulación con programas de aprendizaje
emocional. Se concluye que el ABP,
implementado de manera gradual y planificada,
constituye una herramienta eficaz para
fortalecer el aprendizaje académico y el
desarrollo personal, preparando a los
estudiantes para enfrentar los retos de la
sociedad actual. Este enfoque plantea la
necesidad de seguir investigando y
perfeccionando las estrategias para su
integración en el currículo escolar, asegurando
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una educación de calidad y con proyección al
futuro.
Palabras clave: Aprendizaje basado en
proyectos, Educación Básica, Competencias
socioemocionales.
Abstract
This article analyzes, from a bibliographic
perspective, the impact of Project-Based
Learning (PBL) on the development of
academic and socio-emotional competencies in
elementary school students. A review of recent
studies shows that this methodology promotes
active, motivating, and meaningful learning by
integrating curricular content with practical
activities and real-world problems. The results
show that students who work on projects
improve their levels of critical thinking,
problem-solving, and autonomy, as well as
skills related to cooperation, empathy, and
emotional self-regulation. These characteristics
make PBL a comprehensive strategy that
responds to the needs of a more inclusive and
contextualized education, adapting to different
environments and resources. The analysis also
highlights the importance of teacher training,
adequate planning, and the availability of
resources to optimize results. It also identifies
challenges such as the lack of standardized
instruments to measure socio-emotional
competencies, resistance to change, and the
need for greater coordination with emotional
learning programs. It is concluded that PBL,
implemented gradually and in a planned
manner, is an effective tool for strengthening
academic learning and personal development,
preparing students to face the challenges of
today's society. This approach raises the need
for further research and refinement of strategies
for its integration into the school curriculum,
ensuring quality education with a future-proof
perspective.
Keywords: Project-based learning, Basic
education, Socio-emotional competencies.
Sumário
Este artigo analisa, a partir de uma perspectiva
bibliográfica, o impacto da Aprendizagem
Baseada em Projetos (ABP) no
desenvolvimento de competências acadêmicas
e socioemocionais em alunos do ensino
fundamental. Uma revisão de estudos recentes
mostra que essa metodologia promove uma
aprendizagem ativa, motivadora e significativa,
integrando o conteúdo curricular a atividades
práticas e problemas do mundo real. Os
resultados mostram que os alunos que
trabalham em projetos melhoram seus níveis de
pensamento crítico, resolução de problemas e
autonomia, bem como habilidades relacionadas
à cooperação, empatia e autorregulação
emocional. Essas características fazem da ABP
uma estratégia abrangente que responde às
necessidades de uma educação mais inclusiva e
contextualizada, adaptando-se a diferentes
ambientes e recursos. A análise também
destaca a importância da formação de
professores, do planejamento adequado e da
disponibilidade de recursos para otimizar os
resultados. Também identifica desafios como a
falta de instrumentos padronizados para
mensurar as competências socioemocionais, a
resistência à mudança e a necessidade de maior
coordenação com programas de aprendizagem
emocional. Conclui-se que a ABP,
implementada de forma gradual e planejada, é
uma ferramenta eficaz para fortalecer a
aprendizagem acadêmica e o desenvolvimento
pessoal, preparando os alunos para os desafios
da sociedade atual. Essa abordagem levanta a
necessidade de mais pesquisas e o
aprimoramento de estratégias para sua
integração ao currículo escolar, garantindo uma
educação de qualidade com uma perspectiva
voltada para o futuro.
Palavras-chave: Aprendizagem baseada em
projetos, Educação sica, Competências
socioemocionais.
Introducción
El Aprendizaje Basado en Proyectos se
consolida como una estrategia didáctica
orientada a promover un aprendizaje activo,
significativo y colaborativo, integrando teoría y
práctica mediante experiencias concretas en el
aula. En Ecuador, un estudio cuasi experimental
con pre test y post test aplicado a cien
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estudiantes reveló mejoras en competencias
socioemocionales como la empatía, la
autorregulación y la resolución de conflictos en
educación básica superior (Álvarez y Delgado,
2025). En dicha investigación se observa
también una leve superioridad del rendimiento
en el grupo femenino, lo cual apunta a posibles
diferencias de nero en la efectividad de la
metodología (Álvarez y Delgado, 2025). Estos
resultados respaldan la potencialidad del ABP
como una herramienta pedagógica para el
desarrollo integral del estudiantado, más allá del
dominio técnico o cognitivo. Su
implementación en contextos como el
ecuatoriano, con escasa tradición de
metodologías activas, representa una apuesta
relevante para transformar la práctica docente.
La evidencia de estrategias orientadas al
desarrollo de habilidades socioemocionales
también ha demostrado su impacto positivo en
el aprendizaje y el ajuste escolar en educación
primaria. Una revisión sistemática de
veinticinco estudios concluyó que las
estrategias socioemocionales fortalecen
dimensiones como la autogestión, la conciencia
social y la gestión de las relaciones, y
promueven mayor adaptación y bienestar entre
los estudiantes (Anchundia y Vega, 2024). Esta
revisión analizó investigaciones empíricas
publicadas entre 2020 y 2024 en diversas bases
académicas, lo que añade robustez a sus
hallazgos (Anchundia y, 2024). Se destaca que
estos programas favorecen una formación que
va más allá de lo académico, favoreciendo
estudiantes emocionalmente más resilientes y
autorregulados (Anchundia y Vega, 2024). Por
ello, integrar este enfoque en el currículo
escolar es clave para una educación básica
integral. El vínculo entre ABP y desarrollo
socioemocional ha sido explorado en diversos
estudios que evidencian beneficios claros
cuando ambos se articulan de manera
intencional. En el contexto ecuatoriano, se han
identificado avances en competencias clave
como la empatía, la autorregulación y el trabajo
colaborativo en aulas donde se aplicó ABP
(Álvarez y Delgado, 2025). Esto sugiere que, si
se considera el componente emocional como
parte del diseño del proyecto, los beneficios se
amplían sensiblemente. Asimismo, el ABP
facilita ambientes auténticos y motivadores para
que los estudiantes ejerzan habilidades como la
negociación, la escucha activa y la regulación
emocional en situaciones de aprendizaje real.
En consecuencia, esta integración curricular
puede potenciar la formación de estudiantes
comprometidos, capaces de comprender y
gestionar sus emociones en interacción con el
otro. No obstante, estudios recientes recalcan
que estos efectos positivos no se obtienen de
manera automática: requieren un diseño
pedagógico cuidadosamente estructurado y una
intención formativa clara. Una investigación
sobre ABC aplicada post pandemia en Ecuador
advirtió que, aunque el 45 % de docentes
identificó mejoras en motivación y
participación, la implementación efectiva
depende de una planificación adecuada,
formación docente y recursos suficientes
(Zambrano et al., 2025). Además, el 60 %
señaló que el ABP podría reducir el rezago
escolar, especialmente en áreas prácticas, pero
solo si se acompaña de un ambiente
institucional favorable (Zambrano et al., 2025).
Esto evidencia que el éxito del ABP requiere
condiciones institucionales, pedagógicas y
formativas adecuadas para maximizar tanto los
objetivos académicos como socioemocionales.
En paralelo, enfoques interdisciplinarios
fortalecen la dimensión emocional al conectar
los contenidos escolares con experiencias
significativas dentro y fuera del aula. Un
estudio con metodología mixta realizado en
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proyectos interdisciplinarios mostró cómo estos
fortalecen habilidades socioemocionales
cuando se articulan contenidos académicos con
vivencias auténticas (León et al., 2025). Dicho
enfoque permite que los estudiantes
experimenten el conocimiento como algo
relevante y pertinente, lo que facilita la
construcción emocional y cognitiva en paralelo.
La inclusión de entrevistas, observación y
revisión documental corroboró que estos
proyectos contribuyen a la motivación, la
conexión con el entorno y el sentido de
pertenencia. Esto refuerza la necesidad de una
formación integrada que contemple tanto lo
académico como lo emocional en contextos
reales de aprendizaje. A nivel práctico, también
se han generado instrumentos didácticos
basados en metodologías activas para fortalecer
habilidades socioemocionales desde el diseño
curricular en educación básica. Por ejemplo,
una guía diseñada para estudiantes de cuarto
año incluyó actividades específicas para
trabajar la autorregulación emocional, la
comunicación asertiva y la resolución pacífica
de conflictos (Rodríguez, 2025). Esta propuesta
se desarrolló tras detectar déficits claros en el
desarrollo emocional dentro del entorno
escolar, lo que la convierte en una herramienta
valiosa para docentes. Su enfoque activo e
intencional permite no solo aprender
contenidos, sino también explorar y ejercitar
emociones en grupo. Así, esas iniciativas
prácticas aportan protocolos claros para ejecutar
un ABP con propósito socioemocional dentro
del aula.
Tomando en cuenta la evidencia teórica y
empírica disponible, es posible afirmar que hay
un cuerpo creciente de estudios que respaldan la
eficacia del ABP en el desarrollo
socioemocional, aunque también subrayan retos
metodológicos y contextuales significativos.
Las investigaciones señaladas muestran
beneficios en empatía, autorregulación,
colaboración y motivación (Anchundia y Vega,
2024; Álvarez y Delgado, 2025; León et al.,
2025), así como la importancia de diseños
intencionales y recursos adecuados (Zambrano
et al., 2025; Rodríguez, 2025). Sin embargo,
aún se requieren herramientas de evaluación y
guías pedagógicas adaptadas al contexto
ecuatoriano que articulen la intención
socioemocional desde la planificación docente.
Esto abre un espacio para producir
conocimiento aplicado, con alta relevancia para
la práctica educativa. Por estas razones, el
estudio propuesto buscará analizar cómo el
ABP influye en el desarrollo de competencias
socioemocionales y cognitivas en Educación
Básica en Ecuador. Se plantea un enfoque mixto
que combine pruebas estandarizadas (para
medir cambio en habilidades cognitivas y
socioemocionales) y técnicas cualitativas
(como entrevistas y observación) para capturar
los procesos emocionales. Esto permitirá
comprender tanto los logros como las dinámicas
emocionales y relacionales emergentes durante
los proyectos. Además, se considerarán
variables contextuales como el diseño del
proyecto, la formación del docente y la
intencionalidad emocional en el plan de clase.
De esta manera, se generará evidencia
pertinente para fundamentar políticas y
prácticas educativas integrales.
Se espera que los resultados sirvan para orientar
la formación docente y diseñar políticas
educativas que promuevan una Educación
Básica más humana, coherente y sostenible,
donde los estudiantes desarrollen tanto
competencias académicas como emocionales.
A partir de la evidencia empírica y teórica, se
podrán elaborar recomendaciones claras para
construir proyectos escolares con propósito
socioemocional. También serán útiles para
diseñar instrumentos de evaluación robustos,
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adaptados al contexto local y alineados con los
objetivos de formación integral. En última
instancia, esta nea de investigación aspira a
contribuir con prácticas educativas que formen
estudiantes competentes, empáticos y
emocionalmente equilibrados. El Aprendizaje
Basado en Proyectos (ABP) se asienta en
fundamentos del constructivismo y del enfoque
sociocultural, que destacan la actividad del
estudiante como constructor de conocimiento.
Según Prakash (2024), el constructivismo
entiende que el aprendizaje es un proceso activo
donde los estudiantes reinterpretan nuevas
informaciones con base en experiencias previas
y construyen significado propio, mientras el
docente actúa como facilitador (Prakash 2024).
Esta perspectiva es complementada por la teoría
sociocultural de Vygotsky, que resalta la
importancia de la interacción social y el
andamiaje proporcionado por pares o docentes
para alcanzar niveles de comprensión más
profundos (Verywell, 2025). En el ABP, estas
ideas cobran vida cuando los estudiantes
enfrentan problemas auténticos, investigan,
colaboran y comunican sus hallazgos,
generando aprendizaje significativo que no se
reduce a memorizar contenidos. Así, el ABP
redefine el rol del alumno como protagonista
activo y del docente como guía mediador,
promoviendo la co-construcción de
conocimiento. Esta base teórica legitima la
adopción del ABP en Educación Básica como
estrategia innovadora y centrada en el
desarrollo integral del aprendiz.
Varios estudios macro han señalado efectos
positivos del ABP en el rendimiento académico
y en dimensiones afectivo-motivacionales del
alumnado. Un meta-análisis de Zhang et al.
(2023) halló que el ABP produce mejoras
significativas en el rendimiento académico, en
habilidades de pensamiento de orden superior y
en actitudes afectivas comparado con métodos
tradicionales, observándose variaciones según
región, tamaño del grupo, asignatura y duración
de la intervención (Zhang et al., 2023). Por su
parte, Chen (2019) reportó un efecto de
mediano a grande en el logro académico al usar
ABP frente a una enseñanza convencional
(Chen, 2019). En síntesis, estos estudios
confirman que el ABP fomenta no solo
resultados cognitivos, sino también motivación,
creatividad y autoeficacia, especialmente
cuando se gestiona con diseño intencionado y
duración adecuada. Esto fortalece la
justificación de que el ABP puede potenciar
competencias cognitivas y afectivas si se
implementa con atención a estas variables
modulares.
El enfoque sociocultural y el constructivismo
subrayan que el aprendizaje emerge de la
interacción y la reflexión colectiva. Según
Verywell (2025), la teoría sociocultural de
Vygotsky pone en el centro al entorno social y
cultural, donde la zona de desarrollo próximo
(ZDP) define el espacio donde el aprendiz
puede progresar con ayuda, y el andamiaje
implica acompañamiento progresivo hacia la
autonomía (Verywell, 2025). La aplicación
práctica en ABP implica que los estudiantes
trabajen en equipos para resolver retos reales, se
apoyen en recursos y retroalimentación del
docente o compañeros más hábiles, lo que
facilita la internalización de procesos cognitivos
y emocionales. Al mismo tiempo, el
constructivismo sugiere que el conocimiento
debe ser construido, no simplemente
transmitido, lo que implica aprendizaje activo
con reflexión, resolución y metacognición
(Prakash, 2024). Por consiguiente, ABP aporta
espacios auténticos y colaborativos donde se
combinan lo cognitivo y emocional en el acto
de aprender: los alumnos interactúan, negocian
significado y desarrollan habilidades más allá
del conocimiento de contenido.
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La combinación de ABP con el desarrollo
socioemocional ofrece una oportunidad para
educar de manera integral en Educación Básica.
Aunque los metaanálisis previos se han
centrado en dimensiones académicas, emergen
evidencias de que el ABP también mejora
motivación, compromiso, colaboración y
creatividad, componentes clave del bienestar
socioemocional, especialmente en contextos
que favorecen trabajo en pequeños grupos y
duración prolongada (Zhang et al., 2023; Chen,
2019). Esta amplificación del impacto sugiere
que, si se incorpora intención formativa
emocional, como promover empatía,
autorregulación, comunicación asertiva, dentro
del ABP, los beneficios se expanden. Por
ejemplo, el acompañamiento docente, el soporte
mutuo entre estudiantes y la reflexión sobre
procesos de trabajo constituyen formas de
fortalecer el componente socioemocional
mientras se aprende el contenido. De este modo,
ABP se convierte en un entorno potente para
promover competencias cognitivas y
emocionales simultáneamente y responder a las
demandas integrales del aprendizaje del siglo
XXI.
El ABP representa una respuesta coherente a las
exigencias educativas contemporáneas, al
preparar estudiantes capaces de pensar
críticamente, colaborar y autorregularse. Su
base teórica, constructivismo y
socioculturalismo, lo legitima como estrategia
transformadora; sus efectos empíricos (Zhang et
al., 2023; Chen, 2019) avalan su eficacia global;
y su potencial para integrar lo cognitivo con lo
emocional lo convierte en un instrumento
valioso en Educación Básica. Sin embargo, su
implementación exitosa depende de una
intencionalidad pedagógica clara, formación
docente sólida, recursos adecuados y
evaluación pertinente del impacto integral. Este
marco teórico ofrece un fundamento robusto
para diseñar investigaciones que exploren cómo
el ABP puede articular contenido y emoción
para formar estudiantes más competentes,
autónomos y resilientes.
Una línea emergente de investigación reciente
se enfoca en el potencial del Aprendizaje
Basado en Proyectos para fortalecer habilidades
sociales tempranas, como cooperación,
comunicación, empatía y autorregulación
emocional en niños de educación inicial. Una
revisión sistemática de estudios sobre
aprendizaje basado en proyectos en niñas y
niños de 4 a 6 años identificó efectos
consistentes en el desarrollo de estas
competencias sociales, gracias a experiencias
colaborativas y actividades centradas en la
interacción (Ordoñez et al., 2025). Este enfoque
combina estrategias lúdicas con objetivos
formativos claros, generando ambientes donde
los alumnos aprenden activamente a gestionar
emociones y a interactuar con respeto y
responsabilidad. Además, se destaca la
efectividad de proyectos que integran el juego
cooperativo, que facilita la mejora en la calidad
del trabajo en grupo, el reconocimiento del otro
y el sentido de pertenencia (Ordoñez et al.,
2025). Estas evidencias muestran el valor del
ABP desde edades tempranas, no solo para
aprender contenidos sino también para
favorecer el desarrollo emocional y relacional.
Desde una perspectiva meta-analítica, los
hallazgos sobre proyectos escolares se
enriquecen al considerar variables moderadoras
que afectan el impacto educativo. En un amplio
metaanálisis que abarcó 66 estudios
experimentales o cuasiexperimentales, se
reportó un efecto positivo moderado del ABP
sobre los resultados académicos, habilidades de
pensamiento y actitudes afectivas (Zhang et al.,
2023). Se observó que factores como la región
geográfica, la disciplina, el tipo de curso, el
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tamaño del grupo, el tamaño de la clase y la
duración del proyecto influyen
significativamente en su efectividad.
Particularmente, el ABP mostró mayores
efectos en contextos asiáticos, en asignaturas de
tipo experimental, en grupos pequeños de 4 a 5
estudiantes, y con una duración de 9 a 18
semanas (Zhang et al., 2023). Esta evidencia es
esencial para ajustar el diseño del ABP de forma
contextualizada, asegurando que se maximice
su potencial cognitivo y socioemocional según
el contexto educativo concreto.
La articulación del ABP con estrategias de
aprendizaje socioemocional (SEL, por sus
siglas en inglés) representa otra perspectiva
relevante para comprender su impacto integral.
Un meta-análisis moderno que revisó
intervenciones universales de SEL en escuelas
reveló efectos positivos robustos en
dimensiones sociales, emocionales,
conductuales y académicas en estudiantes desde
educación preescolar hasta secundaria
(Cipriano et al., 2023). Esta solidez se observó
de forma consistente y en contextos diversos, lo
que sugiere que los programas SEL pueden
integrarse eficazmente con metodologías
activas como el ABP para potenciar su alcance
formativo. La combinación de ABP con SEL
podría generar ambientes de aprendizaje más
estructurados emocionalmente, donde los
estudiantes desarrollan competencias afectivas
mientras resuelven problemas auténticos. Por
tanto, esta sinergia abre una vía prometedora
para abordar la formación integral desde una
perspectiva holística, sustentada en evidencia
empírica amplia (Cipriano et al., 2023).
La implementación efectiva del ABP también
depende en gran medida de la preparación y
competencias socioemocionales del docente
que lo guía. Un estudio reciente identificó una
correlación débil pero positiva entre la
competencia socioemocional del profesor y el
nivel de compromiso de sus estudiantes (Gebre,
2025). Esto implica que, más allá del diseño del
proyecto, el entorno afectivo y emocional que el
docente genera es clave para motivar y conectar
a los estudiantes con el aprendizaje. Docentes
emocionalmente competentes ofrecen modelos
de regulación emocional, comunicación
empática y apoyo que facilitan la co-
construcción del conocimiento. En
consecuencia, las intervenciones formativas
para docentes deben incluir desarrollo
socioemocional, pues esto amplifica el impacto
del ABP en el aula. De lo contrario, incluso un
proyecto bien diseñado curricularmente podría
no desencadenar los beneficios relacionales
esperados.
El ABP es concebido como una estrategia
pedagógica flexible y adaptativa, apropiada
para diversos contextos de Educación Básica,
gracias a su enfoque en problemas auténticos y
relevancia curricular. Aunque muchos estudios
han enfatizado su utilidad en ámbitos
específicos como las ciencias o la tecnología, su
diseño centrado en la resolución de problemas
reales lo hace aplicable a comunidades diversas
(López, Meléndez, & Gámez, 2020). En el
contexto latinoamericano, la investigación en
Manta, Ecuador, reveló que el ABP fomenta el
pensamiento crítico, analítico y reflexivo, y que
cerca del 38 % de estudiantes desarrollaron
significativamente estas competencias
mediante proyectos significativos (López et al.,
2020). Esto señala que el ABP puede adaptarse
cultural y pedagógicamente a contextos locales,
generando aprendizaje relevante para los
estudiantes. Además, su potencial para
promover el pensamiento crítico y reflexivo lo
convierte en una herramienta clave para abordar
los retos educativos actuales, preparándolos
para un mundo complejo y cambiante.
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Materiales y Métodos
El presente estudio se plantea como un análisis
bibliográfico con enfoque descriptivo y crítico,
cuyo propósito es examinar la evidencia
científica existente sobre la implementación del
Aprendizaje Basado en Proyectos y su impacto
en el desarrollo de competencias
socioemocionales y cognitivas en Educación
Básica. Según Hernández y Mendoza (2021),
los estudios bibliográficos permiten recopilar,
clasificar y analizar información proveniente de
diferentes fuentes científicas, otorgando una
visión integradora y contextualizada de los
hallazgos. Este tipo de análisis no busca
experimentar con población ni intervenir en
contextos reales, sino comprender la
profundidad de la literatura disponible para
identificar patrones, fortalezas, vacíos y
tendencias. Creswell y Creswell (2018)
sostienen que el análisis documental es esencial
cuando se busca sintetizar conocimiento
acumulado, evaluar la calidad metodológica de
los estudios y proponer líneas de investigación
futura. En este sentido, la revisión se estructura
a partir de estudios recientes (2019-2025) que
aportan evidencia empírica, marcos
conceptuales y reflexiones pedagógicas,
asegurando la vigencia y relevancia de las
conclusiones.
Para la selección de fuentes, se recurrió a bases
de datos académicas reconocidas como Scopus,
Web of Science, Dialnet, Redalyc y Google
Scholar, priorizando artículos de acceso abierto
que cumplieran con criterios de calidad y
pertinencia. Cohen, Manion y Morrison (2018)
enfatizan que el rigor en la revisión
bibliográfica depende de la claridad de los
criterios de inclusión y exclusión, así como de
la evaluación crítica de las fuentes consultadas.
En este estudio, se seleccionaron
investigaciones que abordaran el ABP en
niveles de educación básica, incluyendo
estudios de tipo experimental,
cuasiexperimental, revisiones sistemáticas,
meta-análisis y estudios cualitativos.
Asimismo, se excluyeron trabajos no arbitrados
o con metodologías poco claras, garantizando
así la consistencia y confiabilidad de la
información. Esta estrategia permitió
conformar un corpus sólido de más de cuarenta
referencias relevantes, útiles para el análisis y la
discusión.
El análisis bibliográfico se organizó siguiendo
las recomendaciones de Tranfield et al. (2003),
que proponen una revisión estructurada basada
en fases de planificación, recopilación, análisis
y síntesis. La fase de recopilación implicó la
lectura crítica de títulos, resúmenes y textos
completos para evaluar su pertinencia, calidad
metodológica y relevancia para los objetivos del
estudio. Posteriormente, en la fase de análisis,
se identificaron categorías clave como
fundamentos teóricos, impactos cognitivos,
impactos socioemocionales, factores
contextuales, desafíos y propuestas de mejora.
Este proceso permitió mapear la literatura y
organizarla en torno a las preguntas de
investigación planteadas, integrando
perspectivas tanto latinoamericanas como
internacionales. La síntesis final se centra en
discutir cómo estas evidencias respaldan,
complementan o desafían las teorías educativas
vigentes. El enfoque analítico empleado se basa
en la integración de hallazgos y la comparación
entre estudios, evitando la simple descripción
de resultados. Según Field (2018), el valor de un
análisis bibliográfico radica en identificar
tendencias, vacíos y contradicciones, lo que
permite formular conclusiones más sólidas y
útiles para la práctica educativa. Por ejemplo,
los estudios de meta-análisis de Zhang et al.
(2023) y Chen (2019) evidencian que el ABP
mejora el rendimiento académico y las actitudes
afectivas, mientras que investigaciones como
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las de Gebre (2025) destacan la importancia de
las competencias socioemocionales del
docente. Estas coincidencias y divergencias
fueron contrastadas para enriquecer la
discusión, proporcionando una comprensión
más profunda del impacto del ABP en la
educación básica. Se reconoce que este análisis
bibliográfico no está exento de limitaciones, ya
que depende de la calidad de las investigaciones
revisadas y de la disponibilidad de literatura en
el área. No obstante, esta limitación es también
una fortaleza, pues permite señalar las carencias
en la investigación y proponer futuras líneas de
trabajo. Como lo indican Otzen y Manterola
(2017), los análisis bibliográficos son cruciales
para orientar nuevas investigaciones y para
contextualizar la aplicación de metodologías
activas en escenarios específicos. Por ello, este
estudio busca no solo recopilar evidencia, sino
también ofrecer una interpretación crítica que
aporte a la construcción de conocimiento y a la
mejora de las prácticas pedagógicas.
Resultados y Discusión
Los resultados de la revisión bibliográfica
indican que el Aprendizaje Basado en Proyectos
es una metodología que promueve mejoras
sostenidas en el rendimiento académico en
estudiantes de Educación Básica. Chen (2019)
encontró en su meta-análisis que, en
comparación con metodologías tradicionales, el
ABP produjo un efecto de mediano a grande en
el logro académico, especialmente cuando se
aplicó en ambientes colaborativos y con un
diseño estructurado. Este hallazgo fue
respaldado por Zhang et al. (2023), quienes
identificaron efectos positivos moderados en
rendimiento y pensamiento crítico, con mayores
beneficios en grupos pequeños y proyectos de
mediana duración. Las investigaciones destacan
que el ABP fomenta la integración del
conocimiento, el análisis profundo y la
transferencia de aprendizajes a situaciones
reales, lo cual es esencial en etapas formativas.
Además, se observa que este impacto es más
fuerte en áreas de ciencias y matemáticas, pero
también significativo en lenguaje y estudios
sociales, lo que confirma su versatilidad
curricular. La revisión evidencia que los
estudiantes involucrados en proyectos
adquieren habilidades de análisis y síntesis
superiores a las de sus pares en clases
tradicionales. Estos resultados consolidan la
visión del ABP como un motor de aprendizaje
profundo, capaz de combinar la teoría con la
práctica para lograr mejores resultados
académicos.
En el plano socioemocional, la evidencia
muestra que el ABP tiene un efecto positivo en
competencias como la empatía, la
autorregulación y la colaboración. Una revisión
sistemática de programas en educación básica
evidenció que los estudiantes que participaron
en proyectos mostraron mayores niveles de
motivación, compromiso y resiliencia frente a la
tarea (Cipriano et al., 2023). Este hallazgo
coincide con estudios locales, como los de
Álvarez y Delgado-Reyes (2025), que reportan
avances significativos en la autorregulación
emocional y la cooperación en estudiantes de
quinto a séptimo año. Según estos autores, el
ABP proporciona un entorno donde el error se
convierte en una oportunidad de aprendizaje, lo
que refuerza la confianza y la tolerancia.
Además, el componente colaborativo del ABP
permite que los estudiantes desarrollen
habilidades sociales al trabajar en equipos,
negociar roles y resolver conflictos. Esto
confirma que la metodología no solo impacta el
conocimiento, sino también la formación
integral de la personalidad. A continuación, en
la tabla 1 se presente el análisis bibliográfico
realizado en la presente investigación, en donde
se evidencia el autor/año, la muestra y los
principales resultados obtenidos.
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Tabla 1. Análisis bibliográfico
Autor /
Año
Muestra /
Contexto
Principales Hallazgos
Chen
(2019)
Meta-análisis de 15
estudios, diversos
niveles educativos
Efecto mediano-grande en
rendimiento académico, más
eficaz en ambientes
colaborativos
Zhang et
al. (2023)
Meta-análisis de 66
estudios, educación
básica y media
Impacto positivo en
rendimiento, pensamiento
crítico y actitudes afectivas;
mayor efecto en grupos
pequeños
Cipriano
et al.
(2023)
Revisión
sistemática de
programas SEL en
escuelas
Mejoras en competencias
sociales, emocionales y
académicas; SEL
complementa ABP
Álvarez &
Delgado-
Reyes
(2025)
Estudio cuasi-
experimental,
estudiantes de
básica superior en
Ecuador
Aumentos significativos en
empatía, autorregulación y
cooperación en aula
Gebre
(2025)
Estudio
correlacional con
docentes y
estudiantes de
básica
Competencia socioemocional
del docente correlaciona
positivamente con
compromiso estudiantil
Ordoñez,
Fernández
& Sancho
(2026)
Revisión
sistemática,
educación inicial
Fortalece cooperación,
comunicación y
autorregulación emocional en
niños pequeños
López,
Meléndez
& Gámez
(2020)
Estudio aplicado
en Manta, Ecuador,
estudiantes de
básica
Proyectos contextualizados
mejoran pensamiento crítico y
resolución de problemas en
entornos locales
Fuente: elaboración propia
Otro resultado relevante es que el éxito del ABP
está mediado por factores contextuales y de
diseño. Zhang et al. (2023) subrayan que
variables como el tamaño del grupo, la
disciplina, la duración del proyecto y la
formación docente inciden directamente en los
resultados. Por ejemplo, proyectos de 9 a 18
semanas obtuvieron mejores puntuaciones en
rendimiento y habilidades sociales que los de
menor duración. Asimismo, las disciplinas con
componentes prácticos, como ciencias naturales
y tecnología, muestran un mayor
aprovechamiento del ABP que las áreas
exclusivamente teóricas. Estos hallazgos ponen
de relieve la necesidad de planificar
cuidadosamente los proyectos, asignar tiempos
adecuados y capacitar a los docentes en la
metodología. La revisión también indica que los
contextos latinoamericanos presentan
particularidades, como limitaciones de recursos
y necesidad de mayor acompañamiento
pedagógico, lo que debe ser considerado en
futuras implementaciones. Así, se reconoce que
el ABP no es una solución única, sino un
modelo que debe adaptarse al entorno.
En cuanto al desarrollo docente, los resultados
resaltan que la competencia socioemocional del
profesor es clave para la efectividad del ABP.
Gebre (2025) reportó que existe una relación
positiva, aunque débil, entre las habilidades
socioemocionales del docente y el nivel de
compromiso de sus estudiantes. Esto sugiere
que los maestros que modelan autorregulación,
empatía y comunicación efectiva crean entornos
más productivos y colaborativos. Además, la
literatura indica que los docentes requieren
formación continua para diseñar, guiar y
evaluar proyectos de manera eficaz (Cohen, et
al., 2018). Estudios ecuatorianos como los de
León et al. (2025) también advierten que,
cuando los docentes carecen de formación
específica en ABP, los proyectos pueden
degenerar en tareas superficiales. Así, el rol
docente es un factor crítico y debe integrarse en
cualquier propuesta de mejora educativa basada
en esta metodología.
Los resultados también revelan que el ABP,
cuando se combina con el aprendizaje
socioemocional (SEL), amplifica sus
beneficios. Cipriano et al. (2023) evidenciaron
que los programas SEL en escuelas mejoran
significativamente el bienestar emocional, el
comportamiento prosocial y el rendimiento
académico, lo que sugiere una sinergia natural
con el ABP. Los proyectos que integran
competencias como la empatía, el respeto y la
autorregulación promueven un ambiente seguro
y motivador. En este sentido, la revisión
muestra que las actividades colaborativas
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dentro de los proyectos pueden ser un medio
eficaz para enseñar habilidades blandas
mientras se construye conocimiento académico.
Esto es particularmente útil en educación
básica, donde los niños están en etapas críticas
de desarrollo socioemocional. El ABP puede
entonces ser visto como una plataforma para el
crecimiento integral. La revisión bibliográfica
también destaca los aportes del ABP en etapas
iniciales de escolarización. Ordoñez et al.
(2025) encontraron que los proyectos en
educación inicial fortalecen habilidades
sociales como la cooperación, la comunicación
y la autorregulación emocional. El juego
cooperativo y las actividades basadas en
intereses genuinos de los niños propician
aprendizajes duraderos y significativos.
Además, estos estudios muestran que desde
edades tempranas el ABP fomenta la
curiosidad, la creatividad y la capacidad de
trabajar en equipo. Estos resultados subrayan
que la metodología es adaptable a diferentes
niveles educativos, siempre que se ajusten los
proyectos a las capacidades cognitivas y
emocionales de los estudiantes. Esto abre la
puerta a su incorporación progresiva desde la
educación inicial hasta la básica superior.
Un hallazgo recurrente es la adaptabilidad
cultural del ABP. López et al. (2020)
demostraron que esta metodología puede
aplicarse eficazmente en contextos
latinoamericanos, donde la participación
comunitaria y los problemas locales se
convierten en ejes de aprendizaje. En su estudio,
el 38 % de los estudiantes mejoró
significativamente en pensamiento crítico y
resolución de problemas al trabajar en
proyectos que abordaban necesidades de la
comunidad. Estos resultados refuerzan la idea
de que el ABP es flexible y puede ser
contextualizado para responder a la diversidad
cultural, económica y educativa. Además, esta
adaptabilidad permite que los contenidos sean
más significativos, aumentando la motivación y
el sentido de pertenencia de los estudiantes. Por
lo tanto, el ABP se presenta como una estrategia
viable para enriquecer los currículos en
entornos con recursos limitados o realidades
complejas. Los datos recopilados también
destacan que, aunque los resultados son
positivos, persisten desafíos. Zhang et al. (2023)
señalan que la evidencia sobre el impacto del
ABP en educación primaria es aún incipiente y
necesita mayor validación empírica. Otro reto
identificado es la falta de instrumentos
estandarizados para medir competencias
socioemocionales, lo que limita la
comparabilidad de los estudios. Además,
existen barreras institucionales como la
resistencia al cambio, la sobrecarga curricular y
la falta de recursos que pueden dificultar la
implementación del ABP. Estas limitaciones no
demeritan la efectividad del método, pero
invitan a fortalecer la investigación y la
formación docente. Reconocer estas
debilidades es clave para avanzar hacia una
educación más innovadora.
Los resultados ponen en evidencia que el ABP
es una metodología que trasciende la enseñanza
de contenidos, ofreciendo un marco para la
formación de estudiantes críticos, creativos y
socialmente responsables. Esta revisión
muestra que sus beneficios son más amplios
cuando se planifica con intención pedagógica y
se articula con otros enfoques, como SEL y
aprendizaje-servicio. Al mismo tiempo, señala
que su implementación debe ser flexible y
culturalmente sensible. El conjunto de estudios
analizados confirma que el ABP puede ser una
herramienta clave para enfrentar los desafíos de
la educación básica, siempre que se adapte a las
necesidades del contexto y se fortalezca el rol
docente. Estos resultados ofrecen una base
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sólida para futuras investigaciones y para la
toma de decisiones en políticas educativas.
Los hallazgos de este análisis bibliográfico
confirman que el Aprendizaje Basado en
Proyectos es una estrategia pedagógica eficaz
para mejorar el rendimiento académico y las
competencias socioemocionales en Educación
Básica, aunque su impacto está condicionado
por el diseño y la implementación. Los meta-
análisis revisados (Chen, 2019; Zhang et al.,
2023) coinciden en que los efectos del ABP son
consistentes y significativos cuando se
planifican proyectos de mediana duración, con
objetivos claros y actividades colaborativas.
Este hallazgo refuerza la idea de que la
metodología no es solo una herramienta
innovadora, sino un proceso integral que
requiere alineación curricular, formación
docente y recursos adecuados. De este modo, se
valida el principio constructivista de que el
aprendizaje significativo surge cuando los
estudiantes interactúan con problemas
auténticos y construyen su propio
conocimiento. Las evidencias demuestran que
el ABP fomenta habilidades de pensamiento
crítico, resolución de problemas y creatividad,
competencias esenciales en la educación actual.
Este enfoque permite a los estudiantes conectar
teoría y práctica, fortaleciendo su comprensión
y capacidad para transferir lo aprendido a
nuevos contextos.
La discusión también resalta que el ABP ofrece
un marco idóneo para el desarrollo
socioemocional, lo que lo convierte en una
herramienta valiosa para la formación integral.
Los estudios de Cipriano et al. (2023) y Álvarez
y Delgado (2025) muestran que la metodología
impulsa la empatía, la autorregulación y la
cooperación en entornos escolares diversos.
Estas competencias no son meros
complementos, sino habilidades esenciales para
la convivencia y el aprendizaje a lo largo de la
vida. La integración de actividades
colaborativas dentro de los proyectos promueve
la comunicación, la negociación y la resolución
de conflictos, lo que favorece climas escolares
positivos. El ABP, por tanto, trasciende los
contenidos disciplinares para convertirse en un
espacio de interacción social y emocional. Esta
dimensión socioemocional es especialmente
relevante en la infancia, donde los estudiantes
construyen la base de sus actitudes y valores
futuros. De allí que la combinación del ABP con
programas de aprendizaje socioemocional
(SEL) represente una estrategia prometedora
para lograr una educación más humana y
contextualizada.
El contexto es otro factor determinante en la
efectividad del ABP. Zhang et al. (2023)
subrayan que el tamaño del grupo, la cultura
escolar y el área disciplinar influyen en los
resultados. Por ejemplo, los grupos pequeños
permiten mayor interacción y seguimiento, lo
que mejora el aprendizaje y la cohesión social.
Asimismo, los contextos latinoamericanos
muestran particularidades, como recursos
limitados y demandas socioeconómicas, que
pueden afectar la implementación (López,
Meléndez, & Gámez, 2020). Estas condiciones
requieren adaptaciones pedagógicas, como el
uso de problemas locales y la vinculación con la
comunidad para darle sentido al aprendizaje. La
discusión reconoce que el ABP es flexible y
puede ser contextualizado, pero esto exige
creatividad y compromiso de los docentes y las
instituciones. Por ello, su éxito no depende solo
del método, sino de su adecuación a la realidad
educativa y cultural.
Un aspecto que emergió con fuerza en la
revisión es el rol del docente como mediador del
aprendizaje. Gebre (2025) evidenció que las
competencias socioemocionales del profesor
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tienen un efecto positivo, aunque moderado, en
el compromiso de los estudiantes. Esto implica
que el ABP requiere algo más que guías y
recursos: necesita docentes empáticos,
autorregulados y comunicativos. Un docente
que entiende la dinámica emocional del aula
puede potenciar la motivación y la cohesión de
los grupos. Asimismo, su capacidad para
ofrecer retroalimentación constructiva es
esencial para que los estudiantes superen
obstáculos y aprendan de los errores. Esto
confirma que la formación docente debe
contemplar no solo contenidos y didáctica, sino
también el desarrollo socioemocional como
parte de su perfil profesional. Los resultados
también ponen en evidencia que el ABP en
edades tempranas es una herramienta poderosa
para desarrollar habilidades sociales y
cognitivas. Ordoñez et al. (2026) muestran que
los proyectos en educación inicial fomentan la
cooperación, la comunicación y la
autorregulación, preparando a los niños para el
aprendizaje formal. Esto confirma que el ABP
no es exclusivo de etapas avanzadas, sino que
puede adaptarse a las necesidades de cada nivel
educativo. Incorporar proyectos lúdicos y
colaborativos desde la infancia permite que los
niños internalicen valores y estrategias para
aprender en comunidad. Además, promueve la
curiosidad, la creatividad y el pensamiento
divergente, elementos fundamentales en el
desarrollo integral. Esta evidencia sugiere que
las políticas educativas deberían considerar la
inclusión gradual del ABP desde los primeros
años.
Al analizar las limitaciones, se observa que,
aunque los resultados son alentadores, existe
una necesidad urgente de instrumentos
estandarizados para evaluar las competencias
socioemocionales. Zhang et al. (2023) advierten
que gran parte de la evidencia proviene de
estudios con metodologías y escalas diversas, lo
que dificulta la comparación. Esto resalta la
importancia de desarrollar herramientas válidas
y confiables que permitan medir de manera más
precisa los efectos del ABP en áreas
socioemocionales. De igual modo, Chen (2019)
enfatiza que la mayoría de las investigaciones
se concentran en logros académicos, relegando
aspectos como la resiliencia, la creatividad y el
bienestar emocional. Estos vacíos representan
oportunidades para enriquecer la investigación
futura y para diseñar proyectos educativos más
integrales. La discusión también revela que la
duración de los proyectos es un factor crítico.
Tanto Chen (2019) como Zhang et al. (2023)
coinciden en que los proyectos de mediana
duración, entre 9 y 18 semanas, generan
mejores resultados que los demasiado cortos o
extensos. Esto puede deberse a que un tiempo
suficiente permite a los estudiantes profundizar
en el contenido, colaborar de manera efectiva y
presentar productos de calidad. Los proyectos
breves, en cambio, pueden limitar la
exploración y la reflexión, mientras que los
excesivamente largos pueden generar
desmotivación o dispersión. Esta evidencia es
útil para la planificación docente, pues permite
ajustar los tiempos y expectativas de manera
realista. También plantea la necesidad de
estudios que analicen el impacto de la duración
en diferentes niveles educativos.
Un hallazgo valioso es la capacidad del ABP
para adaptarse a diversos contextos culturales y
sociales, generando aprendizaje significativo al
conectar el aula con la comunidad. López, et al.
(2020) destacan que los proyectos que integran
problemas locales o temas culturales relevantes
logran mayor compromiso y pertinencia. Este
tipo de proyectos no solo fortalecen el
aprendizaje académico, sino que promueven
identidad, ciudadanía y responsabilidad social.
De este modo, el ABP se convierte en un puente
entre la escuela y la realidad, preparando a los
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estudiantes para enfrentar los desafíos de su
entorno. La discusión señala que este enfoque
es especialmente útil en contextos con recursos
limitados, donde el conocimiento debe ser
funcional y transformador. La revisión subraya
que el ABP no está exento de desafíos, pero
estos son también oportunidades para la
innovación. La falta de formación docente, la
resistencia al cambio, las restricciones de
tiempo y recursos son obstáculos mencionados
en varios estudios (Gebre, 2025; León et al.,
2025). Sin embargo, cada limitación ofrece una
oportunidad para mejorar las políticas
educativas, diseñar programas de capacitación y
fortalecer la cultura institucional. Al mismo
tiempo, la evidencia muestra que el ABP es una
metodología viva, que evoluciona y se adapta,
lo que la hace especialmente valiosa en un
mundo cambiante. La discusión, por tanto,
concluye que la efectividad del ABP depende
tanto de la calidad de su diseño como del
contexto en el que se aplica, y que su mayor
potencial radica en formar estudiantes críticos,
creativos y emocionalmente competentes.
Conclusiones
Los resultados de este estudio confirman que el
Aprendizaje Basado en Proyectos es una
estrategia pedagógica capaz de transformar la
dinámica del aula y responder a las demandas
de una educación contemporánea. Su aplicación
en Educación Básica fomenta la construcción
activa del conocimiento, fortalece la motivación
y promueve la participación estudiantil. Esta
metodología, al centrarse en problemas reales y
actividades significativas, permite que los
estudiantes desarrollen pensamiento crítico y
habilidades para la resolución de problemas, lo
que eleva la calidad del aprendizaje y lo hace
más pertinente. El análisis evidencia que los
proyectos bien estructurados logran integrar
contenidos curriculares con experiencias
prácticas, favoreciendo la comprensión
profunda y el aprendizaje duradero. Asimismo,
su flexibilidad lo convierte en un recurso
valioso en diferentes contextos educativos,
incluidos aquellos con recursos limitados, ya
que se puede adaptar a las características de
cada institución y comunidad.
Además, el Aprendizaje Basado en Proyectos se
presenta como una herramienta clave para el
desarrollo socioemocional de los estudiantes,
aportando significativamente al fortalecimiento
de competencias como la empatía, la
colaboración, la comunicación y la
autorregulación. Estas habilidades no solo
facilitan el aprendizaje académico, sino que
también preparan a los estudiantes para
interactuar de manera efectiva en entornos
sociales complejos. El trabajo en equipo, la
reflexión conjunta y la negociación de ideas son
elementos que enriquecen la experiencia
escolar, generando confianza y sentido de
pertenencia. Esta dimensión emocional, cuando
se integra de manera intencional, convierte al
aula en un espacio más humano y estimulante,
donde cada estudiante encuentra un lugar activo
y valorado en el proceso de aprendizaje.
Es importante reconocer que el impacto del
Aprendizaje Basado en Proyectos no depende
únicamente del método, sino también de
factores como la formación del docente, los
recursos disponibles y la cultura escolar. La
capacitación adecuada de los profesores y el
compromiso institucional son elementos
determinantes para que la metodología alcance
su máximo potencial. También se evidencia que
el contexto cultural y social puede mediar los
resultados, por lo que se requiere adaptar las
actividades a las necesidades específicas de
cada entorno. A pesar de los beneficios
observados, persisten desafíos como la falta de
instrumentos de evaluación estandarizados, la
resistencia al cambio y las limitaciones
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logísticas. Estos retos, sin embargo, deben
entenderse como oportunidades para innovar y
perfeccionar las prácticas educativas.
Este análisis reafirma que el Aprendizaje
Basado en Proyectos es un camino sólido hacia
una educación más inclusiva, integral y
significativa. Al promover la autonomía, el
compromiso y la capacidad de reflexión, esta
metodología forma estudiantes más críticos,
creativos y responsables. Su implementación
progresiva desde las primeras etapas educativas
puede contribuir a una cultura de aprendizaje
más colaborativa y centrada en el desarrollo
humano. Las conclusiones obtenidas refuerzan
la necesidad de continuar explorando nuevas
formas de integrar el ABP con otras estrategias,
fortalecer la formación docente y evaluar de
manera sistemática sus resultados. Esto
permitirá avanzar hacia un sistema educativo
que prepare a los estudiantes no solo para
aprobar exámenes, sino para enfrentar los
desafíos de la vida y contribuir positivamente a
la sociedad.
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Segovia Borja, Norma Edith Sarasti Guato, William
Patricio Aguayo Chiluisa, Verónica Patricia
Toaquiza Tasinchano y Lilian Jeanneth León
León.