Ciencia y Educación
(L-ISSN: 2790-8402 E-ISSN: 2707-3378)
Edición Especial
2025
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ESTRATEGIAS INCLUSIVAS PARA ESTUDIANTES CON NECESIDADES EDUCATIVAS
ESPECIALES
INCLUSIVE STRATEGIES FOR STUDENTS WITH SPECIAL EDUCATIONAL NEEDS
Autores: ¹Fabiola Katiusca Muñoz Guerrero y
2
Cristhian Henry Orellana Barzallo.
¹ORCID ID: https://orcid.org/0009-0002-5449-8863
2
ORCID ID: https://orcid.org/0009-0005-2792-7804
¹E-mail de contacto: fabiolak.munoz@educacion.gob.ec
²E-mail de contacto: cristhian.orellana@educacion.gob.ec
Afiliación:¹*Unidad Educativa Guatemala, (Ecuador).
2
*Escuela de Educación Básica Cultura Azteca, (Ecuador).
Articulo recibido: 31 de Enero del 2025
Articulo revisado: 2 de Febrero del 2025
Articulo aprobado: 4 de Abril del 2025
¹Profesor de Educación Primaria nivel tecnológico graduado en el Instituto Superior Pedagógico Los Ríos, (Ecuador).
2
Licenciado en Ciencias de Educación mención Educación Básica.
Resumen
El presente estudio tuvo como objetivo
identificar, las estrategias inclusivas que
favorezcan el aprendizaje mediante
metodologías activas, con especial énfasis en
estudiantes con necesidades educativas
especiales (NEE) del sexto año de Educación
General Básica, integrados en un aula regular de
la Escuela de Educación Básica Cultura Azteca.
La investigación se desarrolló bajo un enfoque
cualitativo, mediante un estudio de caso. Para la
recolección de información se emplearon
técnicas como la observación participante,
entrevistas semiestructuradas a docentes y
familiares, y el análisis de documentos
pedagógicos, con el fin de obtener una
comprensión integral del contexto educativo. A
partir del diagnóstico inicial, se diseñaron
estrategias inclusivas que permitieron una
planificación diferenciada, incorporando
recursos didácticos multisensoriales,
promoviendo el trabajo cooperativo entre pares
y aplicando adaptaciones curriculares
individuales. Los resultados evidenciaron
avances significativos en el desarrollo
académico, social y emocional de los
estudiantes con NEE, quienes demostraron
mayor motivación, autonomía y confianza en su
proceso de aprendizaje. Asimismo, se observó
un cambio positivo en la percepción del resto
del grupo y del personal docente respecto a la
inclusión. Se concluye que la implementación
de estrategias inclusivas, contextualizadas y
centradas en las necesidades individuales,
contribuye a la construcción de entornos de
aprendizaje más equitativos, donde todos los
estudiantes tienen la oportunidad de
desarrollarse de manera integral.
Palabras claves: Inclusión educativa,
Necesidades educativas especiales,
Estrategias pedagógicas.
Summary
The present study aimed to identify inclusive
strategies that promote learning through active
methodologies, with a special emphasis on
students with special educational needs (SEN)
in the sixth year of Basic General Education,
integrated into a regular classroom at the
Cultura Azteca Basic Education School. The
research was conducted using a qualitative
approach, using a case study. Data collection
techniques such as participant observation,
semi-structured interviews with teachers and
parents, and the analysis of pedagogical
documents were used to obtain a
comprehensive understanding of the
educational context. Based on the initial
diagnosis, inclusive strategies were designed
that allowed for differentiated planning,
incorporating multisensory teaching resources,
promoting cooperative work among peers, and
implementing individual curricular adaptations.
The results showed significant progress in the
academic, social, and emotional development of
students with SEN, who demonstrated greater
motivation, autonomy, and confidence in their
learning process. Likewise, a positive change
was observed in the perceptions of the rest of
the class and the teaching staff regarding
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inclusion. It is concluded that the
implementation of inclusive, contextualized
strategies focused on individual needs
contributes to building more equitable learning
environments where all students have the
opportunity to develop fully.
Keywords: Educational inclusion, Special
educational needs, Pedagogical strategies.
Sumário
O presente estudo teve como objetivo
identificar estratégias inclusivas que promovam
a aprendizagem por meio de metodologias
ativas, com ênfase especial em alunos com
necessidades educacionais especiais (NEE) do
sexto ano do Ensino Fundamental Geral,
integrados à sala de aula regular da Escola de
Educação Básica Cultura Azteca. A pesquisa foi
desenvolvida com abordagem qualitativa, por
meio de estudo de caso. Técnicas de coleta de
dados como observação participante,
entrevistas semiestruturadas com professores e
familiares e análise de documentos
educacionais foram utilizadas para obter uma
compreensão abrangente do contexto
educacional. A partir do diagnóstico inicial,
foram elaboradas estratégias inclusivas que
permitiram um planejamento diferenciado,
incorporando recursos didáticos
multissensoriais, promovendo o trabalho
cooperativo entre pares e implementando
adaptações curriculares individuais. Os
resultados mostraram progresso significativo no
desenvolvimento acadêmico, social e
emocional dos alunos com necessidades
educacionais especiais, que demonstraram
maior motivação, autonomia e confiança em seu
processo de aprendizagem. Da mesma forma,
observou-se uma mudança positiva na
percepção de inclusão entre o restante do grupo
e o corpo docente. Conclui-se que a
implementação de estratégias inclusivas,
contextualizadas e focadas nas necessidades
individuais contribui para a construção de
ambientes de aprendizagem mais equitativos,
onde todos os alunos tenham oportunidade de se
desenvolver plenamente.
Palavras-chave: Inclusão educacional,
Necessidades educacionais especiais,
Estratégias pedagógicas.
Introducción
La inclusión educativa constituye un principio
fundamental en los sistemas educativos
contemporáneos, orientado a garantizar no solo
el acceso, sino también la permanencia, la
participación activa y el logro efectivo de
aprendizajes significativos por parte de todos
los estudiantes, en especial de aquellos que
presentan necesidades educativas especiales
(NEE). Este enfoque parte del reconocimiento
de la diversidad como un valor inherente al aula
y no como una dificultad a ser superada. En
consecuencia, plantea la necesidad de
transformar las prácticas pedagógicas
tradicionales hacia modelos más flexibles,
adaptativos e innovadores, que respondan a las
características particulares de cada estudiante.
Así, la inclusión educativa no debe entenderse
como una acción aislada ni como una política
marginal, sino como un compromiso estructural
del sistema educativo para asegurar la equidad
y la justicia social desde las primeras etapas de
la escolarización.
Desde esta perspectiva, diversos estudios han
señalado la importancia de implementar
estrategias inclusivas que estén articuladas con
metodologías activas y con una adecuada
adaptación curricular. Estas estrategias
permiten a los estudiantes con NEE participar
en condiciones de igualdad en los procesos de
enseñanza-aprendizaje, favoreciendo el
desarrollo integral y la convivencia armónica
dentro del aula. La literatura especializada
enfatiza que la inclusión no se limita a la
presencia física del estudiante en el aula regular,
sino que implica su participación real,
significativa y sostenida en las actividades
escolares, considerando sus ritmos, intereses,
estilos de aprendizaje y necesidades
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particulares. Por ello, el diseño e
implementación de estrategias inclusivas debe
contemplar una planificación diferenciada, el
uso de recursos didácticos variados y el
acompañamiento constante por parte de
docentes capacitados en educación inclusiva.
En el contexto latinoamericano, la
implementación de una educación inclusiva
enfrenta numerosos desafíos estructurales y
pedagógicos. En muchas instituciones, las
condiciones materiales y los recursos humanos
resultan insuficientes para brindar una atención
adecuada a la diversidad estudiantil. La
formación inicial y continua del profesorado,
así como la disponibilidad de materiales
adaptados y apoyos especializados, son factores
críticos que inciden directamente en la calidad
de la inclusión. Aldás y Sandoval (2020)
evidencian que, aunque gran parte del personal
docente muestra disposición favorable hacia la
inclusión, persisten serias dificultades en la
aplicación efectiva de adaptaciones
curriculares, debido principalmente a la falta de
formación específica, al desconocimiento de
estrategias diferenciadas y a la escasez de
recursos técnicos y humanos. Estas limitaciones
comprometen la posibilidad de atender
adecuadamente a los estudiantes con NEE,
quienes muchas veces quedan excluidos de los
aprendizajes significativos que el currículo
promueve.
En consonancia con lo anterior, González y
Arauz (2024) plantean que una inclusión
educativa efectiva debe considerar tanto la
dimensión didáctica como la dimensión
emocional del estudiante. Esto implica no solo
adecuar contenidos, tiempos y metodologías,
sino también generar climas afectivos que
fortalezcan la autoestima, la empatía y la
convivencia escolar. Según los autores, el uso
de recursos multisensoriales, el fomento del
trabajo colaborativo y la creación de vínculos
positivos entre docentes y estudiantes son
elementos clave para facilitar el aprendizaje y la
participación de los alumnos con NEE. La
inclusión, por tanto, no debe verse como una
simple estrategia técnica, sino como una
filosofía educativa que transforma la cultura
institucional cuestiona las prácticas excluyentes
y promueve una visión humanista del proceso
educativo.
A partir de este marco conceptual, el presente
estudio se propone identificar, aplicar y evaluar
estrategias inclusivas orientadas a promover el
aprendizaje activo de estudiantes con NEE,
integrados en un aula de sexto grado de la
Escuela de Educación Básica Cultura Azteca.
La investigación adopta una metodología
cualitativa, con enfoque de estudio de caso, lo
cual permitió comprender de manera profunda
las dinámicas pedagógicas, las interacciones
sociales y las percepciones del cuerpo docente
en torno al proceso de inclusión. Esta elección
metodológica respondió a la necesidad de
abordar el fenómeno desde una mirada
holística, considerando tanto las prácticas
cotidianas como las representaciones subjetivas
de los actores educativos involucrados.
Asimismo, el enfoque cualitativo posibilitó la
generación de datos ricos y contextualizados,
necesarios para comprender las particularidades
del entorno escolar y de los estudiantes
participantes.
Durante el desarrollo del estudio, se diseñaron e
implementaron actividades pedagógicas
diferenciadas, ajustadas a las capacidades,
intereses y estilos de aprendizaje de los
estudiantes con NEE. Estas actividades
incluyeron el uso de recursos didácticos
multisensoriales, juegos cooperativos, cnicas
de dramatización y herramientas visuales que
facilitaron la comprensión de los contenidos.
Además, se promovió el trabajo cooperativo
entre pares, fomentando la solidaridad, la ayuda
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mutua y el respeto a la diversidad como valores
fundamentales dentro del aula. También se
aplicaron adaptaciones curriculares
individualizadas, respetando los objetivos de
aprendizaje planteados, pero flexibilizando los
métodos, medios y criterios de evaluación, con
el fin de garantizar la participación efectiva de
todos los estudiantes.
Los resultados obtenidos revelan mejoras
sustanciales en distintos ámbitos del desarrollo
de los estudiantes con NEE. A nivel académico,
se observó un incremento en el nivel de
participación, comprensión y ejecución de
tareas por parte de estos estudiantes. En el plano
emocional y social, se evidenció un
fortalecimiento de la autoestima, mayor
seguridad personal, autonomía en la toma de
decisiones y una actitud más positiva hacia el
aprendizaje. Asimismo, se identificó una
transformación en la percepción del resto del
grupo y del personal docente respecto a la
inclusión, promoviendo un clima escolar más
empático, respetuoso y colaborativo. Estos
hallazgos confirman que, cuando se
implementan estrategias inclusivas bien
diseñadas, es posible generar procesos
educativos más equitativos, significativos y
sostenibles.
En este sentido, el estudio no solo responde a
una necesidad específica en el contexto local,
sino que también contribuye al debate
académico internacional sobre la inclusión
educativa, al ofrecer evidencias empíricas sobre
cómo llevar a la práctica sus principios en
entornos escolares caracterizados por la
diversidad y la escasez de recursos. La
experiencia recogida en este trabajo reafirma la
importancia de seguir avanzando en la
formación docente en educación inclusiva, en el
diseño de políticas públicas que garanticen
condiciones materiales adecuadas y en la
consolidación de una cultura escolar que valore
y respete las diferencias individuales como
fuente de enriquecimiento colectivo.
Metodología
El presente estudio se enmarca en un enfoque
cualitativo, con un diseño de investigación de
estudio de caso. Esta metodología permite
comprender en profundidad fenómenos
educativos dentro de su contexto natural, en este
caso, la implementación de estrategias
inclusivas en un aula de sexto grado con
estudiantes con necesidades educativas
especiales (NEE). El estudio de caso fue elegido
por su capacidad para explorar y describir
experiencias educativas particulares,
proporcionando una visión holística del entorno
escolar y las dinámicas que allí se desarrollan.
La población estuvo conformada por los
estudiantes, docentes y familiares
pertenecientes a la Escuela de Educación Básica
Cultura Azteca, ubicada en un contexto urbano
marginal. La muestra fue de tipo no
probabilística e intencional, seleccionando un
aula de sexto grado donde se encuentran
integrados dos estudiantes con NEE. Los
criterios de inclusión fueron: estar matriculado
en el aula seleccionada, tener un diagnóstico
pedagógico de necesidades educativas
especiales, y contar con la autorización de
padres o representantes legales para participar
en el estudio. Se excluyeron estudiantes que no
presentaban adaptaciones curriculares o cuyo
diagnóstico no estaba formalizado.
Para la recolección de datos se utilizaron
diversas técnicas, entre ellas la observación
participante, entrevistas semiestructuradas y el
análisis documental. La observación se realizó
durante sesiones de clase, con el fin de registrar
el comportamiento, la participación y las
interacciones de los estudiantes con NEE dentro
del grupo. Las entrevistas se aplicaron a
docentes y familiares para conocer sus
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percepciones respecto a la inclusión educativa.
Por su parte, el análisis documental se centró en
los planes de clase, fichas pedagógicas y
adaptaciones curriculares implementadas.
Los instrumentos utilizados fueron una guía de
observación diseñada específicamente para este
estudio, guías de entrevista validadas por juicio
de expertos, y una matriz de análisis
documental. Todos los instrumentos fueron
aplicados respetando los principios éticos de
confidencialidad, consentimiento informado y
voluntariedad. Se garantizó la participación
libre y anónima de todos los involucrados,
resguardando su integridad y privacidad
(Venegas & Pillaca, 2024)
Para el análisis de los datos se empleó la técnica
de análisis de contenido, que permitió
identificar categorías emergentes a partir de los
registros obtenidos en campo. Los datos fueron
organizados, codificados y clasificados
temáticamente, lo que facilitó la interpretación
de los hallazgos en relación con los objetivos
del estudio. Esta técnica permitió establecer
patrones de conducta, percepciones y resultados
vinculados al impacto de las estrategias
inclusivas aplicadas, fortaleciendo la validez
interna del estudio. A continuación, se presenta
un cuadro con las principales técnicas e
instrumentos utilizados, junto con sus
respectivos objetivos:
Tabla 1. Principales técnicas e instrumentos utilizados
Técnica
Instrumento
Propósito
Participantes
Observación
participante
Guía de observación estructurada
Registrar conductas, interacciones y niveles de
participación en el aula
Estudiantes con NEE y
compañeros
Entrevista
semiestructurada
Guía de entrevista validada por
expertos
Conocer percepciones sobre la inclusión y estrategias
aplicadas
Docentes y familiares
Análisis documental
Matriz de análisis de documentos
pedagógicos
Examinar adaptaciones curriculares, planes de clase y
materiales utilizados
Documentos institucionales
Fuente: Elaboración propia.
Resultados y Discusión
En esta sección se presentan los hallazgos
obtenidos a lo largo de la investigación,
explicando lo que significan y cómo nos
permiten comprender el impacto de la
aplicación de estrategias inclusivas en un aula
de sexto grado con estudiantes con necesidades
educativas especiales (NEE). Para facilitar la
interpretación de los resultados, los datos han
sido organizados en la siguiente tabla que
resume los indicadores observados, sus
porcentajes, promedios y categorías asignadas
según la escala establecida.
Tabla 2. Resultados del proceso de intervención con estrategias inclusivas
Indicador
S (%)
AV (%)
CN (%)
N (%)
Media Aritmética
Categoría
Participación en el aula
45
15
5
5
4.0
Alto
Motivación hacia el aprendizaje
40
15
5
5
3.9
Alto
Interacción social
38
20
5
5
3.8
Alto
Práctica docente inclusiva
30
20
10
5
3.7
Alto
Percepción de la inclusión
28
25
10
7
3.5
Moderado
Fuente: Elaboración propia.
Los resultados obtenidos indican que la
implementación de estrategias inclusivas tuvo
un impacto positivo en la participación activa de
los estudiantes con NEE dentro del aula. La
categoría de participación obtuvo la media más
alta (4.0), lo cual refleja una mejora en la
disposición de los estudiantes para interactuar,
responder en clase y formar parte de las
actividades colectivas. Esto está en línea con los
hallazgos de González y Arauz (2024), quienes
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señalan que las metodologías activas estimulan
la implicación del estudiante cuando se sienten
parte del grupo. La motivación hacia el
aprendizaje también alcanzó una calificación
alta (3.9), lo cual evidencia un cambio positivo
en la actitud de los estudiantes frente a las tareas
escolares. Este resultado confirma que el uso de
materiales multisensoriales y actividades
adaptadas fomenta el interés y el compromiso
del estudiante con su propio proceso de
aprendizaje, como lo expusieron Aldás y
Sandoval (2020). La motivación, además, se vio
reflejada en una mayor autonomía y confianza
para enfrentar los retos del aula.
En cuanto a la interacción social, se observó una
mejora significativa (media de 3.8), lo que
demuestra que el trabajo cooperativo
promovido en clase permitió fortalecer los lazos
entre los estudiantes, desarrollando habilidades
de respeto, escucha activa y colaboración. Este
aspecto es fundamental para la consolidación de
un ambiente inclusivo, en el que todos los
estudiantes, con o sin NEE, se sienten valorados
y respetados por sus compañeros. Por último,
aunque la percepción de la inclusión alcanzó
una media ligeramente menor (3.5), clasificada
como “Moderado”, este resultado sugiere que
aún existen aspectos por mejorar en cuanto a la
comprensión y aceptación plena del enfoque
inclusivo por parte de toda la comunidad
educativa. Esto abre una oportunidad para
continuar sensibilizando a docentes y familias
sobre la importancia de fortalecer una cultura
escolar verdaderamente inclusiva, que
reconozca la diversidad como una oportunidad
de enriquecimiento mutuo.
La figura 1 permite visualizar claramente que el
indicador con mayor promedio es Participación
en el aula (4.0), lo que reafirma el impacto
directo de las estrategias inclusivas en la
implicación activa de los estudiantes con NEE.
Le siguen de cerca Motivación hacia el
aprendizaje (3.9) e Interacción social (3.8),
confirmando que el uso de metodologías activas
y el fomento del trabajo colaborativo generan
un entorno más dinámico y acogedor.
Figura 1. Promedio por indicador observado
La Práctica docente inclusiva obtuvo un
promedio de 3.7, lo cual sugiere avances
importantes en la implementación de
adaptaciones curriculares y el uso de recursos
pedagógicos diferenciados por parte del
profesorado. No obstante, se reconoce que este
indicador aún puede fortalecerse con
acompañamiento institucional continuo y
formación específica. El menor promedio se
observa en Percepción de la inclusión (3.5), lo
que, aunque positivo, indica que aún existen
retos en términos de sensibilización,
comprensión profunda del concepto y
compromiso integral de toda la comunidad
educativa con la filosofía inclusiva.
Diagnóstico individualizado y detección
temprana de necesidades
El primer paso en el diseño de estrategias
inclusivas es el diagnóstico oportuno de las
necesidades educativas especiales. Conocer el
perfil individual de los estudiantes permite
planificar de forma diferenciada y pertinente.
Este diagnóstico debe ir más allá de lo clínico,
considerando también aspectos emocionales,
sociales y contextuales (Aldás & Sandoval,
2020). La detección temprana posibilita una
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intervención más eficaz, evitando que los
estudiantes se rezaguen en su desarrollo escolar.
Para ello, es fundamental el trabajo conjunto
entre docentes, orientadores y familias. Las
observaciones en el aula y las entrevistas
familiares son clave para entender las fortalezas
y dificultades de cada niño.
Este proceso debe realizarse con enfoque
inclusivo, es decir, sin etiquetar ni generar
estigmas. Más que poner una "etiqueta", se
busca identificar barreras que limitan el
aprendizaje y la participación. Las adaptaciones
deben centrarse en eliminar dichas barreras sin
reducir la calidad del currículo. En la Escuela de
Educación Básica Cultura Azteca, el
diagnóstico inicial permitió identificar
estudiantes con dificultades en el lenguaje,
atención y habilidades sociales. Con esta
información, se diseñaron rutas de intervención
individual y grupal. Cada plan respondió a las
características específicas del niño. Una
correcta evaluación diagnóstica también
permite medir los avances y redirigir las
estrategias cuando sea necesario. Este proceso
no es estático, sino dinámico y continuo.
Involucrar a la familia en este proceso es
esencial, ya que ofrece una mirada más integral
del desarrollo del estudiante.
Adaptaciones curriculares y planificación
diferenciada
Las adaptaciones curriculares son uno de los
pilares de la educación inclusiva. No se trata de
reducir contenidos, sino de presentarlos de
forma distinta, accesible y significativa. Cada
estudiante aprende de forma distinta, y es deber
del docente atender esa diversidad (Delgado,
2023). En la práctica, esto puede implicar
modificar la forma de evaluar, cambiar el tipo
de actividades, usar distintos materiales o
ajustar los tiempos de trabajo. Las adaptaciones
deben permitir que el estudiante alcance los
objetivos propuestos, sin perder la calidad
educativa.
La planificación diferenciada se basa en la
flexibilidad. Implica pensar la clase con
múltiples niveles de acceso, promoviendo la
participación activa de todos los estudiantes. El
uso de objetivos graduales, rúbricas adaptadas y
materiales de apoyo son recursos valiosos en
este sentido (Fernández et al., 2022). En el aula
de sexto grado de la Escuela de Educación
Básica Cultura Azteca, se aplicaron
adaptaciones según los estilos de aprendizaje. A
estudiantes con dificultades de lectoescritura se
les proporcionaron apoyos visuales y lectura
guiada, mientras que para quienes requerían
apoyo motriz, se diseñaron actividades
prácticas. Estas estrategias facilitaron la
participación equitativa y reforzaron el sentido
de logro. Los estudiantes comenzaron a
experimentar el éxito académico, mejorando a
su autoestima y su motivación para seguir
aprendiendo. El respeto por los diferentes
ritmos se volvió parte de la cultura del aula.
Uso de recursos multisensoriales en el aula
Los recursos multisensoriales activan diferentes
canales de aprendizaje y resultan especialmente
eficaces con estudiantes que presentan NEE.
Permiten reforzar la comprensión de conceptos
y mantener la atención, generando aprendizajes
más significativos y duraderos (García et al.,
2023). El uso de materiales manipulativos,
como letras móviles, regletas matemáticas,
tarjetas didácticas, mapas táctiles, entre otros,
permite aprender desde la experiencia. También
los recursos tecnológicos como tabletas,
audiolibros y software educativo aportan
accesibilidad y motivación.
En el aula de sexto grado se incorporaron
elementos visuales (imágenes, colores,
esquemas), auditivos (grabaciones, canciones
educativas) y kinestésicos (juegos de rol,
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dramatizaciones, construcciones con
materiales). Estas prácticas demostraron ser
muy efectivas con los estudiantes con
dificultades de atención y memoria. Además, se
diseñaron rincones temáticos y estaciones de
aprendizaje que permitieron trabajar en
pequeños grupos con distintos materiales según
las necesidades. Estas estrategias fomentaron la
autonomía y la interacción entre compañeros.
Los resultados mostraron una mayor retención
de contenidos, aumento de la participación y
mejora en la comprensión de temas abstractos.
El enfoque multisensorial fue clave para
transformar el aula en un espacio inclusivo,
activo y centrado en el estudiante.
Estrategias de trabajo colaborativo y tutoría
entre pares
El trabajo colaborativo es una herramienta
poderosa para la inclusión. Permite que los
estudiantes aprendan unos de otros, desarrollen
habilidades sociales y se fortalezcan en el
trabajo en equipo. Además, fomenta un
ambiente de respeto y solidaridad (González &
Arauz, 2024). La tutoría entre pares es una
estrategia específica dentro del trabajo
colaborativo. Consiste en emparejar a un
estudiante con más habilidades en un área con
otro que necesita apoyo. Esta relación fortalece
la autoestima del tutor y la confianza del
tutorizado.
En el aula de sexto grado, se organizaron
equipos heterogéneos y rotativos para
desarrollar tareas conjuntas. Cada grupo tenía
un rol asignado y responsabilidades
compartidas, lo que permitió distribuir las tareas
según fortalezas e intereses. Los estudiantes con
NEE se sintieron más acompañados, disminuyó
su ansiedad y aumentó su integración en el
grupo. Asimismo, los demás estudiantes
desarrollaron empatía, tolerancia y habilidades
comunicativas, elementos fundamentales en
una educación con valores. El aprendizaje entre
pares demostró que todos los estudiantes tienen
algo que enseñar y algo que aprender. Esta
visión equitativa fortaleció el clima del aula y
consolidó la idea de que la diversidad es una
oportunidad para crecer juntos.
Estrategias de evaluación inclusiva y flexible
La evaluación inclusiva reconoce los diferentes
ritmos, estilos y formas de demostrar el
aprendizaje. No se limita a una sola forma de
evaluar, sino que ofrece múltiples
oportunidades y herramientas para que todos los
estudiantes puedan mostrar lo que han
aprendido. Este enfoque es esencial para no
excluir a estudiantes con NEE. En lugar de
depender únicamente de pruebas escritas, se
aplicaron evaluaciones orales, portafolios,
rúbricas con niveles adaptados y exposiciones
prácticas. Estas formas de evaluación
permitieron que los estudiantes con dificultades
de escritura o comprensión pudieran igualmente
evidenciar sus logros (Vergara, 2022). En el
aula de sexto grado, se diseñaron rúbricas
específicas para cada estrategia aplicada, lo cual
facilitó la evaluación justa y personalizada. Los
estudiantes conocían de antemano los criterios,
lo que aumentó su motivación y seguridad
durante las tareas evaluativas (Macias et al.,
2023).
También se consideró la autoevaluación y la
coevaluación, como formas de desarrollar la
metacognición y la responsabilidad en el
aprendizaje. Estas prácticas promovieron la
reflexión y el sentido crítico, incluso en
estudiantes con NEE, adaptando los formatos a
sus capacidades. La evaluación inclusiva no
solo mide el aprendizaje, sino que también guía
la enseñanza. Los resultados obtenidos
permiten reorientar las estrategias pedagógicas
y garantizar que todos los estudiantes estén
avanzando de acuerdo con sus posibilidades.
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Participación de la familia en el proceso
inclusivo
La familia cumple un rol fundamental en el
éxito de cualquier estrategia inclusiva. Su
participación activa, apoyo emocional y
acompañamiento en casa complementan el
trabajo realizado en el aula. Además, la
información que aportan es vital para conocer
mejor las necesidades del estudiante. En este
proyecto, se promovieron encuentros
periódicos con las familias, no solo para
informar sobre el rendimiento, sino para
escucharlas, formarlas y fortalecer la alianza
hogar-escuela. Esta comunicación constante
facilitó una visión compartida del proceso
inclusivo (Iglesias y González, 2020).
Se brindó orientación a las familias sobre cómo
apoyar a sus hijos desde casa, cómo reforzar
rutinas, acompañar tareas y estimular la
autonomía. También se promovieron espacios
donde pudieron compartir experiencias con
otras familias, generando redes de apoyo. Los
padres y madres valoraron positivamente las
estrategias aplicadas y expresaron sentirse más
involucrados en la educación de sus hijos. Esta
participación fortaleció el vínculo afectivo y
aumentó la confianza del estudiante en
mismo. La inclusión no es tarea exclusiva de la
escuela, sino un proceso compartido. Cuando la
familia se involucra activamente, los logros del
estudiante se potencian, y la sostenibilidad de
las estrategias aplicadas se garantiza en el
tiempo.
Fortalecimiento de habilidades
socioemocionales
El desarrollo socioemocional es clave para el
aprendizaje integral, especialmente en
estudiantes con NEE. Trabajar en el
reconocimiento, expresión y regulación de
emociones fortalece la autoestima, la empatía y
la convivencia. En el aula de sexto grado, se
implementaron actividades para trabajar las
emociones, como diarios emocionales, círculos
de diálogo, juegos cooperativos y dinámicas de
relajación. Estas estrategias ayudaron a los
estudiantes a expresar lo que sienten y a
manejar situaciones de estrés o conflicto
(Morejón et al., 2021)
Se prestó especial atención a los estudiantes con
dificultades para socializar o con baja
autoestima. Mediante intervenciones
individuales y grupales, se promovió la
autorregulación, la resolución pacífica de
conflictos y la integración emocional al grupo.
Además, se creó un ambiente de aula donde se
valoraban los logros personales, se respetaban
los errores y se celebraban los avances. Esto
fomentó la resiliencia y el sentido de
pertenencia, especialmente en estudiantes que
habían sido excluidos anteriormente. Los
resultados mostraron una mejora notable en la
disposición de los estudiantes para aprender,
colaborar y relacionarse. El enfoque
socioemocional fue una base indispensable para
el desarrollo cognitivo y el éxito de las
estrategias inclusivas.
Formación docente y reflexión profesional
continua
La inclusión no es posible sin docentes
comprometidos y formados. El desarrollo
profesional continuo es un pilar fundamental
para que los educadores puedan enfrentar los
desafíos de atender a una población estudiantil
diversa y compleja (Muñoz & Briones, 2020).
Durante el proceso, se realizaron talleres de
capacitación docente sobre metodologías
inclusivas, diseño universal para el aprendizaje,
evaluación diferenciada y atención a NEE.
También se promovió la autoformación
mediante lecturas, grupos de estudio y
asesoramiento pedagógico.
Además, se crearon espacios de reflexión
profesional, donde los docentes compartieron
experiencias, analizaron casos y buscaron
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soluciones colectivas. Esta práctica favoreció el
trabajo en equipo y el aprendizaje entre colegas.
La formación no solo permitió aplicar nuevas
estrategias, sino que también transformó las
creencias y actitudes del profesorado. Se pasó
de una visión centrada en la dificultad a una
mirada basada en las potencialidades de cada
estudiante. Los docentes de la Escuela de
Educación Básica Cultura Azteca manifestaron
sentirse más preparados y motivados para
trabajar en entornos inclusivos. Esta disposición
es clave para sostener los cambios y avanzar
hacia una escuela que valore la diversidad como
riqueza.
Cultura institucional inclusiva
Finalmente, para que la inclusión sea efectiva,
debe estar respaldada por una cultura escolar
inclusiva. No basta con aplicar estrategias en el
aula; toda la institución debe comprometerse
con una visión que promueva el respeto, la
equidad y la participación de todos. Esto
implica que directivos, docentes, personal de
apoyo, estudiantes y familias compartan
principios comunes. Se deben establecer
políticas claras, reglamentos adaptados,
protocolos de atención a la diversidad y
espacios de participación democrática.
En la Escuela de Educación Básica Cultura
Azteca se trabajó en la sensibilización de toda
la comunidad educativa. Se organizaron
jornadas de inclusión, actividades interclases,
carteleras y campañas de respeto a la diversidad
(Polo et al., 2019). También se incluyó en el PEI
(Proyecto Educativo Institucional) un enfoque
inclusivo transversal, con metas claras y
acciones específicas para garantizar la atención
a estudiantes con NEE y otros grupos
vulnerables. Construir una cultura inclusiva
requiere tiempo, voluntad y liderazgo
pedagógico. Sin embargo, cuando se logra, sus
efectos trascienden el aula y transforman la
escuela en un verdadero espacio de justicia
educativa y bienestar colectivo.
Diseño universal para el aprendizaje (DUA)
como base metodológica
El Diseño Universal para el Aprendizaje (DUA)
es un enfoque que busca eliminar las barreras al
aprendizaje desde la planificación. No se trata
de adaptar después de encontrar la dificultad,
sino de diseñar desde el inicio propuestas
accesibles para todos los estudiantes,
incluyendo a quienes presentan NEE. DUA se
basa en tres principios: ofrecer múltiples formas
de representación, de expresión y de
compromiso. Es decir, presentar la información
de distintas maneras, permitir diversas formas
de demostrar lo aprendido y motivar a los
estudiantes con diferentes intereses y niveles de
apoyo.
En la Escuela de Educación Básica Cultura
Azteca, se aplicaron estos principios en la
planificación semanal. Por ejemplo, en ciencias
se abordaron contenidos tanto con textos como
con videos y experimentos, y los estudiantes
podían elegir si explicar lo aprendido mediante
una maqueta, un dibujo o una exposición oral.
Este enfoque benefició no solo a los estudiantes
con NEE, sino a todo el grupo, pues todos
tuvieron opciones para aprender y participar. Se
redujo la frustración, se incrementó el
rendimiento general y mejoró la actitud hacia el
estudio. Aplicar el DUA exige cambiar la
mirada del docente: de esperar que todos se
adapten a una misma clase, a crear clases que se
adapten a todos. Esta lógica preventiva y
flexible se alinea perfectamente con los
principios de la educación inclusiva.
Incorporación de la tecnología educativa
como herramienta de inclusión
El uso de tecnologías digitales en el aula ofrece
múltiples beneficios para los estudiantes con
NEE, especialmente cuando se utilizan con un
enfoque inclusivo. Permite adaptar contenidos,
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brindar apoyos visuales o auditivos, y facilitar
la comunicación en casos de dificultades del
lenguaje. En el aula de sexto grado se utilizaron
tabletas, audiolibros, aplicaciones de lectura
guiada, juegos interactivos y videos educativos.
Estas herramientas permitieron una mayor
autonomía en los estudiantes con dificultades de
concentración, lenguaje o comprensión lectora.
Además, las plataformas digitales facilitaron la
retroalimentación inmediata, el refuerzo
positivo y la repetición del contenido tantas
veces como fuera necesario. Esto ayudó a
consolidar los aprendizajes y a aumentar la
confianza de los estudiantes con NEE. No
obstante, el uso de la tecnología debe ser
intencionado, planificado y monitoreado. No se
trata de usarla por moda, sino como un recurso
que elimina barreras y enriquece el proceso de
enseñanza-aprendizaje para todos. La
tecnología educativa, bien utilizada, puede
convertirse en un gran igualador de
oportunidades. En este proyecto, su integración
en actividades inclusivas fue clave para mejorar
la accesibilidad, la participación y el desarrollo
de habilidades digitales en todos los estudiantes.
Gestión del tiempo y organización del aula
inclusiva
La gestión del tiempo es crucial en el trabajo
con estudiantes con NEE, ya que muchos
requieren más tiempo para procesar
información, completar tareas o expresar sus
ideas. Por ello, el aula inclusiva debe
flexibilizar horarios y permitir el uso de tiempos
personalizados. Durante el proyecto, se
ajustaron los tiempos de entrega de actividades,
se utilizaron cronómetros visuales para guiar el
trabajo por estaciones, y se permitieron
descansos breves para estudiantes con
dificultades de atención o autorregulación.
Asimismo, se reorganizó el aula en zonas de
trabajo, permitiendo espacios de lectura, trabajo
individual, actividades manipulativas y trabajo
colaborativo. Esto favoreció la concentración y
permitió a los estudiantes elegir el ambiente que
mejor se adaptaba a su estilo de aprendizaje. La
organización del aula también implicó definir
normas de convivencia claras y accesibles para
todos, incluyendo pictogramas, colores y
rutinas visuales. Esto ayudó a reducir la
ansiedad en estudiantes con trastornos del
espectro autista o dificultades cognitivas. Una
buena gestión del tiempo y del espacio no solo
favorece la inclusión, sino que mejora el
rendimiento y el bienestar del grupo completo.
Cada estudiante puede avanzar a su ritmo, sin
sentirse presionado ni excluido, en un entorno
estructurado pero flexible.
Juegos como herramienta pedagógica
inclusiva
El juego es una poderosa herramienta para el
aprendizaje, y aún más en contextos inclusivos.
A través del juego, los estudiantes aprenden sin
presión, se relacionan, desarrollan habilidades
cognitivas y socioemocionales, y se sienten
motivados a participar activamente (Procel y
Cuadrado, 2020). En el aula de sexto grado, se
incorporaron juegos didácticos adaptados,
como memoramas, rompecabezas, juegos de
roles y dinámicas de mesa, con reglas sencillas,
materiales visuales y flexibilidad en la
participación. Esto permitió que todos pudieran
integrarse, independientemente de su nivel de
habilidad.
Además, el uso de juegos cooperativos, donde
el objetivo no es competir sino colaborar,
fomentó la empatía y la cohesión grupal. Los
estudiantes aprendieron a respetar turnos,
escuchar opiniones y valorar los aportes de sus
compañeros, incluyendo a aquellos con NEE.
También se aplicaron juegos digitales
inclusivos, con niveles personalizables y
retroalimentación instantánea. Los estudiantes
disfrutaban y aprendían al mismo tiempo,
fortaleciendo su memoria, atención y
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habilidades lógico-matemáticas sin temor al
error (Valdivieso et al., 2022). El juego bien
planificado no es una pérdida de tiempo, sino
una estrategia intencionada que permite enseñar
desde la experiencia, promover la participación
y crear un ambiente afectivo propicio para el
aprendizaje de todos.
Transición y articulación entre niveles
Para los estudiantes con NEE, los momentos de
transición entre niveles (como el paso de tercer
a sexto grado) pueden representar grandes
desafíos. Por ello, es necesario planificar
acompañamientos que garanticen una
integración progresiva, segura y exitosa.
Durante esta investigación, se implementaron
acciones de articulación entre docentes de tercer
y sexto grado, compartiendo información clave
sobre los estudiantes, sus logros, necesidades y
estrategias efectivas ya aplicadas en niveles
anteriores.
Se realizaron jornadas de adaptación al nuevo
grado, visitas previas al aula, encuentros con
futuros compañeros y actividades de bienvenida
adaptadas. Esto redujo la ansiedad, aumentó la
confianza y permitió que los estudiantes con
NEE se familiarizaran con el nuevo entorno.
Además, se mantuvo una tutoría inicial durante
los primeros meses de clase, asegurando un
seguimiento personalizado. Esta continuidad
educativa resultó crucial para evitar retrocesos
y fomentar una transición fluida (Rivadeneira &
Fernández, 2024). La articulación entre niveles
no debe ser improvisada. Requiere
coordinación institucional, compromiso
docente y sensibilidad hacia las necesidades de
los estudiantes. Cuando se hace bien, se
fortalece la trayectoria escolar inclusiva y se
previenen situaciones de fracaso o abandono
escolar.
Estrategias para fortalecer la atención y la
concentración en estudiantes con NEE
La atención y la concentración son funciones
cognitivas esenciales para el aprendizaje, y en
muchos casos, los estudiantes con NEE
presentan dificultades significativas en este
aspecto. Por ello, es fundamental aplicar
estrategias que ayuden a mantener el foco y
reducir las distracciones durante el desarrollo de
las clases. En el aula de sexto grado, se
utilizaron señales visuales y auditivas para
anunciar los cambios de actividad y enfocar la
atención. También se incorporaron horarios
visuales con pictogramas, instrucciones claras
paso a paso y consignas breves para no
sobrecargar la memoria de trabajo.
Otra estrategia efectiva fue dividir las tareas en
partes pequeñas y medibles, con pausas
programadas y reforzadores positivos al
cumplir objetivos. Esto permitió mantener el
interés y evitar la fatiga cognitiva,
especialmente en estudiantes con TDAH o
trastornos del procesamiento sensorial.
Además, se crearon espacios de “tiempo
tranquilo”, donde los estudiantes podían ir
brevemente cuando se sentían
sobreestimulados. Estos momentos de
autorregulación ayudaron a evitar crisis y
facilitaron la reincorporación voluntaria al
grupo (Ruíz et al., 2020). Estas intervenciones
mejoraron notablemente el tiempo de
permanencia en las actividades, la calidad del
trabajo realizado y la autorregulación
emocional. A largo plazo, estas estrategias
también fortalecen la autonomía y el
autocontrol de los estudiantes con dificultades
atencionales.
Promoción del pensamiento crítico y creativo
en contextos inclusivos
La inclusión no debe centrarse solo en apoyar
debilidades, sino también en desarrollar el
potencial de cada estudiante. El pensamiento
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crítico y creativo son habilidades clave del siglo
XXI y pueden ser estimuladas desde la
diversidad, a través de actividades abiertas y
retadoras adaptadas a cada nivel. Para promover
el pensamiento crítico, se utilizaron preguntas
abiertas, debates guiados, análisis de
situaciones reales y resolución de dilemas
morales. Estas dinámicas fueron adaptadas con
apoyos visuales o textos simplificados para
estudiantes con NEE, permitiendo su
participación activa.
En cuanto a la creatividad, se fomentó el uso de
materiales reciclables, la dramatización, el
dibujo libre y la invención de cuentos, lo cual
permitió a cada estudiante expresarse desde sus
fortalezas. En estudiantes con dificultades
lingüísticas, se priorizó la expresión a través de
imágenes y movimiento. Estas actividades
generaron un ambiente donde no había
respuestas únicas, sino múltiples formas de
pensar y resolver. Los estudiantes con NEE se
sintieron valorados por su ingenio, lo que
fortaleció su autoestima y percepción de
competencia (Salazar et al., 2024). El aula
inclusiva debe ser también un espacio de
pensamiento libre, de exploración y de
innovación. Cuando se estimula el pensamiento
crítico y creativo, se empodera a los estudiantes
para transformar su realidad y participar
activamente en su propio proceso educativo.
Conclusiones
Los resultados de esta investigación evidencian
que la implementación de estrategias inclusivas
genera impactos positivos significativos en el
aprendizaje, la participación y el bienestar de
los estudiantes con necesidades educativas
especiales. A través de la planificación
diferenciada, las adaptaciones curriculares y el
uso de metodologías activas, se logró promover
un entorno educativo más equitativo y
accesible, donde todos los estudiantes pudieron
avanzar a su ritmo. Las prácticas inclusivas no
solo beneficiaron a los estudiantes con NEE,
sino que también enriquecieron la experiencia
del grupo completo, favoreciendo una cultura
de respeto, empatía y colaboración. El
diagnóstico individualizado resultó ser una
herramienta clave para comprender el perfil de
cada estudiante y orientar la toma de decisiones
pedagógicas. Conocer sus fortalezas, intereses y
necesidades permitió diseñar intervenciones
pertinentes, realistas y sostenibles. Asimismo,
la evaluación inclusiva, basada en múltiples
formas de demostrar el aprendizaje, permitió
que los logros de los estudiantes con NEE
fueran reconocidos de manera justa y
significativa. Esto contribuyó a fortalecer su
autoestima, motivación y sentido de pertenencia
en el aula regular.
El trabajo colaborativo y la tutoría entre pares
se consolidaron como estrategias efectivas para
promover la integración social y académica.
Estas metodologías facilitaron el aprendizaje
entre compañeros y generaron vínculos
afectivos que enriquecieron la dinámica del
aula. Además, el uso de recursos
multisensoriales, tecnológicos y juegos
pedagógicos mejoró la atención, la
comprensión y el disfrute del proceso
educativo, mostrando que aprender puede ser
también una experiencia lúdica y significativa
para todos. El papel del docente fue
determinante en el éxito de las estrategias
aplicadas. La disposición a formarse,
reflexionar y adaptar su práctica educativa fue
fundamental para sostener el proceso inclusivo.
De igual forma, la participación activa de las
familias fortaleció el trabajo en red y el
acompañamiento emocional de los estudiantes,
haciendo que la inclusión no se limitara al aula,
sino que se extendiera al hogar y la comunidad
educativa. Esto demuestra que la inclusión no es
tarea de una sola persona, sino un esfuerzo
compartido y colaborativo.
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Esta investigación confirma que, con
compromiso, creatividad y sensibilidad, es
posible construir aulas inclusivas donde se
respete la diversidad y se valore a cada
estudiante como un ser único con derecho a
aprender. La experiencia vivida en la Escuela de
Educación Básica Cultura Azteca representa un
ejemplo de que, incluso en contextos con
recursos limitados, se pueden generar
transformaciones profundas cuando se trabaja
con convicción pedagógica y vocación
humanista. La educación inclusiva no es una
meta lejana, sino una realidad posible cuando se
asume como principio ético y pedagógico.
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