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funcionamiento del Estado, sus instituciones,
los mecanismos de participación ciudadana o el
manejo de las emociones. Se debe propender
por un currículo transversalizado, donde se
aprenda a plantear problemas. Educando para
una democrática crítica y deliberativa,
problematizadora y transformadora de las
realidades sociales.
En este sentido las estrategias didácticas son
esenciales, ya que amplían esquemas de
aprendizajes críticos, colaborativos y
democráticos. Estrategias que vinculan el
encuentro de aprendizaje entre pares y
orientadores, necesario para su desarrollo
humano. Concordado con Pagés (2019 a), que
la enseñanza para la democracia debe ayudar a
crecer como personas, construirse a sí mismo,
junto a los otros y no sólo a superar pruebas o
exámenes, que buscan estandarizar.
Así mismo, la democracia asume diferentes
aspectos, para su desarrollo, entre ellos la
voluntad y la opinión pública. No obstante,
Cheresky (2015), sostiene que la opinión
pública está manipulada por los medios de
comunicación. Igualmente, Camps (1999),
afirma que la opinión pública y la voluntad de
los ciudadanos es manipulada y fabricada por
grupos políticos, debido a la ausencia de crítica
racional. En tal sentido, la formación de la
voluntad y la opinión son vitales, para los
procesos libremente democráticos.
Es importante resaltar, que la democracia desde
la mirada de Touraine (2015), permite la
resistencia a la dominación, posibilita el amor a
sí mismo, desde la libertad, como fin; reconoce
a las personas, respaldando las normas que
permiten el desarrollo del sujeto. la democracia
posibilita procesos de transformación de
relaciones desiguales, en relaciones de
autoridad compartida, estas trasformaciones
deben de ocurrir en diferentes espacios como la
familia, la comunidad, el sector productivo
(Santos, 2017). Es así como la escuela como
espacio comunitario debe enseñar democracia y
a la vez democratizarse.
De la misma manera, una sociedad democrática
precisa del conocimiento. Existe una fuerte
relación entre sistemas democráticos y la
educación de sus ciudadanos. Al respecto
Picarella (2018), afirma que un sistema
democrático sólido y su nivel educativo de
calidad, al lado de niveles de desigualdad
reducidos, fortalecen el empoderamiento de sus
asociados. Es decir, cohesionan la comunidad
política.
Así mismo, la enseñanza de la democracia tiene
un valor esencial por su carácter pluralista. En
el feudalismo, renacimiento o la colonia, se
vivió cierto pluralismo. Pero no democrático,
debido a sus relaciones de poder, altamente
verticales. Bobbio (1986), considera que el
disenso es propio de sociedades pluralistas, este
hecho permite la distribución de poder y
posibilita las relaciones democráticas en la
sociedad civil. Claramente la posibilidad de
oposición o critica es vital en un modelo
democrático, pensar y actuar diferente
enriquece el pluralismo. Como señala Zuleta,
(1995/2016): “llamaremos democracia al
derecho del individuo de diferir de la mayoría;
a diferir, a pensar y a vivir distinto, en síntesis,
el derecho a la diferencia (P. 53).
Con base en lo anterior, se sustenta desde
diferentes líneas, las ventajas de la democracia.
Cobra un valor relevante en la educación. Por
ende, se reconoce la importancia de
democratizar las instituciones, pues estas
protegen derechos esenciales, como base de la
convivencia entre ciudadanos (Bobbio
1985/2022). Como afirma Nussbaum (2017), la