Ciencia y Educación (ISSN 2707-3378)
Vol. 1 No. 2
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GESTIÓN EDUCATIVA Y PRÁCTICA DOCENTE: REFLEXIONES SOBRE LA
DIMENSIÓN INVESTIGATIVA.
EDUCATIONAL MANAGEMENT AND TEACHING PRACTICE: REFLECTIONS ON
THE INVESTIGATIVE DIMENSION.
Autor: Mariela Alexandra Ramírez Zúñiga
E-mail de contacto: marielaa.ramirez@educacio.es
ORCID ID: https://orcid.org/0000-0002-8661-3742
Articulo recibido: 16 de Mayo del 2019
Articulo revisado: 7 de Julio del 2019
Articulo aprobado: 25 de Diciembre del 2019
Economista egresada de la Universidad de Guayaquil (Ecuador) con 15 años de experiencia en la docencia. Maestrante en
la Universidad Nacional Mayor de San Marcos de Lima (Perú), mención Gestión de la Educación.
Resumen
Los cambios que hay en la sociedad en cuanto a
conocimientos y tecnología, demandan de las
personas nuevas competencias, por lo cual las
instituciones educativas deben responder a ello
con una óptima gestión educativa. El docente en
particular juega un papel fundamental, ya que es
quien tiene el contacto directo con los alumnos
y es en el ámbito escolar donde se devela su
práctica. A la vista de las consideraciones
anteriores, el presente trabajo tiene como
propósito reflexionar sobre la inclusión de la
dimensión investigativa en la gestión educativa
y en la práctica docente. La gestión educativa es
uno de los componentes esenciales del sistema
educativo, el cual involucra las dimensiones
pedagógica-curricular, institucional u
organizativa, administrativa y social-
comunitaria, pero se puede ampliar su campo de
acción con la inserción de otra dimensión como
es la investigativa, para impulsar la generación
de conocimientos y transformaciones
consustanciados con la realidad institucional.
La práctica docente se expresa en diversas
dimensiones: personal, institucional,
interpersonal, social, didáctica y valoral; pero lo
que podría conducir a la renovación de la
práctica docente es un permanente
cuestionamiento sobre la misma. Para esto
último, se considera relevante la inclusión de la
dimensión investigativa en la práctica docente,
de modo que los resultados o hallazgos que se
obtengan conduzcan al logro de las
transformaciones que en materia educativa se
requieren. De esta manera, la investigación se
presenta como una dimensión que potenciaría
una relación sinérgica entre la gestión
académica y la práctica docente. Palabras
claves: Gestión Educativa; Práctica Docente;
Investigación.
Abstract
The changes that exist in society in terms of
knowledge and technology, demand from
people new skills, for which educational
institutions must respond to this with an
optimal educational management. The teacher
in particular plays a fundamental role, since it
is, he who has direct contact with the students,
and it is in the school environment where his
practice is revealed. In view of the above
considerations, this paper aims to reflect on the
inclusion of the research dimension in
educational management and teaching practice.
Educational management is one of the essential
components of the education system, which
involves the pedagogical-curricular,
institutional or organizational, administrative
and social-community dimensions, but its field
of action can be broadened with the insertion of
another dimension such as research. , to
promote the generation of knowledge and
transformations consistent with the
institutional reality. The teaching practice is
expressed in different dimensions: personal,
institutional, interpersonal, social, didactic and
value; but what could lead to the renewal of
teaching practice is a permanent questioning
about it. For the latter, it is considered relevant
the inclusion of the research dimension in
teaching practice, so that the results or findings
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that are obtained, lead to the achievement of
transformations that in educational matter are
required. In this way, the research is presented
as a dimension that would enhance a
synergistic relationship between academic
management and teaching practice.
Keywords: Educational Management;
Teaching Practice; Research.
Sumário
As mudanças que existem na sociedade em
termos de conhecimento e tecnologia exigem
novas habilidades das pessoas, para que as
instituições educacionais respondam com
ótima gestão educacional. O professor, em
particular, desempenha um papel fundamental,
pois é ele quem tem contato direto com os
alunos e é no ambiente escolar que sua prática
é revelada. Diante do exposto, o presente
trabalho tem como objetivo refletir sobre a
inclusão da dimensão de pesquisa na gestão
educacional e na prática de ensino. A gestão
educacional é um dos componentes essenciais
do sistema educacional, que envolve as
dimensões pedagógico-curricular, institucional
ou organizacional, administrativa e social-
comunitária, mas seu campo de ação pode ser
ampliado com a inserção de outra dimensão,
como a pesquisa, promover a geração de
conhecimentos e transformações consolidadas
com a realidade institucional. A prática de
ensino é expressa em várias dimensões:
pessoal, institucional, interpessoal, social,
didática e de valor; Mas o que poderia levar à
renovação da prática de ensino é um
questionamento permanente sobre ela. Para
este último, considera-se relevante a inclusão
da dimensão de pesquisa na prática docente, de
modo que os resultados ou constatações obtidas
levem à consecução das transformações
necessárias em questões educacionais. Dessa
forma, a pesquisa é apresentada como uma
dimensão que melhoraria uma relação
sinérgica entre gestão acadêmica e prática de
ensino.
Palavras-chave: Gestão educacional; Prática
de Ensino; Pesquisa.
Introducción
A nivel mundial los cambios que hay en la
sociedad, los avances en conocimientos y
tecnología demandan de las personas nuevas
competencias y estar preparadas para afrontar
con éxito los retos de la vida. La formación del
ser humano está relacionada a la educación que
adquiera, es decir, la manera como es educado
repercutirá en su realización personal y
colectiva. Las instituciones educativas donde
los sujetos pasan gran parte de su vida son
claves para su desarrollo, por lo tanto, las
mismas deben orientarse a desarrollar una
óptima gestión educativa.
En concordancia con lo señalado, la gestión
educativa se define como a continuación se
transcribe:
Proceso sistémico que integra e imprime
sentido a las acciones administrativas en el
ámbito escolar, con el fin de mejorar las
organizaciones, las personas que las
integran y sus propuestas o proyectos
educativos, se desarrolla y ejecuta
mediante planes, programas y proyectos
que optimizan recursos, que generan
procesos participativos en beneficio de la
comunidad, que interactúan con el medio,
que aportan al desarrollo local y regional y
que solucionan necesidades educativas en
armonía con las necesidades básicas
fundamentales del ser humano (Correa et
al., 2013, p. 13).
El hecho de que la gestión educativa sea un
proceso sistémico implica que no se restringe
únicamente a las organizaciones educativas, es
decir, no se concibe a éstas en forma aislada,
sino que por el contrario, se abordan en función
del entorno, de otras organizaciones y en plena
interacción con el ámbito local, regional,
nacional e incluso mundial. Además, este
proceso involucra el desarrollo de planes y
proyectos con la participación activa de los
actores inmersos en el proceso educativo y en
los cuales se administren los recursos
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efectivamente, de tal modo que se emplee la
mínima cantidad de éstos y a la vez se logren los
objetivos planteados.
En la gestión que realizan las instituciones
educativas confluyen una serie de actores, entre
los cuales se encuentran los alumnos, los
docentes, los representantes, los directivos y
otros actores sociales de la comunidad.
Indudablemente, los más importantes son los
docentes y los alumnos. El docente en particular
juega un papel fundamental, ya que es quien
tiene el contacto directo con los alumnos y por
tanto, sirve como mediador entre el sistema
educativo y éstos. Al respecto, Fierro et al.
(1999), citados por Castro (2018) indican el rol
que debe cumplir el docente.
El trabajo del maestro está situado en el
punto en que se encuentran el sistema
escolar (con una oferta curricular y
organizativa determinada), y los grupos
sociales particulares. En este sentido, su
función es mediar el encuentro entre el
proyecto político educativo, estructurado
como oferta educativa, y sus destinatarios,
en una labor que se realiza cara a cara. (p.8)
En función de lo expuesto, la gestión empleada
en las instituciones educativas implica las
normas y condiciones laborales, la cultura, la
interrelación entre los colegas; asimismo, la
gestión educativa involucra varias dimensiones,
las cuales son: pedagógico-curricular,
institucional u organizativa, administrativa y
social-comunitaria (Alarcón, 2013; Chipana,
2015). La implementación de estas debe
orientarse al logro de la eficacia y la eficiencia
de las instituciones educativas en particular.
Por otra parte, la práctica docente está asociada
a las dimensiones personal, institucional,
interpersonal, social, didáctica y valoral (Fierro,
2003). El éxito de la práctica docente depende
de qué tan efectiva sea la gestión académica. No
obstante, hoy en día las demandas son distintas,
pues el vertiginoso avance del conocimiento y
la imposibilidad de adaptarse a ello revela la
imperiosa necesidad de crear conocimiento,
tanto para gestionar las organizaciones como
para transformar la práctica docente en
consonancia con las demandas de la realidad, y
en este sentido, la investigación puede cumplir
un papel fundamental. En definitiva, a la vista
de las consideraciones anteriores el presente
trabajo tiene como objetivo reflexionar sobre la
inclusión de la dimensión investigativa en la
gestión educativa y en la práctica docente
Desarrollo
Gestión educativa
La gestión educativa es de gran importancia
para garantizar una educación de calidad en el
sistema educativo. Este último posee varios
componentes principales e interrelacionados,
asimismo requiere de la buena organización y
funcionamiento de éstos. Uno de los
componentes del sistema educativo es la gestión
educativa, la cual se define como “un conjunto
de procesos teórico-prácticos integrados y
relacionados, tanto horizontal como
verticalmente, dentro del sistema educativo
para atender y cumplir las demandas sociales
realizadas a la educación” (UNESCO, 1988
citado por Ruiz y Pinchi, 2016, p. 87). En esta
definición se destaca lo general en la gestión
educativa como un conjunto de procesos, es
decir, ésta hace alusión a los grandes fines o
demandas que se le hacen al sistema educativo.
En este mismo orden de ideas, Botero (2009)
afirma que “la gestión educativa se concibe
como el conjunto de procesos, de toma de
decisiones y realización de acciones que
permiten llevar a cabo las prácticas
pedagógicas, su ejecución y evaluación” (p. 2).
Esto implica que la gestión educativa es un
conjunto de procesos orientados a la ejecución
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y evaluación de las prácticas pedagógicas, lo
cual evidencia una mayor especificidad de ésta.
De manera similar, “la gestión educativa es
entendida como un proceso organizado y
orientado a la optimización de procesos y
proyectos internos de las instituciones, con el
objetivo de perfeccionar los procedimientos
pedagógicos, directivos, comunitarios y
administrativos que en ella se movilizan” (Rico,
2016, p. 57). En este caso, la definición
igualmente concibe la gestión educativa como
un proceso que se desarrolla de manera
específica en las instituciones y que tiene como
propósito elevar la calidad en cuanto a la
práctica pedagógica, la gerencia, la relación
escuela-comunidad y las funciones
administrativas.
Sobre la base de esta perspectiva, la gestión
educativa no se ubica en la mera teoría, sino que
la trasciende, se vincula a la práctica cotidiana
y toma en consideración las políticas o
directrices que establece el Estado. La gestión
educativa va más allá de las simples funciones
administrativas que tradicionalmente se
cumplen, como son la planificación, la
ejecución, el control y la evaluación; pues
aborda también la práctica pedagógica, la
relación escuela-comunidad y las funciones
directivas, esto sin dejar de lado los grandes
fines o propósitos de la educación y las
expectativas que la sociedad ha puesto en la
educación, de modo tal que logre conjugar la
teoría y la práctica.
Sobre la base de las indagaciones realizadas, la
gestión educativa se define como un conjunto
de procesos administrativos que se dirigen a la
gestión institucional, pero también engloba las
actividades para coordinar e impulsar los
aspectos pedagógicos, comunitarios y de
liderazgo que desde una perspectiva teórico-
práctica se despliegan en las organizaciones
educativas con el fin último de alcanzar los
grandes fines de la educación y por ende
satisfacer las demandas educativas de la
sociedad.
Objetivos de la gestión educativa
Alcanzar el desarrollo de una gestión educativa
adecuada amerita la consecución de un conjunto
de objetivos y en este sentido se coincide con
las ideas desarrolladas por el Ministerio de
Educación (2003) de Perú, instancia que
considera relevantes los objetivos que se
enfocan en los siguientes aspectos:
Desarrollar la institución educativa como
una comunidad de aprendizaje encargada de
lograr una excelente calidad educativa.
Fortalecer la capacidad de decisión de las
instituciones educativas para que actúen con
autonomía pedagógica y administrativa. Las
funciones de todas las instancias de gestión
se rigen por los principios de subsidiariedad,
solidaridad, complementariedad y
concurrencia.
Asegurar la coherencia de las disposiciones
administrativas y la subordinación de éstas a
las decisiones de carácter pedagógico.
Lograr el manejo eficaz, eficiente e
innovador de las instituciones educativas, de
modo que conduzca a la excelencia
educativa.
Desarrollar liderazgos democráticos.
Colaborar en la articulación intersectorial, de
manera que se garanticen los procesos de
gestión en el marco de una política de
desarrollo integral del país.
Promover la activa participación de la
comunidad.
Articular las instituciones educativas para
que desarrollen relaciones de cooperación y
solidaridad.
Fortalecer el ejercicio ético de las funciones
administrativas para favorecer la
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transparencia y el libre acceso a la
información.
Participar en el efectivo funcionamiento de
los mecanismos para prevenir y sancionar los
actos de corrupción en la gestión.
Incentivar la autoevaluación y evaluación
permanentes que garanticen el logro de las
metas y objetivos establecidos por la
institución educativa.
Principios de la Gestión Educativa
La gestión educativa se rige por un conjunto de
normas, valores, creencias y supuestos en torno
a los cuales se consideran relevantes las
argumentaciones de Alarcón (2013), quien se
guía por los siguientes principios: estructuras
participativas, de comunicación horizontal, que
privilegian la creatividad y el compromiso
colectivo; organización concebida como un
sistema abierto al aprendizaje, gestión centrada
en los beneficiarios, mejoramiento continuo
como estrategia de cambio permanente, con la
finalidad de prestar servicios de calidad,
conforme a las demandas cambiantes de los
beneficiarios; desarrollo del personal a través de
la calificación creciente, ajustada a necesidades
de la organización; cooperación-negociación
como forma de elevar la efectividad y los
beneficios mutuos, apertura a la comunidad,
orientaciones en relación a la planificación y
gestión caracterizadas por la acción y el
conocimiento científico, la necesidad de
enfrentar incertidumbres de sistemas
complejos, el arte de modelar estrategias en el
marco de una gestión flexible y el desarrollo de
habilidades gerenciales como la construcción de
la visión, la misión, la comunicación, la
motivación, la toma de decisiones y la
asignación de recursos.
En consonancia con lo señalado, también se
coincide con Obregón (2002), quien especifica
que la gestión en el proceso educativo se orienta
por los siguientes principios:
Gestión centrada en los estudiantes. La
razón de ser de las instituciones educativas
son los estudiantes y todas las acciones de
su conducción deben ser canalizadas para
lograr este objetivo institucional. La
organización, las normas, los reglamentos,
los procedimientos, el sistema de control y
las acciones cotidianas no deben
contradecir los objetivos establecidos en
los estatutos y leyes correspondientes.
Jerarquía y autoridad claramente definidas.
Permite garantizar la unidad de acción de la
organización, en la cual la dirección dirige,
impulsa y coordina sin disminuir las
competencias de cada instancia.
Determinación de quién y cómo se toman
las decisiones. Esto significa determinar la
responsabilidad que le corresponde a cada
persona, estamento, comisión y equipo en
la toma de decisiones y resultados que se
obtengan.
Claridad en la definición de canales de
participación. Para que la participación de
los miembros de la comunidad educativa
guarde coherencia con los objetivos
institucionales, se deben establecer
sistemas bien definidos, cada miembro
debe conocer las formas, los momentos de
su participación y la contribución coherente
que debe tener con los objetivos
institucionales, saber dónde, cuándo, cómo,
porqué participar y qué resultados se
esperan obtener.
Ubicación del personal de acuerdo con su
competencia y/o especialización. Se refiere
a la necesidad de tener en cuenta las
habilidades y competencias de cada
persona para considerar su ubicación en el
lugar donde pueda tener un mejor
rendimiento y realización, lo cual
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contribuirá a optimizar el funcionamiento
de la organización.
Coordinación fluida y bien definida.
Establecer instancias de coordinación ágil
y oportuna, mejorar la sincronización de
acciones, evitar esfuerzos innecesarios y
permitir una mejor acción conjunta.
Transparencia y comunicación
permanente. Todas las acciones que se
realicen a nivel de la organización
educativa deben ser conocidas por los
miembros de la comunidad. Esto
contribuye a tener un clima favorable de
relaciones, evitando sospechas,
malentendidos y acusaciones innecesarias.
Control y evaluación eficaces y oportunos.
Para un mejoramiento continuo, el control
debe proporcionar información que oriente
de manera oportuna las decisiones y
asegure la dirección que tomen las tareas en
función de los objetivos institucionales.
Dimensiones de la gestión educativa
El desarrollo de la gestión educativa se ha
dividido en varias dimensiones para poder
discriminar los diferentes aspectos que
contempla. En general, las dimensiones de la
gestión educativa son la pedagógica o
pedagógica curricular, la organizativa-
administrativa y la de participación social,
comunitaria o social-comunitaria, las cuales se
describen a continuación.
Pedagógica-curricular: Se refiere a los
quehaceres educativos y sus actores. Se enfoca
hacia la gestión del proceso enseñanza-
aprendizaje. Guarda relación con las formas o
estilos de enseñanza (metodología, técnicas) y
aprendizaje de los alumnos (Alarcón, 2013).
La gestión pedagógica impulsa la práctica
docente, implica cómo desarrollar el proceso de
enseñanza, cómo se concibe el currículo, cómo
se plasma este último en la planificación y cómo
se evalúa; asimismo, se contempla la
interacción docente-alumnos y docente-padres
de familia con el propósito de lograr un proceso
de aprendizaje óptimo (Gobierno Federal de los
Estados Unidos Mexicanos, 2010).
Con relación a esta dimensión, se reconoce que
es el proceso fundamental del quehacer de la
institución educativa y los miembros que la
integran. Ésta involucra el proceso enseñanza-
aprendizaje, la diversificación curricular, las
estrategias metodológicas y didácticas, la
evaluación del aprendizaje, el uso de materiales
educativos y recursos didácticos. Asimismo,
comprende la labor del docente, las prácticas
pedagógicas, el uso de planes y programas, el
manejo de enfoques pedagógicos y estrategias
didácticas, los estilos de enseñanza, las
relaciones con los estudiantes, la formación y
actualización docente para fortalecer sus
competencias. Entre las actividades que se
contemplan en esta dimensión se encuentran las
siguientes: orientación educativa y tutoría,
enfoque de evaluación, actualización docente,
estilo de enseñanza, relación con los
estudiantes, enfoque pedagógico, estrategias
didácticas y procesos de enseñanza-aprendizaje,
planes y programas (Chipana, 2015).
Organizativa-administrativa: Es el aspecto de
las organizaciones que considera las funciones
de planeación, organización, dirección y
monitoreo como parte medular de las
instituciones. Además de asegurar acciones de
mejora y cumplimiento de normas y políticas
(Alarcón, 2013).
La gestión de las instituciones educativas
comprende acciones de orden administrativo,
gerencial, de política de personal, económico-
presupuestarias, de planificación, de
programación, de regulación y de orientación,
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entre otras (Gobierno Federal de los Estados
Unidos Mexicanos, 2010).
Por otra parte, Chipana (2015) hace referencia a
una dimensión institucional y a una dimensión
administrativa. La dimensión institucional
ofrece un marco para la sistematización y el
análisis de las acciones referidas a aquellos
aspectos de estructura de un centro educativo,
entre los cuales se tienen los que pertenecen a la
estructura formal (los organigramas, la
distribución de tareas y la división del trabajo,
el uso del tiempo y de los espacios) y los que
conforman la estructura informal (vínculos,
formas de relacionarse, y estilos en las prácticas
cotidianas, ritos y ceremonias que identifican a
la institución). Específicamente, abarca el uso
del tiempo y los espacios, los canales de
comunicación formal, las comisiones de
trabajo, el manual de funciones y
procedimientos, el reglamento interno y los
organigramas.
Adicionalmente, se converge con la postura de
Chipana (2015), para quien la dimensión
administrativa incluye acciones y estrategias de
conducción de los recursos humanos, materiales
y económicos; procesos técnicos, de tiempo, de
seguridad e higiene y control de la información
relacionada a todos los miembros de la
institución educativa; de igual manera el
cumplimiento de la normatividad y la
supervisión de las funciones con el único
objetivo de favorecer los procesos de
enseñanza-aprendizaje. Algunas de las
funciones que se realizan son la administración
del personal, el mantenimiento y conservación
de los bienes muebles e inmuebles,
organización de la información y aspectos
documentarios de la institución; elaboración de
presupuestos y todo el manejo contable-
financiero. Particularmente, se contemplan
aspectos como: presupuesto económico,
distribución de tiempos, jornadas de trabajo,
servicios administrativos, administración de
recursos materiales, relación con instancias del
Ministerio de Educación u organismo análogo.
Participación social-comunitaria: Es una de
las funciones que tiene la institución educativa
para con la comunidad, se encarga de velar por
la eficaz atención a los usuarios, la convivencia
de los usuarios del servicio (alumnos) y la
inclusión, tal y como lo expresa Alarcón (2013).
La gestión escolar o socio-comunitaria alude al
conjunto de acciones que realizan los actores
del hecho educativo con el propósito de generar
las condiciones, ambientes y procesos
requeridos para que se desarrollen los
aprendizajes conforme a los fines, propósitos y
objetivos de la educación (Gobierno Federal de
los Estados Unidos Mexicanos, 2010).
Asimismo, se converge con los planteamientos
de Chipana (2015), para quien la dimensión
comunitaria hace referencia a la forma en la que
la institución se relaciona con la comunidad
conociendo y comprendiendo sus condiciones,
necesidades y demandas; asimismo, cómo se
integra y participa de la cultura comunitaria. De
igual forma se refiere a las relaciones de la
institución educativa con el entorno social e
interinstitucional, considerando a los padres de
familia y organizaciones de la comunidad,
municipales, estatales, organizacionales civiles
y eclesiales, entre otras. La participación de los
mismos debe responder a un objetivo que
facilite entablar alianzas estratégicas para el
mejoramiento de la calidad educativa. Entre las
actividades que se realizan en esta dimensión,
se encuentran las siguientes: relación de padres
y madres de familia, proyectos de proyección
social, redes con instituciones municipales,
estatales, eclesiásticas y organismos civiles.
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Modelos de gestión educativa
Una de las dificultades que generalmente se ha
presentado en la gestión educativa es que se ha
tratado de desarrollar a la luz de modelos
extrapolados desde las ciencias administrativas,
y la adhesión a éstos ha generado la
desvinculación con la realidad educativa y la
absurda aplicación de recetas exógenas e
inapropiadas.
De este modo, se presentan entre diversos
modelos de gestión educativa, los más
representativos: el normativo o tradicional y el
estratégico o estratégico-participativo
(Gobierno Federal de los Estados Unidos
Mexicanos, 2010), los cuales pueden vincularse
a los paradigmas positivista y postpositivista,
respectivamente.
Coincidiendo con Martínez (2002), la
aplicación del paradigma científico-positivista
resaltó una visión mecanicista que, condujo al
desarrollo industrial, al avance vertiginoso de la
ciencia, la tecnología y la innovación, a la
prevalencia de la democracia liberal y al
individualismo, pero ya no brinda respuestas
adecuadas a la realidad actual, sus patrones se
han resquebrajado y las perturbaciones son
impresionantes: guerras, xenofobia,
contaminación, racismo, confrontaciones
políticas y religiosas, pobreza, hambre,
nacionalismo exacerbado y desarrollo nuclear y
armamentista con riesgo de destrucción
planetaria, entre otros aspectos.
Por otra parte, el paradigma del postpositivismo
se inserta en la posmodernidad, conforme a la
cual se trata de representar la realidad como
integradora, estructural, sistémica, con una
óptica de valoración de los seres vivos y de las
cosas, considerando los eventos y las personas
por lo que son en sí, hace énfasis en la red de
relaciones, utiliza estrategias para comprender
la inmensa y compleja red de relaciones en
torno a las realidades y propende a las
transformaciones y cambios en la sociedad.
Desde las argumentaciones realizadas, el
modelo normativo para la gestión educativa
estaría caracterizado por las relaciones
jerárquicas entre los actores, la prevalencia de
un liderazgo autocrático por parte del rector y
los otros directivos, la adecuación a las
normativas legales, la gestión de un currículo
fragmentado en disciplinas como estancos
aislados, la resistencia al cambio, la
comunicación de tipo vertical con escasa o nula
participación del docente y otros actores, la
concepción de una gestión pedagógica en la
cual los alumnos son considerados como
recipientes donde los docentes depositan sus
conocimientos para que sean memorizados y
repetidos por los primeros, la inflexibilidad para
probar estrategias didácticas o modelos
pedagógicos distintos y la desvinculación con la
comunidad, entre otros aspectos.
En contraposición con el modelo anterior, es
el estratégico-participativo, el cual propende a
la relación dialógica entre los actores, la
aplicación de liderazgos democráticos o
transformacionales que instan al resto de los
actores a convertirse también en líderes, sin
obviar las normativas legales; se tiende al logro
de la misión, visión, objetivos institucionales a
través de proyectos estratégicos y acciones en
forma consensuada; se fomentan acciones para
aplicar estrategias o principios curriculares
como la transversalidad, núcleos problemáticos
o proyectos que conduzcan a la recuperación de
la visión de totalidad del conocimiento y por
ende a la superación de la visión fragmentada
del currículo por parte de los docentes; el
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manejo del cambio como oportunidad para
innovar, la aplicación de un estilo de
comunicación horizontal que fluya por toda la
organización y con otras organizaciones, la
concepción de una gestión pedagógica donde
los alumnos se convierten en los actores
fundamentales para la construcción del
conocimiento desde sus experiencias y del
significado que tenga para ellos, la apertura para
adaptar y crear nuevas estrategias didácticas o
modelos pedagógicos, la vinculación con la
comunidad para la resolución de problemas y
otros aspectos que permitan impulsar el diálogo,
la discusión, la participación, el consenso y la
emancipación.
La dimensión investigativa en la gestión
educativa para trascender a un modelo de
gestión más participativo
Dado que los cambios a nivel global se
producen a una velocidad tal que las
organizaciones no se pueden adaptar a éstos, lo
relevante sería poder crear conocimiento a
partir de la realidad concreta de las instituciones
educativas y lograr una mayor calidad en su
funcionamiento. En función de esto y en
concordancia con las ideas desarrolladas, vale la
pena destacar que para lograr un proceso de
gestión educativa cónsono con las
transformaciones tan rápidas que están
ocurriendo en la sociedad y con el propósito de
fomentar la participación consensuada de los
actores, no son suficientes las dimensiones que
fueron descritas previamente; es menester
incluir una nueva dimensión que no solo sea una
parcela más, sino que permee e integre todas las
dimensiones expuestas por los autores citados,
como lo es la investigativa.
La función de investigación es propia del nivel
de educación superior o universitaria. De allí
que “la gestión educativa en este ámbito
contribuye a la optimización de procesos
académicos, pedagógicos, administrativos y
financieros” (Rico, 2016, p. 62). Pero, esto
generalmente no ocurre así en los otros niveles
del sistema educativo correspondiente a los
países de Latinoamérica. No obstante, es la
gestión de la investigación la que puede -en
interacción con las dimensiones restantes-
contribuir en la gestión educativa para la
resolución de las problemáticas que afectan la
realidad en este ámbito.
Más allá de los objetivos que comúnmente se le
atribuyen a la gestión educativa, el propósito de
impulsar procesos de investigación como otra
dimensión de la gestión educativa, se convierte
en una prioridad si realmente se desea el cambio
en los diferentes niveles del sistema educativo y
no únicamente en el universitario. Para lograr
este cometido, será menester promover
procesos de actualización docente orientados al
desarrollo de competencias investigativas en los
directivos y docentes, fomentando la
investigación no solo como práctica de gestión,
sino ir más allá y lograr su utilización como
práctica pedagógica. Si la investigación permea
toda la organización educativa junto a los
actores comunitarios, esto redundaría en la
formación de un gran talento humano en todo el
ámbito educativo, tanto al interior de las
organizaciones como fuera de éstas.
Lo señalado anteriormente, permite destacar
que la gestión educativa no solamente está
dirigida a la ampliación o acondicionamiento de
la infraestructura o a la adquisición de recursos
materiales, sino que va más allá, de modo que
la formación del talento humano se convierta en
la prioridad de la organización, y que por tanto,
las funciones administrativas inherentes a la
planificación, organización, dirección,
ejecución y evaluación deben estar enfocadas al
desarrollo de diversas competencias en los
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actores, entre las cuales se destaca la
investigativa.
A diferencia de otro tipo de organizaciones, en
las educativas, la razón de ser son los seres
humanos. Por tanto, la gestión que se emprenda
debe partir de su realidad, contemplar la
participación de los diferentes actores y
consustanciarse con los grandes fines y
propósitos de la educación. Es indudable que la
investigación brindaría un aporte fundamental
para alcanzar este cometido, por cuanto todos
los actores (alumnos, directivos, docentes,
administrativos, obreros y otros actores de la
comunidad) desempeñarán un rol protagónico
para develar su realidad y en función de ello,
podrán emprender acciones para transformarla.
En este sentido, cobra vital importancia la
actualización de los docentes con respecto a lo
que implica la investigación, sus bondades y las
repercusiones positivas que pudiese tener en la
gestión educativa. La idea central es gestionar
las instituciones desde y para la investigación.
Como una tarea pendiente para desarrollar y
consolidar la gestión educativa en el contexto
latinoamericano, se considera que:
Los investigadores en gestión educativa
que viven y trabajan en América Latina
debieran desarrollar programas de
investigación y una base de conocimientos
que sean compatibles con lo que se respeta
y considera efectivo en la cultura y la
tradición latinoamericanas. También,
debieran rechazar las ideologías foráneas y
las soluciones importadas para los
problemas en gestión educativa y brindar
los fundamentos para una base de
conocimientos en gestión educativa
enraizada en las narrativas históricas
locales y en los contextos sociales.
(Oplatka, 2019, p. 206)
Lo descrito, implica que la investigación debe
ser contextualizada y ejecutada por uno o más
actores de las instituciones educativas, pero el
rol protagónico lo lleva el docente como
investigador, es decir, ésta se convierte en otra
función a cumplir y que debe ser impulsada por
los directivos, a la vez ayuda a elevar la calidad
de las otras dimensiones, pero también mejora
la investigación como dimensión, esto último
implica saber cómo se desarrolla la
investigación en las instituciones educativas.
La inclusión de la dimensión investigativa en la
gestión educativa permitiría satisfacer los
requerimientos de eficacia, eficiencia,
productividad, rentabilidad, demandas sociales
y empresariales, entre otros aspectos que se
vinculan al sector educativo. El propósito es
tratar de que las organizaciones educativas se
deslastren de las meras recetas que son
impuestas inclusive desde instancias
gubernamentales y se propenda al cambio, pero
desde y para la realidad en la cual se encuentran
inmersas las instituciones. A través de esta
dimensión, las instituciones tienen la
posibilidad de gestionar recursos, así como
diseñar, proponer y promover estrategias para
monitorear de forma científica lo que ocurre en
las otras dimensiones de la gestión educativa, de
tal modo que se elaboren diagnósticos, se
desarrollen y evalúen propuestas curriculares,
se detecte cómo funcionan los procesos
administrativos y gerenciales, se hagan
proyecciones estadísticas sobre ingreso,
prosecución y egreso estudiantil, se emprendan
procesos de transformación en cualquier ámbito
de la educación.
Aunado a lo planteado, otro de los beneficios de
la inclusión de la dimensión investigativa es el
relativo al surgimiento e implementación de
procesos de innovación que inclusive pueden
ser emulados por otras organizaciones
educativas y por tanto, contribuir al logro de una
educación de calidad.
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Sobre la base de lo referido, se han seleccionado
las dimensiones pedagógica-curricular,
institucional u organizativa, administrativa,
social-comunitaria e investigativa como
aquellas que desde la perspectiva de la autora se
consideran apropiadas para desarrollar la
gestión educativa. En la Figura 1 se representan
gráficamente tales dimensiones.
Figura 1. Dimensiones de la gestión educativa
Fuente: La autora con aportes de Alarcón (2013),
Gobierno Federal de los Estados Unidos Mexicanos
(2010) y Chipana (2015).
Específicamente, la investigación es un proceso
sistemático que tiene como propósito generar
conocimiento original, formular enunciados o
postulados, aportar teorías y solucionar
problemas desde la perspectiva del método
científico. Las investigaciones se pueden
realizar desde la óptica de diversos paradigmas,
tanto positivistas (empírico-inductivo y
racionalista deductivo) como postpositivistas
(fenomenológico vivencial, reflexivo crítico y
holístico o complejo) que demandan
determinadas metodologías, técnicas e
instrumentos. Además, según el nivel de
profundización en el conocimiento, se
concuerda con Hurtado (2010), quien refiere
varios tipos de investigación que se pueden
llevar a cabo, las cuales son: exploratoria,
descriptiva, analítica, comparativa, explicativa,
explicativa, predictiva, proyectiva, interactiva,
confirmatoria y evaluativa.
El nivel exploratorio se aplica cuando la
temática de investigación no ha sido estudiada
o se ha estudiado muy poco. La investigación
descriptiva alude a las características de un
fenómeno objeto de estudio. La analítica
pretende descomponer la realidad en sus
elementos constituyentes y establecer
relaciones en función de ciertas categorías de
análisis. La comparativa persigue la búsqueda
de similitudes y discrepancias entre grupos
investigados. La explicativa se enfoca en la
producción o generación de teorías. La
predictiva tiene como propósito establecer
escenarios futuros para determinadas
situaciones en estudio. La proyectiva se realiza
con la finalidad de generar proyectos,
propuestas o diseños orientados a la resolución
de situaciones problemáticas. En la interactiva,
el responsable del estudio junto a los actores de
una comunidad u organización interactúan para
generar transformaciones en torno a una
situación problemática. La confirmatoria es la
típica investigación enmarcada en el
positivismo y fue la única aceptada durante
mucho tiempo. En este tipo de investigación se
someten a la refutación las teorías. La
evaluativa se desarrolla después de haber puesto
en marcha o ejecución un plan, programa,
proyecto o diseño; con el fin de constatar su
efectividad.
Los diferentes niveles de investigación se
pueden aplicar en todas las dimensiones de la
gestión educativa y fortalecer la práctica
docente. En el cuadro 1 se detallan algunos
ejemplos de posibles investigaciones que se
pueden desarrollar en el marco de cada una de
las dimensiones de la gestión educativa
descritas anteriormente y su correspondiente
nivel de investigación.
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Práctica docente
Si bien, la gestión educativa busca impulsar una
serie de acciones y estrategias dirigidas a la
obtención y administración de recursos, tanto
humanos como materiales de forma eficiente,
así como a la formación del talento humano y la
implementación del currículo; es en la práctica
docente donde se materializa o expresa la
calidad de esa gestión educativa.
La práctica docente es más que un simple hacer
de los docentes. Para comprender su
importancia es necesario articular hechos
educativos con el contexto en el cual se
producen y los significados que adquieren en el
mismo, es decir, que en todo proceso educativo
existe un entrelazamiento de contextos: criterios
institucionales, organizativos, tradiciones
metodológicas, interpretaciones de los
profesores, condiciones ambientales y
curriculares. Asimismo, existen actividades
conscientes e intencionales que admiten
esquemas teóricos previos explícitos o
implícitos, esos esquemas no se obtienen de
forma aislada, sino que se aprenden y se
comparten con otros profesionales.
La práctica docente es de carácter social,
objetivo e intencional. En ella intervienen
los significados, percepciones y acciones
de las personas involucradas en el
proceso educativo (alumnos, docentes,
padres, autoridades, entre otros).
También intervienen los aspectos
político-institucionales, administrativos y
normativos, que en virtud del proyecto
educativo de cada centro delimitan el rol
del profesor. Es decir, la práctica docente
supone una diversa gama de relaciones
entre personas. (Muñoz et al., 2016, p. 80)
Reflexionar sobre lo que es la práctica docente
implica aceptar que ésta es dinámica, que tiene
que ver con el docente y con todos los actores
del hecho educativo. Adicionalmente, involucra
no solamente el sentir del docente, su
paradigma y estilo; sino que también se ve
impregnada por las políticas, los fines de las
instituciones, así como todos los preceptos
normativos y administrativos correspondientes,
aunado a los factores económicos, políticos,
sociales, culturales e históricos en los cuales se
encuentra inmersa la sociedad y que por tanto
demandan del docente su participación para
satisfacer las necesidades que se generan en
estos contextos, pero que también afectan su
labor pedagógica.
Las acciones de enseñanza en la práctica
docente son muchas y de diversa índole: las
acciones lógicas de enseñar, informar, explicar,
describir, ejemplificar y mostrar, entre otras; y
aquellas acciones de naturaleza más gerencial
como: controlar, motivar y evaluar. Por otra
parte, vista la práctica como un proceso de
resolución de problemas, el profesor queda en
un papel de agente, capaz de tomar decisiones y
resolver dificultades (Gómez y Polanía, 2008).
Del mismo modo, el docente se convierte en un
ejemplo, un modelo a seguir por los valores que
practica y promueve.
En este sentido, la acción educativa no es un
mero hacer sino que supone historia y tradición.
En la práctica educativa los esquemas de
pensamiento aprendidos son problemáticos, en
la medida en que están sujetos a procesos
reflexivos y deliberativos, abiertos a
interpretaciones diversas y divergentes en
virtud de las construcciones individuales y
grupales de las comunidades en las que se
articulan. Por lo anterior se puede señalar que la
práctica docente por su conformación es
heterogénea e histórica, y refleja los
significados de los cuales se han apropiado los
profesores durante su vida profesional. En el
proceso de apropiación, los maestros se
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confrontan con los significados del oficio,
rechazan algunos, integran otros a su propia
práctica y generan a su vez nuevos significados
al enfrentarse a la resolución de múltiples
asuntos en su rol educativo (Vergara, 2005).
Desde una perspectiva crítica y reflexiva, la
práctica docente propende a la emancipación
del ser humano, tal y como lo refieren Castro et
al. (2006).
La práctica docente se entiende como una
acción que permite innovar, profundizar y
transformar el proceso de enseñanza del
docente en el aula, asimismo la práctica
docente está unida a la realidad del aula,
debido a que todo lo que hace el docente se
refiere a lo que se hace en la vida cotidiana
de la escuela, esta inscripción hace posible
una producción de conocimientos a partir
del abordaje de la práctica docente como
un objeto de conocimiento para los sujetos
que intervienen, por eso la práctica se debe
delimitar en el orden de la praxis como
proceso de comprensión, creación y
transformación de un aspecto de la realidad
educativa. La práctica del docente se
considera como la emancipación
profesional para elaborar crítica, reflexiva
y eficazmente un estilo de enseñanza que
promueva un aprendizaje significativo en
los alumnos y logre un pensamiento-acción
innovador, trabajando en equipo para
desarrollar un proyecto educativo común.
(p. 584)
Esto significa que el docente no está anclado a
un modelo epistémico de carácter positivista
conforme al cual solo sería un transmisor de
conocimientos y se comportaría como un líder
de carácter autocrático. Por el contrario, el
docente en su práctica debe propender a un
estilo más humanista, comprometido con la
transformación de la sociedad y actuando con
una perspectiva crítica y reflexiva, pero también
liberadora, que esté consustanciado con las
demandas de los nuevos tiempos.
A la vista de las consideraciones anteriores, la
práctica docente no es rígida, la misma es
inseparable de la reflexión que sobre ésta se
hace y los procesos de transformación que se
emprendan. Y es que el docente es el primero
que debe permanentemente estar cuestionando
su práctica, pues eso es lo que le permitirá
adaptarse a los cambios e impulsar nuevas
ideas.
Son diversos los actores involucrados en la
práctica docente y al respecto, Fierro (2003)
señala que los docentes establecen vínculos con
otras personas para alcanzar los objetivos,
competencias y fines educativos previstos. Esta
interacción se produce con los alumnos y
alumnas, otros maestros, padres de familia,
autoridades educativas, administradores
educativos, miembros de la comunidad y
cualquier otro tipo de personal adscrito a la
institución. La escuela se configura como el
escenario de formación continua del maestro y
recrea el marco normativo y la regulación
administrativa del sistema.
La inclusión de la dimensión investigativa en la
práctica docente
Es importante resaltar que las reflexiones sobre
la práctica docente deben ser sistematizadas, de
forma tal que los resultados o hallazgos a los
cuales se llegue sirvan para fortalecerla. Desde
la práctica se pueden generar nuevos
conocimientos e innovaciones educativas que
conduzcan a la tan ansiada calidad educativa,
pero para ello se considera necesario incluir la
dimensión investigativa, donde el educador se
ubicaría en el ámbito de acción correspondiente
al de docente-investigador. Desde la gestión
educativa se impulsaría la investigación y en la
práctica docente se materializaría la ejecución
de proyectos de investigación y la
productividad de los mismos (presentaciones,
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resúmenes y extensos para memorias de eventos
de eventos científicos, artículos científicos,
nuevas propuestas pedagógicas, informes sobre
diagnósticos o descripciones de las distintas
funciones administrativas que se implementan
en las instituciones educativas, propuestas y
evaluaciones curriculares, entre otras).
Algunos pudieran pensar que la investigación
no se puede desarrollar junto al resto de las
actividades que debe cumplir el docente, o que
esta función deben cumplirla los investigadores
de esta área del conocimiento, a pesar de estar
fuera de la realidad particular en la cual se
desenvuelven los educadores. Sin embargo,
desde la perspectiva que se maneja en el
presente artículo, se considera que no deben ser
investigadores ajenos a los establecimientos
educativos quienes deben abordar los procesos
de investigación. Por el contrario, esta tarea le
corresponde a los propios docentes y directivos
en conjunto con el resto de los actores
pertenecientes a las comunidades educativas, de
manera que ayuden al fortalecimiento de la
práctica y a la generación de modelos y teorías
que bien pudiesen ser aplicados en otros
espacios institucionales, pero adaptándolos a la
realidad.
La inclusión de la dimensión investigativa
facilitaría la generación de conocimiento
original y novedoso, cónsono con el contexto
institucional, local, regional, nacional y
latinoamericano. Al respecto, y a pesar de que
no se considera la investigación como una
dimensión de la práctica docente en la mayoría
de los establecimientos educativos, se reconoce
que “la investigación latinoamericana en
gestión educativa debe asumir una mayor
responsabilidad y compromiso con el
desempeño escolar y los temas de política de
América Latina” (Oplatka, 2019, p. 205).
Sobre la base de las apreciaciones realizadas, se
considera fundamental la asunción de la
dimensión investigativa en la práctica docente,
de tal forma que se hagan estudios directamente
con los actores involucrados en la realidad
educativa que se considere. Adicionalmente, es
importante recalcar que la investigación puede
realizarse sobre todas las dimensiones de la
gestión educativa y de la práctica docente
descrita e inclusive sobre la investigación como
dimensión de ésta, porque también sería
menester establecer las necesidades,
requerimientos, debilidades, fortalezas y éxitos
en los procesos de investigación.
En este sentido, la gestión educativa debe
apalancar los procesos de investigación
contribuyendo con la formación en
investigación del personal, si éste no la tiene, así
como también facilitando las oportunidades,
recursos, estrategias y demás requerimientos
para que los docentes puedan fortalecer e
innovar en su práctica, de tal forma que esto
redunde en la calidad de la educación que se
brinde.
La investigación se presenta así como una
dimensión que se nutre de las otras dimensiones
expuestas por los autores, pero que de manera
simultánea las integra y le brinda insumos para
promover transformaciones, o que a través de
ésta, se logren los cambios, como por ejemplo,
bajo la modalidad de investigación-acción, con
la cual a la par que se investiga también se
transforma la realidad. Todo depende del
paradigma y el tipo de investigación que se
implemente. Cabe destacar que en educación
debe tenerse suficiente apertura para aplicar
cualquier modalidad de investigación que
permita alcanzar los objetivos de la
investigación.
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Es así como se devela que la gestión educativa
y la práctica docente impregnadas por la
investigación como una dimensión en ambas,
pero con propósitos distintos que se
complementan (en la primera se gestiona y en la
segunda se ejecuta), constituye una alternativa
que bien pudiera ser aplicada en las
instituciones de todos los niveles del sistema
educativo, no solamente en el nivel superior o
universitario.
Conclusión
La gestión educativa es uno de los componentes
esenciales del sistema educativo, el cual
involucra las dimensiones pedagógica-
curricular, institucional u organizativa,
administrativa y social-comunitaria, pero se
puede ampliar su campo de acción con la
inserción de otra dimensión como lo es la
investigativa, desde la cual se pueden diseñar
estrategias, sugerir necesidades y facilitar la
formación del talento humano, así como
gestionar los recursos materiales para impulsar
procesos de investigación que redunden en la
generación de conocimientos y
transformaciones consustanciados con la
realidad institucional.
La práctica docente se expresa en diversas
dimensiones: personal, institucional,
interpersonal, social, didáctica y valoral; pero lo
que podría conducir a la renovación de la
práctica docente es un permanente
cuestionamiento sobre la misma, el cual debe
trascender de una mera reflexión a un proceso
sistematizado sobre lo que sucede con respecto
a la misma y a los actores involucrados en el
hecho educativo. Indudablemente, para
alcanzar el propósito señalado es necesario
acudir a la investigación, de allí que se
considere relevante la inclusión de la dimensión
investigativa en la práctica docente. De este
modo, desde la investigación se puede lograr la
concreción de una nueva práctica pedagógica
que se adapte a los nuevos tiempos o que se
proyecte hacia nuevos escenarios mediante la
utilización de conocimiento novedoso y
develado en el propio contexto institucional,
esto con el fin de lograr las transformaciones
que en materia educativa se requieran.
Los resultados o hallazgos que se obtengan a
través de procesos de investigación en las
organizaciones educativas constituyen los
insumos necesarios para transformar no
solamente la práctica docente a través de nuevas
estrategias, prácticas pedagógicas, modelos
curriculares u otros; sino que también pueden
aportar información valiosa en torno a los
niveles de inclusión, prosecución o repitencia,
entre otros; y con respecto a las funciones
administrativas de planificación, organización,
ejecución, evaluación, liderazgo, toma de
decisiones, gestión financiera u otro
componente del proceso de gestión educativa.
De manera que a partir de los resultados que
aporta la investigación se pueda mejorar la
gestión educativa, pues los propósitos u
objetivos estarán suficientemente sustentados e
imbricados en la realidad institucional. De este
modo, la investigación se presenta como una
dimensión que potenciaría una relación
sinérgica entre la gestión académica y la
práctica docente.
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