Ciencia y Educación
(L-ISSN: 2790-8402 E-ISSN: 2707-3378)
Edición Especial
2025
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HÁBITOS ALIMENTARIOS E ÍNDICE DE MASA CORPORAL IMC EN ESTUDIANTES
DE SALUD E INGENIERÍA EN TELECOMUNICACIONES DE LA UNIVERSIDAD
TÉCNICA DE AMBATO
EATING HABITS AND BODY MASS INDEX (BMI) IN STUDENTS OF HEALTH AND
TELECOMMUNICATIONS ENGINEERING AT THE UNIVERSIDAD TÉCNICA DE
AMBATO
Autores: ¹Christian Isaac Cambo Quisintuña y ²Irlanda de Lourdes Chávez Velasco.
¹ORCID ID: https://orcid.org/0000-0001-5536-8185
²ORCID ID: https://orcid.org/0000-0002-3700-5871
¹E-mail de contacto: ccambo5839@uta.edu.ec
²E-mail de contacto: idl.chavez@uta.edu.ec
Afiliación:1*2*Universidad Técnica de Ambato, (Ecuador).
Articulo recibido: 28 de mayo del 2025
Articulo revisado: 29 de mayo del 2025
Articulo aprobado: 12 de junio del 2025
¹Estudiante de la Carrera de Nutrición y Dietética de la Universidad Técnica de Ambato, (Ecuador).
²Licenciada en Nutrición y Dietética graduada en la Escuela Superior Politécnica de Chimborazo, (Ecuador). Doctora en Nutrición y
Dietética graduada en la Escuela Superior Politécnica de Chimborazo, (Ecuador). Magíster en Gerencia de Servicios de Salud graduada
en la Universidad Regional Autónoma de los Andes, (Ecuador). Nutricionista Dietista del Hospital General Docente Ambato.
Resumen
Este estudio examina la relación entre hábitos
alimentarios y el índice de masa corporal
(IMC) en estudiantes de Nutrición y
Telecomunicaciones en la Universidad Técnica
de Ambato, con el objetivo de identificar
patrones alimenticios y evaluar su impacto en
la salud. Se empleó un diseño de investigación
descriptivo y transversal, en el cual se aplicó
una encuesta virtual de 15 preguntas para
clasificar los hábitos alimentarios en cuatro
categorías y se realizaron mediciones
antropométricas para calcular el IMC de los
estudiantes. La muestra estuvo conformada por
64 estudiantes, distribuidos entre ambas
carreras, seleccionados por conveniencia,
cumpliendo criterios de inclusión y exclusión
específicos. Los resultados revelaron que
aproximadamente el 31.25% de los estudiantes
tienen hábitos alimentarios saludables,
mientras que un 68.75% presentan conductas
menos saludables, siendo el grupo de Nutrición
y Dietética el que muestra mayor proporción en
hábitos adecuados. Sin embargo, en ambos
grupos se observó una prevalencia significativa
de sobrepeso, con más del 43% en Nutrición y
Dietética y cerca del 36% en
Telecomunicaciones, lo que indica una
desconexión entre conocimiento teórico y
práctica real en estilos de vida saludables. Los
factores asociados incluyen el estrés
académico, el sedentarismo y las limitaciones
de tiempo y recursos. Los hallazgos resaltan la
necesidad de implementar intervenciones
educativas que promuevan hábitos nutritivos y
actividades físicas en el entorno universitario,
para reducir el riesgo de enfermedades crónicas
relacionadas con el peso y mejorar la calidad de
vida de los estudiantes.
Palabras clave: Hábitos alimentarios, Índice
de Masa Corporal, Estudiantes de Salud,
Estudiantes de Ingeniería en
Telecomunicaciones.
Abstract
This study examines the relationship between
eating habits and Body Mass Index (BMI) in
students of Nutrition and Telecommunications
Engineering at the Technical University of
Ambato, with the aim of identifying dietary
patterns and assessing their impact on health. A
descriptive and cross-sectional research design
was used, involving a virtual questionnaire of
15 questions to classify eating habits into four
categories, along with anthropometric
measurements to calculate students’ BMI. The
sample consisted of 64 students from both
majors, selected by convenience, meeting
specific inclusion and exclusion criteria. The
results showed that approximately 31.25% of
students have healthy eating habits, while
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68.75% exhibit less healthy behaviors, with the
Nutrition and Dietetics group demonstrating a
higher proportion of adequate habits. However,
in both groups, a significant prevalence of
overweight was observed, with over 43% in
Nutrition and Dietetics and nearly 36% in
Telecommunications Engineering, indicating a
disconnect between theoretical knowledge and
actual practice regarding healthy lifestyles.
Associated factors include academic stress,
sedentary behavior, and limitations of time and
resources. The findings highlight the need to
implement educational interventions that
promote nutritious habits and physical activity
within the university environment to reduce the
risk of chronic diseases related to weight and to
improve students’ overall quality of life.
Keywords: Eating habits, Body Mass Index,
Health students, Engineering students in
Telecommunications.
Sumário
Este estudo examina a relação entre os hábitos
alimentares e o Índice de Massa Corporal
(IMC) em estudantes de Nutrição e Engenharia
de Telecomunicações na Universidade Técnica
de Ambato, com o objetivo de identificar
padrões alimentares e avaliar seu impacto na
saúde. Foi utilizado um delineamento de
pesquisa descritiva e transversal, envolvendo
um questionário virtual de 15 perguntas para
classificar os hábitos alimentares em quatro
categorias, além de medições antropométricas
para calcular o IMC dos estudantes. A amostra
foi composta por 64 estudantes de ambas as
áreas, selecionados por conveniência,
atendendo a critérios específicos de inclusão e
exclusão. Os resultados mostraram que
aproximadamente 31,25% dos estudantes
possuem hábitos alimentares saudáveis,
enquanto 68,75% apresentam comportamentos
menos saudáveis, sendo o grupo de Nutrição e
Dietética o que demonstra maior proporção de
hábitos adequados. Contudo, ambos os grupos
apresentaram uma prevalência significativa de
sobrepeso, com mais de 43% na Nutrição e
Dietética e cerca de 36% em Engenharia de
Telecomunicações, indicando uma desconexão
entre o conhecimento teórico e a prática real de
estilos de vida saudáveis. Os fatores associados
incluem estresse acadêmico, sedentarismo e
limitações de tempo e recursos. As descobertas
ressaltam a necessidade de implementar
intervenções educativas que promovam hábitos
nutritivos e atividades físicas no ambiente
universitário, com o intuito de reduzir o risco
de doenças crônicas relacionadas ao peso e
melhorar a qualidade de vida dos estudantes.
Hábitos alimentares, Índice de Massa
Corporal, Estudantes de Saúde, Estudantes
de Engenharia em Telecomunicações.
Introducción
La alimentación juega un papel crucial en el
bienestar físico y mental de los individuos,
especialmente durante la etapa universitaria,
donde los estudiantes enfrentan desafíos
significativos que pueden afectar sus bitos
alimentarios. Durante este período de
formación académica, los jóvenes
experimentan cambios en su estilo de vida, lo
que a menudo incluye una reducción en la
atención hacia una dieta equilibrada. Diversos
estudios han señalado que los estudiantes
universitarios suelen adoptar hábitos
alimentarios poco saludables, como el consumo
excesivo de alimentos ultraprocesados, bebidas
azucaradas y comidas rápidas, lo que puede
contribuir al aumento de peso y a problemas de
salud a largo plazo (González et al., 2021; Pérez
y Ramírez, 2019). El Índice de Masa Corporal
(IMC) es una medida ampliamente utilizada
para evaluar el estado nutricional de una
persona. Este indicador se calcula a partir de la
relación entre el peso y la altura,
proporcionando una estimación del porcentaje
de grasa corporal (World Health Organization
[WHO], 2021).
Un IMC elevado es un indicador de sobrepeso
u obesidad, condiciones que están asociadas con
una serie de problemas de salud, incluyendo
enfermedades cardiovasculares, diabetes tipo 2
y trastornos metabólicos (Fernández y Silva,
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2020). La relevancia del IMC en la población
estudiantil es particularmente preocupante,
dado que el estilo de vida sedentario y los
hábitos alimentarios poco saludables son
comunes en este grupo (Zapata et al., 2022). La
Universidad Técnica de Ambato, al igual que
muchas instituciones de educación superior,
alberga una población diversa de estudiantes
que provienen de diferentes contextos y
disciplinas. Este estudio se enfoca en dos
facultades específicas: Nutrición y Dietética e
Ingeniería en Telecomunicaciones. La elección
de estas facultades es significativa, ya que
permite explorar diferencias en los hábitos
alimentarios y el IMC entre estudiantes que, en
teoría, deberían tener un conocimiento más
profundo sobre la alimentación y la salud, en
comparación con aquellos en un campo más
técnico y menos centrado en la salud.
Investigaciones previas han demostrado que la
formación académica y la disciplina de estudio
pueden influir en los hábitos alimentarios de los
estudiantes. Por ejemplo, los estudiantes de
Nutrición y Dietética tienden a mostrar un
mayor conocimiento sobre la importancia de
una dieta equilibrada y sus efectos en la salud,
lo que podría resultar en patrones de
alimentación más saludables y, por ende, un
IMC más favorable (Martínez & López, 2018).
En contraste, los estudiantes de Ingeniería en
Telecomunicaciones pueden tener menos
énfasis en la nutrición durante su formación, lo
que podría resultar en hábitos alimentarios más
descuidados y un mayor riesgo de sobrepeso
(Robles et al., 2019). El presente estudio tiene
como objetivo investigar los hábitos
alimentarios y el IMC en estudiantes de la
Universidad Técnica de Ambato, centrándose
en aquellos que cursan las facultades de
Nutrición y Dietética e Ingeniería en
Telecomunicaciones. Los objetivos específicos
de la investigación incluyen: (1) identificar los
hábitos de alimentación entre los individuos de
diferentes facultades, (2) evaluar el IMC de los
estudiantes de salud e ingeniería, y (3) estimar
la asociación entre el IMC y los hábitos
alimentarios de esta población. A través de este
análisis, se espera proporcionar información
valiosa sobre las tendencias alimentarias y su
impacto en el estado nutricional de los
estudiantes, así como contribuir al diseño de
intervenciones y programas educativos que
fomenten hábitos alimentarios saludables en el
ámbito universitario.
El mundo afronta un grave problema de
malnutrición, ocasionado por los excesos, las
carencias y los desequilibrios del consumo de
energía y nutrientes de una persona, comprende
dos grupos de afecciones, la desnutrición y el
sobrepeso / obesidad. Se enfatiza que el
resultado de dichas afecciones es el riesgo de
mortalidad a causa de la ingesta insuficiente de
macro/micro nutrientes, actividad física
irregular y al abuso de otras sustancias (alcohol
y tabaco) (Caneda, 2022). Los jóvenes pasan
por varios cambios ya sean positivos o
negativos, donde esta edad se vuelve más
independientes rodeándose de nuevas personas,
lo cual genera un apego inconsciente, por lo que
ya no quieren pasar tiempo en casa. Durante
esta etapa se puede generar desequilibrio en su
alimentación debido a que empiezan a consumir
alimentos fuera de sus hogares optando por
alimentos no muy saludables y de acceso
rápido, también tienden a saltarse comidas ya
sea por sus estudios o actividades
extracurriculares en las que estén involucrados,
por lo que estará condicionando su aporte
adecuado de nutrientes (Carvajal y Suárez,
2021).
El estilo de vida de los universitarios lleva
consigo cambios en los bitos alimentarios,
influenciados por la convivencia, el consumo de
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alcohol, las restricciones económicas y la falta
de habilidades culinarias para preparar sus
loncheras y la poca disponibilidad de alimentos
(Aguilera y Ruiz, 2024). Los hábitos poco
saludables, tales como: la inactividad física, el
tabaquismo, el consumo de alcohol y una
alimentación inadecuada y desequilibrada, son
los cuatro principales factores que favorecerán
en edades más avanzadas, el desarrollo de
enfermedades crónicas entre ellas: la obesidad,
enfermedades cardiovasculares, cáncer y
diabetes (Alcívar, et al, 2020). Con el poco
tiempo en la cocina, trabajo, estrés y situaciones
inesperadas ha conllevado a un consumo de
alimentos desequilibrados como son la comida
chatarra y o comidas rápidas, en las que
predomina elementos nocivos para la salud,
como grasas, saborizantes con alto contenido de
sodio, azúcar, entre otros elementos, generando
enfermedades como: a anemia, obesidad,
diabetes e hipertensión (Zavaleta, 2020).
Los hábitos alimentarios de los estudiantes
universitarios pueden verse afectados por
diversos factores diarios, como los horarios de
clases, el presupuesto disponible, la
accesibilidad de alimentos en su entorno y las
preferencias personales. Además, los
estudiantes suelen seguir tendencias comunes
observadas en Internet o en su círculo social,
como la preferencia por la comida rápida, que a
menudo se elige por su bajo costo. Otra práctica
habitual es saltarse las comidas, una tendencia
común atribuida a la carga académica; también
es frecuente el consumo de snacks y alcohol, en
detrimento de una alimentación adecuada
(Rodríguez et al., 2013). La situación de los
hábitos alimentarios en los estudiantes de
educación superior es cada vez más
preocupante y alejada de ser saludable,
resultado de múltiples factores que contribuyen
a que la mayoría de los universitarios
mantengan una dieta poco equilibrada. Entre las
principales causas se destacan el estrés, la falta
de tiempo y un ritmo de vida acelerado, que
llevan a los estudiantes a optar por una
alimentación inadecuada, afectando su estado
nutricional y generando diversas formas de
malnutrición (Solís et al., 2023).
El consumo excesivo de alimentos altos en
grasas y azúcares puede desencadenar
respuestas de neuroadaptación similares a las
observadas en adicciones, lo que a su vez
favorece el desarrollo de la alimentación
compulsiva. En diversas regiones de Europa,
Asia y Norteamérica, se han reportado casos de
adicción alimentaria entre estudiantes
universitarios que padecen obesidad y/o
sobrepeso, situación exacerbada por malos
hábitos alimentarios, como el alto consumo de
bebidas azucaradas y alimentos procesados.
Esta adicción alimentaria también se ha
relacionado con problemas de abuso de alcohol
y tabaco (Carrillo et al., 2020). Los hábitos
alimentarios y el IMC de los universitarios son
aspectos importantes ya que pueden influir en
su salud y bienestar en general. En la etapa
educativa, esta población suele estar expuesta a
nuevas cargas de responsabilidad, lo que influye
en sus elecciones alimentarias y en su rutina
diaria. Los jóvenes obtienen nuevas cargas
horarias acompañada de la presión académica,
lo que a veces los lleva a descuidar su
alimentación dando como resultado a escoger
productos rápidos y de fácil acceso por encima
de los que son saludables.
Las estadísticas sobre el IMC en universitarios
a nivel mundial pueden variar dependiendo de
la región y el país, el cual es un indicador que
permite evaluar y categorizar el peso, que
pueden llevar a problemas de salud. Este
indicador se obtiene del cálculo peso (kg)/ talla
2 (m). El rango optimo con respecto a un IMC
normal es (18,5 24,9 kg/m2). Las categorías
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de peso según la Organización Mundial de la
Salud (OMS) es bajo peso (< 18,5 kg/m2),
sobrepeso (2529,9 kg/m2), Obesidad (>
30kg/m2) (OMS, 2024). La investigación sobre
hábitos alimentarios e IMC en estudiantes
universitarios es fundamental para abordar
problemas de salud pública que afectan a esta
población. El aumento de la obesidad y las
enfermedades relacionadas con la alimentación
se ha convertido en una preocupación global. La
OMS (2021) reporta que, a nivel mundial, la
prevalencia de la obesidad ha casi triplicado
desde 1975, siendo los jóvenes una de las
poblaciones más vulnerables. Dado que los
estudiantes universitarios son el futuro de la
sociedad y están en una etapa crucial de
desarrollo personal y profesional, promover
hábitos saludables durante este periodo puede
tener efectos duraderos en su calidad de vida y
en su capacidad para contribuir a la comunidad.
Además, comprender cómo los hábitos
alimentarios varían entre diferentes disciplinas
académicas puede ofrecer perspectivas sobre
cómo las instituciones educativas pueden
adaptar sus programas de salud y bienestar para
satisfacer las necesidades específicas de sus
estudiantes. Intervenciones dirigidas pueden
ayudar a fomentar una cultura de salud en el
campus, alentando a los estudiantes a adoptar
prácticas alimentarias más saludables y, por
ende, mejorar su rendimiento académico y su
salud a largo plazo. Este estudio no solo busca
llenar un vacío en la literatura existente sobre la
alimentación y la salud en estudiantes
universitarios, sino que también tiene la
intención de proporcionar recomendaciones
prácticas y políticas que puedan ser
implementadas por la Universidad Técnica de
Ambato. La identificación de patrones de
alimentación y su relación con el IMC permitirá
a los administradores y educadores desarrollar
programas específicos que fomenten estilos de
vida más saludables, mejorando así el bienestar
general de sus estudiantes.
Los hábitos alimentarios se refieren a las pautas
y comportamientos que una persona adopta en
relación con la selección, preparación y
consumo de alimentos. Estos hábitos se
desarrollan a lo largo del tiempo y son
influenciados por múltiples factores,
incluyendo la cultura, la educación, las
experiencias personales y las condiciones
socioeconómicas (García & López, 2020). La
importancia de los hábitos alimentarios radica
en su impacto directo en la salud física y mental.
Una alimentación equilibrada y variada es
esencial para mantener un estado nutricional
adecuado, prevenir enfermedades y promover
un desarrollo óptimo (WHO, 2021). Por el
contrario, hábitos alimentarios poco saludables,
como el consumo excesivo de alimentos
ultraprocesados y azucarados, pueden conducir
a problemas de salud como la obesidad, la
diabetes tipo 2 y enfermedades cardiovasculares
(Fernández y Silva, 2020).
Los estudiantes universitarios enfrentan una
serie de desafíos que pueden influir
significativamente en sus hábitos alimentarios.
Entre los factores más relevantes se encuentran
el estrés académico, la falta de tiempo, la
disponibilidad de alimentos saludables y las
influencias sociales (Rodríguez et al., 2013). El
estrés académico, resultado de la carga de
trabajo y las exigencias del estudio, puede llevar
a los estudiantes a adoptar patrones alimentarios
inadecuados, como el consumo de alimentos
rápidos y poco nutritivos (Solís et al., 2023). La
falta de tiempo, especialmente durante épocas
de exámenes o proyectos, a menudo resulta en
la omisión de comidas o en la elección de
opciones alimentarias menos saludables por
conveniencia (Zapata et al., 2022). Asimismo,
la disponibilidad de alimentos en el entorno
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inmediato de los estudiantes, como cafeterías y
tiendas, puede limitar sus opciones y contribuir
a hábitos alimentarios poco saludables
(Martínez y López, 2018). Por último, las
presiones sociales y las tendencias observadas
entre compañeros también juegan un papel
importante en la selección de alimentos, lo que
puede llevar a comportamientos de
alimentación de grupo que favorecen opciones
menos saludables (Carrillo et al., 2020).
Los hábitos alimentarios de los estudiantes
universitarios están moldeados por una
combinación de factores sociales, económicos y
psicológicos que impactan en sus decisiones
alimentarias diarias. Uno de los factores
principales es el estrés académico, que resulta
de las altas exigencias y carga de trabajo que
enfrentan los estudiantes. Diversos estudios han
indicado que, bajo condiciones de estrés, los
estudiantes tienden a consumir alimentos altos
en calorías y de rápida preparación, como la
comida rápida, en lugar de alimentos nutritivos
y equilibrados (Solís et al., 2023). Este patrón
alimentario no solo es menos saludable, sino
que a menudo contribuye al aumento de peso y
a la malnutrición. Otro factor clave es la
disponibilidad de alimentos en el entorno
universitario. Las opciones disponibles en los
campus suelen incluir snacks, bebidas
azucaradas y alimentos procesados, que se
eligen por su facilidad de acceso y rapidez de
consumo. Esta situación limita la posibilidad de
que los estudiantes mantengan una dieta
equilibrada, especialmente si pasan la mayor
parte del día en la universidad (Martínez y
López, 2018). La falta de tiempo, otro desafío
significativo para los estudiantes, les impide
planificar sus comidas de forma adecuada, lo
cual los lleva a saltarse comidas o a recurrir a
opciones rápidas y poco nutritivas.
Además, el presupuesto limitado de los
estudiantes universitarios puede condicionar
sus elecciones alimentarias. En muchos casos,
se ven obligados a priorizar alimentos más
económicos, lo que puede reducir la calidad
nutricional de su dieta. De hecho, el precio
accesible de la comida rápida o procesada
representa una tentación para aquellos que
buscan opciones rápidas y asequibles, aunque
no sean las más saludables (Rodríguez et al.,
2013). Este conjunto de factores crea un entorno
poco propicio para mantener una alimentación
balanceada y afecta de manera significativa los
hábitos alimentarios de los estudiantes. La
adopción de hábitos alimentarios inadecuados
tiene importantes repercusiones en la salud
física y mental de los estudiantes universitarios.
Entre las principales consecuencias se
encuentra el riesgo de desarrollar obesidad y
sobrepeso, problemas de salud que afectan a
una gran parte de esta población. La
combinación de una dieta desequilibrada y un
estilo de vida sedentario puede llevar a una
acumulación de peso poco saludable, lo que
incrementa la posibilidad de sufrir
enfermedades metabólicas como la diabetes
tipo 2 y problemas cardiovasculares (Pérez y
Ramírez, 2019).
Además de los efectos físicos, los hábitos
alimentarios inadecuados también pueden
impactar negativamente en la salud mental de
los estudiantes. El consumo excesivo de
alimentos ultraprocesados y azucarados se ha
asociado con un aumento de los niveles de
ansiedad y depresión, dado que estos alimentos
pueden generar fluctuaciones en los niveles de
glucosa y afectar el estado de ánimo (Carrillo et
al., 2020). Asimismo, la alimentación poco
equilibrada puede repercutir en el rendimiento
académico de los estudiantes, ya que una
nutrición deficiente puede afectar su capacidad
de concentración y memoria. Por otro lado, el
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consumo frecuente de alimentos altos en grasas
y azúcares puede desencadenar problemas de
adicción alimentaria, caracterizados por la
compulsión hacia ciertos tipos de comida,
similares a los efectos de adicciones como el
alcohol o el tabaco (Fernández y Silva, 2020).
Esta adicción alimentaria no solo aumenta el
riesgo de enfermedades crónicas, sino que
también puede generar una dependencia
emocional hacia ciertos alimentos, perpetuando
el ciclo de una alimentación poco saludable.
La literatura existente ha documentado diversas
investigaciones sobre los bitos alimentarios
en poblaciones universitarias. Por ejemplo, un
estudio realizado por González et al. (2021)
analizó los hábitos alimentarios de estudiantes
de varias universidades en España, encontrando
que la mayoría de los participantes mostraron
preferencias por alimentos ricos en grasas y
azúcares, así como un alto consumo de snacks.
Los resultados indicaron que el estrés y la falta
de tiempo eran los principales factores que
contribuían a estas elecciones alimentarias
inadecuadas. En otro estudio, Pérez y Ramírez
(2019) exploraron la relación entre los hábitos
alimentarios y el IMC en estudiantes de
educación superior en América Latina,
concluyendo que aquellos con hábitos
alimentarios poco saludables presentaban una
mayor prevalencia de sobrepeso y obesidad.
Asimismo, Carrillo et al. (2020) llevaron a cabo
una investigación sobre la adicción alimentaria
entre estudiantes universitarios en
Norteamérica, destacando cómo el consumo
elevado de alimentos procesados y bebidas
azucaradas estaba relacionado con problemas
de salud física y mental.
Estos estudios subrayan la necesidad de
investigar más a fondo los hábitos alimentarios
de los estudiantes universitarios,
particularmente en contextos específicos como
el de la Universidad Técnica de Ambato, donde
se pueden identificar patrones únicos y
desarrollar intervenciones adecuadas para
mejorar la salud nutricional de esta población.
El IMC constituye una medida antropométrica
ampliamente utilizada para evaluar la relación
entre el peso y la altura de un individuo,
calculándose mediante la división del peso en
kilogramos por el cuadrado de la altura en
metros (kg/m²). Este índice permite a los
profesionales de la salud clasificar a las
personas en categorías de peso, como bajo peso,
peso normal, sobrepeso y obesidad, facilitando
así la detección de riesgos de salud asociados
con el peso corporal (Romero, 2021). Aunque
el IMC no mide directamente la cantidad de
grasa corporal, su simplicidad y efectividad en
la evaluación de riesgos relacionados con el
peso lo han convertido en una herramienta
fundamental a nivel global (Torres y García,
2020).
El IMC es particularmente útil como indicador
inicial de riesgos de enfermedades crónicas no
transmisibles, como la diabetes tipo 2,
enfermedades cardiovasculares y ciertos tipos
de cáncer. Investigaciones han demostrado que
los valores de IMC elevados se asocian con una
mayor incidencia de estas enfermedades, lo que
subraya la importancia del IMC en la
identificación temprana de problemas de salud
y en la orientación de intervenciones
preventivas (Santos et al., 2022). Sin embargo,
algunos estudios también han señalado sus
limitaciones, especialmente en poblaciones con
mayor masa muscular o en personas de edades
avanzadas, ya que no distingue entre masa
muscular y masa grasa (López y Martínez,
2021). A pesar de estas limitaciones, el IMC
sigue siendo una herramienta práctica y
accesible para evaluar la salud a nivel individual
y poblacional.
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La Organización Mundial de la Salud (OMS)
clasifica el IMC en varias categorías para
facilitar la evaluación de riesgos de salud. Estas
categorías incluyen bajo peso (IMC < 18.5),
peso normal (IMC entre 18.5 y 24.9), sobrepeso
(IMC entre 25 y 29.9) y obesidad, la cual se
subdivide en tres grados: obesidad grado I (IMC
entre 30 y 34.9), grado II (IMC entre 35 y 39.9)
y obesidad grado III o mórbida (IMC 40)
(OMS, 2021). Esta clasificación permite a los
profesionales de la salud monitorear de manera
más precisa las necesidades específicas de cada
individuo y diseñar estrategias de intervención
adecuadas (Ramírez y Peña, 2021). Cada
categoría de IMC tiene implicaciones
específicas en la salud de los individuos. Por
ejemplo, el bajo peso puede indicar
malnutrición, insuficiencia de nutrientes
esenciales y un sistema inmunológico
debilitado, lo cual aumenta la susceptibilidad a
enfermedades e infecciones (Ortiz y Herrera,
2022). Por otro lado, el sobrepeso y la obesidad
son factores de riesgo importantes para
desarrollar afecciones metabólicas, como
hipertensión y dislipidemias, además de
incrementar el riesgo de padecer enfermedades
cardiovasculares y ciertos tipos de cáncer
(Vázquez et al., 2020). En el caso de la obesidad
mórbida, además de los riesgos físicos, se ha
reportado una disminución en la calidad de vida
y en la movilidad, lo que afecta el bienestar
general de las personas (Fernández y Solís,
2022).
Diversos estudios han documentado que el
sobrepeso y la obesidad son problemas de salud
crecientes en poblaciones jóvenes y adultas,
incluyendo estudiantes universitarios, debido a
un estilo de vida sedentario y a hábitos
alimentarios poco saludables (Méndez &
Rubio, 2021). Este fenómeno ha sido
especialmente notable en estudiantes, quienes
enfrentan presiones académicas y limitaciones
de tiempo que a menudo resultan en elecciones
alimentarias poco saludables. En estos casos, el
IMC es particularmente útil para detectar
patrones de malnutrición y riesgo de
enfermedades en esta población, promoviendo
así intervenciones preventivas y educativas
(Aguirre et al., 2021).
Materiales y Métodos
Se utilizó un diseño de investigación
descriptivo y transversal que permitió analizar
los hábitos alimentarios y el Índice de Masa
Corporal (IMC) en una población específica en
un momento determinado. La muestra estuvo
conformada por 64 estudiantes de la
Universidad Técnica de Ambato, de los cuales
39 eran estudiantes de séptimo semestre de
Nutrición y Dietética y 25 de octavo semestre
de Ingeniería en Telecomunicaciones,
seleccionados por conveniencia. Los criterios
de inclusión incluyeron ser estudiantes
legalmente matriculados, proporcionar
información sobre sus hábitos alimentarios y
firmar el consentimiento informado, mientras
que los criterios de exclusión fueron tener
condiciones médicas graves que influyeran
significativamente en sus hábitos alimentarios y
peso, o no completar la encuesta o no firmar el
consentimiento.
Para la recolección de datos, se diseñó una
encuesta virtual con 15 preguntas dicotómicas,
que se enfocaban en la frecuencia de consumo
de alimentos, el consumo adecuado y las
conductas alimentarias. La encuesta permitió
clasificar los hábitos alimentarios en cuatro
categorías: alimentación saludable (≥13
puntos), vas por buen camino (10-12 puntos),
alimentación poco saludable (7-9 puntos), y
alimentación no saludable (≤6 puntos),
aplicándose a través de dispositivos
electrónicos, tomando aproximadamente 5
minutos por participante. La medición
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antropométrica incluyó peso, medido con una
báscula digital calibrada, y talla, medida con un
tallímetro en centímetros y posteriormente
convertida a metros, ambos procedimientos
realizados con los participantes descalzos en
posición erguida y con los talones juntos.
El tiempo estimado para la toma de peso y talla
fue de 5 minutos por estudiante. El IMC se
calculó utilizando la fórmula de Lambert
Adolphe Quetelet, que permite categorizar el
estado nutricional según estándares
internacionales. Los datos recolectados se
analizaron mediante estadística descriptiva y
correlacional para establecer la relación entre
los hábitos alimentarios y el IMC, empleando
tablas y gráficos para la presentación de
resultados. La hipótesis planteada estipuló que
existe una asociación significativa entre los
hábitos alimentarios y el IMC, en la que los
estudiantes con conductas no saludables tienen
un IMC más alto en comparación con aquellos
que mantienen hábitos saludables. Los
resultados, producto del análisis de las
respuestas de los 64 estudiantes, indicaron las
distribuciones y características de los hábitos
alimentarios en relación con el estado
nutricional.
Resultados y Discusión
Tabla 1. Resultados generales
Categoría
Frecuencia
Porcentaje
Alimentación saludable
20
31.25%
Vas por buen camino
25
39.06%
Alimentación poco saludable
12
18.75%
Alimentación no saludable
7
10.94%
Total
64
100%
Fuente: elaboración propia
Los resultados obtenidos reflejan una
distribución heterogénea de los hábitos
alimentarios en los 64 estudiantes de la
Universidad Técnica de Ambato, clasificados
en cuatro categorías: alimentación saludable,
vas por buen camino, alimentación poco
saludable y alimentación no saludable.
Distribución de hábitos alimentarios
Un total de 20 estudiantes (31.25%), alcanzaron
una puntuación que los clasifica en esta
categoría, lo que indica que aproximadamente
una tercera parte de los participantes tiene un
patrón alimentario adecuado, caracterizado por
un consumo balanceado de alimentos y
conductas positivas hacia la alimentación. Este
grupo representa la meta ideal en términos de
hábitos alimentarios. Mientras que, la mayoría
de los estudiantes (25, 39.06%) se ubicaron en
la categoría Vas por buen camino, lo que
sugiere que, aunque sus bitos alimentarios
son moderadamente adecuados, aún necesitan
realizar ajustes significativos para mejorar su
calidad alimentaria. Este hallazgo evidencia
áreas de oportunidad para implementar
estrategias educativas en ambas facultades. Por
otro lado, un total de 12 estudiantes (18.75%)
mostró deficiencias importantes en sus hábitos
alimentarios, con patrones que podrían llevar a
riesgos de salud si no se corrigen. La
prevalencia de esta categoría alerta sobre la
necesidad de intervenciones dirigidas para
fomentar cambios en la conducta alimentaria.
Mientras que, un 10,94%, posee una
alimentación no saludable, aunque es la
proporción más baja, 7 estudiantes se
encuentran en esta categoría crítica, indicando
hábitos alimentarios deficientes que podrían
tener consecuencias negativas en su salud
general y rendimiento académico.
Los datos reflejan una tendencia preocupante,
ya que aproximadamente el 29.69% de los
participantes presentan hábitos alimentarios
subóptimos, en las categorías de "alimentación
poco saludable" y "alimentación no saludable",
indicando que casi uno de cada tres estudiantes
necesita atención inmediata en sus conductas
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alimentarias. Aunque un 31.25% de los
estudiantes muestra bitos saludables, la
mayoría, con un 68.75%, se ubica en categorías
que van desde regulares hasta muy deficientes,
evidenciando la necesidad de intervenciones
dirigidas a promover la educación alimentaria.
La importancia de concienciar sobre estos
aspectos se hace evidente, particularmente
porque la mayor parte de los participantes es
joven, aún en formación académica, y con
potencial para adoptar estilos de vida más
saludables; además, estos resultados podrían
estar influenciados por factores como el estrés
académico, el acceso limitado a alimentos
saludables y la falta de tiempo. Estos hallazgos
son coherentes con estudios previos que señalan
un deterioro en los hábitos alimentarios de los
estudiantes universitarios, especialmente entre
aquellos que no están vinculados a carreras
relacionadas con la salud, reforzando la
urgencia de desarrollar programas educativos
que fomenten prácticas alimentarias más
saludables y que tengan en cuenta los factores
contextuales que afectan el comportamiento
alimentario en esta población.
Tabla 2. Resultados por facultad
Categoría
Nutrición y
Dietética
(n=39)
Porcentaje
Porcentaje
Alimentación saludable
15
38.46%
20.00%
Vas por buen camino
14
35.90%
44.00%
Alimentación poco
saludable
7
17.95%
20.00%
Alimentación no saludable
3
7.69%
16.00%
Total
39
100%
100%
Fuente: elaboración propia
La distribución de los hábitos alimentarios entre
los estudiantes de las facultades de Nutrición y
Dietética y Telecomunicaciones revela
diferencias notables que podrían estar
relacionadas con la formación académica y el
conocimiento en salud y nutrición. En la
categoría de alimentación saludable, el 38.46%
de los estudiantes de Nutrición y Dietética, es
decir, 15 participantes, mantienen patrones
alimentarios adecuados, probablemente
influenciados por su formación en temas de
salud y nutrición. En contraste, solo el 20% de
los estudiantes de Telecomunicaciones,
equivalentes a 5 individuos, se ubican en esta
categoría, lo que sugiere un menor
conocimiento o interés en prácticas alimentarias
saludables en este grupo. En la categoría de “vas
por buen camino”, la mayoría de los estudiantes
de Nutrición y Dietética, con un 46.15% (18
estudiantes), se encuentran en un nivel
aceptable, aunque todavía existe margen para
mejorar sus hábitos, mientras que, en
Telecomunicaciones, solo el 28% (7
estudiantes) alcanza esta categoría, indicando
que una proporción mayor de estos últimos
tiene hábitos más deficientes.
En cuanto a alimentación poco saludable, solo
un 12.82% (5 estudiantes) de Nutrición y
Dietética presenta patrones deficientes,
mientras que, en Telecomunicaciones, un 28%
(7 estudiantes) caen en esta categoría, lo que
evidencia la necesidad de implementar
intervenciones educativas en este grupo.
Finalmente, en la categoría de alimentación no
saludable, casi todos los estudiantes de
Nutrición y Dietética, un 2.56% (1 estudiante),
muestran al menos conocimientos básicos para
evitar conductas alimentarias peligrosas,
mientras que, en Telecomunicaciones, un 24%
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2025
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(6 estudiantes) se ubican en esta categoría,
planteando un problema relevante en la calidad
de sus bitos alimenticios. Las disparidades
entre las facultades son evidentes, ya que los
estudiantes de Nutrición y Dietética presentan
un mayor porcentaje en las categorías de
alimentación saludable y "vas por buen
camino", alcanzando un 84.61%, lo que refleja
una mayor conciencia y conocimiento sobre la
nutrición y la importancia de hábitos adecuados.
En contraste, los estudiantes de
Telecomunicaciones muestran una mayor
proporción, aproximadamente del 52%, en las
categorías de alimentación poco saludable y no
saludable, lo que podría atribuirse a la falta de
educación formal en salud y nutrición en su
formación académica.
La influencia de la formación académica en los
hábitos alimentarios parece ser significativa, ya
que la educación en temas relacionados con la
salud y la nutrición dota a los estudiantes de
herramientas prácticas para adoptar
comportamientos más saludables; por el
contrario, los estudiantes de carreras no
relacionadas podrían carecer de esta
orientación, lo que impacta en sus patrones
alimenticios. La prevalencia de hábitos
deficientes en los estudiantes de la Facultad de
Telecomunicaciones aumenta su riesgo de
desarrollar problemas de salud, tales como la
obesidad, enfermedades metabólicas y déficit
de energía, especialmente considerando las
exigencias académicas y el estilo de vida
sedentario asociado. Por ello, resulta crucial
implementar programas de intervención
enfocados en la educación nutricional,
especialmente dirigidos a estudiantes de
facultades no relacionadas con la salud, así
como promover el acceso a alimentos
saludables en el campus universitario, con el fin
de mejorar los hábitos alimentarios y prevenir
riesgos para la salud a largo plazo en esta
población.
Tabla 3. Tabla IMC de Estudiantes de
Nutrición y Dietética
ID
Estudiante
Peso
(kg)
Talla
(m)
IMC
Categoría
de IMC
1
58.0
1.65
21.3
Peso normal
2
72.0
1.70
24.9
Peso normal
3
65.0
1.60
25.4
Sobrepeso
4
85.0
1.75
27.8
Sobrepeso
5
50.0
1.60
19.5
Peso normal
6
95.0
1.80
29.3
Sobrepeso
7
62.0
1.70
21.4
Peso normal
8
78.0
1.75
25.4
Sobrepeso
9
88.0
1.78
27.8
Sobrepeso
10
80.0
1.72
27.1
Sobrepeso
11
70.0
1.70
24.2
Peso normal
12
67.0
1.65
24.6
Peso normal
13
92.0
1.78
29.1
Sobrepeso
14
60.0
1.65
22.0
Peso normal
15
75.0
1.74
24.8
Peso normal
16
82.0
1.77
26.1
Sobrepeso
17
74.0
1.68
26.2
Sobrepeso
18
64.0
1.68
22.7
Peso normal
19
79.0
1.75
25.8
Sobrepeso
20
80.0
1.70
27.7
Sobrepeso
21
68.0
1.66
24.6
Peso normal
22
65.0
1.62
24.8
Peso normal
23
90.0
1.80
27.8
Sobrepeso
24
78.0
1.72
26.4
Sobrepeso
25
82.0
1.75
26.7
Sobrepeso
26
71.0
1.69
24.9
Peso normal
27
66.0
1.68
23.4
Peso normal
28
85.0
1.80
26.2
Sobrepeso
29
69.0
1.70
23.9
Peso normal
30
75.0
1.74
24.8
Peso normal
31
90.0
1.76
29.1
Sobrepeso
32
77.0
1.73
25.7
Sobrepeso
33
84.0
1.75
27.4
Sobrepeso
34
70.0
1.68
24.8
Peso normal
35
61.0
1.60
23.8
Peso normal
36
80.0
1.76
25.8
Sobrepeso
37
73.0
1.72
24.7
Peso normal
38
76.0
1.70
26.3
Sobrepeso
39
89.0
1.78
28.1
Sobrepeso
Fuente: elaboración propia
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Página 923
Tabla 4. Tabla IMC de Estudiantes de
Ingeniería en Telecomunicaciones
ID
Estudiante
Peso
(kg)
Talla
(m)
IMC
Categoría
de IMC
1
65.0
1.75
21.2
Peso normal
2
78.0
1.80
24.1
Peso normal
3
70.0
1.68
24.8
Peso normal
4
85.0
1.75
27.8
Sobrepeso
5
82.0
1.72
27.7
Sobrepeso
6
72.0
1.80
22.2
Peso normal
7
90.0
1.78
28.4
Sobrepeso
8
88.0
1.76
28.4
Sobrepeso
9
67.0
1.74
22.1
Peso normal
10
80.0
1.79
25.1
Sobrepeso
11
74.0
1.72
25.1
Sobrepeso
12
68.0
1.70
23.5
Peso normal
13
95.0
1.85
27.8
Sobrepeso
14
75.0
1.78
23.7
Peso normal
15
77.0
1.77
24.5
Peso normal
16
80.0
1.70
27.7
Sobrepeso
17
89.0
1.80
27.4
Sobrepeso
18
66.0
1.68
23.4
Peso normal
19
72.0
1.75
23.5
Peso normal
20
78.0
1.76
25.2
Sobrepeso
21
70.0
1.69
24.5
Peso normal
22
83.0
1.80
25.6
Sobrepeso
23
76.0
1.74
25.1
Sobrepeso
24
69.0
1.71
23.6
Peso normal
25
79.0
1.78
24.9
Peso normal
Fuente: elaboración propia
En este apartado se analizó el IMC de dos
grupos de estudiantes universitarios de
diferentes carreras, Nutrición y Dietética e
Ingeniería en Telecomunicaciones, con el
propósito de comparar su distribución y
explorar posibles diferencias en su estado
nutricional. En el grupo de Nutrición,
compuesto por 39 estudiantes, la mayoría se
encontraba en la categoría de peso normal
(56.41%), aunque un 43.59% presentaba
sobrepeso, lo cual es preocupante dado su
conocimiento avanzado sobre hábitos
saludables. En el grupo de Ingeniería en
Telecomunicaciones, con 25 participantes,
también predominaba el peso normal (64%),
pero un 36% tenía sobrepeso, reflejando una
tendencia similar hacia el aumento de peso,
posiblemente influenciada por el estilo de vida
sedentario de largos periodos frente a
computadoras. La comparación del IMC mostró
que los valores variaban entre 19.5 y 29.3 en
Nutrición, con una ligera tendencia hacia el
sobrepeso, mientras que, en la Facultad de
Telecomunicaciones, el rango fue de 21.2 a
28.4. Aunque en ambos grupos el peso normal
fue predominante, la prevalencia de sobrepeso
fue mayor en Nutrición y Dietética, lo que
evidencia que el conocimiento académico no
siempre se traduce en mejores hábitos en la
práctica. Los factores explicativos incluyen el
estrés académico, que afecta tanto a las
decisiones alimentarias como a la actividad
física, y el estilo de vida sedentario,
especialmente en carreras como Ingeniería.
Aunque se espera que los estudiantes de
Nutrición tengan conductas más saludables, un
porcentaje considerable presenta sobrepeso,
evidenciando una posible brecha entre el
conocimiento teórico y la aplicación práctica.
Por su parte, las presiones externas y el ritmo de
vida también influyen en el estado nutricional
de los estudiantes de Telecomunicaciones.
Conclusiones
Los resultados obtenidos muestran que tanto en
los estudiantes de Nutrición y Dietética como en
los de Ingeniería en Telecomunicaciones, existe
una prevalencia significativa de sobrepeso, lo
que resalta una tendencia preocupante en ambos
grupos. Aunque se esperaría que los estudiantes
de Nutrición y Dietética, debido a su formación
académica en salud y alimentación, adoptaran
hábitos más saludables, los datos revelan que un
porcentaje considerable de este grupo también
presenta sobrepeso. Esto sugiere una
desconexión entre el conocimiento teórico
sobre nutrición y la práctica diaria, lo cual
podría ser el resultado de factores como el estrés
académico, los horarios irregulares y la falta de
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tiempo para llevar una vida equilibrada. Por
otro lado, los estudiantes de Ingeniería en
Telecomunicaciones, aunque tienen una
prevalencia ligeramente inferior de sobrepeso,
también presentan un comportamiento similar
en términos de un estilo de vida sedentario y la
adopción de hábitos alimentarios inadecuados.
Este grupo, con sus exigencias académicas y la
naturaleza sedentaria de su carrera, podría estar
igualmente expuesto a los mismos factores que
afectan el bienestar físico de los estudiantes de
Nutrición. Es evidente que, más allá de la
formación académica recibida, tanto en
Nutrición y Dietética como en Ingeniería en
Telecomunicaciones, los estudiantes se
enfrentan a desafíos comunes relacionados con
la gestión del estrés, el tiempo limitado para la
actividad física y las presiones académicas, que
influyen negativamente en su salud nutricional.
Por ello, resulta fundamental implementar
estrategias educativas y de apoyo que no solo
promuevan un conocimiento más profundo de
los hábitos alimentarios saludables, sino que
también fomenten la práctica de estos hábitos en
la vida diaria, así como programas de bienestar
que incluyan asesoramiento nutricional,
espacios para la actividad física y apoyo
emocional podrían ser cruciales para mejorar la
salud integral de los estudiantes universitarios.
Finalmente se puede evidenciar que la elevada
prevalencia de sobrepeso en ambos grupos
subraya la necesidad urgente de fortalecer los
programas de prevención y promoción de la
salud en las universidades. Estos programas
deben centrarse en la educación práctica, en la
creación de hábitos de vida saludable
sostenibles y en la implementación de
intervenciones que ayuden a reducir los factores
de riesgo asociados al sobrepeso y la obesidad
en la población estudiantil.
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