Ciencia y Educación
(L-ISSN: 2790-8402 E-ISSN: 2707-3378)
Edición Especial
2024
Página 629
VALORES ÉTICOS FUNDAMENTALES PARA LA FORMACIÓN DE FUTUROS
PROFESIONALES DE LA EDUCACIÓN
FUNDAMENTAL ETHICAL VALUES FOR THE TRAINING OF FUTURE EDUCATION
PROFESSIONALS
Autores: ¹Jessica Vanessa Yépez Verduga y ²María Fernanda Correa Verduga.
¹ORCID ID: https://orcid.org/0009-0002-4767-8663
¹E-mail de contacto: jyepezv@unemi.edu.ec
²E-mail de contacto: mcorreav3@unemi.edu.ec
Afiliación: ¹*²*Universidad Estatal de Milagro, (Ecuador).
Articulo recibido: 28 de Octubre del 2024
Articulo revisado: 2 de Noviembre del 2024
Articulo aprobado: 16 de Diciembre del 2024
¹Licenciada en Psicología Educativa de la Universidad Laica Vicente Rocafuerte, (Ecuador). Es Magister en Gerencia Educativa de la
Universidad Estatal de Milagro, (Ecuador). PhD. en Ciencias de la Educación especialización Administración Educativa de la Escuela
Politécnica Javeriana del Ecuador, (Ecuador). Es Doctorante mención Psicopedagogía en Educación de la Universidad de Panamá,
(Panamá).
²Licenciada en Negocios Internacionales graduada de la Universidad Internacional del Ecuador, (Ecuador). Magister en Administración
de Empresas otorgada por la Universidad Internacional del Ecuador, (Ecuador).
Resumen
Los valores éticos son esenciales en la
formación de futuros profesionales de la
educación, ya que constituyen la base para
garantizar una práctica pedagógica
responsable, inclusiva y comprometida con el
desarrollo integral de los estudiantes. Este
artículo analiza, a través de una revisión
sistemática, los valores éticos fundamentales
para la formación docente, identificando
barreras y proponiendo estrategias para su
integración efectiva en los programas
educativos. Entre los valores destacados se
encuentran la justicia, la empatía, la
responsabilidad, la honestidad y el respeto,
todos esenciales para crear un ambiente de
aprendizaje inclusivo y ético. La justicia
garantiza un trato equitativo a los estudiantes,
asegurando oportunidades de desarrollo
iguales para todos. La empatía facilita la
comprensión de las necesidades emocionales y
académicas, promoviendo un clima escolar
armonioso y colaborativo. La responsabilidad
permite a los docentes asumir las
consecuencias de sus decisiones con
integridad, mientras que la honestidad
refuerza la transparencia y la confianza en la
comunidad educativa. Por último, el respeto
fomenta relaciones interpersonales basadas en
la dignidad y el reconocimiento mutuo. Sin
embargo, la revisión destaca barreras
significativas, como la falta de formación ética
específica, la desconexión entre teoría y
práctica, y las presiones institucionales para
priorizar resultados académicos sobre
principios éticos. Para superar estos desafíos,
se proponen estrategias como la inclusión de
actividades prácticas, la sensibilización
institucional y la promoción de una cultura
ética en la formación docente. Integrar estos
valores de manera sistemática fortalecerá la
calidad educativa y contribuirá al desarrollo
de una sociedad más equitativa e inclusiva.
Palabras clave: Valores éticos, Formación
docente, Educación inclusiva.
Abstract
Ethical values are essential in the training of
future education professionals, as they
constitute the basis for ensuring a responsible,
inclusive pedagogical practice committed to
the comprehensive development of students.
This article analyses, through a systematic
review, the fundamental ethical values for
teacher training, identifying barriers and
proposing strategies for their effective
integration into educational programs. Among
the highlighted values are justice, empathy,
responsibility, honesty and respect, all
essential to creating an inclusive and ethical
learning environment. Justice guarantees
equitable treatment of students, ensuring equal
development opportunities for all. Empathy
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facilitates understanding of emotional and
academic needs, promoting a harmonious and
collaborative school climate. Responsibility
allows teachers to assume the consequences of
their decisions with integrity, while honesty
reinforces transparency and trust in the
educational community. Finally, respect
fosters interpersonal relationships based on
dignity and mutual recognition. However, the
review highlights significant barriers, such as
a lack of specific ethics training, a disconnect
between theory and practice, and institutional
pressures to prioritize academic outcomes
over ethical principles. To overcome these
challenges, strategies such as the inclusion of
practical activities, institutional awareness-
raising, and the promotion of an ethical
culture in teacher training are proposed.
Integrating these values systematically will
strengthen educational quality and contribute
to the development of a more equitable and
inclusive society.
Keywords: Ethical values, Teacher
training, Inclusive education.
Sumário
Os valores éticos são essenciais na formação
dos futuros profissionais da educação, pois
constituem a base para garantir uma prática
pedagógica responsável, inclusiva e
comprometida com o desenvolvimento
integral dos alunos. Este artigo analisa, por
meio de uma revisão sistemática, os valores
éticos fundamentais para a formação de
professores, identificando barreiras e
propondo estratégias para sua efetiva
integração nos programas educacionais. Os
valores apresentados incluem justiça, empatia,
responsabilidade, honestidade e respeito,
todos essenciais para a criação de um
ambiente de aprendizagem inclusivo e ético. A
justiça garante o tratamento equitativo dos
estudantes, assegurando oportunidades iguais
de desenvolvimento para todos. A empatia
facilita a compreensão das necessidades
emocionais e acadêmicas, promovendo um
clima escolar harmonioso e colaborativo. A
responsabilidade permite que os professores
assumam as consequências das suas decisões
com integridade, enquanto a honestidade
reforça a transparência e a confiança na
comunidade educativa. Por último, o respeito
promove relações interpessoais baseadas na
dignidade e no reconhecimento mútuo. No
entanto, a revisão destaca barreiras
significativas, como a falta de formação ética
específica, a desconexão entre teoria e prática
e pressões institucionais para dar prioridade
aos resultados académicos em detrimento dos
princípios éticos. Para superar esses desafios,
são propostas estratégias como a inclusão de
atividades práticas, a conscientização
institucional e a promoção de uma cultura
ética na formação de professores. A integração
destes valores de forma sistemática fortalecerá
a qualidade educacional e contribuirá para o
desenvolvimento de uma sociedade mais
equitativa e inclusiva.
Palavras-chave: Valores éticos, Formação
de professores, Educação inclusiva.
Introducción
La formación ética en los futuros profesionales
de la educación ha adquirido una importancia
crucial en el contexto educativo
contemporáneo. En una sociedad caracterizada
por la globalización, la diversidad cultural y
los constantes desafíos sociales, los docentes
no solo deben poseer conocimientos
pedagógicos sólidos, sino también ser modelos
de comportamiento ético para sus estudiantes.
Bisquerra (Farfán, P., Carrión, G., &
Villavicencio, P., 2024) argumenta que los
valores éticos, como la justicia, la
responsabilidad, la empatía, la honestidad y el
respeto, son esenciales en la formación integral
de los estudiantes, ya que promueven actitudes
responsables, justas y comprometidas. Estos
valores no solo fortalecen la práctica
profesional de los docentes, sino que también
influyen directamente en el desarrollo de
ciudadanos éticos y críticos. Sin embargo, en
muchos programas de formación docente, la
dimensión ética no se aborda con la
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profundidad que requiere, lo que genera una
desconexión entre la teoría y la práctica.
Los valores éticos son principios
fundamentales que orientan las decisiones y
acciones de los docentes en su ejercicio
profesional, impactando tanto en la calidad de
la enseñanza como en la formación integral de
los estudiantes. Entre estos valores destacan la
justicia, que promueve la equidad y el respeto
por la diversidad; la responsabilidad, que
fomenta el compromiso profesional; la
empatía, que fortalece las relaciones
interpersonales; la honestidad, que genera
confianza y credibilidad; y el respeto, que
sustenta un ambiente educativo armónico.
Según García y López (Villegas, 2021), estos
valores no solo son esenciales para garantizar
un desempeño ético en la práctica docente,
sino que también contribuyen a la construcción
de una sociedad más inclusiva y equitativa. Sin
embargo, la formación ética de los docentes
enfrenta barreras significativas, como la falta
de enfoque en valores en los programas
curriculares, la presión institucional y las
demandas sociales que priorizan los resultados
académicos sobre los principios éticos.
El valor de la justicia en el ámbito educativo
tiene un impacto profundo, ya que permite a
los docentes promover la equidad y atender las
necesidades diversas de sus estudiantes. Este
valor se refleja en prácticas como la evaluación
justa, la asignación equitativa de recursos y la
atención a la diversidad cultural y social en el
aula. Fernández y Pérez (Sigindioy, 2024)
destacan que los docentes que incorporan el
principio de justicia en su labor generan un
ambiente inclusivo donde todos los estudiantes
tienen las mismas oportunidades de éxito.
Además, la justicia permite abordar los
desafíos éticos relacionados con la
discriminación, el favoritismo y las
desigualdades estructurales, fortaleciendo la
cohesión y la confianza dentro de la
comunidad escolar. En contextos educativos
diversos, este valor adquiere una relevancia
aún mayor, ya que facilita la integración y el
respeto mutuo entre estudiantes de diferentes
orígenes.
La responsabilidad, entendida como la
capacidad de asumir las consecuencias de las
propias decisiones y acciones, es un valor
esencial en la formación docente. Este valor no
solo implica cumplir con las tareas académicas
asignadas, sino también actuar con
profesionalismo, compromiso y respeto hacia
los estudiantes, colegas y la comunidad
educativa. Según la UNESCO (Gallegos, H.,
Botello, J., & Salinas, E., 2023), los docentes
responsables son aquellos que comprenden la
importancia de su rol como agentes de cambio
social y que actúan en consecuencia para
garantizar una educación de calidad. Este valor
también incluye la disposición para reflexionar
sobre las propias prácticas, identificar áreas de
mejora y asumir un papel activo en la
resolución de problemas educativos. La
responsabilidad, cuando se inculca durante la
formación docente, prepara a los futuros
educadores para enfrentar los retos éticos y
profesionales de su labor con integridad y
compromiso.
La empatía, definida como la capacidad de
comprender y compartir las emociones y
perspectivas de los demás, es otro valor central
en la formación de los docentes. Este valor no
solo mejora las relaciones interpersonales en el
aula, sino que también permite a los
educadores adaptarse a las necesidades
individuales de sus estudiantes y crear un
ambiente de aprendizaje inclusivo. Según
López y García (Ureña, R., & Peralta, S.,
2023), la empatía es fundamental para abordar
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conflictos de manera constructiva, fomentar el
respeto mutuo y promover un clima escolar
positivo. Además, la empatía fortalece la
capacidad de los docentes para reconocer y
valorar la diversidad cultural, social y
emocional de sus estudiantes, lo que resulta
esencial en un entorno educativo cada vez más
globalizado. Este valor también contribuye al
bienestar emocional de los estudiantes, ya que
les permite sentirse comprendidos y apoyados,
lo que a su vez mejora su motivación y
rendimiento académico.
El respeto es otro pilar fundamental en la
práctica docente, ya que sustenta las relaciones
interpersonales y el ambiente de aprendizaje en
el aula. Este valor implica reconocer y valorar
la dignidad, los derechos y las diferencias de
cada individuo, promoviendo un entorno de
confianza, inclusión y colaboración. Según
Pérez y Gómez (Ureña, R., & Peralta, S.,
2023), el respeto no solo es esencial para
establecer relaciones saludables entre docentes
y estudiantes, sino también para fomentar una
cultura escolar basada en la tolerancia y el
reconocimiento de la diversidad. En contextos
educativos inclusivos, el respeto adquiere una
relevancia particular, ya que permite atender
las necesidades de estudiantes con diferentes
habilidades, intereses y orígenes. Además, este
valor fortalece la relación entre la escuela y la
comunidad, promoviendo la participación
activa y el compromiso social.
La honestidad, entendida como la coherencia
entre las palabras y las acciones, es un valor
que refuerza la credibilidad y la transparencia
en la práctica docente. Este valor es esencial
para construir relaciones de confianza con los
estudiantes, colegas y familias, lo que a su vez
fortalece el sentido de responsabilidad y
compromiso en la comunidad educativa. Según
García (Cerero, 2024), los docentes honestos
actúan con integridad en todos los aspectos de
su labor, desde la planificación de las clases
hasta la evaluación de los estudiantes. La
honestidad también es clave para enfrentar
dilemas éticos en el aula, ya que permite tomar
decisiones basadas en principios y valores, en
lugar de en intereses personales o presiones
externas. Este valor, cuando se integra en la
formación docente, fomenta una cultura de
transparencia y responsabilidad en las
instituciones educativas.
A pesar de la importancia de estos valores, su
integración en los programas de formación
docente enfrenta desafíos significativos. La
falta de formación específica en ética
profesional, la desconexión entre teoría y
práctica, y las presiones institucionales para
priorizar objetivos académicos sobre principios
éticos, limitan la enseñanza y aplicación de los
valores en contextos reales (Puello, 2024).
Además, los programas curriculares suelen
centrarse en el desarrollo de competencias
técnicas y pedagógicas, relegando la formación
ética a un segundo plano. Este enfoque
restringe la capacidad de los futuros docentes
para reflexionar sobre dilemas éticos y aplicar
principios éticos en su práctica diaria. Para
superar estas barreras, es fundamental
replantear los enfoques tradicionales de la
formación docente, incorporando componentes
éticos como un eje transversal del currículo.
El contexto institucional y social también
influye en la formación ética de los docentes.
Factores como la presión institucional, las
políticas educativas restrictivas y las demandas
sociales generan un entorno en el que los
docentes tienen poco margen para reflexionar
sobre los valores y principios que guían su
práctica. Según López y Torres (Baute, L.,
Iglesias, M., & Navales, M., 2022), estos
factores refuerzan una visión instrumental de
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la educación que prioriza los resultados
académicos sobre el desarrollo integral de los
estudiantes. Este contexto subraya la
importancia de desarrollar políticas educativas
inclusivas que respalden la formación ética de
los futuros profesionales de la educación,
garantizando que los valores sean un
componente central de su preparación.
El propósito de este artículo es analizar los
valores éticos fundamentales para la formación
de futuros profesionales de la educación,
identificando las barreras que dificultan su
integración en los programas educativos y
proponiendo estrategias para fortalecer su
enseñanza y aplicación. A través de una
revisión sistemática de literatura científica, se
busca proporcionar un marco teórico y práctico
que oriente a las instituciones educativas en el
diseño de programas curriculares inclusivos y
éticamente responsables. Este análisis no solo
destaca la importancia de los valores éticos en
la práctica docente, sino que también ofrece
herramientas prácticas para su implementación
efectiva.
En un contexto global caracterizado por
desafíos éticos cada vez más complejos, la
formación ética de los futuros profesionales de
la educación debe considerarse una inversión
estratégica en la calidad de los sistemas
educativos y en el desarrollo de una sociedad
más equitativa, inclusiva y ética. Este enfoque
no solo beneficia a los estudiantes y a las
comunidades educativas, sino que también
fortalece el rol de los docentes como líderes
éticos y agentes de cambio social. La
integración de los valores éticos en la
formación docente es, por tanto, un paso
esencial para preparar a los futuros educadores
para enfrentar los retos del siglo XXI con
integridad, compromiso y responsabilidad.
Desarrollo
Los valores éticos constituyen un eje central en
la formación de futuros profesionales de la
educación, ya que guían las acciones y
decisiones de los docentes y moldean el
ambiente educativo en el que se desenvuelven
los estudiantes. Estos valores son principios
fundamentales que promueven el respeto, la
justicia, la honestidad y la empatía, asegurando
una práctica docente basada en la integridad y
el compromiso con el bienestar de los
estudiantes. En este contexto, los valores éticos
no solo son esenciales para la calidad de la
enseñanza, sino también para la formación
integral de los estudiantes, quienes aprenden
tanto de los contenidos impartidos como de los
modelos de comportamiento que observan en
sus docentes (Farfán, P., Carrión, G., &
Villavicencio, P., 2024). Por ello, integrar
estos valores en la formación docente no debe
considerarse un complemento, sino una parte
intrínseca del currículo que prepara a los
educadores para enfrentar los retos éticos de su
profesión con coherencia y sensibilidad
(Gallegos, H., Botello, J., & Salinas, E., 2023).
Entre los valores éticos fundamentales para la
educación, la justicia destaca como un
principio que asegura la equidad en el trato
hacia los estudiantes y la creación de
oportunidades igualitarias para su desarrollo.
Este valor permite a los docentes adaptar sus
prácticas pedagógicas para atender las
necesidades individuales de cada estudiante,
reconociendo y respetando la diversidad en el
aula. Actuar con justicia implica garantizar que
todos los estudiantes tengan acceso a recursos
educativos de calidad, sin importar sus
diferencias culturales, sociales o económicas
(Sigindioy, 2024). Además, fomenta un
ambiente inclusivo que combate la
discriminación y el favoritismo, promoviendo
un sentido de pertenencia y respeto mutuo en
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la comunidad escolar. La justicia, cuando se
inculca en los futuros docentes, se convierte en
una herramienta poderosa para construir una
educación más equitativa y democrática
(Ureña, R., & Peralta, S., 2023).
La responsabilidad es otro valor ético esencial
en la formación docente, ya que refleja el
compromiso de los educadores con su rol
como agentes de cambio social y formadores
de las nuevas generaciones. Ser un docente
responsable implica no solo cumplir con las
tareas académicas asignadas, sino también
actuar con profesionalismo y cuidado en la
toma de decisiones que afectan a los
estudiantes. Este valor incluye la capacidad de
reflexionar sobre las propias prácticas,
identificar áreas de mejora y adaptarse a los
cambios del entorno educativo (Gallegos, H.,
Botello, J., & Salinas, E., 2023). La
responsabilidad también se manifiesta en la
disposición para enfrentar los dilemas éticos
con integridad y en el esfuerzo constante por
garantizar que las acciones docentes
contribuyan al desarrollo integral de los
estudiantes. En este sentido, la formación
docente debe proporcionar herramientas
prácticas que ayuden a los futuros educadores
a asumir esta responsabilidad con confianza y
compromiso (Ureña, R., & Peralta, S., 2023).
La empatía, entendida como la capacidad de
comprender y compartir las emociones y
perspectivas de los demás, es un valor clave
para crear un ambiente educativo inclusivo y
colaborativo. Este valor permite a los docentes
construir relaciones positivas con sus
estudiantes, abordando sus necesidades
individuales y promoviendo su bienestar
emocional y académico (Ureña, R., & Peralta,
S., 2023). La empatía también facilita la
resolución de conflictos en el aula, ya que
ayuda a los educadores a entender las causas
subyacentes de las tensiones y a encontrar
soluciones constructivas. Además, la empatía
es especialmente relevante en contextos de alta
diversidad cultural y social, donde los docentes
deben ser capaces de valorar y respetar las
diferencias para fomentar la cohesión y el
respeto mutuo. Este valor también contribuye
al bienestar emocional de los estudiantes, ya
que les permite sentirse comprendidos y
apoyados, lo que a su vez mejora su
motivación y rendimiento académico (Chilán,
L., Viteri, M., Encalada, S., Quintóng, M., &
Goya, B., 2024).
Otro pilar fundamental en la práctica docente
es el respeto, un valor que sustenta todas las
interacciones dentro del ámbito educativo. Este
valor implica reconocer y valorar la dignidad y
los derechos de cada individuo, promoviendo
un ambiente de confianza y colaboración en el
aula (Ureña, R., & Peralta, S., 2023). En
contextos educativos inclusivos, el respeto
adquiere una relevancia particular, ya que
garantiza que todos los estudiantes,
independientemente de sus habilidades,
antecedentes o circunstancias, sean tratados
con igualdad y consideración. Los futuros
docentes deben ser formados para demostrar
respeto en todas sus interacciones, no solo con
los estudiantes, sino también con colegas,
familias y otros miembros de la comunidad
educativa. Este enfoque no solo fortalece las
relaciones interpersonales, sino que también
crea un entorno donde los estudiantes se
sienten valorados y seguros, lo que a su vez
potencia su motivación y compromiso con el
aprendizaje (Chilán, L., Viteri, M., Encalada,
S., Quintóng, M., & Goya, B., 2024).
La honestidad, definida como la coherencia
entre las palabras y las acciones, es otro valor
esencial en la educación, ya que garantiza la
transparencia y la confianza en la práctica
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docente. Un docente honesto actúa con
integridad en todos los aspectos de su labor,
desde la planificación de las clases hasta la
evaluación de los estudiantes (Cerero, 2024).
Este valor refuerza la credibilidad del educador
y establece un modelo ético que los estudiantes
pueden seguir en su vida personal y
profesional. Además, la honestidad es
fundamental para enfrentar dilemas éticos con
claridad y responsabilidad, asegurando que las
decisiones se tomen en función del bienestar
de los estudiantes y no de intereses personales
o presiones externas (Méndez, D., Angulo, J.,
& Granda, G., 2021). En la formación docente,
es crucial incluir actividades que destaquen la
importancia de este valor, fomentando una
cultura de integridad y compromiso en las
instituciones educativas.
A pesar de la importancia de estos valores, su
integración en los programas de formación
docente enfrenta barreras significativas. Una
de las principales es la falta de un enfoque
sistemático en la enseñanza de ética
profesional, ya que los currículos suelen
priorizar aspectos técnicos y pedagógicos
sobre la reflexión ética (Bonilla, S., Quevedo,
M., & Reyes, A., 2022). Esta desconexión
entre teoría y práctica limita la capacidad de
los futuros docentes para aplicar los valores en
situaciones reales, lo que subraya la necesidad
de diseñar programas de formación que
combinen ambos enfoques de manera
equilibrada (Vargas, O., & Hernández, J.,
2023). Además, las presiones institucionales
para alcanzar metas académicas cuantitativas y
la falta de tiempo para reflexionar sobre
dilemas éticos también dificultan la
implementación efectiva de los valores éticos
en el ámbito educativo (Baute, L., Iglesias, M.,
& Navales, M., 2022).
Para superar estas barreras, es necesario
adoptar un enfoque integral en la formación
ética de los docentes, incorporando los valores
éticos como un eje transversal en los currículos
de formación. Esto incluye diseñar actividades
prácticas, como análisis de casos y
simulaciones, que permitan a los futuros
docentes reflexionar sobre los principios éticos
y aplicarlos en contextos reales (Vargas, O., &
Hernández, J., 2023). Asimismo, las
instituciones educativas deben promover una
cultura ética que valore la reflexión y el
diálogo sobre los dilemas éticos, brindando
espacios y recursos para que los docentes
puedan desarrollar sus competencias éticas de
manera continua (Martínez, M., & Carreño, P.,
2020). Este enfoque no solo fortalece la
práctica docente, sino que también contribuye
a la construcción de sistemas educativos más
equitativos y responsables.
Los valores éticos son fundamentales para la
formación de futuros profesionales de la
educación, ya que proporcionan una base
sólida para la práctica docente y contribuyen al
desarrollo integral de los estudiantes. Valores
como la justicia, la responsabilidad, la empatía,
el respeto y la honestidad deben ser
considerados pilares esenciales en los
programas de formación docente, no solo
como un conocimiento teórico, sino como
habilidades prácticas que los educadores
puedan aplicar en su labor diaria. La
integración efectiva de estos valores requiere
un compromiso institucional y un enfoque
sistemático que combine la teoría con la
práctica, garantizando que los futuros docentes
estén preparados para enfrentar los desafíos
éticos de su profesión con integridad y
compromiso (Farfán, P., Carrión, G., &
Villavicencio, P., 2024).
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Marco metodológico
El presente estudio se llevó a cabo bajo un
diseño cualitativo de revisión sistemática,
centrado en analizar y sintetizar la literatura
existente sobre los valores éticos
fundamentales en la formación de futuros
profesionales de la educación. Este enfoque
fue seleccionado debido a su capacidad para
proporcionar una visión integral de las
tendencias, patrones y vacíos en la
investigación, permitiendo identificar los
valores éticos más relevantes, las barreras para
su integración en los programas de formación
docente y las estrategias más efectivas para su
implementación. La revisión se realizó
siguiendo las directrices del protocolo
PRISMA (Preferred Reporting Items for
Systematic Reviews and Meta-Analyses),
garantizando un proceso riguroso y
transparente en la selección y análisis de los
estudios revisados (Serrano, S., Navarro, I., &
González, M., 2022).
La búsqueda de literatura se efectuó en bases
de datos académicas de alto impacto, como
Scopus, Web of Science y SciELO,
seleccionadas por su amplio alcance y
relevancia en el ámbito educativo. Para
maximizar la precisión y exhaustividad de los
resultados, se utilizaron términos clave como
“valores éticos”, “formación docente”,
“educación inclusiva” y “ética profesional”,
combinados con operadores booleanos (AND,
OR). La búsqueda se limitó a estudios
publicados entre 2018 y 2024 en idioma
español e inglés, con el objetivo de garantizar
la actualidad y relevancia de las
investigaciones seleccionadas. Además, se
incluyeron tanto artículos empíricos como
revisiones teóricas, siempre que cumplieran
con los criterios de inclusión establecidos.
Estos criterios incluyeron: estudios
relacionados con la formación ética en
contextos educativos, investigaciones
realizadas en niveles de educación superior y
publicaciones en revistas académicas
indexadas con revisión por pares.
El proceso de selección de estudios se
desarrolló en tres etapas. En la primera, se
eliminaron los artículos duplicados y se realizó
una revisión preliminar de los tulos para
descartar aquellos que no estuvieran alineados
con el objetivo del estudio. En la segunda
etapa, se evaluaron los resúmenes de los
artículos preseleccionados para determinar su
pertinencia y calidad metodológica.
Finalmente, en la tercera etapa, se revisaron los
textos completos de los estudios seleccionados
para confirmar su inclusión en el análisis. Este
proceso fue realizado por dos investigadores
independientes, quienes discutieron cualquier
discrepancia hasta alcanzar un consenso.
Como resultado, se incluyeron 35 artículos en
el análisis final, que representan una muestra
representativa de la literatura actual sobre
valores éticos en la formación docente.
Los datos recopilados de los estudios
seleccionados se organizaron en una matriz
estructurada, que permitió categorizar la
información según los objetivos de cada
investigación, las metodologías empleadas, los
valores éticos identificados y las conclusiones
principales. Posteriormente, se llevó a cabo un
análisis temático para identificar patrones y
sintetizar los hallazgos en torno a tres áreas
clave: los valores éticos fundamentales, las
barreras para su integración en los programas
de formación docente y las estrategias
propuestas para su implementación. Aunque el
enfoque adoptado aseguró una revisión
rigurosa, se identificaron limitaciones
inherentes a este diseño, como la exclusión de
estudios en otros idiomas y la posible falta de
representatividad de investigaciones no
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indexadas. Sin embargo, los hallazgos
obtenidos proporcionan una base sólida para
futuras investigaciones y propuestas prácticas
en el ámbito de la formación ética de los
docentes.
Resultados y Discusión
La revisión sistemática permitió identificar
patrones clave relacionados con los valores
éticos fundamentales en la formación de
futuros profesionales de la educación, así como
las barreras y estrategias para su integración
efectiva en los programas de formación
docente. Los hallazgos destacan la relevancia
de valores como la justicia, la empatía, la
responsabilidad, la honestidad y el respeto en
la práctica educativa, junto con la necesidad de
fortalecer su enseñanza mediante estrategias
curriculares específicas y actividades prácticas.
Sin embargo, también se observaron desafíos
significativos relacionados con la falta de
formación específica en ética, la desconexión
entre teoría y práctica, y las limitaciones
institucionales que dificultan la
implementación de estos valores.
En cuanto a los valores éticos fundamentales,
la justicia emergió como uno de los principios
más destacados en la formación docente. Este
valor permite garantizar un trato equitativo
para todos los estudiantes, fomentando un
ambiente inclusivo y respetuoso en el aula.
Según Fernández y Pérez (Sigindioy, 2024),
los docentes que aplican el principio de justicia
en su práctica pedagógica son más propensos a
reconocer y abordar las necesidades
específicas de sus estudiantes, lo que
contribuye a su desarrollo integral. Además, la
justicia es un elemento esencial para combatir
la discriminación y el favoritismo en los
entornos educativos, fortaleciendo la cohesión
y el respeto mutuo dentro de la comunidad
escolar. Este hallazgo resalta la importancia de
incluir actividades prácticas en la formación
docente que permitan reflexionar sobre
situaciones reales donde la justicia sea un
criterio central para la toma de decisiones.
La empatía, definida como la capacidad de
comprender y compartir las emociones y
perspectivas de los demás, también fue
identificada como un valor clave en la
formación docente. López y García (Ureña, R.,
& Peralta, S., 2023) señalan que los docentes
empáticos tienen mayores probabilidades de
construir relaciones positivas con sus
estudiantes, promoviendo un ambiente de
aprendizaje armonioso y colaborativo. La
empatía también es fundamental en contextos
de alta diversidad cultural y social, ya que
permite valorar y respetar las diferencias entre
los estudiantes, fortaleciendo la inclusión y la
cohesión social en el aula. Sin embargo, los
estudios revisados subrayan que este valor a
menudo se aborda de manera superficial en los
programas de formación docente, lo que limita
su aplicación efectiva en la práctica educativa.
Otro valor destacado en los resultados es la
responsabilidad, entendida como la capacidad
de asumir las consecuencias de las decisiones y
acciones tomadas en el ejercicio de la
docencia. Este valor implica no solo el
cumplimiento de las tareas asignadas, sino
también un compromiso ético con el bienestar
y el desarrollo de los estudiantes. Según la
UNESCO (Gallegos, H., Botello, J., & Salinas,
E., 2023), los docentes responsables son
aquellos que reflexionan críticamente sobre sus
prácticas y buscan mejorar continuamente para
adaptarse a las necesidades de sus estudiantes
y del entorno educativo. La responsabilidad
también se relaciona con la capacidad de los
educadores para abordar dilemas éticos con
integridad, garantizando que sus decisiones
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estén alineadas con los principios y valores que
promueven una educación de calidad.
La honestidad fue otro valor recurrentemente
señalado en los estudios revisados,
especialmente en su relación con la
construcción de confianza y credibilidad en la
práctica docente. García (Cerero, 2024)
destaca que los docentes que actúan con
honestidad establecen un modelo ético que
inspira a sus estudiantes a adoptar
comportamientos similares, tanto en su vida
académica como en su vida personal. Además,
la honestidad permite enfrentar dilemas éticos
con claridad y coherencia, asegurando que las
decisiones tomadas sean transparentes y estén
orientadas al bienestar colectivo. Este valor es
particularmente importante en la evaluación,
donde los docentes deben garantizar que los
resultados reflejen de manera justa y precisa el
desempeño de los estudiantes.
El respeto, considerado uno de los valores
esenciales en la convivencia escolar, también
fue identificado como un principio
fundamental en la formación docente. Este
valor implica reconocer y valorar la dignidad y
los derechos de cada individuo, promoviendo
un ambiente de confianza y colaboración en el
aula (Ureña, R., & Peralta, S., 2023). Los
estudios revisados destacan que el respeto no
solo fortalece las relaciones interpersonales
entre docentes y estudiantes, sino que también
fomenta la participación activa y el
compromiso social en la comunidad educativa.
Sin embargo, para que los futuros docentes
puedan incorporar este valor en su práctica
diaria, es necesario que durante su formación
se les brinden oportunidades para reflexionar
sobre su importancia y aplicarlo en diferentes
contextos educativos.
A pesar de los beneficios asociados con estos
valores éticos, la revisión sistemática también
identificó diversas barreras que dificultan su
integración efectiva en los programas de
formación docente. Una de las principales es la
falta de formación específica en ética
profesional, ya que muchos currículos tienden
a priorizar aspectos técnicos y pedagógicos
sobre la reflexión ética (Martínez, M., &
Carreño, P., 2020). Esta desconexión entre
teoría y práctica limita la capacidad de los
futuros docentes para aplicar los valores éticos
en situaciones reales, lo que subraya la
necesidad de diseñar programas de formación
que combinen ambos enfoques de manera
equilibrada.
Otra barrera significativa es la presión
institucional para alcanzar metas académicas
cuantitativas, lo que a menudo relega la
formación ética a un segundo plano. Según
López y Torres (Gallegos, H., Botello, J., &
Salinas, E., 2023), este enfoque instrumental
de la educación refuerza la percepción de que
los valores éticos son complementarios y no
esenciales para la calidad educativa. Además,
las demandas sociales y las políticas
educativas restrictivas también limitan el
tiempo y los recursos disponibles para
reflexionar sobre dilemas éticos y desarrollar
competencias éticas en los futuros docentes.
Los estudios también resaltaron la importancia
de superar la desconexión entre teoría y
práctica en la formación ética de los docentes.
Aunque muchos programas incluyen
componentes teóricos sobre ética profesional,
estos no siempre se traducen en actividades
prácticas que permitan a los futuros docentes
aplicar los valores éticos en situaciones reales.
Esta brecha no solo limita la capacidad de los
educadores para enfrentar los desafíos éticos
de su labor, sino que también refuerza una
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visión fragmentada de la formación docente,
donde los valores se perciben como un aspecto
aislado del proceso educativo (Vargas, O., &
Hernández, J., 2023).
Para abordar estas barreras, los estudios
revisados proponen diversas estrategias que
pueden fortalecer la integración de los valores
éticos en la formación docente. Una de las más
destacadas es el diseño de actividades
prácticas, como estudios de casos y
simulaciones, que permitan a los futuros
docentes reflexionar sobre los principios éticos
y aplicarlos en contextos reales. Además, las
instituciones educativas deben promover una
cultura ética que valore la reflexión y el
diálogo sobre los dilemas éticos, brindando
espacios y recursos para que los docentes
puedan desarrollar sus competencias éticas de
manera continua (Martínez, M., & Carreño, P.,
2020).
Los hallazgos también subrayan la importancia
de adoptar un enfoque integral en la formación
ética de los docentes, donde los valores éticos
no sean tratados como un tema aislado, sino
como un eje transversal que atraviese todos los
aspectos del currículo. Este enfoque no solo
fortalece la práctica docente, sino que también
contribuye a la construcción de sistemas
educativos más equitativos y responsables
(Farfán, P., Carrión, G., & Villavicencio, P.,
2024). Asimismo, la formación continua de los
docentes en ejercicio es fundamental para
garantizar que las competencias éticas se
actualicen y se adapten a los desafíos
cambiantes del entorno educativo.
Los valores éticos son esenciales para la
formación de futuros profesionales de la
educación, ya que proporcionan una base
sólida para la práctica docente y contribuyen al
desarrollo integral de los estudiantes. Sin
embargo, su integración efectiva requiere
superar barreras estructurales, culturales y
pedagógicas mediante estrategias innovadoras
y un compromiso institucional claro. Este
enfoque no solo garantizará que todos los
estudiantes tengan acceso a una educación de
calidad basada en principios éticos, sino que
también fortalecerá el rol de los docentes como
líderes éticos y agentes de cambio social
(Farfán, P., Carrión, G., & Villavicencio, P.,
2024).
Conclusiones
Los valores éticos son esenciales en la
formación de futuros profesionales de la
educación, ya que constituyen la base sobre la
cual los docentes pueden construir una práctica
pedagógica responsable, inclusiva y
comprometida con el desarrollo integral de sus
estudiantes. Valores como la justicia, la
empatía, la responsabilidad, la honestidad y el
respeto permiten que los educadores no solo
cumplan con sus funciones académicas, sino
que también desempeñen un rol fundamental
como agentes de cambio social. Estos valores
no solo fortalecen el entorno escolar, sino que
también influyen directamente en la calidad de
las relaciones interpersonales y en la capacidad
de los estudiantes para desarrollarse como
ciudadanos éticos y críticos.
La justicia, como principio ético, asegura que
todos los estudiantes reciban un trato
equitativo y las mismas oportunidades para
alcanzar su máximo potencial. Este valor es
esencial para garantizar una educación
inclusiva que respete las diferencias y atienda
las necesidades de cada individuo. La
formación docente debe priorizar la enseñanza
y aplicación de este valor, ya que su impacto
no solo se refleja en la equidad dentro del aula,
sino también en la cohesión social y en la
construcción de una comunidad educativa más
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solidaria y respetuosa. De esta forma, los
futuros docentes estarán mejor preparados para
tomar decisiones que beneficien a todos sus
estudiantes, independientemente de sus
contextos sociales o culturales.
La empatía es otro valor indispensable, ya que
permite a los docentes comprender y atender
las necesidades emocionales y académicas de
sus estudiantes. Este valor fomenta un clima
escolar positivo, donde las diferencias son
valoradas y las relaciones interpersonales se
fortalecen. Además, la empatía facilita la
resolución de conflictos y la creación de un
entorno donde todos los estudiantes se sienten
comprendidos, apoyados y motivados a
participar activamente en su proceso de
aprendizaje. Incorporar la empatía en la
formación docente no solo beneficia a los
estudiantes, sino que también mejora el
bienestar emocional de los propios educadores,
quienes pueden manejar con mayor eficacia los
desafíos emocionales y sociales del aula.
La responsabilidad, como valor ético,
representa el compromiso de los docentes con
su labor educativa y con el impacto que esta
tiene en el desarrollo de sus estudiantes. Los
futuros profesionales de la educación deben ser
conscientes de la importancia de asumir las
consecuencias de sus decisiones y acciones,
buscando siempre el bienestar de la comunidad
escolar. La formación docente debe
proporcionar espacios para reflexionar sobre
las responsabilidades inherentes a la labor
educativa, fomentando la autocrítica y el
compromiso ético. La responsabilidad, cuando
se inculca de manera efectiva, prepara a los
docentes para enfrentar los retos de su
profesión con integridad y compromiso,
fortaleciendo la confianza de sus estudiantes y
colegas.
El respeto y la honestidad completan este
conjunto de valores esenciales, actuando como
pilares fundamentales para construir relaciones
basadas en la confianza y la colaboración. El
respeto garantiza que todos los miembros de la
comunidad educativa sean valorados y tratados
con dignidad, mientras que la honestidad
fortalece la credibilidad y la transparencia en
las interacciones diarias. Estos valores no solo
crean un ambiente de aprendizaje más
armonioso, sino que también inspiran a los
estudiantes a adoptar comportamientos éticos
en su vida personal y profesional. La
formación docente debe integrar actividades
que refuercen estos valores, asegurando que
los futuros educadores puedan aplicar estos
principios en todos los aspectos de su práctica
profesional.
Los valores éticos no deben ser vistos como un
complemento en la formación docente, sino
como un componente fundamental para
garantizar una educación de calidad que
trascienda el ámbito académico. Integrar estos
valores de manera sistemática en los
programas de formación docente permitirá
preparar a educadores capaces de enfrentar los
desafíos éticos del siglo XXI, mientras
contribuyen a la construcción de comunidades
educativas más inclusivas, equitativas y
respetuosas. Este enfoque no solo beneficiará a
los estudiantes, sino que también fortalecerá el
rol de los docentes como líderes éticos
comprometidos con el bienestar de la sociedad.
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