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más intensiva lograda por los boxeadores,
ciclistas y futbolistas más allá de 150 latidos /
min de ejercicio. Esta estimulación les ayuda a
lograr un mayor gasto cardíaco y, por lo tanto,
aumenta su capacidad para hacer ejercicio. El
gasto cardíaco aumenta de forma rectilínea y se
estabiliza en el ejercicio máximo. El aumento
inicial en el gasto cardíaco refleja un aumento
en el volumen sistólico y la frecuencia cardíaca;
sin embargo, con una carga de trabajo superior
al 40-50% de volumen máximo, el aumento en
el gasto cardíaco se logra únicamente mediante
aumentos en la frecuencia cardíaca. En
individuos normalmente activos, el volumen
sistólico aumenta inicialmente y luego se
estabiliza en aproximadamente 40-50% del
volumen máximo (Astrand et al, 1964 y
Higginbotham et al, 1986). El volumen sistólico
en realidad puede disminuir ligeramente cerca
del final del ejercicio máximo en individuos no
entrenados y moderadamente entrenados
(Gledhill y Jamnik, 1994). El volumen
diastólico final del ventrículo izquierdo
aumenta en gran medida debido al retorno de la
sangre al corazón por la bomba muscular activa
y al aumento del flujo de salida simpático hacia
las venas que causa vasoconstricción y aumenta
el retorno venoso. El volumen del extremo
sistólico del ventrículo izquierdo disminuye
debido a la contractilidad aumentada del
corazón, que expulsa más sangre del ventrículo
y deja menos en el ventrículo (Poliner et al,
1980).
La frecuencia cardíaca aumenta en forma
rectilínea y mesetas en el ejercicio máximo. La
presión arterial sistólica aumenta durante el
ejercicio máximo, a menudo alcanzando valores
durante el ejercicio de 200 mm Hg en
individuos muy en forma. El aumento de la
presión arterial sistólica es causado por el
aumento del gasto cardíaco que supera la
disminución de la resistencia. La presión
arterial sistólica y la frecuencia cardíaca son dos
variables que se controlan de forma rutinaria
durante una prueba de ejercicio para garantizar
la seguridad de los participantes. Si alguna de
estas variables no aumenta con una carga de
trabajo cada vez mayor, es posible la
insuficiencia cardiovascular.
La caída abrupta de la frecuencia cardíaca
durante el primer minuto de recuperación puede
explicarse en los hallazgos de muchos
investigadores que informaron la retirada de la
estimulación simpática intensiva lograda
durante el ejercicio (Gaesser y Brooks, 1984 y.
Zafeiridis et al, 2005).
Sobre la base del estudio, se concluye que las
diferentes categorías de jugadores y estudiantes
de educación física demuestran diferencias
significativas en sus respuestas de presión
arterial y frecuencia cardíaca a diferentes
intensidades de ejercicio y en diferentes puntos
de recuperación.
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