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la autorregulación (Román, S., Risoto, A., &
Ruano, M., 2022). Esto consolida la noción de
que el desarrollo psicomotor constituye un
proceso holístico que engloba diversas facetas
del desarrollo infantil.
El desarrollo psicomotor está igualmente
asociado con la salud y el bienestar integral del
infante. La práctica regular de actividad física
durante los primeros años de vida no solo
promueve el desarrollo físico, sino que también
favorece la prevención de afecciones sanitarias
como la obesidad infantil y el sedentarismo
(Vázquez, M., González, G., Alonso, J.,
Melguizo, E., Ubago, L., & Puertas, P., 2023).
Adicionalmente, la práctica de la actividad
física se asocia con la regulación emocional y la
gestión del estrés, lo que indica que un
desarrollo psicomotor apropiado puede aportar
beneficios tanto físicos como psicológicos
(Olhaberry, M., & Sieverson, C., 2022). En
consecuencia, la educación temprana debería
incorporar una estrategia centrada en la
promoción de la actividad física como un
enfoque esencial para el desarrollo holístico y la
salud infantil.
Actualmente, los programas de educación
temprana que fomentan el desarrollo
psicomotor mediante actividades físicas
estructuradas han evidenciado resultados
favorables en lo que respecta al rendimiento
académico y físico (Guamán, Á., & Valdiviezo,
C., 2024). Estos programas, que amalgaman el
juego, la actividad física y el aprendizaje
cognitivo, han evidenciado que los infantes que
se involucran regularmente en actividades
motrices no solo optimizan sus habilidades
motoras, sino que también exhiben mejoras en
áreas como la atención, la memoria y la
resolución de problemas (Martínez, C., López,
M., Suarez, S., Loureiro, V., & Ruiz, A., 2023).
Esto enfatiza la relevancia de una perspectiva
pedagógica que identifique el desarrollo
psicomotor como un elemento fundamental del
currículo en la educación temprana.
Es imperativo que los educadores, progenitores
y formuladores de políticas educativas
comprendan la relevancia del desarrollo
psicomotor en la etapa inicial de la educación.
Un enfoque holístico que fomente el desarrollo
de competencias motoras gruesas y finas, en
conjunción con la promoción de actividad física
regular, puede ejercer un impacto perdurable en
el rendimiento académico y físico de los niños
(Vázquez, R., Palchisaca, T., Mediavilla, Á., &
Jarrín, A., 2020). Las investigaciones
contemporáneas postulan que un ambiente
favorable para el movimiento y la exploración
no solo potencia el desarrollo psicomotor, sino
que también favorece la salud mental y
emocional de los infantes, facilitando el camino
para un aprendizaje y desarrollo óptimos en las
fases subsiguientes del desarrollo (Arufe, V.,
Pena, A., & Navarro, R., 2021).
Influencia en el rendimiento académico
La correlación entre el crecimiento psicomotor
y el desempeño académico ha sido objeto de
estudio en diversas disciplinas, incluyendo la
neurociencia, la psicología del desarrollo y la
pedagogía. Se ha evidenciado que las
competencias motoras adquiridas durante la
primera infancia, especialmente durante la fase
de educación inicial, ejercen un impacto
considerable en las habilidades cognitivas
requeridas para el aprendizaje escolar (Angulo,
B., Estupiñán, P., Ramírez, V., Echeverría, P.,
Fischer, M., & Machado, P., 2023). Las
competencias motoras gruesas y finas,
esenciales en esta fase, no solo promueven la
regulación física, sino que también están
intrínsecamente vinculadas a funciones
ejecutivas tales como la atención, la memoria de
trabajo y el control inhibitorio, que son