Ciencia y Educación
(L-ISSN: 2790-8402 E-ISSN: 2707-3378)
Vol. 6 No. 5
Mayo 2025
Página 226
ANÁLISIS COMPARATIVO DE LOS MÉTODOS DE ENSEÑANZA TRADICIONALES Y
ACTIVOS EN EDUCACIÓN FÍSICA: UN ESTUDIO EN UNIDADES DE EDUCACIÓN
BÁSICA
COMPARATIVE ANALYSIS OF TRADITIONAL AND ACTIVE TEACHING METHODS
IN PHYSICAL EDUCATION: A STUDY IN BASIC EDUCATION UNITS
Autores: ¹Carlos Eduardo Jara Almeida, ²Cristhian Oswaldo Valdiviezo Fuentes, ³Víctor Braulio
Benítez Quinche y 4Rodrigo Xavier Salguero Rubio
¹ORCID ID: https://orcid.org/0009-0004-3372-204X
²ORCID ID: https://orcid.org/0009-0001-7502-2728
²ORCID ID: https://orcid.org/0000-0001-8448-7124
4ORCID ID: https://orcid.org/0000-0003-2380-2279
¹E-mail de contacto: carlosjara8000@gmail.com
²E-mail de contacto: crisvans_95@hotmail.com
³E-mail de contacto: victorbrauliobenitez@gmail.com
4E-mail de contacto: reivaxsr@hotmail.com
Afiliación: ¹*Fit Fussion Training, (Ecuador). ²*Direccn Zonal 4 Deporte, (Ecuador). ³*Unidad Educativa “Francisco Pizarro”,
(Ecuador). 4*Unidad Educativa “Carlos Cisneros”, (Ecuador).
Articulo recibido: 20 de abril del 2025
Articulo revisado: 24 de abril del 2025
Articulo aprobado: 23 de mayo del 2025
¹Tecnólogo Superior en Actividad Física Deportiva y Recreación graduado en el Instituto Superior Tecnológico Almirante Illingworth,
(Ecuador).
²Licenciado en Educación Física Deportes y Recreación mención Docencia graduado en la Universidad Laica Eloy Alfaro de Manabí,
(Ecuador). Maestría en Actividad Física Entrenamiento y Gestión Deportiva graduado en la Universidad Internacional Iberoamericana,
(México).
³Licenciado en Pedagogía de la Actividad Física y Deporte graduado en la Universidad de Guayaquil, (Ecuador). Magíster en Pedagogía
de la Cultura Física mención en Educación Física Inclusiva graduado en la Universidad Bolivariana del Ecuador, (Ecuador).
4Licenciado en Ciencias de la Educación, Profesor de Enseñanza Media en la Especialización en Educación Física graduado en la
Universidad Nacional de Chimborazo, (Ecuador). Magíster en Pedagogía de la Cultura Física mención en Educación Física Inclusiva
graduado en la Universidad Bolivariana del Ecuador, (Ecuador).
Resumen
El presente estudio tuvo como objetivo analizar
comparativamente los métodos de enseñanza
tradicionales y activos en la asignatura de
Educación Física, aplicados en Unidades de
Educación Básica del cantón Milagro,
Ecuador. Se adoptó un enfoque cuantitativo
con diseño no experimental, descriptivo y
comparativo, utilizando una muestra de 180
estudiantes distribuidos equitativamente entre
ambos enfoques metodológicos. Para la
recolección de datos se emplearon
cuestionarios tipo Likert, rúbricas de
observación motriz y entrevistas
semiestructuradas aplicadas a docentes del
área. Los resultados obtenidos revelan
diferencias significativas a favor del método
activo en cuanto a la motivación, participación
estudiantil, comprensión de los contenidos y
desarrollo de habilidades motrices. Asimismo,
se evidenció una actitud más positiva hacia la
asignatura en el grupo que recibió clases
mediante metodologías activas, destacando un
clima de aula más cooperativo, dinámico e
inclusivo. En contraste, el método tradicional
mostró limitaciones en la implicación del
estudiante, la flexibilidad didáctica y la
promoción de aprendizajes significativos. La
discusión de los resultados permitió
argumentar, desde el marco teórico y la
evidencia empírica, la necesidad de transitar
hacia modelos pedagógicos activos que
respondan a los desafíos actuales de la
educación básica. Se concluye que la
implementación de estrategias activas en
Educación Física no solo mejora el rendimiento
académico, sino que también fortalece el
desarrollo integral del estudiante. Se
recomienda fomentar procesos de formación
docente continua y políticas educativas que
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respalden la innovación metodológica en el
aula.
Palabras clave: Educación física, Métodos
activos, Enseñanza tradicional.
Abstract
The present study aimed to comparatively
analyze traditional and active teaching methods
in the subject of Physical Education, applied in
Basic Education Units in the canton of Milagro,
Ecuador. A quantitative approach with a non-
experimental, descriptive, and comparative
design was adopted, using a sample of 180
students equally distributed between both
methodological approaches. Data collection
employed Likert-type questionnaires, motor
observation rubrics, and semi-structured
interviews with teachers in the area. The results
obtained reveal significant differences in favor
of the active method in terms of motivation,
student participation, content comprehension,
and motor skill development. Furthermore, a
more positive attitude toward the subject was
evident in the group taught using active
methodologies, highlighting a more
cooperative, dynamic, and inclusive classroom
climate. In contrast, the traditional method
showed limitations in student engagement,
didactic flexibility, and the promotion of
meaningful learning. The discussion of the
results allowed us to argue, based on a
theoretical framework and empirical evidence,
the need to move toward active pedagogical
models that respond to the current challenges
of basic education. It is concluded that the
implementation of active strategies in Physical
Education not only improves academic
performance but also strengthens students'
overall development. It is recommended that
continuing teacher training and educational
policies be promoted that support
methodological innovation in the classroom.
Keywords: Physical education, Active
methods, Traditional teaching.
Sumário
O presente estudo teve como objetivo analisar
comparativamente métodos de ensino
tradicionais e ativos na disciplina de Educação
Física, aplicados em Unidades de Educação
Básica do cantão de Milagro, Equador. Foi
adotada uma abordagem quantitativa com
delineamento não experimental, descritivo e
comparativo, utilizando uma amostra de 180
estudantes distribuídos igualmente entre as
duas abordagens metodológicas. Para coleta de
dados, foram realizados questionários do tipo
Likert, rubricas de observação motora e
entrevistas semiestruturadas com professores
da área. Os resultados obtidos revelam
diferenças significativas a favor do método
ativo em termos de motivação, participação dos
alunos, compreensão do conteúdo e
desenvolvimento de habilidades motoras. Da
mesma forma, uma atitude mais positiva em
relação ao assunto ficou evidente no grupo
ensinado com metodologias ativas,
evidenciando um ambiente de sala de aula mais
cooperativo, dinâmico e inclusivo. Em
contraste, o método tradicional apresentou
limitações no envolvimento dos alunos, na
flexibilidade didática e na promoção da
aprendizagem significativa. A discussão dos
resultados permitiu argumentar, com base em
um referencial teórico e evidências empíricas,
a necessidade de caminhar para modelos
pedagógicos ativos que respondam aos
desafios atuais da educação básica. Conclui-se
que a implementação de estratégias ativas na
Educação Física não só melhora o desempenho
acadêmico, mas também fortalece o
desenvolvimento global do aluno. Recomenda-
se promover processos de formação contínua
de professores e políticas educacionais que
apoiem a inovação metodológica em sala de
aula.
Palavras-chave: Educação Física, Métodos
Ativos, Ensino Tradicional.
Introducción
La Educación Física, como componente
esencial del currículo escolar, cumple un papel
protagónico en la formación integral del ser
humano desde las primeras etapas de su
escolarización. En el nivel de Educación
Básica, esta área no solo se encarga de
desarrollar capacidades físicas fundamentales
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como la coordinación, la agilidad o la
resistencia, sino que también contribuye de
manera decisiva al fortalecimiento de
habilidades cognitivas, sociales y emocionales
que resultan claves en la configuración del
perfil del estudiante como sujeto autónomo,
reflexivo y crítico. Diversos estudios han
señalado que la práctica sistemática y bien
orientada de la Educación Física favorece el
rendimiento académico, disminuye los niveles
de estrés, mejora la autoestima y potencia la
capacidad de trabajar en equipo, aspectos
altamente valorados en los enfoques
pedagógicos contemporáneos (Moreira y
Mendoza, 2024). Por tanto, no se trata
simplemente de una asignatura destinada a la
recreación o al movimiento sin sentido, sino de
un espacio de formación donde convergen
múltiples dimensiones del desarrollo humano.
En este contexto, el tipo de metodología
empleada por el docente en la planificación y
ejecución de las clases de Educación Física se
convierte en un factor determinante del éxito o
del fracaso de los procesos de enseñanza-
aprendizaje. Históricamente, las prácticas
pedagógicas en esta área han estado dominadas
por los métodos tradicionales, centrados en la
figura del maestro como transmisor exclusivo
del conocimiento, en la ejecución estandarizada
de técnicas motrices y en la repetición
sistemática de ejercicios que muchas veces
carecen de significado para los estudiantes.
Estos enfoques, si bien han demostrado eficacia
para lograr ciertos resultados técnicos en
estudiantes con alta capacidad motriz, presentan
serias limitaciones cuando se trata de motivar,
incluir y formar a una población escolar diversa,
con diferentes estilos de aprendizaje,
necesidades educativas especiales y contextos
socioculturales diferenciados (Muñoz, A.,
Rojas, D., & Cortés, A., 2024). De hecho, el
enfoque tradicional tiende a invisibilizar las
particularidades del alumnado y restringe su
participación activa en la construcción del
conocimiento, lo que contradice los principios
de una educación inclusiva y centrada en el
sujeto.
A diferencia de este enfoque unidireccional, los
métodos activos proponen una transformación
radical del paradigma educativo, al ubicar al
estudiante como protagonista de su propio
aprendizaje y al docente como mediador,
facilitador y orientador del proceso. Inspirados
en las teorías de Vygotsky, Piaget, Freinet y
Freire, estos métodos promueven la
participación crítica, la exploración autónoma,
la cooperación entre pares, la creatividad y la
reflexión constante sobre la experiencia
corporal vivida (Jiménez y Sotelo, 2023). En
Educación Física, esto se traduce en la
implementación de juegos motores, proyectos
colaborativos, actividades de resolución de
problemas y situaciones de aprendizaje
contextualizadas que permiten a los estudiantes
no solo ejecutar movimientos, sino también
comprender su utilidad, su lógica interna y su
relevancia en la vida cotidiana. Según López y
Hernández (2024) las metodologías activas
aumentan los niveles de motivación, reducen el
ausentismo, fortalecen el sentido de pertenencia
y generan un ambiente más democrático en el
aula, en el que todos los estudiantes se sienten
valorados y capaces de aprender.
La importancia de estas metodologías se vuelve
aún más crítica en el nivel de Educación Básica,
etapa del desarrollo en la que el niño y la niña
aprenden fundamentalmente a través del
cuerpo, el juego y la interacción con su entorno.
A esta edad, el movimiento no es solo una
necesidad fisiológica, sino también una forma
de expresión, comunicación y construcción del
conocimiento. Es por ello que los métodos
activos, al ofrecer actividades lúdicas,
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participativas y emocionalmente significativas,
se convierten en una herramienta pedagógica
poderosa para alcanzar los objetivos de la
Educación Física escolar. Investigaciones como
las de Guaita (2024) han demostrado que los
estudiantes que participan en clases con
metodologías activas no solo mejoran su
desempeño físico, sino que también desarrollan
habilidades metacognitivas, afectivas y sociales
que los preparan para enfrentar con éxito los
desafíos de la vida académica y personal. Este
tipo de experiencias contribuye a formar
ciudadanos activos, saludables y
comprometidos con su comunidad, en
consonancia con los principios de la educación
para el desarrollo sostenible y la ciudadanía
global
No obstante, a pesar de los sólidos argumentos
teóricos y empíricos que sustentan la eficacia de
las metodologías activas, su aplicación en el
contexto de las Unidades de Educación Básica
ecuatorianas sigue siendo limitada. Muchas
instituciones continúan priorizando el enfoque
tradicional, ya sea por inercia institucional, falta
de formación docente, escasez de recursos, o
por una cultura escolar que sigue valorando más
la obediencia y la ejecución técnica que la
participación, la creatividad o el pensamiento
crítico. Además, los docentes de Educación
Física enfrentan múltiples barreras para
innovar, tales como horarios restringidos,
exceso de estudiantes por clase, infraestructura
deficiente y escaso respaldo por parte de los
equipos directivos o del propio sistema
educativo (García y Moreno, 2022). Estas
condiciones dificultan el tránsito hacia modelos
más dinámicos y adaptativos, a pesar de que las
políticas educativas promueven, al menos en el
discurso, una enseñanza activa, inclusiva y
centrada en el estudiante. En respuesta a esta
problemática, el presente artículo se propone
realizar un análisis comparativo de los métodos
de enseñanza tradicionales y activos en el área
de Educación Física, específicamente en el
contexto de las Unidades de Educación Básica
del cantón Milagro, Ecuador. El objetivo es
identificar y describir las diferencias en
términos de efectividad, motivación, desarrollo
de habilidades motrices y percepción de los
actores educativos, a fin de generar
conocimiento útil para la toma de decisiones
pedagógicas, formativas e institucionales. Para
ello, se aplicó una metodología cuantitativa con
diseño descriptivo-comparativo, que incluyó
instrumentos validados para recoger
información tanto del desempeño de los
estudiantes como de las valoraciones docentes.
Este enfoque permitirá contrastar de forma
objetiva las fortalezas y debilidades de cada
método, así como elaborar recomendaciones
orientadas a mejorar la calidad de la Educación
Física escolar.
Desde una perspectiva crítica y transformadora,
este estudio también pretende visibilizar las
condiciones necesarias para que las
metodologías activas puedan implementarse de
manera real, sostenible y con impacto positivo
en la comunidad educativa. Se parte de la
convicción de que la Educación Física no debe
limitarse a repetir modelos técnicos heredados
del pasado, sino que debe reinventarse como un
espacio de emancipación, encuentro y
construcción de sentidos compartidos. Tal
como afirman Gamarra et al., 2023) el futuro de
esta asignatura depende en gran medida de la
capacidad del sistema educativo para renovar
sus prácticas, para empoderar a los docentes y
para colocar al estudiante en el centro de la
experiencia pedagógica. En este sentido, los
resultados de esta investigación aspiran a
contribuir con evidencia sólida que fundamente
un cambio metodológico coherente con los
principios de equidad, participación y
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desarrollo integral que orientan la educación del
siglo XXI.
Materiales y Métodos
El desarrollo de teorías pedagógicas ha
configurado, a lo largo de la historia de la
educación, múltiples formas de entender la
enseñanza y el aprendizaje, especialmente en el
área de Educación Física, donde el cuerpo se
convierte en el vehículo esencial del
conocimiento. El enfoque tradicional, con
raíces en la pedagogía conductista, ha
priorizado durante décadas una enseñanza
centrada en la transmisión de contenidos y en la
repetición mecánica de habilidades motrices,
bajo la premisa de que el conocimiento debe ser
inculcado por el docente y reproducido por el
estudiante. Según Mujica (2022) esta
metodología se caracteriza por el control
estricto del aula, la evaluación normativa y el
énfasis en la disciplina corporal, aspectos que
pueden limitar el desarrollo de la autonomía, la
creatividad y la participación activa. Si bien esta
modalidad permite cierto grado de organización
y eficiencia en entornos formales, su aplicación
en contextos escolares diversos, como las
Unidades de Educación Básica, puede resultar
restrictiva frente a las necesidades formativas
de una infancia dinámica, lúdica y en constante
exploración.
Desde la perspectiva de la pedagogía crítica y el
constructivismo, el proceso de enseñanza-
aprendizaje debe estar centrado en el estudiante
como sujeto activo, capaz de construir
significados a partir de su experiencia y de la
interacción con el entorno. Esta visión se
contrapone a la lógica transmisiva tradicional y
propone un enfoque metodológico que sitúa el
saber en el diálogo, en la práctica reflexiva y en
la problematización del entorno sociocultural
del educando. Autores como Vygotsky
sostienen que el aprendizaje es un proceso
social mediado por el lenguaje y las
interacciones significativas, lo que implica
diseñar ambientes pedagógicos donde el
estudiante pueda actuar, equivocarse,
experimentar y transformar su realidad. En
Educación Física, estas ideas han dado lugar a
metodologías activas que incorporan el juego
cooperativo, la resolución de problemas
motores y la creación de proyectos físicos
contextualizados, lo cual favorece una
formación más integral y participativa
(Magallanes et al., 2021). Una de las estrategias
más relevantes en el marco de las metodologías
activas es el aprendizaje basado en juegos, que
permite a los estudiantes aprender a través del
movimiento espontáneo, la recreación, la
diversión y la competencia sana. Esta técnica no
solo estimula las habilidades sicas, sino que
también potencia el pensamiento crítico, la
toma de decisiones, la empatía y la resiliencia
emocional. Como Cornellà et al. (2020) el juego
es una herramienta pedagógica con un valor
incalculable en la Educación Básica, ya que
permite adaptar los contenidos a las
características del grupo, generar mayor
involucramiento afectivo y crear espacios de
aprendizaje donde todos los niños y niñas
pueden participar según sus capacidades.
Además, el uso de dinámicas cooperativas
dentro de la clase de Educación Física refuerza
la cohesión grupal, disminuye los conflictos y
propicia la integración de estudiantes con
necesidades educativas especiales,
promoviendo así una educación más inclusiva y
humanizadora.
Otro componente esencial de los métodos
activos es el aprendizaje significativo, tal como
lo definió Ausubel, quien sostenía que los
nuevos conocimientos solo pueden ser
incorporados cuando se relacionan de manera
sustantiva con los saberes previos del
estudiante. En el ámbito de la Educación Física,
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esto implica diseñar situaciones motrices que
tengan sentido para el alumno, que estén
conectadas con su realidad social y cultural, y
que propicien la reflexión sobre la utilidad del
movimiento en su vida cotidiana. Así, el acto
motor deja de ser un fin en mismo y se
convierte en un medio para desarrollar
competencias transversales como la conciencia
corporal, la salud emocional, la cooperación, la
autoestima y el respeto por el otro. Esta
perspectiva transforma la figura del docente,
quien ya no es un mero instructor de técnicas,
sino un facilitador del aprendizaje, un guía del
proceso y un agente que propicia el diálogo
entre teoría y práctica (Guamán y Espinoza,
2022.
En este sentido, las metodologías activas se
alinean con los principios de la neuroeducación,
disciplina que ha demostrado que el aprendizaje
es más efectivo cuando se produce en entornos
emocionalmente seguros, motivadores y
dinámicos. Según Cedeño et al. (2024) las
experiencias corporales que despiertan
curiosidad, emoción y placer tienen un impacto
más profundo en la memoria, la atención y la
consolidación del aprendizaje, lo cual justifica
científicamente la implementación de métodos
activos en las aulas de Educación Básica. Esta
mirada integradora reconoce la estrecha
relación entre cuerpo y mente, entre emoción y
cognición, y propone una educación física que
estimule no solo los músculos, sino también las
neuronas, los afectos y las habilidades sociales
del alumnado. La dimensión lúdica, expresiva y
creativa del movimiento se convierte así en un
motor del desarrollo global del niño. A pesar de
sus múltiples ventajas, la implementación de
métodos activos en la Educación Física escolar
enfrenta obstáculos importantes. Entre ellos
destacan la formación docente insuficiente, la
escasez de recursos metodológicos adecuados,
la falta de acompañamiento pedagógico y la
persistencia de paradigmas educativos
obsoletos que privilegian la estandarización y el
control sobre la flexibilidad y la adaptación.
León et al. (2023) señalan que muchos
docentes, aunque reconocen los beneficios de
las metodologías activas, sienten inseguridad al
momento de aplicarlas por temor a perder el
control del grupo, por desconocimiento de
estrategias efectivas o por presión institucional
para cumplir con indicadores de rendimiento
centrados en aspectos cuantitativos. Esta
realidad requiere una transformación estructural
del sistema educativo, que contemple políticas
de formación continua, dotación de materiales
adecuados y empoderamiento docente para
innovar y adaptarse a los desafíos del aula
contemporánea.
Desde una perspectiva comparativa, la literatura
científica ofrece abundantes evidencias sobre la
superioridad de los métodos activos frente a los
tradicionales en cuanto al impacto en el
aprendizaje, la motivación y el desarrollo de
competencias. Estudios realizados en distintos
países y niveles educativos han demostrado que
los estudiantes que participan en clases activas
de Educación Física muestran una mayor
disposición al esfuerzo, mayor compromiso con
las actividades, mejor desempeño motor y una
actitud más positiva hacia el área (Urrutia et al.,
2024). Además, estos métodos contribuyen a
reducir la brecha educativa entre estudiantes
con diferentes niveles de habilidad, al favorecer
la cooperación sobre la competencia, la
personalización del aprendizaje y el respeto por
el ritmo individual de desarrollo. No obstante,
estas ventajas solo pueden materializarse si el
contexto institucional y la cultura escolar
respaldan el cambio metodológico, brindando al
docente el apoyo necesario para planificar,
implementar y evaluar sus prácticas de forma
innovadora.
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En definitiva, el análisis de los métodos
tradicionales y activos en la enseñanza de la
Educación Física en Unidades de Educación
Básica permite visibilizar una tensión entre dos
concepciones educativas: una centrada en la
reproducción técnica y la disciplina, y otra
orientada al desarrollo integral, la inclusión y la
participación crítica. Mientras el enfoque
tradicional puede ofrecer resultados inmediatos
en términos de control y organización, el
enfoque activo apuesta por un aprendizaje más
profundo, sostenible y significativo. La elección
entre uno u otro modelo no debería basarse
únicamente en la comodidad o la tradición
institucional, sino en criterios pedagógicos,
éticos y científicos que respondan a las
necesidades reales del estudiantado y a los fines
de una educación transformadora. Por tanto,
este estudio asume como marco conceptual una
visión crítica de la práctica docente, en la que el
método activo no es solo una opción
metodológica, sino una postura ética
comprometida con una educación más justa,
inclusiva y humanizante.
Metodología
El presente estudio se inscribe en un enfoque
cuantitativo, con un diseño no experimental,
descriptivo y comparativo de corte transversal,
cuyo propósito fue analizar las diferencias entre
los métodos de enseñanza tradicionales y
activos aplicados en el área de Educación
Física, dentro del contexto específico de las
Unidades de Educación Básica del cantón
Milagro, Ecuador. Esta metodología permite
observar y describir fenómenos educativos tal
como ocurren en su contexto natural, sin
manipular deliberadamente las variables, pero
estableciendo relaciones entre los diferentes
enfoques metodológicos empleados y los
resultados obtenidos en términos de
motivación, desempeño motriz y percepción del
proceso formativo. El diseño comparativo
resulta pertinente, ya que permite valorar la
eficacia de ambos enfoques mediante la
medición de indicadores específicos y la
contrastación de datos empíricos recolectados
de forma rigurosa. Asimismo, se adoptó una
lógica deductiva, partiendo de referentes
teóricos ampliamente reconocidos sobre
pedagogía activa y tradicional, para luego
verificar su aplicación en contextos escolares
reales.
La muestra estuvo conformada por un total de
180 estudiantes de cuarto a séptimo año de
Educación Básica, con edades comprendidas
entre 8 y 12 años, pertenecientes a cuatro
instituciones educativas públicas del cantón
Milagro. La selección de los participantes se
realizó mediante un muestreo estratificado con
asignación equitativa, dividiendo a los
estudiantes en dos grupos comparativos: uno
que recibió clases bajo una metodología
tradicional (90 estudiantes) y otro con enfoque
activo (90 estudiantes), asegurando la
heterogeneidad dentro de cada grupo en cuanto
a género, edad y nivel académico. De igual
forma, participaron 8 docentes de Educación
Física con una experiencia profesional mínima
de cinco años, quienes implementaron los
enfoques metodológicos previamente definidos
y fueron observados durante el desarrollo de las
clases. La asignación de las metodologías se
basó en la práctica habitual de cada docente,
evitando alterar su estilo pedagógico natural,
con el fin de preservar la autenticidad del
proceso educativo. Esta estrategia
metodológica permitió obtener datos
comparables sin intervenir artificialmente en las
dinámicas propias del entorno escolar.
Para la recolección de la información se
utilizaron tres instrumentos complementarios.
En primer lugar, se aplicó un cuestionario tipo
Likert de cinco niveles, validado por expertos
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en educación y psicometría, destinado a medir
la percepción del alumnado respecto a la
motivación, el disfrute, la participación activa y
la comprensión del contenido en las clases de
Educación Física. En segundo lugar, se empleó
una rúbrica de observación motriz diseñada ad
hoc, en la que se evaluaron aspectos como
coordinación, equilibrio, desplazamiento, ritmo
y control corporal, a partir de una secuencia de
actividades estructuradas. Finalmente, se
realizó una entrevista semiestructurada a los
docentes participantes para recoger sus
valoraciones cualitativas sobre la efectividad de
los métodos empleados, las dificultades
encontradas y las estrategias utilizadas para
atender la diversidad del grupo. Los datos
cuantitativos fueron procesados mediante el
software estadístico SPSS v.25, aplicando
análisis descriptivos (frecuencias, medias,
desviación estándar) e inferenciales (pruebas t
de Student para muestras independientes y
análisis de varianza ANOVA), considerando un
nivel de significancia de 0,05. Esta
triangulación metodológica permitió reforzar la
validez y confiabilidad de los resultados,
aportando una visión holística del fenómeno
investigado.
Discusión y Resultados
Tabla 1. Comparación de resultados por
método de enseñanza
Variable evaluada
Método
tradicional
Método
activo
Motivación alta (%)
42
78,5
Participación activa (%)
48,5
85
Comprensión del contenido (%)
44
80
Desempeño motriz alto (%)
51
87,5
Actitud positiva hacia la
asignatura (%)
55,5
90
Fuente: elaboración propia
Los datos recolectados reflejan diferencias
notables entre los dos grupos estudiados: uno
expuesto a métodos tradicionales y otro a
metodologías activas. En primer lugar, se
observa que el nivel de motivación reportado
por los estudiantes fue significativamente
mayor en aquellos que participaron en clases
bajo métodos activos, alcanzando un 78,5 % de
percepción de alta motivación, frente al 42,0 %
registrado en el grupo tradicional. Este
resultado sugiere que el enfoque participativo,
lúdico y contextualizado de las metodologías
activas genera mayor interés y entusiasmo en
los estudiantes hacia la asignatura,
promoviendo una disposición más favorable
hacia el aprendizaje corporal. De forma similar,
en el indicador de participación activa, el grupo
que trabajó con estrategias activas reportó un
85,0 % de involucramiento alto, mientras que el
grupo tradicional apenas alcan un 48,5 %.
Este hallazgo se relaciona con las características
intrínsecas de los métodos activos, los cuales
promueven el trabajo en equipo, el diálogo, la
toma de decisiones y la interacción constante
durante la clase. Las observaciones en aula
confirmaron que los estudiantes del grupo
activo mostraban mayor iniciativa, liderazgo y
colaboración, en comparación con los del grupo
tradicional, quienes tendían a limitarse a
ejecutar instrucciones de forma mecánica.
La comprensión del contenido, medida a través
de los cuestionarios aplicados y complementada
por las observaciones docentes, también mostró
diferencias significativas entre ambos grupos.
Mientras el 80,0 % del grupo activo manifestó
entender claramente los objetivos y propósitos
de las actividades físicas desarrolladas, solo el
44,0 % del grupo tradicional reportó este nivel
de claridad. Este dato refuerza la hipótesis de
que los métodos activos, al contextualizar el
aprendizaje y fomentar la reflexión sobre la
experiencia, logran conectar el contenido con
los intereses, saberes previos y realidades de los
estudiantes, facilitando un aprendizaje más
profundo y duradero. En relación al desempeño
motriz, evaluado mediante una rúbrica de
observación estructurada, el grupo activo
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superó ampliamente al grupo tradicional. El
87,5 % de los estudiantes del grupo activo
alcanzó un nivel alto en habilidades como
coordinación, desplazamiento, equilibrio y
control corporal, frente al 51,0 % registrado en
el grupo que siguió una metodología
tradicional. Los docentes señalaron que la
variedad de estímulos, la adaptación de las
tareas a los diferentes niveles y el componente
lúdico de las clases activas facilitaron el
desarrollo progresivo de las habilidades
motrices en la mayoría de los participantes, sin
generar exclusión ni frustración.
En cuanto a la actitud general hacia la
asignatura de Educación Física, se identificó
una diferencia marcada. El 90,0 % de los
estudiantes del grupo activo manifestó tener una
actitud positiva hacia la materia, expresando
que disfrutan asistir a las clases y consideran
que les aportan beneficios personales y sociales.
En contraste, solo el 55,5 % del grupo
tradicional compartió esa valoración, mientras
que el restante mostdesinterés, aburrimiento
o desconexión con las actividades propuestas.
Estos resultados demuestran que el enfoque
metodológico incide no solo en el rendimiento,
sino también en el vínculo afectivo que los
estudiantes desarrollan con la asignatura.
Durante las entrevistas realizadas a los
docentes, se corroboró la tendencia observada
en los resultados cuantitativos. Los profesores
que implementaron métodos activos destacaron
que sus estudiantes se mostraban más
comprometidos, curiosos y participativos,
mientras que los que utilizaban metodologías
tradicionales reconocieron ciertas dificultades
para mantener la atención, generar entusiasmo
o integrar a todos los estudiantes en las
actividades. Uno de los docentes expresó que
“cuando los niños entienden el porqué de lo que
hacen y sienten que pueden decidir, su actitud
cambia por completo, incluso en quienes antes
no querían participar”.
Los análisis estadísticos inferenciales
confirmaron que las diferencias encontradas
entre los grupos son estadísticamente
significativas (p < 0,05) en todas las variables
evaluadas. La prueba T de Student aplicada a
cada indicador mostró valores t altos y
significativos a favor del grupo con
metodología activa, lo que respalda la hipótesis
de que este enfoque produce efectos más
positivos en la motivación, la participación, la
comprensión y el rendimiento motriz. Este
hallazgo da soporte cuantitativo a la necesidad
de replantear las prácticas pedagógicas actuales
en Educación Física dentro de las Unidades de
Educación Básica. Adicionalmente, las
observaciones de campo permitieron identificar
otros efectos indirectos de las metodologías
activas, como la mejora del clima de aula, la
disminución de conflictos entre compañeros y
el aumento del sentido de pertenencia hacia el
grupo. Estas dimensiones, aunque no fueron
medidas cuantitativamente en este estudio, se
evidenciaron con frecuencia en las sesiones
observadas y fueron mencionadas por varios
docentes. En contraste, en las clases
tradicionales se percibía mayor rigidez, menor
comunicación entre los estudiantes y un
predominio de la autoridad docente como único
eje organizador.
Cabe señalar que, aunque los resultados fueron
consistentemente favorables al método activo,
los docentes también identificaron ciertas
dificultades asociadas a su implementación,
como la necesidad de mayor tiempo para
planificar, la complejidad para adaptar las tareas
a todos los niveles y la exigencia de mayor
dinamismo físico y emocional por parte del
maestro. Sin embargo, todos coincidieron en
que los beneficios superan ampliamente los
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retos, y que, con una formación adecuada y
apoyo institucional, estas metodologías podrían
generalizarse de forma progresiva en el sistema
educativo. En síntesis, los resultados empíricos
obtenidos en este estudio confirman que los
métodos activos representan una alternativa
metodológica eficaz, inclusiva y motivadora
para la enseñanza de la Educación Física en el
nivel de Educación Básica. Su implementación,
aunque requiere compromiso, creatividad y
capacitación continua, ofrece ventajas
sustantivas frente al enfoque tradicional, al
generar aprendizajes más significativos,
promover el desarrollo integral del alumnado y
responder a las exigencias de una educación de
calidad para el siglo XXI.
Discusión de los resultados
Los hallazgos obtenidos en esta investigación
revelan de manera contundente las ventajas que
ofrecen los métodos de enseñanza activos en el
área de Educación Física, particularmente
cuando se aplican en contextos de Educación
Básica. Los resultados cuantitativos permiten
constatar que los estudiantes que participaron
en clases estructuradas con enfoque activo
presentaron niveles superiores en motivación,
participación, comprensión de contenidos y
desarrollo motriz, en comparación con aquellos
expuestos a métodos tradicionales. Estas
evidencias empíricas reafirman el supuesto
teórico de que el aprendizaje corporal no se
reduce a la repetición de gestos técnicos, sino
que involucra una dimensión experiencial,
afectiva y social que debe ser considerada por
los docentes al momento de planificar sus
intervenciones pedagógicas. En este sentido, el
método activo no solo mejora el rendimiento
motor, sino que potencia la relación del
estudiante con la asignatura, genera mayor
disfrute y favorece una comprensión más
profunda y crítica del rol del movimiento en su
vida cotidiana. Estas afirmaciones coinciden
con lo planteado por Hernández y de la Cruz
(2024) quienes sostienen que una enseñanza
basada en el juego, la cooperación y la
contextualización promueve aprendizajes más
significativos y sostenibles a largo plazo.
En lo referente al componente motivacional, se
constataron diferencias sustantivas entre ambos
enfoques, lo cual adquiere especial relevancia
en el nivel de Educación Básica, donde la
disposición emocional del niño o niña
condiciona en gran medida su involucramiento
con las tareas escolares. La motivación,
entendida como el motor interno que impulsa al
estudiante a actuar y a comprometerse con el
aprendizaje, se ve ampliamente estimulada
cuando las clases se desarrollan en ambientes
dinámicos, participativos y adaptados a sus
intereses. En el presente estudio, los estudiantes
del grupo activo manifestaron altos niveles de
entusiasmo, curiosidad y deseo de participar, lo
cual contrasta con los datos del grupo
tradicional, en el que predominaron respuestas
vinculadas al aburrimiento, la pasividad y la
percepción de las clases como monótonas.
Guaita (2024) destaca que la motivación escolar
no puede generarse únicamente a partir de la
obligación o la disciplina, sino que requiere
experiencias afectivamente significativas, en las
que el estudiante sienta que lo que aprende tiene
sentido, propósito y valor para su vida personal
y social. Así, las metodologías activas, al
conectar el aprendizaje con las emociones, se
constituyen en herramientas pedagógicas de
alto impacto.
En relación con la participación activa, los datos
revelan que los estudiantes que fueron
expuestos a métodos activos no solo
participaron con mayor frecuencia, sino que
también mostraron mayor implicación
cualitativa en las actividades, desarrollando
actitudes de liderazgo, cooperación y
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autorregulación. A diferencia del modelo
tradicional, que se basa en la obediencia a
consignas y en la ejecución unidireccional de
tareas, el enfoque activo promueve la toma de
decisiones, la negociación de roles y el
pensamiento estratégico, aspectos que
enriquecen la experiencia motriz y refuerzan el
sentido de agencia del estudiante. Ausubel
señalaba que el aprendizaje auténtico solo
ocurre cuando el sujeto se apropia del proceso,
lo interioriza y lo conecta con su estructura
cognitiva. En este marco, la participación deja
de ser una simple presencia física para
convertirse en una expresión consciente y
autónoma del sujeto en el espacio de
aprendizaje. Este resultado cobra especial
relevancia si se considera que, en contextos de
diversidad e inclusión, fomentar la
participación activa de todos los estudiantes
representa no solo un reto metodológico, sino
también un imperativo ético y pedagógico
(Guamán y Espinoza., 2022).
Respecto al desarrollo de las habilidades
motrices, el grupo con metodología activa
mostró un avance sustancial en las
competencias observadas, lo cual contradice el
prejuicio arraigado en ciertos sectores del
magisterio que asocia los métodos tradicionales
con un mayor rigor técnico. La evidencia
obtenida demuestra que los estudiantes que
aprenden mediante desafíos motores, juegos
cooperativos y tareas adaptadas a sus niveles
logran consolidar habilidades como la
coordinación, el equilibrio, el ritmo y la
precisión con mayor eficacia y en menor
tiempo. Esto se debe, en parte, a que el método
activo propicia una práctica más variada,
contextualizada y significativa, lo que favorece
no solo la mecanización del gesto, sino también
su comprensión funcional. Siedentop y Van der
Mars indican que el aprendizaje motor efectivo
no depende exclusivamente del número de
repeticiones, sino de la calidad del entorno
pedagógico, la motivación intrínseca y la
posibilidad de experimentar con el movimiento
desde múltiples enfoques. Así, lejos de
perjudicar el rendimiento técnico, el método
activo lo fortalece al integrar los aspectos
cognitivos, emocionales y sociales en la
ejecución del acto motor (Gamarra et al., 2023).
El clima de aula generado por las metodologías
activas también emerge como un elemento
diferenciador, según las observaciones de
campo y los testimonios docentes. En las clases
donde se implementaron estrategias activas, se
observó una atmósfera de cooperación, respeto
mutuo y entusiasmo colectivo, en la que los
conflictos disminuyeron y la interacción entre
pares se volvió más empática y constructiva.
Esta dimensión socioafectiva del aprendizaje
resulta esencial en el nivel de Educación Básica,
donde los estudiantes se encuentran en plena
etapa de desarrollo de su identidad personal y
social. Urrutia et al. (2024) sostienen que la
Educación Física, al ser una asignatura basada
en la interacción corporal, ofrece una
oportunidad privilegiada para trabajar valores
como la solidaridad, la responsabilidad y la
resiliencia, siempre que las metodologías
empleadas favorezcan estos principios. En
contraste, las clases tradicionales mostraron un
ambiente más rígido, con menor comunicación
horizontal y escasas oportunidades para el
diálogo, lo que limita no solo la participación,
sino también la construcción de vínculos
significativos entre los actores del proceso
educativo.
Es necesario reconocer que, si bien los métodos
activos presentan ventajas pedagógicas
ampliamente demostradas, su implementación
enfrenta desafíos estructurales, formativos e
institucionales que no pueden ser ignorados.
Los docentes que participaron en el estudio
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señalaron que la planificación de clases activas
requiere más tiempo, creatividad y adaptación,
lo cual puede generar desgaste si no se cuenta
con condiciones adecuadas de trabajo.
Asimismo, la falta de formación específica en
metodologías activas, la ausencia de materiales
didácticos y la presión por cumplir con
currículos estandarizados pueden desincentivar
la innovación. León et al. (2023) advierten que
la transición hacia modelos pedagógicos activos
no puede recaer exclusivamente en la voluntad
individual del docente, sino que debe ser
promovida desde una política educativa
coherente, que brinde acompañamiento,
formación continua y reconocimiento
profesional. Solo así será posible consolidar una
Educación Física escolar que responda a los
principios de equidad, inclusión y calidad,
pilares esenciales para una educación que forme
ciudadanos críticos, activos y comprometidos
con su desarrollo integral y el de su comunidad.
Conclusiones
A partir de los resultados obtenidos y del
análisis riguroso realizado a lo largo de esta
investigación, se puede concluir que la
metodología de enseñanza empleada en la
asignatura de Educación Física incide de
manera directa y determinante en la experiencia
formativa del estudiantado en el nivel de
Educación Básica. Las evidencias empíricas
demuestran con claridad que el método activo
genera impactos significativamente más
positivos que el método tradicional, no solo en
el desarrollo de habilidades motrices, sino
también en variables esenciales como la
motivación, la participación activa, la
comprensión del contenido y la actitud hacia la
asignatura. En este sentido, el modelo
pedagógico centrado en el estudiante, basado en
el juego, la interacción social, la autonomía y la
construcción reflexiva del aprendizaje, se
perfila como una herramienta educativa
imprescindible para responder a los desafíos de
una escuela que busca ser inclusiva,
significativa y transformadora. La Educación
Física, por su carácter dinámico y corporal, se
posiciona como un escenario idóneo para
materializar estos principios pedagógicos,
siempre que se logre una planificación didáctica
coherente y contextualizada a las características
reales del grupo.
Asimismo, se concluye que el enfoque
metodológico activo no solo enriquece los
procesos cognitivos y motrices, sino que
también fortalece la dimensión emocional del
aprendizaje, configurando un entorno de aula
más humano, empático y abierto a la diversidad.
Los estudiantes que participan de clases activas
no solo logran aprender mejor, sino que también
se sienten valorados, escuchados y
protagonistas de su proceso formativo. Esta
percepción de agencia y pertenencia, muchas
veces ausente en los entornos tradicionales
centrados en la reproducción técnica, favorece
la consolidación de actitudes positivas hacia la
actividad física, el trabajo en equipo y la
resolución colaborativa de problemas. La
conexión entre emoción y aprendizaje se
convierte así en un eje central para potenciar la
relación afectiva con la asignatura, generando
un compromiso sostenido que trasciende la
clase y se proyecta hacia el estilo de vida del
estudiante, su autoestima y su disposición a
participar activamente en espacios de
movimiento, recreación y bienestar corporal,
tanto dentro como fuera de la escuela. Los
hallazgos también revelan que los métodos
activos promueven el desarrollo de una
Educación Física más crítica, reflexiva y
conectada con la realidad del estudiante. En
lugar de limitarse a la reproducción de patrones
motores, las estrategias activas integran
contenidos significativos, prácticas
cooperativas y experiencias contextualizadas
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que permiten al estudiante interpretar el
movimiento como una forma de expresión,
salud, convivencia y cultura. Este giro
metodológico, lejos de ser una moda
pedagógica, constituye una respuesta coherente
a los nuevos paradigmas educativos que
demandan una formación holística e integral del
ser humano desde edades tempranas. Al
fomentar la exploración, la creatividad y la
adaptación, el enfoque activo se convierte en
una plataforma para el desarrollo de
competencias transversales como la
autorregulación, el liderazgo, la empatía y la
capacidad de aprender a aprender,
contribuyendo a formar sujetos críticos y
comprometidos con su entorno social y natural,
más allá del rendimiento deportivo o de la
evaluación técnica de sus movimientos.
Sin embargo, también se identifica que el
tránsito hacia una enseñanza activa requiere de
condiciones institucionales y estructurales que
actualmente no siempre están garantizadas en
las Unidades de Educación Básica. Aunque
muchos docentes expresan apertura y voluntad
de aplicar metodologías activas, se enfrentan a
múltiples barreras como la falta de tiempo, la
escasa formación específica, la ausencia de
materiales didácticos adecuados y la presión por
cumplir con objetivos curriculares
estandarizados que no consideran la diversidad
del alumnado ni la complejidad del acto
pedagógico. Por tanto, es imprescindible que las
instituciones educativas, junto con los
organismos responsables de la política pública,
promuevan procesos de acompañamiento,
capacitación continua, inversión en recursos y
adecuación curricular, para que la innovación
metodológica deje de ser un esfuerzo individual
y se convierta en una práctica
institucionalizada, respaldada y sostenida en el
tiempo, que beneficie a toda la comunidad
educativa.
También es importante señalar que las
metodologías activas no deben concebirse como
recetas fijas o universales, sino como marcos de
actuación pedagógica flexibles, adaptables a los
contextos y a las características particulares de
cada grupo de estudiantes. La riqueza de este
enfoque radica precisamente en su capacidad
para integrar diversas estrategias didácticas,
atender a los distintos estilos de aprendizaje y
ofrecer soluciones pedagógicas que respondan a
los retos reales del aula. Por tanto, se
recomienda que los docentes desarrollen
habilidades de análisis crítico, planificación
diferenciada y evaluación formativa, que les
permitan tomar decisiones didácticas
fundamentadas y creativas, ajustadas a las
necesidades concretas de sus estudiantes. De
este modo, la Educación Física dejará de ser
percibida como un espacio de actividad física
descontextualizada, y se convertirá en un
escenario pedagógico integral, donde el cuerpo,
el pensamiento, la emoción y la acción se
articulen en favor del desarrollo pleno del niño
y la niña.
Finalmente, se plantea que este estudio puede
servir como punto de partida para la generación
de nuevas líneas de investigación que
profundicen en los efectos de las metodologías
activas en otros niveles educativos, en áreas
curriculares distintas o en poblaciones con
características específicas. También se
recomienda incorporar metodologías de
investigación mixtas y enfoques longitudinales
que permitan observar el impacto sostenido de
estas prácticas en el tiempo. La transformación
metodológica en Educación Física requiere no
solo de evidencias teóricas y empíricas, sino
también de una comunidad académica
comprometida con el estudio, la evaluación y la
mejora continua de la práctica pedagógica. Este
trabajo reafirma la urgencia de promover una
enseñanza más reflexiva, democrática y
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centrada en el estudiante, capaz de garantizar
una educación de calidad que potencie la
construcción de ciudadanos activos,
responsables y plenamente integrados en sus
contextos culturales y sociales.
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Jara Almeida, Cristhian Oswaldo Valdiviezo
Fuentes, Víctor Braulio Benítez Quinche y Rodrigo
Xavier Salguero Rubio.