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miradas de la realidad. Uno de los temas
recurrentes en la literatura especializada actual
referente a los procesos comunitarios es el
Desarrollo Humano. Se considera íntimamente
vinculado a la gestión de los procesos de
actividad física y deportes.
En tal sentido Ramos (2013) señala que: “el
término Desarrollo Humano se refiere a los
cambios que el ser humano sufre a lo largo de
su vida, como un término global que implica la
maduración del organismo, de sus estructuras y
el crecimiento corporal, así como el influjo del
ambiente (…) constituye un proceso sostenido
que no implica solo el crecimiento del
organismo, ni tampoco solo la maduración de
ciertas funciones, sino que contempla la
existencia de ciertas condiciones del ambiente
que estimulan o perjudican este desarrollo y
que, al mismo tiempo, presentan situaciones
que el ser humano debe afrontar, modificar o
modificarse, solucionar, adaptar, transformar y
transformarse.
El desarrollo humano es un todo, es un proceso
cultural, integral, rico en valores; abarca el
medio ambiente, las relaciones sociales, la
educación, la salud, la producción, el consumo
y el bienestar, la Cultura Física; por tanto el
desarrollo humano se concibe no solo con el
ingreso y el crecimiento económico, sino que
engloba también el florecimiento pleno y cabal
de la capacidad humana y destaca la
importancia de poner a la gente (sus
necesidades, aspiraciones y opciones) en el
centro de las actividades de desarrollo.
En consonancia con lo anterior, (Elizalde y
Gomes, 2010) destacan que la actividad físico-
deportiva y su relación con el desarrollo
humano sería entonces, la práctica corporal
que posee intencionalidad marcada por las
finalidades mencionadas, siendo un fenómeno
social complejo, muy difícil de delimitar, tanto
en lo que al ámbito de su práctica se refiere,
como en lo relativo a su precisa
conceptualización. Generalmente, las
consideraciones que resultan válidas aplicadas
a determinados ámbitos de la práctica
deportiva comunitaria no resultan aplicables a
otras. Así es que, en la actualidad, esta no se
configura, como un fenómeno unitario, sino
más bien como un conjunto diverso de
manifestaciones sociales.
En esta línea de pensamiento, (Garrido et ál.,
2015) plantea que existen límites un tanto
imprecisos en éste sentido, ya que para dar una
definición más adaptada a cada realidad de la
práctica deportiva comunitaria corresponde
tener en cuenta, al menos los siguientes
aspectos: los propósitos e intenciones de
práctica, prevención, competición,
participación, diversión, formación,
autoconocimiento, expresión, placer, relación,
el contexto social y momento del ciclo vital
donde se desenvuelven y el valor y significado
que asignamos al cuerpo en cada una de las
prácticas las actividades físico-deportivas y su
relación con el desarrollo humano local.
En la segunda categoría epistemológica, se
encuentran las leyes, las mismas poseen una
relación de coordinación directa con los
lineamientos susceptibles de ser tenidos en
cuenta en los procesos de gestión comunitaria,
entre los que se consideran:
➢ El proceso de participación y de formación
para la gestión comunitaria lo realizan los
sujetos como seres capaces de construir
nuevos conocimientos a partir de sus
necesidades y vivencias cotidianas en el
entorno comunitario.
➢ La participación es un proceso complejo,
por lo cual el desarrollo de técnicas y
herramientas deben responder a las
necesidades particulares de los grupos