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influencias ambientales en la manifestación y el
manejo del trastorno. Las teorías del desarrollo
cognitivo, como las de Piaget y Vygotsky, han
proporcionado un marco conceptual para
entender cómo el entorno, incluyendo las
actividades lúdicas, puede influir en el
desarrollo de habilidades cognitivas y sociales
en los niños con TDAH (Sánchez, 2023).
Vygotsky, en particular, subrayó la importancia
del juego en el desarrollo infantil, afirmando
que el juego no solo es un reflejo del desarrollo,
sino también un motor del mismo (Villalba &
Moreno, 2024).). A través del juego, los niños
pueden practicar habilidades de autocontrol,
resolver problemas y desarrollar la capacidad de
planificación, lo que es especialmente relevante
para los niños con TDAH, quienes a menudo
carecen de estas habilidades.
En términos educativos, el TDAH presenta un
desafío significativo para los sistemas escolares
tradicionales, que a menudo están diseñados
para recompensar la capacidad de los
estudiantes para sentarse quietos, prestar
atención por largos períodos y completar tareas
académicas de manera autónoma (Zayas, et al.,
2024). Los niños con TDAH, debido a su
tendencia a la hiperactividad e impulsividad, a
menudo luchan por cumplir con estas
expectativas, lo que resulta en bajo rendimiento
académico, dificultades de comportamiento en
el aula y relaciones tensas con los maestros y
compañeros (Aquino, 2024). Sin embargo, se ha
demostrado que los entornos educativos que
incorporan métodos más activos y
participativos, como el uso de actividades
lúdicas, pueden ser más efectivos para captar la
atención de los niños con TDAH y mejorar su
desempeño académico y social (Balderamo et
al., 2023)
Las actividades lúdicas se definen como
aquellas que incluyen juego, recreación y
actividades físicas estructuradas, que tienen el
potencial de influir positivamente en el
comportamiento y desarrollo de los niños
Bermejo, 2024). Según la teoría del juego de
Piaget, el juego es una forma de asimilación, a
través de la cual los niños incorporan nuevas
experiencias y conocimientos en sus esquemas
mentales existentes (Castillo et al., 2023). Esta
teoría sugiere que las actividades lúdicas no
solo son una forma de entretenimiento, sino que
también pueden facilitar el aprendizaje y el
desarrollo cognitivo al proporcionar un
contexto para la exploración y la
experimentación. Para los niños con TDAH,
estas actividades pueden ofrecer una
oportunidad para desarrollar habilidades de
autorregulación, que son deficientes en esta
población.
Vygotsky, por su parte, argumentaba que el
juego es fundamental para el desarrollo de la
función simbólica y la capacidad de autocontrol
en los niños (Coelho et al., 2023). En el juego,
los niños asumen roles, crean reglas y normas,
y aprenden a regular su comportamiento en
función de esas reglas. Este proceso es
especialmente relevante para los niños con
TDAH, quienes a menudo luchan con la
regulación del comportamiento impulsivo y la
adherencia a las normas sociales (Falcón &
Gallardo, 2023). Las actividades lúdicas que
requieren cooperación y atención sostenida,
como los juegos de mesa o las actividades
físicas en grupo, pueden proporcionar un
entorno seguro en el cual los niños con TDAH
practiquen y refuercen estas habilidades.
En términos de intervención, varios estudios
han explorado la efectividad de las actividades
lúdicas como una estrategia terapéutica para los
niños con TDAH. Un estudio realizado por
Zayas, et al. (2024) encontraron que los
programas de ejercicio físico estructurado, que