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país. En 1975, el Partido Comunista de Cuba, en
las tesis sobre Política Educacional del Primer
Congreso, distingue el trabajo de orientación
profesional como uno de los más importantes en
este período, otorgándole a la escuela el papel
rector en esta tarea. Ya en la década del 80, es
más prioritaria la posición del Estado en cuanto
a la orientación profesional; su evolución se
enmarca a partir del Decreto 63 del Comité
Ejecutivo del Consejo de Ministros y la
Resolución Ministerial correspondiente
(93/1982); sin embargo, se centra la atención en
la escuela sin tener en cuenta el sistema de
influencias educativas en la orientación
profesional hacia carreras pedagógicas en los
estudiantes, para una correcta elección.
Con el surgimiento y desarrollo de los
Seminarios Nacionales a Dirigentes,
Metodólogos e Inspectores de las Direcciones
Provinciales y Municipales de Educación,
aparecen lineamientos sobre la estructuración y
la metodología para la realización de las
llamadas actividades vocacionales. Además, el
Ministerio de Educación, en el curso 1978 –
1979, comenzó a orientar la creación de
comisiones para el trabajo vocacional en los
diferentes niveles, desde el nacional, provincial,
municipal y en cada centro educacional del país,
con la participación y apoyo de los organismos
estatales en los frentes de la ciencia, la cultura,
la producción y los servicios, así como las
organizaciones políticas y de masas, incluyendo
la atención a los círculos de interés científico-
técnico, lo que permitió ir perfeccionando la
labor de orientación profesional.
Lo distintivo en la labor de orientación
profesional pedagógica en esta etapa es que
existía una mínima preparación científico-
pedagógica de los docentes para enfrentar esta
tarea, por ser estos estudiantes egresados de
esos propios centros educacionales.
Las actividades de la orientación profesional
hacia carreras pedagógicas se realizaban en los
preuniversitarios, dirigidas fundamentalmente a
despertar el interés y motivación hacia esta
profesión, pero teniendo en cuenta los enfoques
y tendencias que existían en la época; es por eso
que, a partir de 1974 comienza a observarse la
motivación profesional como un proceso
orientado al cambio y desarrollo desde una
perspectiva investigativa, enriquecido con la
labor de diferentes autores, tales como
Yaroshevski (1974), Bozhovich (1976),
Rubinstein (1978), V. Asieev (1980), Leontiev
(1983), A. Trujillo (1984), con el aporte de
diferentes concepciones teóricas, las que
pusieron en manos de la Pedagogía, la
Psicología y con el objetivo de ir provocando un
cambio en el proceso de orientación
profesional; sin embargo, desde esos referentes
teóricos se aprecia un predominio de las teorías
que siguen un enfoque psicoanalítico, al
considerarla como la expresión de fuerzas
instintivas que se canalizan a través del
contenido de determinadas profesiones, por lo
que a juicio de los autores no se lograba una
correcta orientación, pues las actividades no se
orientaban teniendo en cuenta la relación entre
lo afectivo y lo cognitivo para despertar el
interés por la profesión pedagógica de una
forma consciente de la utilidad de la profesión,
al no tener en cuenta las aspiraciones, motivos
y necesidades del sujeto hacia la profesión.
En este tiempo, en el orden teórico se van
construyendo diferentes enfoques sobre la
profesión, donde se destacan las teorías
factorialistas de la personalidad, que consideran
la elección profesional como un acto no
determinado por el sujeto, sino como resultado
de la correspondencia entre las aptitudes
naturales del hombre y las exigencias de la
profesión, la cual es determinada por los test
psicológicos; esta se evalúa por la sumatoria de
aptitudes físicas, intelectuales, que se expresan