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favorece la toma de decisiones
contextualizadas, éticas y centradas en el
bienestar integral del deportista. Así, se
configura un modelo formativo más equitativo,
inclusivo y adaptado a las necesidades reales de
la población juvenil.
Otro aspecto relevante que emerge de esta
revisión es la dimensión pedagógica de las
pruebas biomédicas, en tanto su uso puede
fomentar la autonomía, el pensamiento crítico y
la motivación del joven deportista, cuando los
resultados son presentados de forma accesible y
comprensible. La evaluación, por tanto, deja de
ser una instancia de control o selección para
convertirse en una herramienta formativa que
permite reflexionar sobre el propio proceso de
mejora física y personal. Esta función educativa
de la evaluación requiere que los entrenadores y
docentes desarrollen habilidades
comunicacionales y didácticas que les permitan
transformar los datos técnicos en aprendizajes
significativos. En este marco, el desarrollo de la
fuerza se concibe no solo como un objetivo
físico, sino también como un proceso de
crecimiento personal que potencia valores como
el esfuerzo, la constancia y la disciplina. De este
modo, las pruebas biomédicas cumplen un
doble propósito: optimizar el rendimiento y
educar en el sentido más amplio del término.
Se destaca que, a pesar del creciente interés por
estas herramientas, aún existen limitaciones en
cuanto a su aplicación generalizada,
especialmente en contextos educativos o
comunitarios donde los recursos tecnológicos y
formativos son limitados. La literatura sugiere
que la formación de los profesionales
encargados de aplicar estas pruebas es un factor
crítico para garantizar su uso adecuado, así
como la adaptación de los protocolos a las
condiciones reales de los espacios deportivos
escolares. Por ello, es imprescindible fomentar
líneas de capacitación continua, desarrollo de
tecnologías accesibles y generación de
estrategias pedagógicas que promuevan el uso
ético y contextualizado de la evaluación
biomédica. Asimismo, se recomienda ampliar la
investigación longitudinal sobre el impacto de
estas pruebas en la salud, el rendimiento y el
desarrollo integral de los adolescentes. En
suma, el uso transdisciplinar de pruebas
biomédicas representa una oportunidad para
avanzar hacia una educación deportiva más
científica, humana y centrada en el sujeto.
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