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Sumário
Este estudo analisa o impacto do investimento
social na redução da pobreza e da desigualdade
no Equador durante o período 2010-2023.
Utilizando uma abordagem quantitativa, são
examinados indicadores-chave como pobreza,
desigualdade (medida pelo coeficiente de
Gini), cobertura educacional e avanços na
saúde, complementados pela análise do Bônus
de Desenvolvimento Humano (BDH), um dos
programas sociais mais importantes do país. o
país. Os resultados mostram progressos
significativos na redução da pobreza, que
passou de 37,1% em 2010 para 25,1% em 2023,
e na pobreza extrema, que foi reduzida de
15,4% para 9,8%. Da mesma forma, o
coeficiente de Gini diminuiu de 0,47 para 0,43,
reflectindo uma melhoria na equidade
económica. Na educação, as matrículas no
Bacharelado e no Ensino Superior
apresentaram crescimento constante, enquanto
na saúde, a mortalidade infantil foi reduzida e
a expectativa de vida aumentou. No entanto,
persistem desafios relacionados com a
qualidade educacional, as disparidades entre as
áreas urbanas e rurais e a sustentabilidade
financeira dos programas sociais,
especialmente o BDH. Estas conclusões
sublinham a necessidade de reforçar as
políticas públicas através de estratégias
abrangentes que combinem assistência
imediata com reformas estruturais para garantir
um desenvolvimento inclusivo e sustentável.
Palavras-chave: Pobreza, Investimento
social, Desigualdade.
Introducción
La pobreza y la desigualdad han sido dos de los
retos más persistentes y complejos que enfrenta
Ecuador, y su impacto trasciende el ámbito
económico, afectando profundamente la calidad
de vida, la cohesión social y las oportunidades
de desarrollo de su población. Desde una
perspectiva multidimensional, la pobreza no
solo se define por la insuficiencia de ingresos,
sino también por la carencia de acceso a
derechos fundamentales como educación,
salud, vivienda y seguridad social, entre otros
aspectos esenciales para el bienestar humano
(Florio, E., & Labrunée, M., 2021). En este
contexto, las políticas de inversión social han
emergido como una herramienta crucial para
combatir estas problemáticas, con un enfoque
en la redistribución de recursos y la provisión
de servicios básicos a las poblaciones más
vulnerables. Estas intervenciones no solo
buscan aliviar las carencias inmediatas, sino
también sentar las bases para un desarrollo
sostenible a largo plazo.
El panorama de Ecuador en 2010 reflejaba una
realidad preocupante: el 37.1 % de la población
vivía en condiciones de pobreza, y el 15.4 % en
pobreza extrema, según cifras del Instituto
Nacional de Estadística y Censos (Ayala, J.,
Marquinez, L., & Vásquez, J., 2021). Además,
el coeficiente de Gini, que mide la desigualdad
en la distribución del ingreso, se situaba en 0.47,
evidenciando significativas brechas entre
diferentes grupos sociales y regiones del país.
Estas cifras subrayaban la urgencia de adoptar
políticas públicas que abordaran no solo los
síntomas de la pobreza, sino también sus causas
estructurales. A partir de 2010, el gobierno
ecuatoriano implementó una serie de estrategias
de inversión social respaldadas por el marco
constitucional de 2008, que prioriza el
desarrollo humano, la equidad y la justicia
social como ejes centrales de las políticas
públicas (Moya, 2021).
Las políticas de inversión social en Ecuador han
abarcado múltiples dimensiones, incluyendo
programas de transferencias monetarias como el
Bono de Desarrollo Humano (BDH), iniciativas
de acceso universal a la educación y la salud, y
esfuerzos por mejorar la infraestructura básica
en zonas rurales. Estas intervenciones,
financiadas en gran parte por los ingresos del
auge petrolero de la primera mitad de la década