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sociocultural y que bien pueden ser
aprovechados para crear y compartir el
conocimiento con los otros, tanto en el plano
académico como en su cotidianidad.
Desde esta perspectiva reduccionista se genera
una brecha entre la teoría y la práctica,
restringiendo de esta forma la creatividad, la
capacidad reflexiva e inventiva del sujeto,
convirtiéndolo en un ser pasivo, mutilado,
insensible, reducido, que solo recibe y se llena
de información. En esta dinámica se establece
una relación saber-poder entre los sujetos
pedagógicos, donde el educador es el poseedor
del conocimiento, el sujeto que sabe de los
contenidos científicos y el educando, no
participa de manera autónoma y democrática en
su proceso de formación, sino que es controlado
por el docente el cual decide los medios,
estrategias y metodologías por el cual este debe
aprender, disminuyendo su capacidad de
pensar, indagar crear y reconstruir sus propios
conocimientos a partir de lo ya establecido.
Paulo Freire (1993, p. 70) “La educación, como
práctica de la dominación que hemos venido
criticando, mantiene la ingenuidad de los
educandos lo que pretende, dentro de su marco
ideológico, es adoctrinarlos en el sentido de su
acomodación al mundo de la opresión”.
A partir de lo antes dicho, resulta preocupante
que la concepción de las ciencias que se viene
manejando en la mayoría de las instituciones
educativas, se ha sustentado en el enfoque
técnico-instrumental. Este interés, según
Grundy (1991, p.142): “está implicado el
interés por el control del aprendizaje del
alumno, de modo que al final del proceso de
enseñanza, el producto se ajusta al EIDOS; es
decir, las intenciones o ideas expresadas en los
objetivos. En este interés constitutivo del
currículo se visualiza que el docente aparece
como ese agente dominante, el cual controla al
educando en la forma en que este debe aprender
y buscar los medios para hacerlo, al docente
solo le queda verificar si los objetivos
planteados fueron alcanzados por los educandos
mediante la observación y la experimentación.
En la educación secundaria no se está formando
al educando con una conciencia reflexiva y
ambiental, disminuyendo de esta manera el
desarrollando de sus capacidades y habilidades
para un pensamiento libre, humanista, liberador
y ambientalista que permita a través de la
investigación la resolución de los problemas.
Esta multidimensionalidad del ser humano está
sustentada en uno de los planteamientos de
Morín (2002; p.15) donde sostiene que: “las
unidades complejas como el ser humano o la
sociedad, son multidimensionales, el ser
humano es a la vez biológico, psíquico, social,
afectivo y racional”; es decir que, el ser humano
es complejo, que este siente, ama, se desespera,
sueña, ríe y se relaciona con los otros, es en esta
multidimensionalidad es en donde debería
basarse la formación del ser humano, y partir de
allí propiciar esos espacios que le permitan al
ser humano formarse integralmente,
desarrollando la capacidad creativa que tiene el
mismo y que juega un papel importante en su
formación integral; de la misma manera, la
enseñanza de las ciencias biológicas desde un
vínculo ciencia-vida es donde se resaltan esas
capacidades innovadora y a las vez se produce
una formación integral.
De allí, la urgente necesidad de resignificar la
enseñanza de las ciencias desde una visión más
integradora, que potencie la formación integral
del educando. Esta nueva concepción deberá
crear nuevas formas de enseñar y aprender de
las ciencias biológicas. Que rompa con el
esquema repetitivo y transmisor, proveniente
del discurso clásico colonial, desarrollando así