Ciencia y Educación
(L-ISSN: 2790-8402 E-ISSN: 2707-3378)
Edición Especial
2025
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RELACIÓN ENTRE LA MICROBIOTA VAGINAL Y LAS INFECCIONES VAGINALES DE
MUJERES EN EDAD FÉRTIL
RELATIONSHIP BETWEEN VAGINAL MICROBIOTA AND VAGINAL INFECTIONS IN
WOMEN OF CHILD-BEARING AGE
Autores: ¹Brandon Stalin Gavilanes Saenz y ²Yajaira Monserrath Belalcazar Sánchez.
¹ORCID ID: https://orcid.org/0000-0003-1722-4310
²ORCID ID: https://orcid.org/0000-0003-0316-9971
¹E-mail de contacto: bgavilanes4390@uta.edu.ec
²E-mail de contacto: ym.belalcazar@uta.edu.ec
Afiliación:¹* ²*Universidad Técnica de Ambato, (Ecuador).
Articulo recibido: 22 de Mayo del 2025
Articulo revisado: 22 de Mayo del 2025
Articulo aprobado: 25 de Mayo del 2025
¹ Estudiante de Medicina de la Universidad Técnica de Ambato, (Ecuador).
² Médica, egresada de la Universidad Central del Ecuador, (Ecuador) con 11 años de experiencia laboral. Especialista en Ginecologia y
Obstetricia egresada de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador, (Ecuador).
Resumen
Determinar la relación existente entre
microbiota vaginal y las infecciones vaginales
de mujeres en edad fértil. Se realizó una
revisión documental sistemática utilizando
bases de datos científicas (PubMed, Dialnet,
Google Scholar, SciELO y Elsevier),
seleccionando artículos publicados entre 2020
y 2024. La búsqueda se efectuó mediante
palabras clave específicas combinadas con
operadores booleanos, incluyendo tanto
artículos de investigación como de revisión en
idioma español, portugués o inglés. Se
identificó que los Lactobacillus comprenden el
70-90% de la microbiota vaginal sana,
manteniendo un pH entre 3,5 y 4,5 a través de
mecanismos bioquímicos específicos. La
vaginosis bacteriana emerge como la infección
más prevalente (8-51%), seguida de la
candidiasis vulvovaginal (con una incidencia
de por vida del 70-75%). La disbiosis vaginal,
caracterizada por la pérdida de la dominancia
de Lactobacillus, facilita la colonización por
patógenos, estableciendo un ciclo de
retroalimentación negativa. Las intervenciones
terapéuticas combinadas (antimicrobianos y
probióticos) mostraron tasas de restauración
del equilibrio microbiano del 61,5 % a las seis
semanas. Existe una relación bidireccional
entre la microbiota vaginal y las infecciones,
donde el desequilibrio microbiano predispone a
las mujeres a infecciones que, a su vez,
perpetúan la disbiosis. Este ciclo está significa-
tivamente influenciado por factores
hormonales, particularmente los niveles de
estrógeno, sugiriendo la necesidad de enfoques
terapéuticos integrales que consideren tanto la
eliminación de patógenos como la restauración
de la microbiota protectora.
Palabras clave: Microbiota, Enfermedades
vaginales, Lactobacillus, Vaginosis
bacteriana, Disbiosis.
Abstract
To determine the relationship between vaginal
microbiota and vaginal infections in women of
childbearing age. A systematic documentary
review was conducted using scientific
databases (PubMed, Dialnet, Google Scholar,
SciELO, and Elsevier), selecting articles
published between 2020 and 2024. The search
was carried out using specific keywords
combined with Boolean operators, including
both research and review articles in Spanish,
Portuguese or English. Lactobacillus was
identified as comprising 7090% of the healthy
vaginal microbiota, maintaining a pH between
3.5 and 4.5 through specific biochemical
mechanisms. Bacterial vaginosis emerged as
the most prevalent infection (851%), followed
by vulvovaginal candidiasis (with a lifetime
incidence of 7075%). Vaginal dysbiosis,
characterized by the loss of Lactobacillus
dominance, facilitates pathogen colonization,
establishing a negative feedback loop.
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Combined therapeutic interventions
(antimicrobials and probiotics) showed
microbial balance restoration rates of 61.5% at
six weeks. There is a bidirectional relationship
between the vaginal microbiota and infections,
where microbial imbalance predisposes women
to infections that, in turn, perpetuate dysbiosis.
This cycle is significantly influenced by
hormonal factors, particularly estrogen levels,
suggesting the need for comprehensive
therapeutic approaches that consider both
pathogen elimination and restoration of the
protective microbiota.
Keywords: Microbiota, Vaginal diseases,
Lactobacillus, Vaginosis bacterial,
Dysbiosis.
Sumário
Determinar a relação entre microbiota vaginal
e infecções vaginais em mulheres em idade
fértil. Foi realizada uma revisão documental
sistemática utilizando bases de dados
científicas (PubMed, Dialnet, Google Scholar,
SciELO e Elsevier), selecionando artigos
publicados entre 2020 e 2024. A busca foi
realizada usando palavras-chave específicas
combinadas com operadores booleanos,
incluindo artigos de pesquisa e revisão em
espanhol, português ou inglês. Lactobacillus
foram identificados como constituintes de 70-
90% da microbiota vaginal saudável, mantendo
um pH entre 3,5 e 4,5 por meio de mecanismos
bioquímicos específicos. A vaginose
bacteriana surge como a infecção mais
prevalente (8-51%), seguida pela candidíase
vulvovaginal (com incidência vitalícia de 70-
75%). A disbiose vaginal, caracterizada pela
perda da dominância de Lactobacillus, facilita
a colonização por patógenos, estabelecendo um
ciclo de feedback negativo. Intervenções
terapêuticas combinadas (antimicrobianos e
probióticos) mostraram taxas de restauração do
equilíbrio microbiano de 61,5% em seis
semanas. Existe uma relação bidirecional entre
microbiota vaginal e infecções, onde o
desequilíbrio microbiano predispõe as
mulheres a infecções que, por sua vez,
perpetuam a disbiose. Este ciclo é
significativamente influenciado por fatores
hormonais, particularmente os níveis de
estrogênio, sugerindo a necessidade de
abordagens terapêuticas abrangentes que
considerem tanto a eliminação de patógenos
quanto a restauração da microbiota protetora.
Palavras-chave: Microbiota, Doenças
vaginais, Lactobacillus, Vaginose bacteriana,
Disbiose.
Introducción
La microbiota vaginal se define como el grupo
de microorganismos que colonizan el tracto
genital femenino, siendo las especies de
Lactobacillus los miembros más importantes
presentes durante la edad reproductiva. El papel
protector de la misma se efectiviza por medio
de varios mecanismos, incluidos la producción
de ácido láctico que mantiene un pH ácido (3,5-
4,5), la generación de peróxido de hidrógeno,
así como la secreción bacteriana de
bacteriocinas que actúan como agente
antimicrobiano. Además, la particular
adherencia de estos microorganismos a las
células epiteliales detiene la colonización por
agentes patógenos. Varios elementos alteran la
composición de la microbiota vaginal, incluidos
el ciclo menstrual, la actividad sexual, el uso de
anticonceptivos y los cambios hormonales,
especialmente los niveles de estrógeno que
afectan la disponibilidad de glucógeno
necesario para el metabolismo de Lactobacillus
(Carvalho, S., et al. 2021; Núñez, J. 2022).
Las infecciones vaginales se caracterizan por
una variación del equilibrio de la microbiota
vaginal normal, añadido a la proliferación
descontrolada de microorganismos patógenos
(bacterias, virus, hongos y/o parásitos) que
desplazan a los Lactobacillus. Estas infecciones
están principalmente relacionadas con un pH
vaginal elevado, cambios en la composición de
la microbiota y la aparición de síntomas como
flujo anormal, prurito, irritación y mal olor, que
pueden derivar en vaginosis bacteriana,
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candidiasis vulvovaginal y tricomoniasis. Estas
circunstancias también pueden aumentar el
riesgo de problemas ginecológicos, problemas
relacionados con el embarazo y una mayor
vulnerabilidad a las enfermedades de
transmisión sexual (Carvalho, S., et al. 2021;
Núñez, J. 2022).
A nivel mundial, las infecciones genitales
femeninas representan el 20-30% de las
consultas ginecológicas, mientras que la
vaginosis bacteriana tiene una prevalencia que
oscila entre el 23% y el 29% entre las mujeres
en edad reproductiva (Organización Mundial de
la Salud, 2024). Se estima que el 75% de la
población femenina experimentará al menos un
episodio de vulvovaginitis a lo largo de su vida,
con una tasa de recurrencia del 50%. Además,
el 40% de las pacientes atendidas en Unidades
de Infecciones de Transmisión Sexual presentan
signos y síntomas de cervicitis (Ruiz, M., et al.
2020). La microbiota vaginal experimenta
alteraciones notables durante los procesos
infecciosos, éste desequilibrio microbiano se
caracteriza por la proliferación de patógenos
como Gardnerella spp., Prevotella spp.,
Mobilincus spp., Megasphaera spp. y Sneathea
spp., que desplazan a los lactobacilos benéficos
de un ecosistema vaginal saludable
(Organización Mundial de la Salud, 2024).
En América Latina las infecciones vaginales
representan un desafío considerable para la
salud pública, siendo la vaginosis bacteriana la
más prevalente (18,5%), seguida de la
candidiasis (15,7%) y la tricomoniasis (2,7%).
La microbiota vaginal, compuesta
predominantemente por Lactobacillus spp.,
desempeña un papel crucial en la protección
contra estos patógenos mediante la producción
de ácido láctico y el mantenimiento de un pH
ácido que varía de 3,8 a 5,0 (Chávez, M., et al.
2020; Medina, O., et al. 2024). La interacción
entre la microbiota vaginal y las infecciones es
particularmente significativa en mujeres en
edad reproductiva, ya que diversos factores,
incluyendo la menstruación, la actividad sexual
y las fluctuaciones hormonales, alteran
sustancialmente el ecosistema vaginal. El pH
neutro o ligeramente alcalino asociado con el
sangrado menstrual y el semen reduce la
población de lactobacilos, promoviendo así la
proliferación de Gardnerella vaginalis, Cándida
albicans y microorganismos entéricos (Chávez,
M., et al. 2020). Además, los niveles de
estrógeno están estrechamente correlacionados
con la abundancia de lactobacilos y el pH
vaginal, alcanzando su punto máximo justo
antes de la ovulación (Medina, O., et al. 2024).
Por su parte, en mujeres del Ecuador, la
microbiota vaginal presenta patrones distintivos
de colonización bacteriana que influyen
directamente en la prevalencia de infecciones
vaginales. Datos epidemiológicos revelan que
la vaginosis bacteriana (VB) afecta al 16,7% de
las mujeres fértiles en Cuenca (Merchán, M., et
al. 2020), mientras que, en la región de Quito,
el 22,9% de las mujeres experimentan alguna
forma de infección vaginal, siendo la vaginitis
aeróbica (VA) la más prevalente con un 11,8%,
seguida de la VB con un 5,6% y la candidiasis
vulvovaginal con un 1,7% (Salinas, M., et al.
2020). La caracterización molecular de la
microbiota vaginal ecuatoriana ha permitido
identificar patrones específicos de colonización
por microorganismos oportunistas. La
prevalencia de especies de Gardnerella (41,8%)
y Atopobium vaginae (41,3%) emerge como
indicadores significativos de disbiosis vaginal,
mientras que la presencia de Escherichia coli
(12,3%), Mobiluncus mulieris (3,1%),
Enterococcus faecalis (1,7%) y ndida
albicans (1,7%) completa el perfil
microbiológico de infecciones vaginales en la
población. Este patrón de colonización se
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correlaciona con factores sociodemográficos
específicos, donde las mujeres que tienen una
relación en unión libre presentan mayor
probabilidad de coinfecciones (P=0,000,
OR=16,65), por el contrario, las mujeres que
refirieron tener una sola pareja sexual estable se
asociaron con el mantenimiento de una
microbiota saludable (P=0,02, OR=1,64)
(Salinas, M., et al. 2020).
Las infecciones vaginales se convierten en una
preocupación importante de la salud
reproductiva en las mujeres, donde el
desequilibrio de la microbiota vaginal actúa
como un desencadenante silencioso de
numerosos problemas ginecológicos. La
alteración de este ecosistema, habitualmente
dominado por especies de Lactobacillus, no
solo desestabiliza el principal mecanismo de
defensa contra los patógenos, sino que también
desencadena una serie de eventos que aumentan
la vulnerabilidad a las enfermedades de
transmisión sexual e infecciones oportunistas
(Carvalho, S., et al. 2021). Con una tasa de
recurrencia del 50% de los episodios de
vulvovaginitis que experimentan las mujeres a
lo largo de su vida, este escenario se vuelve
especialmente preocupante (Ruiz, M., et al.
2020). Estas cifras ponen de relieve la
necesidad apremiante de comprender mejor la
interacción entre la microbiota vaginal y los
mecanismos patógenos para poder desarrollar
estrategias preventivas más exitosas.
Las mujeres en edad reproductiva,
especialmente la que habitan en áreas con
acceso limitado a atención ginecológica
especializada, son las principales beneficiarias
de esta investigación ya que de esta manera se
pueden modificar las estrategias terapéuticas y
preventivas, al comprender mejor los
mecanismos mediante los cuales los
Lactobacillus preservan la salud vaginal, con lo
cual se podrían desarrollar tratamientos más
específicos e individualizados (Carvalho, S., et
al. 2021). Además, este conocimiento servirá a
los profesionales de la salud al sentar una base
para la creación de nuevas políticas preventivas,
que pueden reducir notablemente la morbilidad
relacionada con las infecciones vaginales. Es
por ello que el objetivo de este estudio es
determinar la relación entre la microbiota
vaginal y las infecciones vaginales en mujeres
en edad fértil, mediante una revisión
bibliográfica exhaustiva que permita
comprender los mecanismos de interacción
entre los microorganismos comensales y
patógenos, así como su impacto en la salud
reproductiva femenina. Todo con el fin de
responder a la pregunta de investigación ¿Cuál
es la relación entre la microbiota vaginal y las
infecciones vaginales de mujeres en edad fértil?
Materiales y Métodos
Se realizó un estudio documental mediante una
revisión bibliográfica sistemática que permitió
sintetizar y analizar la información obtenida de
bases de datos científicas como PubMed,
Dialnet, Google Académico, SciELO y
Elsevier. Se utilizaron palabras en español:
"microbiota vaginal", "infecciones vaginales",
"vaginosis bacteriana", "candidiasis",
"tricomoniasis" y "mujeres en edad
reproductiva"; en inglés: "vaginal microbiota",
"vaginal infections", "bacterial vaginosis",
"candidiasis", "trichomoniasis" and "women of
reproductive age" y en portugués: "microbiota
vaginal", "infecções vaginais", "vaginose
bacteriana", "candidíase", "tricomoníase" e
"mulheres em idade reprodutiva";
combinándolas con operadores booleanos
(AND/OR). Los criterios de selección
incluyeron artículos originales (estudios
observacionales, casos y controles, estudios de
corte transversal y longitudinal) y artículos de
revisión sistemática publicados entre los años
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2020 y 2024, disponibles en texto completo en
español, portugués o inglés, que abordaran
específicamente la relación entre la microbiota
vaginal y las infecciones vaginales. Se
excluyeron de la revisión los reportes de casos
aislados, editoriales, cartas al editor y
publicaciones que carecieran de un respaldo
científico adecuado. La estrategia de búsqueda
se centró en identificar publicaciones relevantes
que proporcionaran información actualizada y
científicamente válida sobre los mecanismos de
interacción entre la microbiota vaginal y los
procesos infecciosos, así como su impacto en la
salud reproductiva femenina. Se puso especial
énfasis en los estudios que detallaron la
composición de la microbiota vaginal normal,
los factores que influyen en su alteración y las
principales infecciones vaginales.
Tras aplicar los criterios de selección antes
mencionados, la búsqueda inicial arrojó un total
de 124 artículos potencialmente relevantes
distribuidos en varias bases de datos (PubMed:
42, Dialnet: 18, Google Scholar: 35, SciELO:
16, Elsevier: 13). De estos, 98 artículos fueron
excluidos tras una revisión de títulos y
resúmenes por las siguientes razones: no
abordaban específicamente la relación entre la
microbiota vaginal y las infecciones (63), se
encontraban fuera del rango temporal
establecido (15), no estaban disponibles en
texto completo (9), pertenecían a informes de
casos aislados (7) o eran duplicados en
diferentes bases de datos (4). De los 26 artículos
restantes que se sometieron a revisión de texto
completo, 20 fueron finalmente seleccionados
para la revisión bibliográfica, ya que cumplían
con todos los criterios de inclusión establecidos
y proporcionaban información relevante
alineada con los objetivos del estudio. Esta
metodología permitió la construcción de un
marco teórico sólido que sustenta las
conclusiones y recomendaciones de la presente
investigación.
Resultados
Composición y fisiología de la microbiota
vaginal en mujeres en edad fértil
La microbiota vaginal en mujeres en edad
reproductiva está dominada principalmente por
especies de Lactobacillus, que en condiciones
de equilibrio constituyen alrededor del 70-90%
de los microorganismos. Mediante mecanismos
de adhesión específicos regulados por
glicoproteínas de superficie como la
fibronectina, estas bacterias se adhieren al
epitelio vaginal, creando así una barrera
protectora contra microorganismos
potencialmente patógenos. Las especies de
Lactobacillus, son L. crispatus, L. gasseri, L.
iners y L. jensenii, cuya abundancia relativa
define distintos tipos de comunidades
microbianas o CSTs (Community State Types),
que representan perfiles específicos de
composición microbiana vaginal (Smith, B., &
Ravel, J. 2020).
Las especies de Lactobacillus mantienen la
homeostasis vaginal a través de varios
mecanismos: producen ácido láctico que
acidifica el entorno vaginal a un pH de 3,5-4,5,
generando un ambiente protector que inhibe el
crecimiento de patógenos; sintetizan peróxido
de hidrógeno con actividad antimicrobiana; y
secretan bacteriocinas, ptidos con
propiedades antibacterianas específicas. La
producción de ácido láctico se produce tanto en
el epitelio vaginal (20% en forma de L-lactato)
como en la microbiota (80%, principalmente D-
lactato). Los niveles de estrógeno circulante,
que ayudan a la maduración epitelial y al
depósito de glucógeno, regulan este proceso
metabólico (Barrientos, A., et al. 2020).
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La composición de la microbiota vaginal,
principalmente controlada por fluctuaciones
hormonales, experimenta cambios
significativos a lo largo de la vida reproductiva
de la mujer. Al principio de la pubertad,
abundan las especies de Corynebacterium y
Staphyococcus epidermidis; con el desarrollo
sexual, los Lactobacillus se vuelven
predominantes. Los niveles elevados de
estrógeno durante los años reproductivos
favorecen el mantenimiento de comunidades
estables dominadas por Lactobacillus. Sin
embargo, durante la menopausia, la
disminución de los niveles de estrógeno resulta
en una reducción del glucógeno epitelial, y un
descenso de los lactobacilos, acompañado a su
vez de un aumento de anaerobios facultativos
(Smith, B., & Ravel, J. 2020).
Factores etiológicos que modifican la
microbiota vaginal
Las fluctuaciones hormonales a lo largo del
ciclo menstrual provocan cambios
significativos en la composición de la
microbiota vaginal. Otro factor disruptivo
importante es la actividad sexual, se ha
establecido que las relaciones sexuales sin
protección se asocian a un riesgo dos veces
mayor de desarrollar vaginosis bacteriana y a
una disminución de las especies beneficiosas de
Lactobacillus. Este efecto se ve agravado por la
presencia de antígeno prostático específico en el
fluido vaginal. Adicionalmente, las duchas
vaginales alteran el equilibrio microbiano
natural, aumentando la vulnerabilidad a
infecciones al eliminar la flora protectora
(Lewis, T., et al. 2020).
El mantenimiento de un ecosistema vaginal
saludable depende fundamentalmente de los
niveles de estrógeno, ya que estos favorecen el
depósito de glucógeno en la mucosa vaginal, el
cual actúa como sustrato para las bacterias
productoras de ácido láctico (Leyva, G., et al.
2020). Los niveles plasmáticos de estrógeno se
mantienen alrededor de 129 ng/L durante la
edad reproductiva, lo que favorece el
predominio de especies de Lactobacillus y
mantiene un rango de pH protector de 3,8-4,5.
Este ambiente ácido es esencial para prevenir la
colonización por bacterias patógenas, ya que el
ácido láctico producido por los lactobacilos
ejerce efectos antimicrobianos tanto directos
como indirectos (Lewis, T., et al. 2020).
Las mujeres posmenopáusicas experimentan
una notable disminución de los niveles de
estrógeno (alrededor de 18 ng/L en plasma), lo
que ocasiona una reducción del contenido de
glucógeno epitelial y un menor predominio de
lactobacilos (Leyva, G., et al. 2020). Este
cambio hormonal induce modificaciones
arquitectónicas que incluyen rigidez, sequedad
y disminución del flujo sanguíneo vaginal. En
contraste, las mujeres en edad reproductiva
presentan consistentemente una microbiota más
estable compuesta principalmente por
Lactobacillus spp., especialmente L. crispatus,
L. gasseri, L. iners y L. jensenii, los cuales
producen ácido láctico, peróxido de hidrógeno,
radicales hidroxilo tóxicos y bacteriocinas,
proporcionando protección contra patógenos
(Lewis, T., et al. 2020).
Patologías infecciosas prevalentes en
mujeres en edad fértil
La vaginosis bacteriana, influenciada por
factores étnicos, socioeconómicos y
geográficos, constituye la infección vaginal más
frecuente entre las mujeres en edad
reproductiva, con tasas de prevalencia que
oscilan entre el 8% y el 51% (Rezk, S., &
Alqabbasi, O. 2023). Entre las mujeres, la
vaginosis bacteriana como afección solitaria
representa el 43,8% de los casos, observándose
una tasa del 30,9% en mujeres embarazadas
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(Konadu, G., et al. 2020). La candidiasis
vulvovaginal, segunda causa más frecuente,
afecta al 70-75% de las mujeres en edad fértil al
menos una vez en su vida, con tasas de
recurrencia del 40-50%. En la población
egipcia, su tasa de presentación como infección
única es del 24,2%, mientras que la coinfección
de vaginosis bacteriana y candidiasis
vulvovaginal se observa en el 26,6% de las
pacientes (Rezk, S., & Alqabbasi, O. 2023).
Las manifestaciones clínicas orientan el
diagnóstico diferencial: la vaginosis bacteriana
se caracteriza por un flujo vaginal homogéneo,
blanco grisáceo y maloliente; mientras que la
candidiasis vulvovaginal produce una secreción
espesa y blanca similar al "requesón" con
intenso prurito e inflamación vulvovaginal
(Rezk, S., & Alqabbasi, O. 2023). La
tricomoniasis, aunque menos prevalente (0,5-
1,4%), presenta una secreción de color verde
amarillento, espumosa y maloliente con un pH
vaginal elevado, típicamente superior a 6,0, lo
que facilita su diferenciación, lo que la
distingue de otras infecciones (Konadu, G., et
al. 2020). El diagnóstico definitivo requiere
evaluación microscópica: para la vaginosis
bacteriana se utiliza la puntuación de Nugent
(sensibilidad 73,5%, especificidad 95,9%); para
la candidiasis vulvovaginal se realiza un
examen en fresco con KOH (sensibilidad 77%,
especificidad 96,4%); mientras que la
microscopía para tricomonas muestra una
sensibilidad limitada, entre 44% y 68%
(Konadu, G., et al. 2020).
Una variable significativa que influye en la
prevalencia de las infecciones vaginales es el
embarazo; diversos estudios demuestran una
mayor colonización por Cándida en mujeres
gestantes en comparación con no gestantes,
fenómeno relacionado con el incremento de los
niveles de estrógeno que estimula la
proliferación fúngica (Konadu, G., et al. 2020).
La vaginosis bacteriana muestra una correlación
inversa con la edad gestacional: las mujeres en
el tercer trimestre presentan un riesgo de 35% a
53% menor que aquellas en el primer y segundo
trimestre (OR: 0,54, IC: 0,30-0,96). Este
fenómeno se atribuye principalmente a la
disminución de la frecuencia de actividad
sexual conforme avanza la gestación (Rezk, S.,
& Alqabbasi, O. 2023).
Consecuencias de la disbiosis vaginal en la
salud reproductiva
La disbiosis vaginal, caracterizada por la
pérdida del predominio de Lactobacillus y un
aumento de la diversidad microbiana,
incrementa significativamente la
susceptibilidad a infecciones y problemas
ginecológicos. Esta alteración facilita la
colonización por patógenos como Gardnerella
vaginalis, Trichomonas vaginalis, Neisseria
gonorrhoeae y diversos virus, incluyendo virus
del papiloma humano (VPH), virus del herpes
simple tipo 2 (VHS-2) y virus de la
inmunodeficiencia humana (VIH) (Han, Y., et
al. 2021). La disminución de Lactobacillus
compromete los mecanismos naturales de
defensa vaginal al reducir la producción de
ácido láctico, peróxido de hidrógeno y
bacteriocinas, disminuyendo su efectividad
contra agentes infecciosos, este desequilibrio
microbiológico no solo aumenta la probabilidad
de vaginosis bacteriana, sino que también
predispone a enfermedades s graves que
pueden comprometer la salud general y la
fertilidad (Salazar, M., & Ramírez, D. 2024).
Las alteraciones en la microbiota vaginal
durante el embarazo representan un factor de
riesgo importante para diversas complicaciones
obstétricas; la disbiosis compromete el
desarrollo gestacional normal al asociarse
directamente con parto prematuro, ruptura
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prematura de membranas e infecciones
intrauterinas (Han, Y., et al. 2021). Las
bacterias anaerobias características de la
disbiosis producen enzimas líticas que degradan
las membranas fetales, estimulan la síntesis de
prostaglandinas que favorecen las
contracciones uterinas y aumentan los niveles
de citocinas inflamatorias como IL-6 e IL-8 en
el quido amniótico. La influencia de estas
alteraciones bacterianas durante la gestación
subraya la importancia crucial de mantener una
microbiota vaginal saludable para garantizar
resultados obstétricos favorables (Salazar, M.,
& Ramírez, D. 2024).
Las diferencias en la respuesta a la disbiosis
vaginal entre mujeres fértiles y
posmenopáusicas se fundamentan en sus
distintos perfiles hormonales. En mujeres
fértiles, los niveles fluctuantes, pero
generalmente elevados de estrógenos
mantienen una microbiota dominada por
Lactobacillus, lo que proporciona mayor
resiliencia frente a patógenos; sin embargo,
estos cambios cíclicos pueden también crear
ventanas de vulnerabilidad. En contraste, las
mujeres posmenopáusicas presentan niveles
consistentemente bajos de estrógenos que
conllevan atrofia vaginal, menor producción de
glucógeno y pH s elevado, creando un
ambiente menos favorable para los
Lactobacillus y más propicio para la
colonización por patógenos, lo que resulta en
una menor capacidad de recuperación tras
episodios de disbiosis (Salazar, M., & Ramírez,
D. 2024).
Estrategias preventivas para el
mantenimiento de la microbiota vaginal
El mantenimiento del equilibrio de la
microbiota vaginal se fundamenta en la
implementación de buenas prácticas de higiene
y una sólida educación en salud sexual. La
composición dietética constituye un elemento
esencial y dinámico que influye directamente en
la homeostasis del tracto reproductivo. Un
consumo bajo de azúcares simples y un alto
contenido de micronutrientes, como las
vitaminas A, C, D, E, β-caroteno, folato y calcio
en una dieta equilibrada favorece un entorno
vaginal saludable (Holdcroft, M., et al. 2023).
Mientras que una dieta rica en carbohidratos
simples promueve el crecimiento de flora
vaginal anormal y condiciones favorables para
la proliferación fúngica. La evidencia científica
demuestra que la ingesta regular de productos
lácteos y frutas frescas reduce
significativamente el riesgo de vaginitis
(Mizgier, M., et al. 2020).
El uso preventivo de probióticos representa un
enfoque prometedor para controlar y preservar
una microbiota vaginal saludable. Se ha
demostrado que la administración de
probióticos, incluidas cepas como L. Lacticibus
rhamnosus GR-1 y L. reuteri RC-14, utilizada
en dosis superiores a 10^8 UFC durante
períodos prolongados, normaliza la flora
vaginal, favorece la resolución de infecciones
activas y previene la recurrencia de vaginosis
bacteriana. Aunque su eficacia puede verse
afectada por su capacidad de supervivencia en
el tracto gastrointestinal, la evidencia indica que
los probióticos pueden administrarse tanto por
vía oral como vaginal (Holdcroft, M., et al.
2023; Joseph, J., et al. 2021; Mizgier, M., et al.
2020).
La prevención de prácticas de alto riesgo y la
protección durante las relaciones sexuales
constituyen pilares fundamentales para la salud
vaginal. Las duchas vaginales, método
empleado por hasta el 95% de las mujeres en
algunas comunidades, se han asociado con un
impacto negativo significativo en la microbiota.
Esta práctica altera el delicado equilibrio
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microbiano y predispone a las mujeres a
vaginosis bacteriana, enfermedad inflamatoria
pélvica y parto prematuro (Holdcroft, M., et al.
2023). El uso consistente de preservativos
proporciona una barrera física que previene la
introducción de microorganismos exógenos y la
alteración del pH vaginal por fluidos seminales,
favoreciendo así el mantenimiento de una
microbiota dominada por especies de
Lactobacillus productoras de peróxido de
hidrógeno y reduciendo significativamente el
riesgo de desarrollar infecciones vaginales y
enfermedades de transmisión sexual (Joseph, J.,
et al. 2021).
Intervenciones terapéuticas para la
restauración del equilibrio microbiano
vaginal
El tratamiento antimicrobiano constituye la
primera línea terapéutica para restaurar el
equilibrio de la microbiota vaginal, empleando
principalmente metronidazol (500 mg dos veces
al a durante siete días) o clindamicina
intravaginal al 2% (una aplicación diaria
durante siete días). Ambos antibióticos
demuestran similar eficacia; sin embargo, la
clindamicina presenta mayor actividad contra
Atopobium vaginae, Gardnerella vaginalis y
Mobiluncus, mientras que el metronidazol
resulta superior frente a Prevotella spp.,
Bacteroides spp., Peptoniphilus spp.,
Anaerococcus tetradius y Finegoldia magna
(Chee, Y., et al. 2020).
La administración de probióticos como terapia
adyuvante emerge como una estrategia
prometedora para prevenir recurrencias, con
cepas como Lactobacillus crispatus CTV-05
mostrando reducciones significativas en las
tasas de recaída de vaginosis bacteriana. La
evidencia indica que la suplementación con
probióticos de diversas especies como L.
rhamnosus GR-1 y L. reuteri RC-14,
administrados por vía oral durante seis semanas,
logra una notable restauración hacia una flora
equilibrada en el 61,5% de las mujeres.
Además, mantiene la normalidad
microbiológica en el 51,1% de las pacientes
durante seis semanas adicionales, frente a solo
el 20,8% en el grupo que recibió placebo
(Joseph, J., et al. 2021).
La relación entre la microbiota vaginal y las
infecciones vaginales en mujeres en edad
reproductiva se caracteriza fundamentalmente
por el papel protector de los Lactobacillus, que
comprenden el 70-90% de los microorganismos
presentes en condiciones de equilibrio.
Específicamente, L. crispatus, L. gasseri, L.
iners y L. jensenii actúan como especies
dominantes que mantienen el pH vaginal entre
3,5 y 4,5 mediante la producción de ácido
láctico, generan peróxido de hidrógeno y
secretan bacteriocinas con propiedades
antimicrobianas (Smith, B., & Ravel, J. 2020).
Este ecosistema protector está
significativamente influenciado por las
fluctuaciones hormonales, particularmente los
niveles de estrógenos, que regulan la
disponibilidad de glucógeno, esencial para el
metabolismo de los Lactobacillus (Barrientos,
A., et al. 2020).
Las alteraciones de este equilibrio microbiano
conducen a patologías infecciosas específicas,
siendo la vaginosis bacteriana la más prevalente
(8-51%), seguida de la candidiasis
vulvovaginal, que afecta al 70-75% de las
mujeres en edad reproductiva al menos una vez
en la vida, con tasas de recurrencia del 40-50%
(Rezk, S., & Alqabbasi, O. 2023). La disbiosis
vaginal, caracterizada por la pérdida del
predominio de Lactobacillus, facilita la
colonización por patógenos como Gardnerella
vaginalis, Prevotella spp. y ndida albicans,
comprometiendo significativamente los
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mecanismos naturales de defensa vaginal y
aumentando la susceptibilidad a infecciones
más graves (Han, Y., et al. 2021).
El mantenimiento del equilibrio microbiano
depende fundamentalmente de factores
modificables como la dieta, la higiene sexual y
el uso de probióticos. Específicamente, una
dieta baja en azúcares simples y rica en
micronutrientes promueve un entorno vaginal
saludable, mientras que el uso de probióticos
que contienen cepas como L. rhamnosus GR-1
y L. reuteri RC-14, a dosis superiores a 10^8
UFC, ha demostrado normalizar la flora vaginal
y prevenir la recurrencia de infecciones
(Holdcroft, M., et al. 2023; Mizgier, M., et al.
2020). Las intervenciones terapéuticas más
eficaces combinan el tratamiento
antimicrobiano tradicional con metronidazol o
clindamicina junto con la suplementación con
probióticos, logrando tasas de restauración del
equilibrio microbiano de hasta el 61,5% a las
seis semanas de tratamiento (Joseph, J., et al.
2021).
La evidencia científica establece una relación
bidireccional entre la microbiota vaginal y las
infecciones, donde la disbiosis predispone a las
mujeres a infecciones que, a su vez, perpetúan
la disbiosis. Esta interacción está
particularmente influenciada por factores
hormonales, donde los niveles de estrógeno
desempeñan un papel crucial en la regulación
del ecosistema vaginal (Han, Y., et al. 2021).
Las estrategias preventivas y terapéuticas más
exitosas son aquellas que abordan tanto la
eliminación de patógenos como la restauración
de la microbiota protectora, lo que subraya la
importancia de un enfoque integral que
considere factores biológicos y conductuales
para mantener la salud vaginal (Holdcroft, M.,
et al. 2023).
Discusión de resultados
La composición y función de la microbiota
vaginal en mujeres en edad reproductiva ha
suscitado importantes debates en la literatura
científica. Smith, B., & Ravel, J. (2020) afirman
que los Lactobacillus representa el 70-90% de
una microbiota vaginal sana, destacando su
papel fundamental en el mantenimiento de la
homeostasis. Sin embargo, Leyva, G., et al.
(2020) sostienen que este predominio puede
variar considerablemente entre diferentes
poblaciones étnicas y geográficas, sugiriendo
que un ecosistema vaginal saludable podría
mantener su función protectora incluso con
proporciones menores de Lactobacillus. Esta
discrepancia es examinada más a fondo por
Barrientos, A., et al. (2020), quienes proponen
que la diversidad microbiana, en lugar del
predominio absoluto de Lactobacillus, podría
ser un indicador más fiable de la salud vaginal.
Sin embargo, sus hallazgos contrastan con la
perspectiva de Han, Y., et al. (2021), quienes
destacan que una mayor diversidad microbiana
suele estar asociada a estados disbióticos.
En cuanto a los factores etiológicos que
modifican la microbiota vaginal, existe un
considerable debate sobre la importancia
relativa de los factores endógenos frente a los
exógenos. Lewis, T., et al. (2020) sostienen que
las fluctuaciones hormonales constituyen el
principal determinante de la composición
microbiana vaginal, mientras que Holdcroft,
M., et al. (2023) sugieren que los factores
conductuales y de estilo de vida ejercen un
impacto más significativo en el mantenimiento
del equilibrio microbiano. Esta divergencia se
acentúa con la evidencia presentada por Joseph,
J., et al. (2021), que indica que la actividad
sexual y las prácticas de higiene tienen un
efecto más inmediato y pronunciado sobre la
microbiota que las variaciones hormonales, sin
embargo Chee, Y., et al. (2020) describen que
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estos factores externos solo son significativos
en el contexto de una predisposición hormonal
específica.
La eficacia de las intervenciones terapéuticas
también ha generado controversia dentro de la
comunidad científica. Joseph, J., et al. (2021) y
Mizgier, M., et al. (2020) abogan por el uso de
probióticos como tratamiento primario para
restablecer el equilibrio microbiano,
informando tasas de éxito superiores al 60% con
cepas específicas de Lactobacillus. Por el
contrario, Chee, Y., et al. (2020) sostienen que
los antibióticos convencionales siguen siendo la
opción más confiable, cuestionando la
reproducibilidad y consistencia de los estudios
que involucran probióticos.
La relación entre la microbiota vaginal y las
infecciones ha dado lugar a interpretaciones
contrastantes sobre la causalidad. Han, Y., et al.
(2021) proponen que la disbiosis precede e
induce las infecciones vaginales, mientras que
Konadu, G., et al. (2020) sugieren que la
relación es más bidireccional, donde las
infecciones influyen en la microbiota tanto
como la disbiosis facilita las infecciones. Esta
discrepancia teórica tiene implicaciones
significativas para el tratamiento, como lo
indican Chávez, M., et al. (2020), quienes
sostienen que los enfoques terapéuticos deben
priorizar la restauración del equilibrio
microbiano sobre la eliminación de patógenos.
Por el contrario, Ruiz, M., et al. (2020)
sostienen que el tratamiento antimicrobiano
específico sigue siendo crucial para romper el
ciclo de disbiosis e infección
Conclusiones
La microbiota vaginal y las infecciones
vaginales presentan una relación bidireccional
compleja, donde el equilibrio microbiano,
compuesto predominantemente por especies de
Lactobacillus (70-90%), constituye la primera
línea de defensa contra patógenos mediante
mecanismos bioquímicos específicos como la
producción de ácido láctico, peróxido de
hidrógeno y bacteriocinas. La alteración de este
ecosistema, caracterizada por una disminución
en la prevalencia de lactobacilos y un aumento
en la diversidad microbiana, facilita la
colonización por microorganismos patógenos,
generando un ciclo que perpetúa la disbiosis y
aumenta la susceptibilidad a infecciones
recurrentes. Este ecosistema dinámico está
regulado principalmente por los niveles de
estrógenos, que controlan la disponibilidad de
glucógeno y, consecuentemente, el
metabolismo de los Lactobacillus. Diversos
factores etiológicos como fluctuaciones
hormonales, actividad sexual, prácticas de
higiene inadecuadas y cambios en el pH pueden
alterar este equilibrio, conduciendo a patologías
como vaginosis bacteriana, candidiasis
vulvovaginal y tricomoniasis.
Las estrategias preventivas y terapéuticas más
eficaces emplean un enfoque multimodal que
combina antimicrobianos específicos
(metronidazol o clindamicina) con probióticos
(especialmente L. rhamnosus GR-1 y L. reuteri
RC-14) y modificaciones del estilo de vida.
Estas intervenciones han demostrado tasas de
restauración del equilibrio microbiano del
61,5% y mantenimiento de la normalidad
microbiológica en el 51,1% de los casos durante
períodos prolongados, subrayando la
importancia de un abordaje integral que
considere tanto la eliminación de patógenos
como la restitución de la microbiota protectora.
La evidencia actual sugiere que para optimizar
la salud vaginal en mujeres en edad fértil es
fundamental no solo tratar las infecciones
activas, sino también implementar estrategias
preventivas dirigidas al mantenimiento del
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equilibrio microbiano, considerando los
factores hormonales, nutricionales y
conductuales que influyen en la composición de
la microbiota vaginal.
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