Ciencia y Educación
(L-ISSN: 2790-8402 E-ISSN: 2707-3378)
Vol. 5 No. 10
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EL DESARROLLO PSICOMOTOR EN LA EDUCACIÓN INICIAL Y SU INFLUENCIA EN
EL RENDIMIENTO ACADÉMICO Y FÍSICO EN LA EDUCACIÓN BÁSICA: UN
ENFOQUE INTERDISCIPLINARIO
PSYCHOMOTOR DEVELOPMENT IN EARLY CHILDHOOD EDUCATION AND ITS
INFLUENCE ON ACADEMIC AND PHYSICAL PERFORMANCE IN BASIC EDUCATION:
AN INTERDISCIPLINARY APPROACH
Autores: ¹Monica Lorena Villalva Cevallos, ²Alba Jeanneth Chicaiza Tigasi, ³Franklin Javier
Guamangallo Moreno y
4
Lilia Margoth Claudio Chicaiza.
¹ORCID ID: https://orcid.org/0009-0002-6671-3284
²ORCID ID: https://orcid.org/0009-0001-2811-4670
³ORCID ID: https://orcid.org/0009-0008-1226-1300
4
ORCID ID: https://orcid.org/0009-0005-2513-0164
¹E-mail de contacto: monica.villalva@educacion.gob.ec
²E-mail de contacto: alba.chicaiza@educacion.gob.ec
³E-mail de contacto: franklin.guamangallo@educacion.gob.ec
4
E-mail de contacto: lilia.claudio@educacion.gob.ec
Afiliación: ¹*
4
* Unidad Educativa 19 de Septiembre ²*³*Unidad Educativa Pastocalle, (Ecuador).
Articulo recibido: 31 de Julio del 2024
Articulo revisado: 1 de Agosto del 2024
Articulo aprobado: 19 de Septiembre del 2024
¹Licenciada en Ciencias de la Educación mención Educación Parvularia graduada de la Universidad Técnica de Ambato, (Ecuador). Posee
un masterado en Educación Básica otorgada de la Universidad Estatal de Milagro, (Ecuador).
²Licenciada en Ciencias de la Educación mención Educación Parvularia graduada de la Universidad Técnica de Ambato, (Ecuador).
³Licenciado en Ciencias de la Educación mención Cultura Física graduado de la Universidad Técnica de Ambato, (Ecuador).
4
Licenciada en Ciencias de la Educación mención Educación Parvularia graduada de la Universidad Técnica de Ambato, (Ecuador). Posee
un masterado en Educación Inicial otorgada de la Universidad Estatal de Milagro, (Ecuador).
Resumen
El desarrollo psicomotor en la educación inicial
juega un papel crucial en el rendimiento
académico y físico de los niños en la educación
básica. Este estudio examina cómo las
habilidades motoras gruesas y finas adquiridas
en la primera infancia influyen directamente en
áreas como la lectura, la escritura, y el control
emocional. A través de un enfoque
interdisciplinario, que abarca la neurociencia,
la psicología del desarrollo y la pedagogía, se
analizó la relación entre la actividad física
temprana y el desarrollo de funciones
ejecutivas, tales como la memoria de trabajo, la
atención y el control inhibitorio, todas
esenciales para el éxito académico. Los
resultados sugieren que los niños con un
adecuado desarrollo psicomotor tienen un
mejor desempeño académico, una mayor
capacidad de concentración y una mejor
regulación emocional. Además, se destaca la
importancia de intervenciones tempranas para
aquellos que presentan retrasos en el desarrollo
motor, ya que dichas dificultades pueden
afectar tanto su rendimiento académico como
su bienestar físico. El estudio también pone de
manifiesto la necesidad de políticas educativas
que integren la actividad física en el currículo
escolar, promoviendo un desarrollo integral
que abarque los aspectos físicos, emocionales y
cognitivos. En conclusión, el desarrollo
psicomotor en la educación inicial es un
predictor clave del éxito en la educación básica,
por lo que se requiere un enfoque
interdisciplinario que asegure una intervención
temprana y efectiva.
Palabras clave: Desarrollo psicomotor,
Rendimiento académico, Intervención
temprana.
Abstract
Psychomotor development in early childhood
plays a crucial role in children's academic and
physical performance in primary education.
This study examines how gross and fine motor
skills acquired in early childhood directly
influence areas such as reading, writing, and
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emotional control. Through an
interdisciplinary approach, encompassing
neuroscience, developmental psychology, and
pedagogy, the relationship between early
physical activity and the development of
executive functions, such as working memory,
attention, and inhibitory control, all essential
for academic success, was analyzed. The
results suggest that children with adequate
psychomotor development have better
academic performance, a greater ability to
concentrate, and better emotional regulation. In
addition, the importance of early interventions
for those who have delays in motor
development is highlighted, since these
difficulties can affect both their academic
performance and their physical well-being. The
study also highlights the need for educational
policies that integrate physical activity into the
school curriculum, promoting comprehensive
development that encompasses physical,
emotional, and cognitive aspects. In
conclusion, psychomotor development in early
childhood education is a key predictor of
success in basic education, so an
interdisciplinary approach is required to ensure
early and effective intervention.
Keywords: Psychomotor development,
Academic performance, Early intervention.
Sumário
O desenvolvimento psicomotor na educação
infantil desempenha um papel crucial no
desempenho acadêmico e físico das crianças da
educação básica. Este estudo examina como as
habilidades motoras grossas e finas adquiridas
na primeira infância influenciam diretamente
áreas como leitura, escrita e controle
emocional. Através de uma abordagem
interdisciplinar, abrangendo neurociência,
psicologia do desenvolvimento e pedagogia,
foi analisada a relação entre a atividade física
precoce e o desenvolvimento de funções
executivas, como memória de trabalho, atenção
e controle inibitório, essenciais para o sucesso
acadêmico. Os resultados sugerem que crianças
com desenvolvimento psicomotor adequado
apresentam melhor desempenho acadêmico,
maior capacidade de concentração e melhor
regulação emocional. Além disso, destaca-se a
importância de intervenções precoces para
quem apresenta atrasos no desenvolvimento
motor, uma vez que essas dificuldades podem
afetar tanto o seu desempenho acadêmico
quanto o seu bem-estar físico. O estudo
também destaca a necessidade de políticas
educacionais que integrem a atividade física ao
currículo escolar, promovendo um
desenvolvimento integral que abranja aspectos
físicos, emocionais e cognitivos. Em
conclusão, o desenvolvimento psicomotor na
educação infantil é um preditor chave do
sucesso na educação básica, razão pela qual é
necessária uma abordagem interdisciplinar
para garantir uma intervenção precoce e eficaz.
Palavras-chave: Desenvolvimento
psicomotor, Desempenho acadêmico,
Intervenção precoce.
Introducción
El desarrollo psicomotor constituye un proceso
esencial que se inicia durante los primeros años
de vida y engloba la adquisición de
competencias motoras, cognitivas y
emocionales. La relevancia de este proceso ha
sido extensamente documentada en múltiples
disciplinas, incluyendo la psicología, la
pedagogía y las neurociencias. Estas disciplinas
convergen en la afirmación de que las
experiencias motrices tempranas son
fundamentales para el desarrollo holístico de los
niños (Macías, M., García, I., Bernal, E., &
Zapata, E., 2020). Desde una perspectiva
interdisciplinaria, se ha constatado que la
educación temprana, al enfocarse en la
promoción del desarrollo psicomotor, no solo
promueve la competencia física, sino también el
desarrollo de habilidades cognitivas y
socioemocionales indispensables para el logro
exitoso en la educación básica (Rodríguez, G.,
2023).
Dentro de este marco, el concepto de desarrollo
psicomotor alude a la interrelación entre las
habilidades motoras y los procesos cognitivos.
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A lo largo de la fase de educación temprana, los
infantes experimentan un acelerado desarrollo
en sus habilidades motoras gruesas y finas, lo
cual tiene repercusiones directas en su
evolución cognitiva (León, M., Mora, L., &
Tovar, G., 2021). Las competencias motoras
gruesas comprenden tareas que demandan la
aplicación de extensos grupos musculares, tales
como correr y saltar, mientras que las
competencias motoras finas implican
movimientos de mayor precisión, tales como la
manipulación de objetos de tamaño reducido y
la escritura (Merizalde, M., Álvarez, G., &
Cerza, B., 2022). Estas competencias no se
cultivan de forma autónoma, sino que
mantienen una interconexión profunda con el
desarrollo cerebral y la capacidad para llevar a
cabo tareas cognitivas complejas (Bernate, J.,
Rojas, L., & Mendoza, J., 2024).
La educación temprana desempeña un papel
fundamental en la configuración de los
fundamentos psicomotores que los infantes
emplearán a lo largo de su existencia. Mediante
la actividad lúdica, la exploración y las
actividades físicas, los infantes no solo
potencian sus habilidades motoras, sino que
también fomentan competencias cognitivas,
tales como la atención, la memoria y la
resolución de problemas (Torres, 2022). En
realidad, múltiples investigaciones han
destacado que un ambiente educativo que
fomente el movimiento y la actividad física está
vinculado con un mejor desempeño académico
durante los primeros años de la educación
básica (Martínez, C., López, M., Suarez, S.,
Loureiro, V., & Ruiz, A., 2023). Esto indica que
las intervenciones dirigidas a la estimulación
psicomotora durante la educación inicial
pueden ejercer un efecto duradero en el
rendimiento académico.
La correlación entre el desarrollo psicomotor y
el desempeño académico ha sido objeto de un
extenso estudio. De acuerdo con Herrera, B.,
Parado, B., & Aburto, G. (2021), se observa una
correlación positiva entre las competencias
motoras finas adquiridas durante la primera
infancia y el desempeño académico en
disciplinas como la lectura y la escritura. Los
niños que exhiben un desarrollo insuficiente en
estas competencias suelen enfrentar desafíos en
tareas académicas que demandan precisión y
coordinación. Adicionalmente, los estudios han
evidenciado que la motricidad gruesa está
vinculada también con la habilidad de
concentración y atención, competencias
esenciales para el proceso de aprendizaje
(Sánchez, L., Criollo, L., & Jácome, G., 2024).
Esta afirmación consolida la noción de que el
desarrollo psicomotor no solo ejerce una
influencia significativa en el desempeño físico,
sino que también desempeña un papel
fundamental en el desarrollo cognitivo.
En el contexto físico, el desarrollo psicomotor
en la etapa inicial de la educación establece los
cimientos para la competencia motriz en fases
subsecuentes. Los niños que cultivan
habilidades motoras fundamentales, tales como
la coordinación, el equilibrio y la fuerza, suelen
exhibir un desempeño superior en actividades
deportivas y recreativas durante el periodo de
educación básica (Valero, F., Sánchez, S., &
Lara, M., 2023). Estas habilidades no solo
resultan fundamentales para el triunfo en el
dominio físico, sino que también favorecen el
bienestar integral de los niños, fomentando
comportamientos saludables que pueden
perdurar a lo largo de su vida (Belén, P., Soto,
J., & Muñoz, M., 2023). En este contexto, la
etapa inicial de la educación debe ser
considerada como un periodo crucial para la
promoción de la salud y la prevención del
sedentarismo.
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Desde un enfoque neurocientífico, la etapa
temprana del desarrollo psicomotor ejerce un
impacto considerable en la plasticidad cerebral.
A lo largo de los primeros años de vida, el
cerebro exhibe una receptividad particular hacia
las experiencias motrices, lo que promueve la
formación de nuevas conexiones neuronales
(Martínez, 2021). Esta plasticidad cerebral es
indispensable para la evolución de funciones
ejecutivas, tales como la planificación, la
atención y el control inhibitorio, las cuales son
esenciales para el logro académico (Villafuerte,
N., Hernández, E., & Camacho, A., 2022). En
consecuencia, un ambiente que promueva el
movimiento y la actividad física no solo
favorece el desarrollo motor, sino que también
promueve el desarrollo cognitivo.
Desde una perspectiva psicológica, las
competencias psicomotoras mantienen una
estrecha relación con el desarrollo emocional y
social de los infantes. Las actividades que
conllevan movimiento, tales como el juego
grupal, no solo promueven la adquisición de
competencias motoras, sino que también
promueven la interacción social y el desarrollo
de habilidades emocionales, tales como la
empatía y el autocontrol (Román, S., Risoto, A.,
& Ruano, M., 2022). En este contexto, el
desarrollo psicomotor no solo ejerce influencia
en las esferas física y cognitiva, sino que
también resulta indispensable para el bienestar
emocional de los infantes. Un infante que
percibe su competencia motora es más
susceptible a cultivar una autoestima positiva,
lo cual se traduce en su predisposición para
adquirir conocimientos y participar en
actividades académicas (Beltrán, 2024).
La perspectiva interdisciplinaria en la
investigación del desarrollo psicomotor
comprende la necesidad de incorporar
conocimientos provenientes de diversas
disciplinas, tales como la psicología, la
pedagogía y la neurociencia. Esta perspectiva
facilita una comprensión más integral de cómo
las competencias motoras inciden en el
desarrollo holístico del infante. Por ejemplo,
desde la perspectiva de la neurociencia, se ha
evidenciado que el movimiento activa regiones
cerebrales asociadas con la función ejecutiva, lo
cual insinúa que el desarrollo psicomotor está
intrínsecamente vinculado al rendimiento
académico (Godoy, V., Granda, G., & Cobos,
A., 2024). Además, desde la perspectiva
pedagógica, se ha destacado la relevancia de
incorporar actividades físicas en el plan de
estudios de la educación temprana como una
estrategia para potenciar tanto el desarrollo
motor como el cognitivo (Arufe, V., Pena, A.,
& Navarro, R., 2021).
Es crucial destacar que el desarrollo psicomotor
no debe ser concebido como un elemento
aislado dentro de la educación inicial, sino
como un componente esencial del proceso de
aprendizaje. Es imperativo considerar las
actividades físicas y motrices como un
instrumento pedagógico que promueve el
desarrollo cognitivo, emocional y social de los
niños (Angulo, B., Estupiñán, P., Ramírez, V.,
Echeverría, P., Fischer, M., & Machado, P.,
2023). En este contexto, recae sobre los
educadores la obligación de establecer
contextos educativos que fomenten el
movimiento y la actividad física, reconociendo
que dichas actividades no solo favorecen el
desarrollo físico, sino también el rendimiento
académico y el bienestar emocional de los
estudiantes.
Marco teórico
Desarrollo psicomotor durante la etapa de
educación temprana
El desarrollo psicomotor en la etapa inicial de la
educación es un proceso dinámico que
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involucra la interacción entre los sistemas
biológicos, neurológicos y ambientales que
facilitan la adquisición de habilidades motoras
fundamentales en los infantes, como la
motricidad gruesa y fina. Esta fase, que se
extiende desde los primeros meses de vida hasta
los seis años, es esencial para el desarrollo
holístico del sujeto, dado que las experiencias
motoras tempranas ejercen una influencia
directa en el desarrollo físico, el desarrollo
cognitivo y las habilidades socioemocionales
(Acebo, C., & Poveda, C., 2020). De acuerdo
con Arufe, V., Pena, A., & Navarro, R. (2021),
el desarrollo psicomotor representa el cimiento
de las futuras competencias académicas y
físicas, lo que hace que su fomento en la
educación temprana sea esencial para el logro a
largo plazo.
Las competencias motoras de gran envergadura,
que implican la gestión de extensos grupos
musculares, son fundamentales para actividades
como caminar, correr, saltar y mantener el
equilibrio. Estas competencias no solo son
esenciales para la práctica física, sino que
también favorecen el desarrollo de la
percepción espacial y la coordinación,
componentes esenciales para el éxito en tareas
académicas como la redacción y la lectura
(Morocho, G., & Moreno, A., 2022). La
evolución de la motricidad gruesa se vincula
directamente con la maduración neurológica y
la experiencia motora, lo que enfatiza la
relevancia de un ambiente que promueva el
movimiento y la exploración durante los
primeros años de vida (Rodríguez, C., &
Lizbeth, J., 2024).
En contraposición, la motricidad fina se refiere
al control exacto de músculos pequeños, tales
como los de las manos y los dedos, y es esencial
para tareas que demandan habilidad y
coordinación, tales como la manipulación de
utensilios, el dibujo y la escritura (Gamboa,
2024). La evolución de estas competencias es
un indicador de la madurez del sistema nervioso
y se asocia con la habilidad del infante para
llevar a cabo tareas académicas que requieren
precisión y coordinación visual-motora, tales
como la lectura y la escritura (Callapiña, N., &
Miranda, K., 2022). La adquisición de estas
habilidades motoras finas no solo constituye un
requisito indispensable para el logro académico,
sino que también está vinculada con el fomento
de la autoconfianza y la independencia.
La evolución psicomotora en la etapa inicial de
la educación se ve afectada por factores
biológicos y ambientales. Desde un enfoque
neurobiológico, las experiencias motoras
iniciales fomentan la formación de conexiones
neuronales, lo cual propicia el desarrollo de
habilidades cognitivas y motoras de mayor
complejidad (Arufe, V., Pena, A., & Navarro,
R., 2021). En este contexto, la plasticidad
cerebral durante los primeros años de vida
facilita la adaptación y reestructuración cerebral
en respuesta a los estímulos ambientales,
enfatizando la relevancia de ofrecer un
ambiente enriquecido en oportunidades para el
movimiento y la exploración (Martínez, 2021).
Por lo tanto, el desarrollo psicomotor no se
limita a ser un indicador del desarrollo físico,
sino que también se manifiesta como un reflejo
del desarrollo neurocognitivo.
Adicionalmente a los elementos biológicos, el
contexto educativo juega un papel crucial en la
promoción del desarrollo psicomotor. Un
programa académico que incorpore tanto
actividades físicas estructuradas como no
estructuradas, junto con el juego libre, puede
promover el desarrollo de habilidades motoras
gruesas y finas, al tiempo que promueve la
creatividad, la solución de problemas y la
interacción social (Godoy, V., Granda, G., &
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Cobos, A., 2024). Los educadores en la fase
inicial tienen la obligación de establecer
ambientes que fomenten el movimiento y que
reconozcan la relevancia del desarrollo
psicomotor como un elemento fundamental del
aprendizaje temprano (Rodríguez, C., &
Lizbeth, J., 2024).
Específicamente, el juego ha sido reconocido
como un instrumento pedagógico fundamental
para el desarrollo psicomotor en la etapa inicial
de la educación. Mediante el juego, los niños no
solo desarrollan competencias motoras, sino
que también cultivan habilidades cognitivas y
socioemocionales (Angulo, B., Estupiñán, P.,
Ramírez, V., Echeverría, P., Fischer, M., &
Machado, P., 2023). El juego facilita a los niños
la experimentación con su entorno, la
adquisición de nuevas competencias y la
confrontación de desafíos, factores que
contribuyen a su desarrollo holístico.
Adicionalmente, actividades lúdicas, tales
como correr, saltar y escalar, fomentan el
desarrollo de la motricidad gruesa, mientras que
actividades de mayor delicadeza, como el
dibujo o la manipulación de objetos de pequeño
tamaño, potencian la motricidad fina (Torres,
2022).
Un componente esencial del desarrollo
psicomotor es la etapa durante la cual los
infantes adquieren competencias motoras. De
acuerdo con Vintimilla, D. (2024), el progreso
psicomotor se rige por una secuencia
sistemática, en la que las competencias más
elementales se adquieren antes que las más
complejas. Esta secuencia está condicionada
tanto por la maduración biológica como por las
experiencias educativas, lo que indica que una
estimulación apropiada en la educación
temprana puede acelerar el desarrollo de
determinadas habilidades motoras (Acebo, C.,
& Poveda, C., 2020). Sin embargo, es crucial
reconocer que cada niño se desarrolla a su
propio ritmo, y que las variaciones individuales
en el desarrollo motor son comunes y deben ser
respetadas (Merizalde, M., Álvarez, G., &
Cerza, B., 2022).
La intervención precoz en el desarrollo
psicomotor constituye un elemento crucial para
evitar obstáculos en el aprendizaje y el
desempeño físico en fases subsiguientes.
Investigaciones han evidenciado que los
infantes con retrasos en el desarrollo motor
tienden a experimentar dificultades en áreas
como la atención, la memoria y la coordinación
visomotora, lo cual puede influir negativamente
en su desempeño académico y su bienestar
emocional (Ares, T., Souto, I., Gómez, L., &
Torres, R., 2020). En consecuencia, resulta
imperativo que los educadores detecten a
tiempo las dificultades en el desarrollo
psicomotor y proporcionen intervenciones
oportunas que incorporen actividades motoras
apropiadas para fomentar el crecimiento y el
aprendizaje (Mollineda, M., Borrego, E., Véliz,
V., & Vargas, R., 2021).
La adopción de una perspectiva
interdisciplinaria en el estudio del desarrollo
psicomotor ha facilitado una comprensión más
detallada de cómo las experiencias motrices
tempranas inciden en el desarrollo integral del
infante. Desde la perspectiva de la neurociencia,
se ha evidenciado que el movimiento y la
actividad física no solo están vinculados al
desarrollo motor, sino que también desempeñan
una función esencial en la formación de redes
neuronales que promueven el aprendizaje
cognitivo (Martínez, C., López, M., Suarez, S.,
Loureiro, V., & Ruiz, A., 2023). Además, desde
la perspectiva de la psicología del desarrollo, se
ha constatado que las interacciones sociales y
emocionales durante las actividades físicas
fomentan el desarrollo de habilidades sociales y
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la autorregulación (Román, S., Risoto, A., &
Ruano, M., 2022). Esto consolida la noción de
que el desarrollo psicomotor constituye un
proceso holístico que engloba diversas facetas
del desarrollo infantil.
El desarrollo psicomotor está igualmente
asociado con la salud y el bienestar integral del
infante. La práctica regular de actividad física
durante los primeros años de vida no solo
promueve el desarrollo físico, sino que también
favorece la prevención de afecciones sanitarias
como la obesidad infantil y el sedentarismo
(Vázquez, M., González, G., Alonso, J.,
Melguizo, E., Ubago, L., & Puertas, P., 2023).
Adicionalmente, la práctica de la actividad
física se asocia con la regulación emocional y la
gestión del estrés, lo que indica que un
desarrollo psicomotor apropiado puede aportar
beneficios tanto físicos como psicológicos
(Olhaberry, M., & Sieverson, C., 2022). En
consecuencia, la educación temprana debería
incorporar una estrategia centrada en la
promoción de la actividad física como un
enfoque esencial para el desarrollo holístico y la
salud infantil.
Actualmente, los programas de educación
temprana que fomentan el desarrollo
psicomotor mediante actividades físicas
estructuradas han evidenciado resultados
favorables en lo que respecta al rendimiento
académico y físico (Guamán, Á., & Valdiviezo,
C., 2024). Estos programas, que amalgaman el
juego, la actividad física y el aprendizaje
cognitivo, han evidenciado que los infantes que
se involucran regularmente en actividades
motrices no solo optimizan sus habilidades
motoras, sino que también exhiben mejoras en
áreas como la atención, la memoria y la
resolución de problemas (Martínez, C., López,
M., Suarez, S., Loureiro, V., & Ruiz, A., 2023).
Esto enfatiza la relevancia de una perspectiva
pedagógica que identifique el desarrollo
psicomotor como un elemento fundamental del
currículo en la educación temprana.
Es imperativo que los educadores, progenitores
y formuladores de políticas educativas
comprendan la relevancia del desarrollo
psicomotor en la etapa inicial de la educación.
Un enfoque holístico que fomente el desarrollo
de competencias motoras gruesas y finas, en
conjunción con la promoción de actividad física
regular, puede ejercer un impacto perdurable en
el rendimiento académico y físico de los niños
(Vázquez, R., Palchisaca, T., Mediavilla, Á., &
Jarrín, A., 2020). Las investigaciones
contemporáneas postulan que un ambiente
favorable para el movimiento y la exploración
no solo potencia el desarrollo psicomotor, sino
que también favorece la salud mental y
emocional de los infantes, facilitando el camino
para un aprendizaje y desarrollo óptimos en las
fases subsiguientes del desarrollo (Arufe, V.,
Pena, A., & Navarro, R., 2021).
Influencia en el rendimiento académico
La correlación entre el crecimiento psicomotor
y el desempeño académico ha sido objeto de
estudio en diversas disciplinas, incluyendo la
neurociencia, la psicología del desarrollo y la
pedagogía. Se ha evidenciado que las
competencias motoras adquiridas durante la
primera infancia, especialmente durante la fase
de educación inicial, ejercen un impacto
considerable en las habilidades cognitivas
requeridas para el aprendizaje escolar (Angulo,
B., Estupiñán, P., Ramírez, V., Echeverría, P.,
Fischer, M., & Machado, P., 2023). Las
competencias motoras gruesas y finas,
esenciales en esta fase, no solo promueven la
regulación física, sino que también están
intrínsecamente vinculadas a funciones
ejecutivas tales como la atención, la memoria de
trabajo y el control inhibitorio, que son
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cruciales para el desempeño académico
(Vázquez, R., Palchisaca, T., Mediavilla, Á., &
Jarrín, A., 2020).
Uno de los descubrimientos más significativos
en esta disciplina es la correlación entre la
motricidad fina y el desempeño en tareas
académicas que demandan precisión, tales
como la escritura y la lectura. De acuerdo con
Gamboa, L. (2024), los niños que exhiben un
desarrollo apropiado de sus habilidades motoras
finas exhiben una mayor aptitud para llevar a
cabo tareas académicas que demandan
habilidad manual, tales como la manipulación
de lápices y tijeras. Estas funciones no solo
resultan esenciales para el logro exitoso en la
escritura, sino que también están vinculadas con
la coordinación visomotora, que es esencial
para la lectura, dado que conlleva la habilidad
de seguir visualmente las palabras en un texto.
La evolución de la motricidad gruesa ha
demostrado ejercer una influencia considerable
en el desempeño académico, aunque de manera
indirecta. Las habilidades motoras de gran
magnitud, tales como correr, saltar y mantener
el equilibrio, están asociadas con la regulación
de la atención y la concentración, competencias
esenciales para el proceso de aprendizaje
(Rodríguez, C., & Lizbeth, J., 2024).
Investigaciones han evidenciado que los niños
que se involucran regularmente en actividades
físicas que fomentan el desarrollo de estas
habilidades motoras gruesas tienden a exhibir
niveles superiores de atención y control
inhibitorio en el entorno educativo, lo cual
facilita un procesamiento más eficiente de la
información y una participación activa en el
proceso de aprendizaje (Sánchez, L., Criollo,
L., & Jácome, G., 2024).
Adicionalmente a la atención, las capacidades
ejecutivas, tales como la memoria de trabajo y
el control inhibitorio, también se ven afectadas
por el desarrollo psicomotor. Belén, P., Soto, J.,
& Muñoz, M. (2023) sostienen que la actividad
física y el movimiento están intrínsecamente
vinculados con el desarrollo de las funciones
ejecutivas, las cuales son fundamentales para el
logro académico. La memoria operativa, la cual
facilita a los niños la retención y manipulación
de información a corto plazo, es esencial para
tareas académicas tales como las matemáticas y
la resolución de problemáticas. Las
investigaciones han evidenciado que los niños
con un desarrollo motor óptimo poseen una
mayor habilidad para llevar a cabo tareas que
demandan la utilización de la memoria de
trabajo, lo que facilita un aprendizaje y
aplicación más eficiente de conceptos
académicos (Morocho, G., & Moreno, A.,
2022).
El control inhibitorio, entendido como la
habilidad para regular impulsos y conductas, ha
sido también favorecido por un desarrollo
psicomotor apropiado. Los niños que se
involucran en actividades físicas que demandan
control y coordinación suelen cultivar
habilidades superiores de autorregulación, lo
cual les facilita la concentración en tareas
académicas y la evitación de distracciones
(Quintero, J., Álvarez, A., & Restrepo, M.,
2022). Esta habilidad de autorregulación es
esencial para el éxito en el contexto académico,
dado que faculta a los alumnos para acatar
instrucciones, ejecutar tareas y administrar su
comportamiento en contextos de elevada
exigencia cognitiva (Sagredo, 2022).
Un elemento crucial del desarrollo psicomotor
y su impacto en la eficacia académica es la
correlación entre la actividad física y la
plasticidad cerebral. A lo largo de los primeros
años de vida, el cerebro se encuentra en un
estado de elevada plasticidad, lo que indica una
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receptividad particular hacia las experiencias
sensoriales y motoras (Martínez, 2021). La
práctica regular de actividad física durante la
fase de educación inicial fomenta la formación
de nuevas conexiones neuronales, facilitando
así el desarrollo de competencias cognitivas
fundamentales para el proceso de aprendizaje,
tales como el razonamiento lógico, la
planificación y la organización. En este
contexto, la evolución psicomotora no solo
favorece el desarrollo físico, sino que también
ejerce una influencia directa en el desarrollo
cognitivo y, por ende, en el rendimiento
académico.
Adicionalmente, la práctica regular de actividad
física ha evidenciado efectos beneficiosos en la
salud mental y emocional de los niños, lo cual
también incide en su desempeño académico.
Las investigaciones han evidenciado que los
niños que se involucran regularmente en
actividades físicas exhiben niveles reducidos de
estrés y ansiedad, lo que les facilita un
rendimiento superior en contextos académicos
desafiantes (Cuastumal, 2023). El adecuado
desarrollo psicomotor contribuye a la
regulación emocional, lo que permite a los
niños abordar los retos académicos con una
mayor resiliencia y confianza, lo cual se traduce
en un mejor rendimiento académico (Olhaberry,
M., & Sieverson, C., 2022).
Desde una perspectiva pedagógica, es esencial
que los programas de educación temprana
incorporen actividades que fomenten tanto el
desarrollo psicomotor como el académico. La
incorporación de actividades físicas en la
programación académica no solo potencia las
competencias motoras, sino que también
promueve el aprendizaje en disciplinas como
las matemáticas, la lectura y las ciencias
(Méndez, 2020). Por ejemplo, los programas
que integran la instrucción de conceptos
académicos con actividades físicas, tales como
juegos que involucran el conteo o la
identificación de letras mientras se corren o
salta, han evidenciado ser eficaces para
optimizar el desempeño académico en la etapa
inicial de la educación (Ramírez, 2020).
El juego desempeña igualmente un papel
crucial en el desarrollo psicomotor y su impacto
en el desempeño académico. Mediante el juego,
los infantes no solo cultivan destrezas motoras,
sino que también ejercitan el pensamiento
crítico, la resolución de problemas y la toma de
decisiones, competencias fundamentales para el
logro académico (Torres, 2022). El juego, tanto
estructurado como no estructurado, posibilita a
los niños la experimentación con nuevas
competencias motoras y cognitivas, lo cual
potencia las conexiones neuronales esenciales
para el proceso de aprendizaje (Moriche, R., &
Redondo, G., 2023). En consecuencia, los
contextos educativos que promueven el juego
activo están simultáneamente impulsando el
desarrollo psicomotor y las competencias
académicas.
La relevancia del desarrollo psicomotor en la
adquisición de competencias académicas se
manifiesta igualmente en la noción de
aprendizaje basado en el movimiento. Este
método pedagógico, que ha adquirido creciente
popularidad en las últimas décadas, identifica la
correlación entre el ejercicio físico y el
aprendizaje cognitivo. De acuerdo con
Hernández, A., García, S., Olaya, J., & Ferriz,
A. (2023), el aprendizaje basado en la actividad
física implica la integración de actividades
físicas en las sesiones académicas, lo cual no
solo promueve el aprendizaje de conceptos, sino
que también potencia la motivación y la
implicación de los alumnos. Este método ha
evidenciado su eficacia en la educación
temprana, en la que los infantes muestran una
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mayor propensión al aprendizaje mediante el
juego y el movimiento.
Dentro del marco de la educación primaria, el
desarrollo psicomotor incide igualmente en la
habilidad de los infantes para ajustarse a las
exigencias académicas de creciente
complejidad. Los infantes que han establecido
un sólido fundamento en habilidades motoras
durante la etapa inicial de la educación poseen
una mayor habilidad para abordar los retos
cognitivos que emergen en la educación básica,
tales como la lectura de textos de mayor
extensión, la resolución de problemas
matemáticos de mayor complejidad y la
participación en actividades académicas en
grupo (Angulo, B., Estupiñán, P., Ramírez, V.,
Echeverría, P., Fischer, M., & Machado, P.,
2023). Este hecho enfatiza la relevancia de la
intervención precoz en el desarrollo
psicomotor, dado que un fundamento robusto en
esta disciplina capacita a los estudiantes para el
logro académico en fases subsiguientes.
Debe subrayarse que las variaciones
individuales en el desarrollo psicomotor pueden
tener un impacto en el desempeño académico.
Los infantes que presentan retrasos en el
desarrollo motor ya sean atribuibles a factores
biológicos o ambientales, pueden enfrentar
obstáculos en el aprendizaje académico (Ares,
T., Souto, I., Gómez, L., & Torres, R., 2020).
En este contexto, es imperativo que los
educadores se mantengan vigilantes ante
posibles dificultades motoras y proporcionen
intervenciones tempranas que asistan a los
niños en la superación de estas barreras y en la
consecución de su máximo potencial académico
(Mollineda, M., Borrego, E., Véliz, V., &
Vargas, R., 2021). Las estrategias que
amalgaman actividades motoras con soporte
académico han evidenciado ser efectivas para
potenciar tanto las competencias motoras como
el desempeño académico en niños con
dificultades de desarrollo (Lermanda, R.,
Martínez, L., Villarroel, H., Tapia, G., &
Álvarez, G., 2023).
La promoción temprana del desarrollo
psicomotor ha evidenciado efectos beneficiosos
en la evolución de las habilidades sociales, las
cuales, en consecuencia, inciden en el
rendimiento académico. Los infantes
involucrados en actividades físicas colectivas,
tales como deportes o juegos cooperativos,
suelen cultivar habilidades sociales tales como
la colaboración, la empatía y la comunicación
(Cano, L., Isaza, D., & Valencia, D., 2023).
Estas habilidades sociales son fundamentales
para el éxito en el contexto educativo, dado que
propician la interacción con pares y docentes, y
fomentan un entorno de aprendizaje positivo y
cooperativo (Cabrera, C., & Polania, C., 2023).
En última instancia, la investigación en
neurociencia ha evidenciado que el desarrollo
psicomotor no solo incide en el rendimiento
académico en el corto plazo, sino que también
ejerce una influencia perdurable en el desarrollo
cognitivo y académico a lo largo de la
existencia. De acuerdo con Tomalá, N., & Vera,
M. (2024), las experiencias motrices tempranas
facilitan la formación de redes neuronales que
constituyen el fundamento para el aprendizaje y
el pensamiento crítico en fases posteriores del
desarrollo. Esto indica que el fomento del
desarrollo psicomotor en la educación temprana
no solo optimiza el desempeño académico
durante la infancia, sino que también capacita a
los estudiantes para el logro académico y
profesional futuro.
El desarrollo psicomotor en la etapa inicial de la
educación tiene un impacto considerable en el
desempeño académico. Durante esta fase, las
competencias motoras gruesas y finas
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adquiridas están intrínsecamente vinculadas a
funciones ejecutivas y capacidades cognitivas
fundamentales para el proceso de aprendizaje.
Adicionalmente, la práctica regular de actividad
física y el juego activo fomentan la formación
de conexiones neuronales que promueven el
proceso de aprendizaje y potencian la salud
mental y emocional de los infantes. En
consecuencia, es imperativo que los programas
de educación temprana incorporen actividades
que fomenten el desarrollo psicomotor como
una táctica para optimizar el desempeño
académico y capacitar a los alumnos para el
éxito en la educación básica y en etapas
posteriores.
Enfoque interdisciplinario
La indagación sobre el desarrollo psicomotor y
su impacto en el desempeño académico y físico
en la educación básica demanda un enfoque
interdisciplinario que aglutine múltiples
campos del saber. Esta perspectiva exhaustiva
facilita la comprensión de la interacción entre
los diversos sistemas cognitivo, motor,
emocional y social para establecer un
fundamento robusto en el proceso de
aprendizaje y desarrollo holístico del infante. La
neurociencia, la psicología del desarrollo, la
pedagogía, la fisiología y la educación física,
entre otras disciplinas. Cada una proporciona
enfoques y perspectivas que potencian la
comprensión del fenómeno del desarrollo
psicomotor y su repercusión en la vida
académica y física del niño (Arufe, V., Pena, A.,
& Navarro, R., 2021).
Desde la perspectiva de la neurociencia, se ha
evidenciado que la actividad física y el
movimiento mantienen una relación intrínseca
con el desarrollo de funciones cerebrales
fundamentales, en particular las funciones
ejecutivas que abarcan la memoria de trabajo, el
control inhibitorio y la flexibilidad cognitiva
(Pérez, N., Sánchez, C., Sabarit, A., Morillo, P.,
Vázquez, A., Ruiz, A., & Hernández, A., 2023).
Estas competencias resultan imprescindibles no
solo para el desempeño académico, sino
también para la regulación emocional y la
conducta social. Las investigaciones han
evidenciado que el cerebro de los niños en la
etapa preescolar presenta un alto grado de
plasticidad, lo que implica una alta receptividad
hacia las experiencias motoras tempranas
(Martínez, 2021). En consecuencia, una
perspectiva interdisciplinaria que incorpore la
neurociencia puede facilitar la identificación de
los momentos críticos en los que las
intervenciones motoras pueden ejercer un
impacto significativo en el progreso cognitivo y
académico.
La psicología del desarrollo desempeña
igualmente una función esencial en este
enfoque de naturaleza interdisciplinaria.
Mediante la implementación de teorías como
las propuestas por Recalde, M. (2023) y Bernal,
R. (2021), se ha corroborado que el aprendizaje
infantil se encuentra profundamente
condicionado por la interacción entre el
movimiento físico y el desarrollo cognitivo. De
acuerdo con la teoría de Recalde, M., la fase
sensoriomotora, que se extiende desde el
nacimiento hasta cerca de los dos años, es
esencial para el avance de la inteligencia. En
esta fase, los infantes adquieren conocimientos
sobre el mundo mediante sus interacciones
motoras y sensoriales, y estas vivencias
constituyen el fundamento para el desarrollo
subsecuente del pensamiento lógico y abstracto
(Recalde, M., Duque, A., & Cristina, P., 2023).
Por otro lado, enfatizaron la relevancia del
juego y la interacción social en el progreso
cognitivo, postulando que el movimiento y la
actividad física no solo promueven el
aprendizaje motor, sino también el fomento de
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habilidades cognitivas y sociales (Bernal, R.,
Carrión, F., Cando, D., & Torres, C., 2021).
Dentro del contexto pedagógico, la perspectiva
interdisciplinaria reconoce la necesidad de
incorporar la actividad física y el desarrollo
motor en el plan de estudios académicos. Los
programas de educación temprana que
incorporan actividades motoras en las rutinas
cotidianas han evidenciado ser efectivos para
optimizar tanto el desempeño académico como
el físico (Méndez, 2020). En vez de
conceptualizar el desarrollo psicomotor y el
aprendizaje académico como procesos aislados,
una perspectiva pedagógica interdisciplinaria
los conceptualiza como procesos
interdependientes. Las prácticas físicas no solo
fomentan la salud y el bienestar físico, sino que
también estimulan el cerebro, optimizan la
atención y la concentración, y fortalecen las
competencias cognitivas requeridas para el
logro académico (Martínez, C., López, M.,
Suarez, S., Loureiro, V., & Ruiz, A., 2023).
Un enfoque interdisciplinario también
incorpora la fisiología del ejercicio, la cual
investiga la respuesta corporal al movimiento
físico y cómo dichas respuestas influyen en el
desarrollo en la infancia. La fisiología física ha
evidenciado que la práctica regular de actividad
física durante los primeros años de vida
potencia la capacidad cardiovascular, la fuerza
muscular y la coordinación, elementos que no
solo favorecen el desarrollo físico, sino que
también influyen en el rendimiento académico
(Hernández, A., García, S., Olaya, J., & Ferriz,
A., 2023). La correlación entre la salud física y
el rendimiento académico ha sido extensamente
documentada, y una perspectiva
interdisciplinaria que incorpore la fisiología
podría contribuir al diseño de programas de
educación temprana que fomenten tanto el
bienestar físico como el cognitivo.
En este contexto, la educación física emerge
como un instrumento esencial dentro del
enfoque interdisciplinario. Los expertos en
educación física no se limitan únicamente al
desarrollo de habilidades motoras, sino que
también promueven la adopción de
comportamientos saludables y la promoción del
bienestar emocional y social de los niños
(Cabrera, C., & Polania, C., 2023). La
educación física fomenta un enfoque holístico
del desarrollo, ofreciendo oportunidades para
que los infantes exploren su entorno,
interactúen con sus pares y desarrollen
competencias motoras esenciales que resultarán
cruciales para su éxito académico y físico en
fases subsiguientes (Hernández, A., García, S.,
Olaya, J., & Ferriz, A., 2023).
Un elemento crucial del enfoque
interdisciplinario es la integración de la
neuropsicología, la cual se enfoca en la manera
en que las experiencias motoras inciden en el
desarrollo cerebral y en las funciones
cognitivas. La neuropsicología ha evidenciado
que el movimiento ejerce una influencia directa
en el desarrollo de la corteza prefrontal, la
región cerebral encargada de la toma de
decisiones, la planificación y el control
ejecutivo (Baquedano, 2024). Estas funciones
ejecutivas resultan fundamentales para el logro
académico, dado que facilitan a los estudiantes
la concentración en tareas, la resolución de
problemas y la gestión eficiente del tiempo. Una
perspectiva interdisciplinaria que integre la
neuropsicología podría contribuir al diseño de
intervenciones pedagógicas que potencien el
desarrollo cognitivo mediante el movimiento y
la actividad física.
La sociología educativa proporciona al enfoque
interdisciplinario una perspectiva acerca de
cómo el contexto social incide en el desarrollo
psicomotor y académico de los infantes. Las
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investigaciones sociológicas han evidenciado
que la disponibilidad de oportunidades para el
juego y la actividad física fluctúa en función de
factores socioeconómicos, y que los niños de
contextos desfavorecidos frecuentemente
tienen un acceso limitado a recursos que
fomenten su desarrollo psicomotor (Tarabini,
2020). Una perspectiva interdisciplinaria que
incorpore la sociología podría contribuir a la
identificación y tratamiento de las disparidades
en el acceso a programas de desarrollo
psicomotor, garantizando que todos los niños,
sin distinción de su procedencia social, tengan
las mismas oportunidades para el desarrollo de
sus habilidades motoras y cognitivas.
La incorporación de la medicina es igualmente
esencial en esta perspectiva. Los profesionales
de la salud, incluyendo pediatras, desempeñan
un papel crucial en la detección precoz de
retrasos en el desarrollo psicomotor y en la
intervención adecuada. Específicamente, la
medicina deportiva aporta conocimientos sobre
cómo la actividad física puede potenciar la
salud física y mental de los niños, y cómo puede
ser empleada como un instrumento terapéutico
para tratar desafíos específicos del desarrollo
(Ávila, F., & Villamayor, M., 2024). Un
enfoque interdisciplinario que incorpore la
medicina posibilita una intervención precoz
más eficiente y un soporte continuo para niños
con dificultades en el desarrollo psicomotor, lo
que consecuentemente optimiza sus
rendimientos académicos y físicos
respectivamente.
La incorporación de la terapia ocupacional en la
perspectiva interdisciplinaria reviste
igualmente importancia. Los terapeutas
ocupacionales se dedican al desarrollo de
habilidades motoras finas esenciales para el
éxito académico en niños, tales como la
escritura, el recorte y la manipulación de
objetos de tamaño reducido (Cañas, P., Caputo,
P., & García, V., 2021). Adicionalmente, los
terapeutas ocupacionales colaboran con niños
con dificultades motoras, ofreciendo
intervenciones a medida que facilitan la
superación de estas barreras y la mejora de su
desempeño académico. Al incorporar la terapia
ocupacional en un enfoque interdisciplinario, se
puede asegurar que los niños obtengan el
respaldo requerido para lograr su desarrollo
psicomotor y académico al máximo.
La ergonomía, una disciplina centrada en la
interacción entre el individuo y su ambiente
físico, puede aportar valiosas aportaciones a un
enfoque interdisciplinario. Dentro del ámbito
educativo, la ergonomía puede contribuir al
diseño de ambientes de aprendizaje que
fomenten el movimiento y la actividad física,
optimizando simultáneamente la comodidad y
el bienestar de los alumnos (Torres, Y., &
Rodríguez, Y., 2021). Los contextos educativos
que promueven la actividad motriz, tales como
escritorios regulables en altura o sillas que
facilitan el balanceo, pueden potenciar tanto el
desarrollo motor como el desempeño
académico, dado que facilitan a los estudiantes
mantener una actividad continua durante el
proceso de aprendizaje.
Desde la perspectiva de la psicomotricidad, el
movimiento no se limita a ser un elemento
físico, sino que también constituye un medio
para el desarrollo emocional y social (Olaya, Y.,
& Ramírez, Á., 2021). Los niños involucrados
en actividades físicas no solo cultivan
competencias motoras, sino también
habilidades emocionales tales como el
autocontrol y la empatía, así como
competencias sociales como la colaboración y
la resolución de conflictos. La psicomotricidad
fomenta una perspectiva holística del desarrollo
que reconoce la interrelación entre los
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elementos físicos, emocionales y cognitivos del
proceso de aprendizaje (López, J., & Casal, M.,
2024). Una perspectiva interdisciplinaria que
incorpore la psicomotricidad facilita una
comprensión más integral de cómo el desarrollo
motor incide en el bienestar integral del infante.
La perspectiva interdisciplinaria puede
incorporar la nutrición, dado que una dieta
apropiada es esencial para el desarrollo físico y
cognitivo (Narváez, 2024). Los niños que
reciben una alimentación balanceada tienen una
mayor probabilidad de cultivar sus habilidades
motoras y cognitivas de manera óptima, lo que
les facilita una mejora en sus rendimientos
académicos y físicos. La incorporación de la
nutrición en el marco de un enfoque
interdisciplinario puede facilitar la
identificación de intervenciones que fomenten
patrones alimenticios saludables desde una
etapa temprana, lo que consecuentemente
optimizará el desarrollo psicomotor y el
desempeño académico de los infantes.
En última instancia, la relevancia de la política
educativa desde una perspectiva
interdisciplinaria no puede ser desconsiderada.
Las políticas educativas que fomentan la
actividad física y el desarrollo psicomotor como
elementos fundamentales del currículo pueden
influir de manera considerable en el
rendimiento académico y físico de los alumnos
(Gorostiaga, J., Pastore, P., & Masot, E., 2024).
Un enfoque interdisciplinario que incorpore la
política educativa facilita la formulación de
programas que incorporen el movimiento y la
actividad física en todos los estratos del sistema
educativo, asegurando que todos los alumnos,
sin distinción de su procedencia o competencia,
puedan acceder a las oportunidades requeridas
para el desarrollo de sus habilidades motoras y
cognitivas.
En síntesis, un enfoque interdisciplinario en la
investigación del desarrollo psicomotor y su
impacto en el rendimiento académico y físico
amalgama diversas disciplinas para ofrecer una
perspectiva más integral y holística del
desarrollo infantil. Esta perspectiva reconoce la
interrelación entre los elementos físicos,
cognitivos, emocionales y sociales del proceso
de aprendizaje, enfatizando la relevancia de
incorporar la actividad física en el plan de
estudios educativo. Mediante la integración de
disciplinas como la neurociencia, la psicología
del desarrollo, la pedagogía, la fisiología, la
medicina, la terapia ocupacional, la sociología,
la nutrición y la política educativa, este enfoque
posibilita la formulación de intervenciones más
eficaces que optimicen tanto el desarrollo
psicomotor como el rendimiento académico de
los niños, facilitando así un éxito sostenible en
la educación básica y en educación superior.
Discusión de los resultados
Los hallazgos de la presente investigación
enfatizan la relevancia del desarrollo
psicomotor en la etapa inicial de la educación y
su impacto considerable en el desempeño
académico y físico en la educación básica.
Según los descubrimientos, los niños que
exhibieron un adecuado desarrollo psicomotor
durante la etapa preescolar exhibieron un
rendimiento superior tanto en competencias
académicas como en habilidades físicas. Estos
descubrimientos se alinean con investigaciones
anteriores que han destacado la interrelación
entre el desarrollo motor y cognitivo, así como
la relevancia de la actividad física para el
rendimiento académico (Pérez, N., Sánchez, C.,
Sabarit, A., Morillo, P., Vázquez, A., Ruiz, A.,
& Hernández, A., 2023).
Uno de los elementos primordiales a resaltar es
la correlación directa entre la evolución de la
motricidad fina y el desempeño académico en
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disciplinas como la lectura y la escritura. Los
hallazgos de este estudio se alinean con la
literatura preexistente que postula que los niños
que exhiben un control más riguroso sobre sus
movimientos finos, tales como la habilidad para
manipular objetos de tamaño reducido, tienden
a exhibir mayor competencia en tareas
académicas que demandan precisión y
coordinación visomotora, como la escritura y el
dibujo (Callapiña, N., & Miranda, K., 2022).
Esta correlación subraya la relevancia de
instaurar actividades en la educación temprana
que promuevan el desarrollo de la motricidad
fina para asegurar un rendimiento académico
óptimo en fases subsiguientes.
Además, los hallazgos evidencian una
influencia considerable del desarrollo de la
motricidad gruesa en el desempeño académico,
especialmente en el dominio de la atención y la
concentración. Los infantes involucrados en
actividades que involucraban correr, saltar o
mantener el equilibrio no solo optimizaron sus
competencias físicas, sino que también
exhibieron un incremento en su control de la
capacidad de atención, un factor crucial para su
desempeño en el entorno académico. Este
descubrimiento respalda estudios previos que
han asociado la actividad física con
optimizaciones en las funciones ejecutivas,
tales como la memoria de trabajo y el control
inhibitorio, elementos cruciales para el
aprendizaje académico (Sánchez, L., Criollo,
L., & Jácome, G., 2024).
De igual manera, los hallazgos indican que el
desarrollo psicomotor precoz no solo impacta
en las habilidades cognitivas, sino también en el
bienestar emocional y social de los infantes. Los
individuos que se involucraron regularmente en
actividades físicas exhibieron niveles reducidos
de ansiedad y estrés, lo cual optimizó su
predisposición para participar en actividades
académicas y escolares. Este descubrimiento se
alinea con investigaciones que indican que la
actividad física fomenta la regulación
emocional y el autocontrol, elementos
fundamentales para el éxito en el contexto
académico (Quintero, J., Álvarez, A., &
Restrepo, M., 2022). En este contexto, los
hallazgos de la presente investigación subrayan
la imperatividad de tomar en cuenta el
desarrollo psicomotor no solo desde una
perspectiva física, sino también desde una
perspectiva emocional y social.
Un elemento significativo de los hallazgos es el
impacto del desarrollo psicomotor en la
formación de redes neuronales durante los
primeros años de vida. La investigación
evidencia que los infantes involucrados en
actividades motoras estructuradas y no
estructuradas durante la etapa inicial de la
educación mostraron un rendimiento académico
superior a lo largo de la educación primaria.
Este descubrimiento está en consonancia con
los estudios neurocientíficos que enfatizan la
relevancia del movimiento en la formación de
conexiones neuronales que promueven el
aprendizaje cognitivo (Tomalá, N., & Vera, M.,
2024). Los hallazgos indican que la
estimulación motora temprana puede
desempeñar un papel catalizador en el
desarrollo de funciones cognitivas de nivel
superior.
Con respecto a la incidencia del desarrollo
psicomotor en el rendimiento físico, los
hallazgos demuestran que los niños que
exhibieron una competencia incrementada en
habilidades motoras gruesas y finas durante la
educación inicial exhibieron un rendimiento
superior en actividades físicas durante la
educación básica. Este descubrimiento
consolida el postulado de que las competencias
motoras adquiridas durante la primera infancia
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constituyen un fundamento robusto para el éxito
en actividades físicas de mayor complejidad
(Acebo, C., & Poveda, C., 2020).
Adicionalmente, los niños que exhibieron un
rendimiento superior en tareas físicas
evidenciaron una mayor inclinación hacia la
participación en actividades deportivas, lo cual
indica que un desarrollo psicomotor apropiado
promueve patrones de vida saludables.
Uno de los aportes más sobresalientes de la
presente investigación es la corroboración del
valor del enfoque interdisciplinario en el
examen del desarrollo psicomotor y su
repercusión en el rendimiento académico y
físico. Los hallazgos consolidan la premisa de
que el desarrollo psicomotor no puede ser
concebido de forma aislada, sino que está
intrínsecamente vinculado con elementos
cognitivos, emocionales y sociales. En este
contexto, la perspectiva interdisciplinaria
facilita un entendimiento más integral del
desarrollo infantil, al integrar conocimientos de
disciplinas como la neurociencia, la psicología
del desarrollo, la pedagogía y la fisiología del
ejercicio (Godoy, V., Granda, G., & Cobos, A.,
2024).
Sin embargo, uno de los retos identificados en
los hallazgos es la exigencia de intervenciones
precoces específicas para niños que manifiestan
retrasos en el desarrollo psicomotor. La
investigación propone que los niños que no
lograron los objetivos previstos en lo que
respecta al desarrollo motor tienden a enfrentar
desafíos tanto en el dominio académico como
en el físico. Esto se alinea con estudios previos
que han destacado que las demoras en el
desarrollo motor pueden impactar
adversamente en el desempeño académico y las
competencias sociales (Ares, T., Souto, I.,
Gómez, L., & Torres, R., 2020). En
consecuencia, resulta imperativo que los
educadores y profesionales sanitarios detecten
de forma precoz estos obstáculos y
proporcionen intervenciones personalizadas
que faciliten a los niños la superación de estas
barreras.
Los hallazgos indican que las políticas
educativas deben priorizar el desarrollo
psicomotor en la etapa inicial de la educación.
Aunque el programa educativo tiende a
enfocarse en el desarrollo cognitivo y
académico, este estudio reafirma la noción de
que el desarrollo motor es igualmente crucial
para el logro académico. Los currículos que
incorporan el juego activo y las actividades
físicas no solo fomentan el desarrollo motor,
sino que también optimizan el desempeño
académico (Hernández, A., García, S., Olaya,
J., & Ferriz, A., 2023). En consecuencia, los
encargados de la formulación de políticas
educativas deben contemplar la instauración de
programas que promuevan el desarrollo
psicomotor desde una etapa temprana,
garantizando de esta manera un fundamento
robusto para el aprendizaje futuro.
Una de las limitaciones inherentes al presente
estudio radica en la potencial incidencia de
factores socioeconómicos en el desarrollo
psicomotor y académico de la población
infantil. A pesar de la regulación de ciertas
variables, es plausible que los niños de
contextos socioeconómicos más desfavorecidos
tengan un acceso limitado a oportunidades de
juego y actividad física, lo cual podría influir en
su desarrollo psicomotor (Tarabini, 2020). En
investigaciones futuras, se podría profundizar
en cómo las disparidades socioeconómicas
inciden en el desarrollo motor y académico, y
qué intervenciones podrían resultar más
eficaces para mitigar dichas discrepancias.
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Los hallazgos de la investigación ofrecen
pruebas robustas de la correlación entre el
desarrollo psicomotor en la etapa inicial y el
desempeño académico y físico en la educación
primaria. La incorporación de actividades
físicas en el plan de estudios escolar no solo
potencia las competencias motoras, sino que
también favorece el desarrollo cognitivo,
emocional y social de los infantes. Además, los
descubrimientos enfatizan la relevancia de un
enfoque interdisciplinario que permita abordar
el desarrollo infantil desde un enfoque holístico,
integrando saberes de múltiples disciplinas con
el objetivo de optimizar los rendimientos
académicos y físicos de los alumnos.
Conclusiones
Los hallazgos de la presente investigación
subrayan la importancia del desarrollo
psicomotor en la educación temprana como un
componente esencial para el desempeño
académico y físico en la educación primaria. Se
corrobora que las competencias motoras, tanto
finas como gruesas, adquiridas durante los
primeros años de vida ejercen un impacto
considerable en las habilidades cognitivas,
especialmente en áreas fundamentales como la
lectura, la escritura y la resolución de
problemas. Así, los descubrimientos consolidan
la noción de que el desarrollo motor no solo
tiene repercusiones en la competencia física de
los infantes, sino también en su habilidad para
abordar retos académicos y participar de
manera eficaz en el contexto escolar.
Una de las aportaciones más significativas de la
investigación es la corroboración de que la
actividad física durante la primera infancia está
intrínsecamente vinculada con el desarrollo de
funciones ejecutivas, incluyendo la memoria de
trabajo, el control inhibitorio y la atención,
todas ellas fundamentales para el aprendizaje.
La neurociencia y la psicología del desarrollo
han proporcionado un marco teórico que
respalda estos descubrimientos, proponiendo
que el cerebro exhibe una receptividad
particular hacia las vivencias motoras durante
los primeros años de vida. Este estudio
consolida estas teorías, evidenciando que un
desarrollo psicomotor adecuado en etapas
tempranas puede potenciar las competencias
cognitivas requeridas para un desempeño
académico óptimo.
La investigación también subraya la influencia
del desarrollo psicomotor en el bienestar
emocional y emocional de los infantes. Los
individuos que se involucraron regularmente en
actividades físicas no solo exhibieron una
mejora en sus habilidades motoras, sino que
también evidenciaron una mayor habilidad para
regular sus emociones y gestionar el estrés. Este
aspecto adquiere particular relevancia en el
ámbito académico, donde el rendimiento
académico no se limita a las habilidades
cognitivas, sino que también depende de la
habilidad de los niños para gestionar la presión
y las expectativas. Así, se enfatiza la relevancia
de una perspectiva holística que contemple
tanto el desarrollo físico como el emocional.
El estudio enfatiza la necesidad de instaurar
intervenciones precoces específicas para niños
que manifiestan retrasos en el desarrollo
psicomotor. Se observó que estos niños
presentan dificultades tanto en el dominio
académico como en el físico, lo cual puede
propiciar un ciclo de rendimiento escolar
deficiente y una participación reducida en
actividades físicas. En consecuencia, resulta
imperativo que las políticas educativas y los
programas de intervención se orienten hacia la
detección precoz de estos obstáculos, y que se
formulen estrategias pedagógicas apropiadas
para fomentar el desarrollo motor desde la etapa
preescolar.
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Desde una perspectiva de política educativa, los
descubrimientos indican la imperiosa necesidad
de reconsiderar los enfoques contemporáneos
que suelen otorgar prioridad al desarrollo
cognitivo en detrimento del físico. Esta
investigación evidencia que el desarrollo
psicomotor constituye un elemento
fundamental del aprendizaje holístico y que
debe ser fomentado desde una etapa temprana
de la vida. Las iniciativas pedagógicas que
incorporan la actividad física en el plan de
estudios escolar no solo promueven el
desarrollo motor, sino que también optimizan el
desempeño académico y promueven el
bienestar emocional y social de los niños. La
integración de una perspectiva
interdisciplinaria, que comprenda la actividad
física y el juego estructurado, es fundamental
para asegurar el éxito académico y físico en las
fases subsiguientes del desarrollo.
Esta investigación subraya la relevancia de
adoptar un enfoque holístico e interdisciplinario
para el desarrollo infantil, reconociendo que el
desarrollo psicomotor constituye un factor
determinante esencial para el logro académico y
físico. Es imperativo que los educadores, los
líderes políticos y los expertos en salud
colaboren en la formulación de programas y
políticas que fomenten el desarrollo motor
desde la etapa inicial de la educación,
garantizando de este modo que todos los
infantes dispongan de las herramientas
requeridas para lograr su máximo potencial en
los dominios académico, físico y emocional. La
consideración del desarrollo psicomotor debe
ser prioritaria en la formulación de programas
educativos, con la finalidad de optimizar el
desempeño académico y físico de los alumnos a
largo plazo.
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