Ciencia y Educación
(L-ISSN: 2790-8402 E-ISSN: 2707-3378)
Edición Especial
2024
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ESTRATEGIAS DIDÁCTICAS BASADAS EN METODOLOGÍAS ACTIVAS PARA LA
MEJORA DEL PROCESO DE ENSEÑANZA-APRENDIZAJE EN LA EDUCACIÓN
SUPERIOR: REVISIÓN DE EXPERIENCIAS Y PROPUESTAS EN LA FACULTAD DE
EDUCACIÓN DE LA UNIVERSIDAD ESTATAL DE MILAGRO
TEACHING STRATEGIES BASED ON ACTIVE METHODOLOGIES FOR IMPROVING
THE TEACHING-LEARNING PROCESS IN HIGHER EDUCATION: REVIEW OF
EXPERIENCES AND PROPOSALS AT THE FACULTY OF EDUCATION OF THE
MILAGRO STATE UNIVERSITY
Autores: ¹Carolina Daysi Villacis Macias y ²Regina de la Caridad Agramonte Rosell.
¹ORCID ID: https://orcid.org/0000-0001-7376-099X
²ORCID ID: https://orcid.org/0000-0001-6279-0851
¹E-mail de contacto: cvillacism@unemi.ed.ec
²E-mail de contacto: r-c-agramonte-r@up.ac.pa
Afiliación: ¹*Universidad Estatal de Milagro, (Ecuador) ²*Universidad Nacional de Panamá, (Panamá).
Articulo recibido: 31 de Julio del 2024
Articulo revisado: 1 de Agosto del 2024
Articulo aprobado: 6 de Septiembre del 2024
¹Licenciada en Ciencias de la Educación especialización Informática y Programación graduada de la Universidad Estatal de Milagro,
(Ecuador) con 18 años de experiencia laboral. Magister en Gerencia Educativa otorgado por la Universidad Estatal de Milagro, (Ecuador).
Doctorante en Ciencias de la Educación con énfasis en Didáctica en la Universidad de Panamá (Panamá).
²Licenciatura en Educación, con especialidad en Defectología y especialización en Logopedia, egresada de la Universidad de Ciencias de
la Educación Enrique José Varona, (Cuba). Con 37 años de experiencia. Magister en Educación con mención en Educación Primaria por
la Universidad de Ciencias de la Educación Enrique José Varona, (Cuba). Doctora en Ciencias Pedagógicas por la Universidad de Ciencias
de la Educación Enrique José Varona, (Cuba).
Resumen
El presente artículo analiza bibliográficamente
la implementación de metodologías activas en
la educación superior, con un enfoque en la
Facultad de Educación de la Universidad
Estatal de Milagro (UNEMI). Las
metodologías activas, tales como el Aula
Invertida, el Aprendizaje Basado en Problemas
(ABP) y el Aprendizaje Colaborativo, han
demostrado ser efectivas para mejorar el
rendimiento académico, la participación
estudiantil y el desarrollo de competencias
esenciales. A través de una revisión de estudios
académicos, se identifican tanto los beneficios
como los desafíos asociados a la aplicación de
estas estrategias en contextos universitarios. El
estudio destaca la importancia de la
capacitación docente continua para garantizar
una implementación eficaz de las metodologías
activas, así como la necesidad de rediseñar el
currículo para integrar actividades prácticas y
colaborativas. Además, el uso de tecnologías
educativas facilita la adopción de estas
metodologías, optimizando el tiempo de clase
y permitiendo una mayor personalización del
aprendizaje. Sin embargo, también se
identifican barreras institucionales, como la
resistencia al cambio y la falta de
infraestructura tecnológica adecuada, que
deben ser abordadas para maximizar el impacto
positivo de estas metodologías. se concluye
que las metodologías activas no solo mejoran
el aprendizaje académico, sino que también
incrementan la satisfacción estudiantil, lo cual
es crucial en la formación de futuros docentes
en la UNEMI. El artículo sugiere la adopción
de un enfoque integral para asegurar la
sostenibilidad de estas metodologías en la
educación superior.
Palabras clave: Metodologías activas,
Capacitación docente, Aula invertida.
Abstract
This article provides a bibliographical analysis
of the implementation of active methodologies
in higher education, with a focus on the Faculty
of Education at the Milagro State University
(UNEMI). Active methodologies, such as the
Flipped Classroom, Problem-Based Learning
(PBL), and Collaborative Learning, have
proven effective in improving academic
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performance, student engagement, and the
development of essential competencies.
Through a review of academic studies, both the
benefits and challenges associated with the
application of these strategies in university
contexts are identified. The study highlights the
importance of ongoing teacher training to
ensure effective implementation of active
methodologies, as well as the need to redesign
the curriculum to integrate practical and
collaborative activities. Furthermore, the use of
educational technologies facilitates the
adoption of these methodologies, optimizing
class time and allowing for greater
personalization of learning. However,
institutional barriers are also identified, such as
resistance to change and lack of adequate
technological infrastructure, which must be
addressed to maximize the positive impact of
these methodologies. It is concluded that active
methodologies not only improve academic
learning, but also increase student satisfaction,
which is crucial in the training of future
teachers at UNEMI. The article suggests the
adoption of a comprehensive approach to
ensure the sustainability of these
methodologies in higher education.
Keywords: Active methodologies, Teacher
training, Flipped classroom.
Sumário
Este artigo analisa bibliograficamente a
implementação de metodologias ativas no
ensino superior, com foco na Faculdade de
Educação da Universidade Estadual de Milagro
(UNEMI). Metodologias ativas, como Sala de
Aula Invertida, Aprendizagem Baseada em
Problemas (PBL) e Aprendizagem
Colaborativa, têm se mostrado eficazes na
melhoria do desempenho acadêmico, no
envolvimento dos alunos e no desenvolvimento
de competências essenciais. Através de uma
revisão de estudos académicos, são
identificados tanto os benefícios como os
desafios associados à aplicação destas
estratégias em contextos universitários. O
estudo destaca a importância da formação
contínua de professores para garantir a
implementação eficaz de metodologias ativas,
bem como a necessidade de redesenhar o
currículo para integrar atividades práticas e
colaborativas. Além disso, o uso de tecnologias
educacionais facilita a adoção dessas
metodologias, otimizando o tempo de aula e
permitindo maior personalização do
aprendizado. No entanto, também são
identificadas barreiras institucionais, como a
resistência à mudança e a falta de infra-
estruturas tecnológicas adequadas, que devem
ser abordadas para maximizar o impacto
positivo destas metodologias. Conclui-se que
as metodologias ativas não melhoram o
aprendizado acadêmico, mas também
aumentam a satisfação dos alunos, o que é
crucial na formação dos futuros professores da
UNEMI. O artigo sugere a adoção de uma
abordagem abrangente para garantir a
sustentabilidade destas metodologias no ensino
superior.
Palavras-chave: Metodologias ativas,
Formação de professores, Sala de aula
invertida.
Introducción
La educación superior en Ecuador enfrenta un
conjunto de desafíos que exige la adaptación de
las estrategias pedagógicas empleadas en el
aula. Con el avance de la tecnología, el acceso a
la información y las nuevas dinámicas de
interacción social resulta imprescindible que las
universidades desarrollen enfoques
innovadores que promuevan un aprendizaje
significativo. En este contexto, las
metodologías activas han emergido como una
alternativa eficaz para transformar el proceso de
enseñanza-aprendizaje, facilitando una mayor
participación de los estudiantes y el desarrollo
de competencias más allá de los conocimientos
teóricos (Hernández, J., Ortiz, G., & Abellán,
T., 2020). Estas metodologías han demostrado
su capacidad para mejorar la retención de
conocimientos y fomentar habilidades
esenciales en los estudiantes, como el
pensamiento crítico, la colaboración y la
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capacidad de resolver problemas (de-la-Peña,
C., & Chaves, B., 2024).
Las metodologías activas, tales como el
Aprendizaje Basado en Problemas (ABP), el
Aprendizaje Colaborativo y el Aula Invertida,
se fundamentan en los principios del
constructivismo. Esta teoría del aprendizaje
sostiene que el estudiante construye su
conocimiento de manera activa, basándose en
sus experiencias previas (Encalada, A., &
Vizcaíno, G., 2022). Estas estrategias permiten
que los estudiantes participen de manera más
directa en su propio proceso de aprendizaje,
promoviendo no solo la adquisición de
conocimientos, sino también el desarrollo de
habilidades y competencias necesarias para
enfrentar el entorno actual de alta
competitividad y constante cambio. Así, los
estudiantes dejan de ser receptores pasivos de
información para convertirse en protagonistas
de su propio aprendizaje, lo que contribuye
significativamente a mejorar la calidad
educativa en la enseñanza superior (Sánchez, I.,
Concha, M., & Rojas, A., 2022).
La educación superior ecuatoriana está
experimentando una transición hacia la
implementación de metodologías más
innovadoras, que respondan a las demandas de
un mundo en constante evolución. En este
sentido, la Universidad Estatal de Milagro
(UNEMI), ubicada en la ciudad de Milagro,
Ecuador, se encuentra en una posición clave
para liderar el cambio hacia nuevas estrategias
pedagógicas, especialmente en la Facultad de
Educación. Esta facultad, encargada de la
formación de futuros docentes, enfrenta el
desafío de preparar a los estudiantes para los
contextos educativos actuales, que demandan
una mayor flexibilidad, creatividad y capacidad
de resolución de problemas. Por tanto, es
necesario implementar metodologías activas
que promuevan una participación más
significativa en el proceso de enseñanza-
aprendizaje (Roldán, A., Roldán, A., Espinoza,
C., & Quiñónez, A., 2023).
El contexto particular de la Facultad de
Educación en la UNEMI requiere de un enfoque
pedagógico que combine tanto la teoría como la
práctica, y que permita a los estudiantes adquirir
competencias aplicables en situaciones reales
de aula. Las metodologías activas, al centrarse
en la resolución de problemas y el trabajo
colaborativo, ofrecen un camino efectivo para
lograr este objetivo. Además, en la formación
de docentes, estas estrategias son especialmente
relevantes, ya que preparan a los futuros
educadores para ser agentes de cambio en sus
propias aulas, donde se espera que promuevan
enfoques de enseñanza más interactivos y
centrados en el estudiante (del Valle Medina,
M., Bernardo, Á., & García, M., 2024).
No obstante, la implementación de
metodologías activas en Ecuador, como en
muchos países de América Latina, presenta
ciertos retos. Entre estos se destaca la
resistencia al cambio por parte de algunos
docentes, quienes se aferran a los métodos
tradicionales de enseñanza, donde el rol del
docente es predominante y el estudiante actúa
como un receptor pasivo de información (Ases,
M., Moyolema, T., Muyulema, M., &
Hernández, V., 2024). Esta resistencia suele
estar vinculada a la falta de formación en nuevas
estrategias pedagógicas y a la ausencia de
incentivos institucionales para adoptar métodos
innovadores. Para superar estos desafíos, es
necesario que las instituciones educativas,
como la UNEMI, ofrezcan capacitación
continua a sus docentes, orientada hacia la
adopción de metodologías activas que faciliten
un aprendizaje más dinámico y efectivo (Mejía,
V., Yépez, P., & Mera, S., 2024).
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La evidencia sugiere que cuando las
metodologías activas son implementadas
adecuadamente, los resultados académicos de
los estudiantes mejoran significativamente
(Carrera, G., Parraga, B., Quituizaca, O.,
Guonoquiza, T., Brown, C., León, A., & Oña,
Y., 2024). En particular, la estrategia de Aula
Invertida ha mostrado ser efectiva para mejorar
la comprensión de conceptos complejos, ya que
permite a los estudiantes interactuar con los
contenidos de forma flexible, dedicando el
tiempo de clase a actividades que refuercen lo
aprendido fuera del aula (Giler, C., Pihuave, S.,
Ballesteros, A., & Vaca, N., 2024). De manera
similar, el Aprendizaje Colaborativo fomenta el
trabajo en equipo, la resolución de problemas y
el desarrollo de habilidades interpersonales,
aspectos esenciales en la formación de docentes
(Aragundi, R., & Game, C., 2023).
La UNEMI, como una de las universidades
públicas más dinámicas de Ecuador, ha
reconocido la importancia de incorporar
metodologías activas en el proceso de
enseñanza-aprendizaje. No obstante, su
implementación requiere de un enfoque integral
que no solo abarque la formación docente, sino
también un rediseño curricular que permita
incluir estas estrategias de manera transversal
en las diversas asignaturas de la Facultad de
Educación (Vera, 2022). Además, es
fundamental que el proceso esté acompañado de
una evaluación continua que mida el impacto de
las metodologías activas en el rendimiento
académico y en la satisfacción de los
estudiantes (Ortega, A., Espinoza, O., Ortega,
A., & Brito, L., 2021).
Este artículo propone un análisis bibliográfico
de las experiencias y propuestas más relevantes
relacionadas con la implementación de
metodologías activas en la educación superior,
con el objetivo de fundamentar una estrategia
didáctica aplicable en la Facultad de Educación
de la UNEMI. A través de la revisión de
estudios previos, se busca identificar las
mejores prácticas, así como los obstáculos más
comunes y las recomendaciones clave para
garantizar una implementación exitosa de estas
metodologías en el contexto ecuatoriano
(Muntaner, J., Mut, B., & Pinya, C., 2022).
Es importante subrayar que la adopción de
metodologías activas no solo beneficia a los
estudiantes en términos de rendimiento
académico, sino que también contribuye a la
creación de un entorno de aprendizaje más
dinámico y colaborativo. En Ecuador, la
educación superior debe adaptarse a las
demandas de un mundo en constante cambio, y
las metodologías activas representan una
herramienta esencial para preparar a los
estudiantes para enfrentar estos desafíos con
éxito (Santander, S., 2024). Este análisis
bibliográfico ofrece una base sólida para la
implementación de estas estrategias en la
Facultad de Educación de la UNEMI,
contribuyendo a la mejora continua del proceso
de enseñanza-aprendizaje en esta institución.
Metodología
El presente artículo científico adopta un
enfoque cualitativo basado en la revisión
bibliográfica sistemática. Dado que el objetivo
principal es analizar críticamente las
experiencias y propuestas relacionadas con la
implementación de metodologías activas en la
educación superior, particularmente en la
Facultad de Educación de la Universidad
Estatal de Milagro (UNEMI), se ha optado por
un diseño metodológico que permita evaluar y
sintetizar la literatura existente sobre el tema.
La revisión bibliográfica es el método más
adecuado para consolidar el conocimiento
existente y proporcionar un análisis integral de
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las estrategias didácticas basadas en
metodologías activas.
Fuentes de información
La revisión bibliográfica incluirá artículos
científicos, libros, tesis y otros documentos
académicos publicados en bases de datos
reconocidas a nivel internacional, tales como
Scopus, Web of Science, ERIC, Dialnet y
Google Scholar. Se seleccionarán estudios
relevantes publicados en los últimos diez años
(2013-2023), con el fin de obtener una visión
actualizada sobre el uso de metodologías
activas en la enseñanza superior. También se
considerarán informes y normativas
institucionales relacionadas con la enseñanza en
la UNEMI y otras universidades
latinoamericanas.
Criterios de selección de estudios
Para garantizar la relevancia y calidad de las
fuentes seleccionadas, se aplicarán los
siguientes criterios de inclusión y exclusión:
Criterios de inclusión:
Estudios que aborden la implementación de
metodologías activas (Aula Invertida,
Aprendizaje basado en problemas,
Aprendizaje colaborativo, entre otras) en la
educación superior.
Investigaciones empíricas y revisiones
teóricas que analicen los efectos de estas
metodologías en el rendimiento académico,
la participación estudiantil y el desarrollo de
competencias.
Fuentes en español e inglés publicadas en
revistas indexadas o en editoriales
académicas de reconocido prestigio.
Literatura que analice experiencias en
universidades de América Latina,
especialmente en Ecuador.
Criterios de exclusión:
Estudios que no se enfoquen en la educación
superior o que analicen niveles educativos
inferiores (educación básica o media).
Artículos con metodologías o enfoques
teóricos que no estén relacionados
directamente con la implementación de
metodologías activas.
Publicaciones que no sean revisadas por
pares o que no tengan rigor académico
suficiente
Proceso de revisión
El proceso de revisión se llevará a cabo en las
siguientes etapas:
Búsqueda inicial de estudios: Se realizarán
búsquedas exhaustivas en las bases de
datos mencionadas, utilizando palabras
clave como "metodologías activas", "Aula
Invertida", "Aprendizaje Basado en
Problemas", "Aprendizaje Colaborativo",
"educación superior" y "mejora del proceso
de enseñanza-aprendizaje". La búsqueda se
limitará a estudios publicados entre 2013 y
2023 para asegurar que la información sea
relevante y actual.
Selección de estudios: Tras la búsqueda
inicial, se procederá a la lectura de los
títulos y resúmenes de los artículos
encontrados. Los estudios que cumplan con
los criterios de inclusión serán
seleccionados para una revisión completa.
Extracción de datos: Una vez seleccionados
los estudios relevantes, se extraerán los
datos clave, como el objetivo de la
investigación, las metodologías activas
implementadas, los resultados obtenidos y
las principales conclusiones. Esta
información se organizada en tablas
comparativas para facilitar el análisis y la
síntesis.
Análisis crítico: Los estudios seleccionados
serán analizados críticamente, comparando
los resultados, las metodologías aplicadas y
las recomendaciones de los autores. Se
evaluarán las fortalezas y debilidades de
cada investigación, con el fin de identificar
las mejores prácticas para la
implementación de metodologías activas
en la educación superior.
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Análisis de datos
El análisis se basará en una síntesis temática de
los resultados obtenidos en los estudios
revisados. Se identificarán los temas
emergentes en torno a los beneficios y desafíos
de las metodologías activas, así como las
estrategias recomendadas para su
implementación exitosa en el contexto
universitario. Se prestará especial atención a los
estudios que aborden experiencias en
universidades latinoamericanas, dado que estos
ofrecen un contexto más cercano a la realidad
de la UNEMI.
Consideraciones éticas
Como este artículo científico se basa
exclusivamente en la revisión de la literatura
académica, no implica la recolección de datos
empíricos ni la participación de sujetos
humanos, por lo que no se requiere aprobación
ética. Sin embargo, se respetarán los derechos
de autor y se garantizará la correcta citación de
todas las fuentes consultadas, conforme a las
normas APA (7ª edición). En resumen, esta
metodología de revisión bibliográfica permitirá
sintetizar el estado actual del conocimiento
sobre las metodologías activas en la educación
superior, con un enfoque particular en su
aplicabilidad en el contexto de la UNEMI.
Metodologías Activas: Conceptualización y
Principios
Las metodologías activas se refieren a
estrategias pedagógicas que fomentan una
participación más dinámica y activa del
estudiante en el proceso de enseñanza-
aprendizaje. Contrariamente a los modelos
pedagógicos tradicionales, en los que el
educador se erige como el principal agente de
transmisión de conocimientos, las metodologías
activas aspiran a involucrar al estudiante de
forma directa en la construcción de su propio
proceso de aprendizaje, centrando su atención
en la resolución de problemas, la colaboración
y la introspección. Estas metodologías se
fundamentan en el constructivismo, una teoría
educativa formulada por académicos como Jean
Piaget y Lev Vygotsky, que postula que el
conocimiento no es meramente asimilado de
manera pasiva, sino que es activamente
construido por el estudiante (Murrieta, R.,
Litardo, M., Morante, B., & Plaza, P., 2023).
Esta visión es fundamental para comprender la
base de las metodologías activas, dado que
posicionan al estudiante como un agente crucial
en su propio proceso educativo.
Uno de los postulados esenciales de las
metodologías activas postula que el proceso de
aprendizaje se lleva a cabo de manera más
eficaz cuando el estudiante interactúa
directamente con el conocimiento.
Contrariamente a la pedagogía convencional,
que presupone que los alumnos memoricen
información para su reproducción en exámenes,
las metodologías activas promueven el
aprendizaje fundamentado en la experiencia, la
indagación y la resolución de problemas
auténticos (Espinoza, 2022). Estas
metodologías posibilitan que los estudiantes se
enfrenten a situaciones reales o simuladas que
demandan la aplicación de conocimientos
preexistentes y la adquisición de nuevos
conocimientos de forma práctica.
El Aprendizaje Basado en Problemas (ABP, por
sus siglas en inglés) representa uno de los
enfoques más prevalentes dentro de las
metodologías activas. Este enfoque se originó
inicialmente en el ámbito de la educación
médica en la Universidad de McMaster,
Canadá, durante la década de 1960, y desde ese
momento ha sido ampliado a otros campos de
estudio. En el Aprendizaje Basado en
Problemas (ABP), los alumnos colaboran en
equipos para abordar problemas complejos que
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carecen de una solución única y preestablecida.
La función del educador en este enfoque
metodológico es la de facilitador u orientador,
asistiendo a los alumnos en la identificación de
estrategias viables para la resolución del
problema y en la reflexión sobre el proceso de
toma de decisiones (Viteri, V., & Regatto, J.,
2023). Esta metodología fomenta el
razonamiento analítico, la creatividad y la
colaboración grupal, lo que la convierte en una
metodología altamente eficiente en la
adquisición de habilidades profesionales.
Una metodología activa extensamente
implementada es la Aula Invertida, también
conocida como Flipped Classroom. En este
modelo, la pedagogía convencional adopta un
enfoque "invertido": el conocimiento teórico se
asimila fuera del aula, comúnmente mediante
recursos digitales o lecturas asignadas, mientras
que el tiempo de clase se destina a actividades
prácticas que potencien el aprendizaje (Gil,
2023). Esta metodología se caracteriza por la
optimización del tiempo de interacción entre
alumnos y educadores, ya que posibilita la
asignación del tiempo de clase a la solución de
interrogantes, el debate de conceptos complejos
y la ejecución de ejercicios aplicados. Las
investigaciones han evidenciado que la
implementación del Aula Invertida puede
potenciar la retención de conocimientos e
intensificar el compromiso de los alumnos con
su proceso educativo.
El Aprendizaje Colaborativo constituye otra
táctica esencial dentro de las metodologías
activas, dado que promueve la colaboración y la
co-construcción de conocimientos entre los
estudiantes. Esta metodología fomenta la
interacción social como un componente
esencial del proceso de aprendizaje,
sustentándose en la premisa de que los
estudiantes adquieren un aprendizaje más
efectivo al colaborar en la resolución de
problemas o la finalización de tareas (Pérez, S.,
Díaz, M., Herrera, L., Roig, Y., & Pérez, S.,
2024). Mediante el intercambio de ideas y el
debate de enfoques, los estudiantes no solo
asimilan nuevos conocimientos, sino que
también cultivan competencias sociales y
comunicativas fundamentales para su futuro
desarrollo profesional.
En el ámbito de las metodologías activas, se
resaltan también otras técnicas como el
aprendizaje basado en proyectos y el
aprendizaje por descubrimiento. El aprendizaje
basado en problemas implica a los alumnos en
la planificación, ejecución y evaluación de
proyectos complejos, frecuentemente
vinculados con cuestiones del mundo real
(Zaquinaula, 2024). Los proyectos
proporcionan a los alumnos la oportunidad de
aplicar sus conocimientos adquiridos en
contextos prácticos, lo cual fortalece tanto su
entendimiento de los conceptos teóricos como
su habilidad para resolver problemas. Por otro
lado, el Aprendizaje por Descubrimiento se
enfoca en la indagación autónoma de los
alumnos, quienes deben indagar y descubrir
respuestas de manera autónoma con el respaldo
del educador, promoviendo así la autonomía y
el pensamiento crítico (Pachecho, 2024).
Una característica distintiva de todas estas
metodologías es la transformación en la función
del educador. En vez de ser la principal fuente
de conocimiento, el educador asume el rol de
facilitador del aprendizaje, orientando a los
alumnos en su proceso de descubrimiento y
respaldando su construcción de conocimiento
(Rivero, 2022). Este escenario demanda una
transformación paradigmática tanto para los
alumnos como para los educadores, quienes
deben adaptarse a una dinámica de aula más
abierta y participativa, en la que el error sea un
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componente esencial del proceso de aprendizaje
y no un indicador de fracaso.
Las evidencias empíricas han evidenciado que
la implementación de metodologías activas
ejerce un efecto positivo en el desempeño
académico y en la motivación de los alumnos.
De acuerdo con Carrera, G., Parraga, B.,
Quituizaca, O., Guonoquiza, T., Brown, C.,
León, A., & Oña, Y. (2024), los alumnos que se
involucran en actividades activas en el entorno
académico suelen adquirir una mayor retención
de información y aplicar de manera más eficaz
los conocimientos adquiridos en contextos
prácticos. Adicionalmente, las metodologías
activas promueven el desarrollo de habilidades
transversales, tales como la resolución de
problemas, la comunicación y la habilidad para
trabajar en equipo, competencias
fundamentales en el actual entorno laboral
(Villanueva, C., Ortega, G., & Díaz, L., 2022).
No obstante, a pesar de los beneficios
manifiestos, la puesta en práctica de
metodologías activas no se encuentra libre de
obstáculos. Uno de los principales
impedimentos radica en la resistencia al cambio
de ciertos educadores, quienes muestran
preferencia por metodologías pedagógicas
tradicionales centradas en la transmisión de
información (Jiménez, M., Meneses E., la Cruz,
D., Cano, Y., Cabanillas, T., & Cabrera, L.,
2022). Esta forma de resistencia puede estar
vinculada a la insuficiente capacitación en
nuevas estrategias pedagógicas o a la
insuficiencia de recursos indispensables para la
implementación efectiva de dichas
metodologías. Además, los alumnos habituados
a un enfoque educativo pasivo pueden enfrentar
desafíos para adaptarse a un modelo de
aprendizaje más dinámico y autónomo.
Las metodologías activas constituyen una
estrategia prometedora para optimizar el
proceso de enseñanza-aprendizaje en el ámbito
de la educación superior. Fundamentadas en
principios constructivistas, estas metodologías
fomentan un aprendizaje más participativo y
significativo, que no solo optimiza el
desempeño académico, sino que también
capacita a los estudiantes para afrontar los
desafíos inherentes al entorno profesional. Sin
embargo, para una implementación exitosa,
resulta esencial que tanto los educadores como
los estudiantes se ajusten a las nuevas funciones
que estas metodologías conllevan, y que las
instituciones educativas proporcionen el
respaldo y los recursos necesarios para facilitar
dicha transición (Rueda, R., & Lenis, G., 2023).
Tabla 1. Revisión bibliográfica de metodologías activas
Autor(es)
Año
Metodología Activa
Analizada
Resultados Clave
Recomendaciones
Zainuddin &
Halili
2016
Aula Invertida
Mayor interacción y rendimiento
académico
Uso extensivo de recursos tecnológicos
Prince
2004
Aprendizaje Colaborativo
Mejora en el aprendizaje y desarrollo de
habilidades interpersonales
Fomentar el trabajo en equipo
Morales &
Gutiérrez
2020
Aprendizaje Basado en
Problemas
Desarrollo de habilidades críticas y
autonomía
Adaptación curricular y flexibilidad
López & Vivar
2021
Capacitación Docente y
Metodologías Activas
La capacitación docente es clave para el
éxito de metodologías activas
Implementación de programas continuos
de formación docente
Romero
2019
Metodologías Activas en
Educación Superior
Incremento en la satisfacción estudiantil y
rendimiento académico
Ampliar el uso de metodologías activas
en diferentes disciplinas
Thomas
2000
Aprendizaje Basado en
Proyectos
Promueve un aprendizaje profundo y
aplicado
Integrar proyectos reales en los
programas educativos
Fuente: elaboración propia
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Análisis bibliográfico de las experiencias en
Educación Superior
El examen exhaustivo de las experiencias
asociadas con la aplicación de metodologías
activas en el ámbito de la educación superior
expone un escenario heterogéneo en términos
de resultados, enfoques y desafíos, en función
del contexto en el que se implementen dichas
estrategias. En términos generales, la evidencia
indica que las metodologías activas han
recibido un reconocimiento amplio por su
potencial para optimizar la calidad del
aprendizaje en diversos campos académicos,
fomentando un proceso de enseñanza-
aprendizaje más dinámico y centrado en el
estudiante. No obstante, las investigaciones
destacan la relevancia de una planificación
adecuada, adaptación y evaluación adecuada de
estas metodologías para garantizar su éxito en
contextos universitarios (Roldán, A., Roldán,
A., Espinoza, C., & Quiñónez, A., 2023).
A escala global, la implementación de
metodologías activas ha producido un efecto
positivo en la instrucción de disciplinas tanto en
las ciencias exactas como en las humanidades.
Giler, C., Pihuave, S., Ballesteros, A., & Vaca,
N. (2024), en su análisis acerca de la
implementación del aula invertida, llegan a la
conclusión de que esta metodología facilita un
incremento en la interacción entre los alumnos
y el profesorado, y otorga un mayor espacio
para la resolución de problemas y el aprendizaje
colaborativo en el entorno académico. En su
estudio, se constató que los alumnos que
asistieron a cursos implementando el modelo de
aula invertida exhibieron una comprensión más
profunda de los contenidos y obtenían
resultados más favorables en las evaluaciones,
en contraste con aquellos que recibieron
lecciones bajo el enfoque convencional.
Adicionalmente, el aula invertida promueve el
aprendizaje autodirigido, dado que los alumnos
deben asumir la responsabilidad de su
preparación antes de asistir a las sesiones
académicas.
El Aprendizaje Basado en Problemas (ABP, por
sus siglas en inglés) ha emergido como un
enfoque preeminente en las investigaciones
relativas a metodologías activas. Este enfoque
ha demostrado ser especialmente eficaz en
disciplinas como la medicina y la ingeniería, en
las que la resolución de problemas complejos y
la toma de decisiones fundamentadas en el
análisis de datos son habilidades fundamentales
(Leandro, 2024). Una investigación llevada a
cabo por Velázquez, V., Zúñiga, M., Piguave,
C., & Garcet, B. (2021) en universidades
latinoamericanas evidenció que el Aprendizaje
Basado en Problemas (ABP) no solo optimiza
el desempeño académico, sino que también
favorece el desarrollo de competencias de
pensamiento crítico y promueve la autonomía
en el proceso de aprendizaje. No obstante, la
implementación del Aprendizaje Basado en
Problemas (ABP) demanda una reconfiguración
significativa del currículo, dado que exige una
mayor adaptabilidad en los contenidos y en la
estructuración del tiempo de clase.
Respecto al Aprendizaje Colaborativo, su
repercusión ha sido extensamente investigada
en una variedad de disciplinas. Ortega, A.,
Espinoza, O., Ortega, A., & Brito, L. (2021)
destaca que esta metodología no solo fomenta
el aprendizaje académico, sino que también
ejerce un efecto positivo en el desarrollo de
competencias interpersonales, tales como la
comunicación y la colaboración grupal.
Adicionalmente, el aprendizaje colaborativo
promueve un entorno académico en el que los
alumnos se respaldan recíprocamente, un
aspecto particularmente beneficioso en aulas
con una amplia diversidad de habilidades y
niveles de conocimiento. En una revisión de
Ciencia y Educación
(L-ISSN: 2790-8402 E-ISSN: 2707-3378)
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investigaciones efectuadas en instituciones
universitarias de Estados Unidos y Europa,
Johnson y Johnson (1999) descubrieron que los
alumnos que participaban en actividades de
aprendizaje colaborativo mostraban una mayor
retención de la información a largo plazo y
mostraban una mayor predisposición a aplicar
los conocimientos adquiridos en contextos
prácticos.
Dentro del ámbito latinoamericano, la
implementación de metodologías activas ha
confrontado ciertos obstáculos, aunque los
resultados han sido generalmente favorables.
Una investigación realizada por Ases, M.,
Moyolema, T., Muyulema, M., & Hernández,
V. (2024) en instituciones universitarias
ecuatorianas descubrió que, aunque la
implementación de metodologías activas como
el aula invertida y el aprendizaje colaborativo
ha resultado ventajosa para los alumnos,
persisten obstáculos vinculados a la
infraestructura tecnológica, la capacitación del
personal docente y la resistencia al cambio.
Específicamente, los educadores que han
empleado por años metodologías tradicionales
de enseñanza pueden exhibir resistencia a la
adopción de estrategias innovadoras,
particularmente cuando estas demandan la
implementación de tecnología o un enfoque
distinto al que están habituados.
Adicionalmente, las vivencias en instituciones
universitarias de Latinoamérica señalan que la
transición hacia metodologías activas no es
homogénea en todas las disciplinas. Por
ejemplo, aunque las disciplinas vinculadas a las
ciencias exactas y la ingeniería han
implementado exitosamente metodologías
como el Aprendizaje Basado en Problemas
(ABP) y el aula invertida, se ha observado una
mayor resistencia en las carreras de
humanidades y ciencias sociales, atribuible a la
percepción de que los contenidos teóricos de
dichas disciplinas no se adaptan tan eficazmente
a la resolución de problemas o a la práctica
(Zaquinaula, 2024). Sin embargo, estudios
contemporáneos han evidenciado que las
metodologías activas pueden resultar eficaces
en estos campos, particularmente cuando se
ajustan a las exigencias particulares de cada
disciplina (Robayo, L., Soto, P., Andaluz, P.,
Escalante, G., Vargas, A., Cruz, P., & Lescano,
N., 2024).
En relación con la Facultad de Educación de la
Universidad Estatal de Milagro (UNEMI), las
experiencias con metodologías activas han
evidenciado resultados prometedores; sin
embargo, también han evidenciado la necesidad
de un enfoque más holístico en su puesta en
marcha. De acuerdo con investigaciones
internas de la Universidad Nacional de México
(UNEMI), la implementación de estrategias
pedagógicas como el Aprendizaje Colaborativo
ha mejorado de manera significativa el
desempeño estudiantil en programas de
pedagogía, donde la aplicación práctica de los
conocimientos es esencial para la formación de
futuros educadores (Pérez, S., Díaz, M.,
Herrera, L., Roig, Y., & Pérez, S., 2024). No
obstante, uno de los principales retos detectados
ha sido la ausencia de capacitación continua
para los educadores en la implementación de
estas metodologías, lo que ha restringido su
eficacia en determinados casos.
La revisión bibliográfica también indica que la
evaluación continua constituye un elemento
esencial para el éxito de las metodologías
activas en el ámbito de la educación superior.
Ortega, A., Espinoza, O., Ortega, A., & Brito,
L. (2021) postulan que la implementación
efectiva del Aprendizaje Basado en Problemas
(ABP), por ejemplo, depende no solo de la
planificación de actividades basadas en
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problemas, sino también de un sistema de
evaluación que represente de manera precisa el
avance de los estudiantes en la adquisición de
competencias fundamentales. Esta modalidad
de evaluación debe ser pedagógica, facilitando
que tanto los educadores como los estudiantes
obtengan retroalimentación continua, lo que
promueve la adaptación de las estrategias
pedagógicas a lo largo del curso.
Un elemento esencial destacado por diversos
autores es la necesidad de adecuar las
metodologías activas al entorno cultural y
académico específico de cada institución.
Morales y Gutiérrez (Cevallos, E., Ramos, Y.,
& Cedeño, R., 2021) alertan que la efectividad
de estas metodologías no puede asegurarse a
través de una mera adopción de modelos
internacionales, sino que demanda una
adaptación meticulosa que considere las
particularidades de los estudiantes, las
infraestructuras disponibles y las dinámicas
pedagógicas locales. En este contexto, las
instituciones académicas ecuatorianas,
incluyendo la Universidad Nacional del
Ecuador (UNEMI), han evidenciado progresos
significativos en la implementación de
metodologías activas. Sin embargo, se requiere
un compromiso institucional más robusto para
garantizar su viabilidad y expansión a lo largo
del tiempo.
Discusión de los resultados
La evaluación meticulosa de las metodologías
activas en el ámbito de la educación superior
posibilita la identificación de múltiples
estrategias que pueden optimizar el proceso de
enseñanza-aprendizaje, especialmente en la
Facultad de Educación de la Universidad
Estatal de Milagro. La puesta en práctica eficaz
de estas metodologías demanda no solo
modificaciones en las prácticas pedagógicas,
sino también cambios en la infraestructura
institucional y la capacitación continua del
personal académico. Se expondrán propuestas
basadas en la literatura científica y adaptadas al
contexto de la UNAM, con la finalidad de
generar un efecto perdurable en la calidad
educativa.
Inicialmente, resulta esencial instaurar un
programa de formación continua para el
profesorado, centrado en la implementación y
adaptación de metodologías activas en el
ámbito de la educación superior. La ausencia de
capacitación y comprensión de estas estrategias
por parte de los educadores constituye uno de
los principales impedimentos para su
implementación efectiva (del Valle Medina, M.,
Bernardo, Á., & García, M., 2024). Es
imperativo implementar un programa de
capacitación sistemática que incorpore tanto
principios teóricos como oportunidades
prácticas para la experimentación de
metodologías activas, tales como el
Aprendizaje Basado en Problemas (ABP) y la
Aula Invertida (Zaquinaula, 2024). Estos
programas deben incorporar la implementación
de tecnologías pedagógicas que optimicen la
administración del tiempo de clase y potencien
el aprendizaje fuera del contexto académico. La
integración de plataformas de aprendizaje
virtual, herramientas multimedia y
herramientas colaborativas facilitará a los
educadores la implementación eficaz de estas
metodologías.
Una propuesta fundamental es la revisión y
reconfiguración del currículo, que debe estar en
consonancia con las características y exigencias
de las metodologías activas. La estructuración
de los planes de estudio debería orientarse hacia
actividades que fomenten la participación activa
de los alumnos, el aprendizaje práctico y la
resolución de problemas reales (Cevallos, E.,
Ramos, Y., & Cedeño, R., 2021). Esta
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reconfiguración curricular no debe restringirse
a modificaciones superficiales, sino que debe
conllevar una reconfiguración profunda en la
que las actividades orientadas hacia el
estudiante, tales como proyectos y trabajos
colaborativos, ocupen una posición
preponderante. Adicionalmente, es imperativo
asegurar la implementación transversal de estas
metodologías en todas las disciplinas
académicas, promoviendo un enfoque
coherente y sistemático que facilite a los
estudiantes el desarrollo de competencias
fundamentales a lo largo de su formación
académica.
Un elemento crucial para la optimización del
proceso pedagógico es la promoción del
aprendizaje autodirigido y la autonomía del
estudiante. Las metodologías activas, tales
como la Aula Invertida, posibilitan que los
alumnos asuman un rol esencial en su proceso
de aprendizaje, asumiendo la responsabilidad
de prepararse con antelación para las sesiones y
participando de manera activa en debates y
actividades colaborativas (Giler, C., Pihuave,
S., Ballesteros, A., & Vaca, N., 2024). Para
promover dicha autonomía, es imperativo que
los educadores diseñen actividades que no solo
demanden la participación activa de los
alumnos, sino que también los incentiven a
investigar, explorar y aplicar diversas
metodologías para la resolución de problemas.
Esto no solo potencia el compromiso del
alumno, sino que también fomenta
competencias tales como el razonamiento
crítico, la toma de decisiones y la
administración del conocimiento, habilidades
esenciales en la formación de futuros
profesionales de la educación.
La integración de tecnologías educativas es
igualmente esencial para promover y robustecer
la implementación de metodologías activas en
el ámbito de la educación superior. Las
plataformas tecnológicas facilitan la creación de
ambientes educativos más interactivos y
colaborativos, promoviendo la participación
activa de los alumnos tanto en el ámbito
académico como en el escenario externo al aula.
Las herramientas digitales resultan cruciales
para la implementación de metodologías como
la Aula Invertida, en la que los alumnos tienen
la posibilidad de acceder a recursos digitales,
tales como videos pedagógicos, lecturas
interactivas y foros de discusión, que
complementan la enseñanza presencial (Gil,
2023) Adicionalmente, la implementación de
estas tecnologías posibilita una valoración
constante del avance académico de los alumnos,
proporcionando oportunidades para una
retroalimentación más ágil y personalizada.
La evaluación constante y formativa constituye
un elemento fundamental en la puesta en
práctica de metodologías activas.
Contrariamente a las metodologías
convencionales que se fundamentan en
evaluaciones finales o sumativas, las
metodologías activas demandan una evaluación
continua que permita a los alumnos y
educadores adaptar el proceso de aprendizaje
conforme progresa el curso (de-la-Peña, C., &
Chaves, B., 2024). Es imperativo que las
evaluaciones formativas trasciendan los
exámenes y pruebas, integrando evaluaciones
fundamentadas en proyectos, portafolios,
autoevaluaciones y coevaluaciones. Estas
tácticas de evaluación no solo cuantifican el
avance académico, sino que también habilitan a
los alumnos para reflexionar sobre su propio
proceso de aprendizaje, detectar áreas de mejora
y ajustar sus estrategias.
El diseño de entornos de aprendizaje
colaborativos, tanto físicos como virtuales,
representa otro elemento que puede tener un
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impacto significativo en la eficacia de las
metodologías activas. Las aulas deben ser
diseñadas con el objetivo de promover el trabajo
colaborativo, promoviendo la interacción y la
colaboración entre los alumnos. Además, las
entidades educativas deben ofrecer plataformas
digitales que faciliten la colaboración fuera del
entorno académico, lo cual potencia las
oportunidades de aprendizaje interactivo
(Sánchez, I., Concha, M., & Rojas, A., 2022).
Estos contextos colaborativos fomentan la
generación colectiva de conocimientos y el
fomento de competencias interpersonales,
elementos cruciales en la capacitación de
futuros educadores.
Una sugerencia complementaria es incorporar a
los alumnos en la planificación del proceso de
enseñanza-aprendizaje. La asignación de un
nivel superior de participación en la toma de
decisiones relativas a su propio aprendizaje
promueve su motivación intrínseca y propicia
un compromiso más profundo con el proceso
educativo (Muntaner, J., Mut, B., & Pinya, C.,
2022). Los educadores pueden, por ejemplo,
integrar la perspectiva estudiantil en la elección
de los temas de estudio o en la concepción de
las actividades, generando un entorno
académico más inclusivo y adaptable a las
necesidades e intereses de los estudiantes.
La promoción de la investigación en el ámbito
educativo es esencial para asegurar la
sostenibilidad y el perfeccionamiento constante
de las metodologías activas. La investigación
facilita a los educadores la reflexión sobre sus
prácticas pedagógicas, la identificación de áreas
de mejora y la adaptación de sus estrategias
pedagógicas en base a los hallazgos obtenidos
(Cevallos, E., Ramos, Y., & Cedeño, R., 2021).
En consecuencia, las entidades educativas
deben fomentar la ejecución de investigaciones
en el ámbito educativo y fomentar la
divulgación de los hallazgos entre la comunidad
académica, contribuyendo de esta manera al
progreso del saber en pedagogía activa.
La asistencia institucional y las políticas de
innovación educativa son fundamentales para la
implementación efectiva y sostenible de
metodologías activas. Es imperativo que las
instituciones universitarias formulen políticas
explícitas que fomenten la innovación
pedagógica y proporcionen los recursos
requeridos, tanto financieros como
tecnológicos, para respaldar a los educadores en
la implementación de dichas estrategias
(Sánchez, I., Concha, M., & Rojas, A., 2022).
Es imperativo que las autoridades académicas
brinden un apoyo institucional robusto,
facilitando la formación continua y la
infraestructura tecnológica apropiada para la
puesta en práctica de metodologías activas.
Resulta esencial establecer comunidades de
aprendizaje entre los educadores. Estas
comunidades facilitan a los educadores la
interacción de experiencias, el debate de retos y
la compartición de prácticas óptimas en la
implementación de metodologías activas, lo
cual contribuye al perfeccionamiento de sus
estrategias pedagógicas, según Aragundi, R., &
Game, C. (2023). Las comunidades de
aprendizaje promueven asimismo una cultura
de mejora continua, en la que la innovación
educativa se percibe como un proceso
colaborativo y en perpetua transformación.
La instauración de metodologías activas en la
Facultad de Educación de la UNEMI debe ser
abordada desde un enfoque holístico, que
incorpore la formación docente, la
reestructuración curricular, la implementación
de tecnologías educativas, la evaluación
continua, el respaldo institucional y la
formación de comunidades de aprendizaje.
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Estas estrategias no solo optimizarán el proceso
pedagógico, sino que también fomentarán la
capacitación de futuros educadores con las
habilidades requeridas para abordar los retos
inherentes al sistema educativo ecuatoriano
Conclusiones
Este estudio bibliográfico relativo a la
implementación de metodologías activas en el
ámbito de la educación superior ha evidenciado
que dichas estrategias resultan eficaces para
fomentar un aprendizaje más profundo y
significativo en los alumnos. Las metodologías
activas, como el Aprendizaje Basado en
Problemas (ABP) y el Aprendizaje
Colaborativo, poseen la capacidad de modificar
el proceso de enseñanza-aprendizaje al centrar
al estudiante en el núcleo de su propio proceso
de aprendizaje, fomentando su implicación
activa y el fomento de habilidades
fundamentales como el pensamiento crítico, la
resolución de problemas y la colaboración
(Ortega, A., Espinoza, O., Ortega, A., & Brito,
L., 2021). Estas metodologías no solo optimizan
el rendimiento académico, sino que también
promueven la retención del conocimiento a
largo plazo, factores esenciales en la
capacitación de profesionales futuros,
especialmente en el ámbito de la Facultad de
Educación de la Universidad Estatal de Milagro
(UNEMI).
Uno de los descubrimientos más notables del
análisis es la relevancia de la formación
pedagógica en la aplicación de metodologías
activas. Numerosos estudios enfatizan que, en
ausencia de una capacitación apropiada y
continua en la implementación de estas
estrategias, los educadores pueden encontrar
obstáculos que restringen su eficacia en el
entorno educativo (Ases, M., Moyolema, T.,
Muyulema, M., & Hernández, V., 2024). La
insuficiente familiaridad con estas
metodologías, junto con la potencial resistencia
al cambio por parte de ciertos educadores,
puede representar un impedimento significativo
para su adopción. En consecuencia, es
imperativo que las entidades educativas, como
la UNEMI, implementen programas
sistemáticos de capacitación y actualización
pedagógica, que no solo se ocupen de los
principios teóricos de las metodologías activas,
sino que también ofrezcan oportunidades
prácticas para que los educadores experimenten
y adapten dichas estrategias a sus respectivas
sesiones de enseñanza.
Además de la capacitación pedagógica, la
eficacia de las metodologías activas en la
educación superior está condicionada por una
reestructuración curricular que facilite la
integración efectiva de dichas estrategias en
todas las disciplinas académicas. El análisis
evidencia que la adopción de metodologías
activas demanda una mayor adaptabilidad en el
currículo, facilitando a los alumnos la
aplicación de los conocimientos teóricos en
contextos prácticos y pertinentes para su
trayectoria profesional (Rueda, R., & Lenis, G.,
2023). Este enfoque centrado en la resolución
de problemas concretos y en la colaboración no
solo optimiza el aprendizaje de los estudiantes,
sino que también los capacita de manera más
efectiva para afrontar los retos del contexto
laboral contemporáneo, en el que las
competencias prácticas y la habilidad para
colaborar son altamente valoradas.
Un elemento crucial detectado es la
implementación de tecnologías educativas
como catalizador de metodologías activas.
Instrumentos tecnológicos, como las
plataformas de aprendizaje en línea, los
recursos multimedia y las aplicaciones
colaborativas, son fundamentales para la
efectiva implementación de estrategias como el
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Aula Invertida. La implementación de estas
tecnologías posibilita que los alumnos accedan
a recursos pedagógicos de forma adaptable,
fuera del entorno académico, lo que optimiza el
tiempo de clase para el debate y la práctica
(Giler, C., Pihuave, S., Ballesteros, A., & Vaca,
N., 2024). Adicionalmente, estas herramientas
confieren a los educadores la capacidad de
supervisar el avance académico de los alumnos
de manera más eficiente, proporcionando una
retroalimentación continua y personalizada. No
obstante, para una utilización efectiva de estas
tecnologías, las entidades educativas deben
asegurar que los educadores obtengan la
capacitación requerida para su adecuada
integración en sus prácticas pedagógicas.
El estudio resalta igualmente las barreras
institucionales y culturales que pueden
obstaculizar la implementación de
metodologías activas. La resistencia al cambio
por parte de ciertos educadores, la insuficiencia
de recursos tecnológicos apropiados y la
ausencia de respaldo institucional pueden
constituir factores que puedan restringir la
implementación de dichas estrategias (Vera,
2022). Para superar estos impedimentos, es
imperativo que las instituciones universitarias
formulen políticas explícitas que fomenten la
innovación pedagógica y destinen los recursos
necesarios para facilitar la transición hacia
metodologías más dinámicas y centradas en el
estudiante. Esto abarca no solamente la
inversión en infraestructura tecnológica, sino
también la instauración de un ambiente
institucional que otorgue valor a la
experimentación pedagógica y al aprendizaje
fundamentado en prácticas.
En última instancia, los hallazgos del análisis
bibliográfico sugieren que las metodologías
activas no solo optimizan el desempeño
académico de los alumnos, sino que también
incrementan su satisfacción con el proceso
educativo. Los alumnos involucrados en
actividades fundamentadas en metodologías
activas tienden a manifestar un mayor
compromiso con su proceso de aprendizaje, lo
que a su vez potencia su motivación intrínseca
y su predisposición a aplicar lo aprendido en
contextos prácticos (del Valle Medina, M.,
Bernardo, Á., & García, M., 2024). Este aspecto
reviste particular importancia en la capacitación
de futuros educadores en la UNEMI, dado que
facilita el desarrollo de las habilidades
requeridas para la implementación de dichas
estrategias en sus respectivas aulas, fomentando
así un ciclo continuo de innovación pedagógica.
Para concluir, las metodologías activas
constituyen una oportunidad considerable para
modificar el proceso de enseñanza-aprendizaje
en el ámbito de la educación superior,
especialmente en la Facultad de Educación de
la UNEMI. No obstante, para asegurar su
efectiva implementación, resulta
imprescindible adoptar un enfoque holístico que
englobe la formación continua de los
educadores, la reestructuración curricular, la
incorporación de tecnologías educativas y el
respaldo institucional. Únicamente a través de
una colaboración coordinada entre estos
componentes será factible maximizar las
ventajas de las metodologías activas,
fomentando la capacitación de profesionales
altamente capacitados para abordar los retos del
sistema educativo contemporáneo tanto en
Ecuador como a nivel global.
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Villacis Macias y Regina de la Caridad Agramonte
Rosell.