Ciencia y Educación
(L-ISSN: 2790-8402 E-ISSN: 2707-3378)
Edición Especial
2025
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LA DEMOCRACIA COMO EJE CENTRAL, EL NUEVO RUMBO POLÍTICO
ECUATORIANO 2025
DEMOCRACY AS THE CENTRAL AXIS, THE NEW ECUADORIAN POLITICAL
DIRECTION 2025
Autores: ¹Nelson Aníbal Pérez Villarroel, ²Jessenia María Tite López, ³Jussen Paúl Facuy
Delgado
¹ORCID ID: https://orcid.org/0000-0001-5343-0192
²ORCID ID: https://orcid.org/0009-0004-0685-8064
3ORCID ID: https://orcid.org/0000-0003-1138-4823
¹E-mail de contacto: nelsonvillarroel3162@gmail.com
²E-mail de contacto: jessenia_tite@hotmail.com
³E-mail de contacto: jfacuy@uagraria.edu.ec
Afiliación: 1*3*Universidad Agraria del Ecuador, (Ecuador). 2*Universidad César Vallejo, (Perú).
Articulo recibido: 8 de mayo del 2025
Articulo revisado: 10 de mayo del 2025
Articulo aprobado: 4 de junio del 2025
¹Economista graduado en la Universidad de Guayaquil, (Ecuador). Magíster en Finanzas y Proyectos Corporativos graduado en la
Universidad de Guayaquil, (Ecuador). Doctor en Gestión Pública y Gobernabilidad graduado en la Universidad César Vallejo, (Perú).
²Licenciada en Ciencias de la Educación mención Educación Primaria graduada en la Universidad de Guayaquil, (Ecuador). Maestría en
Administración de la Educación graduada en la Universidad César Vallejo, (Perú).
³Tecnólogo en Análisis de Sistemas graduado en la Universidad Agraria del Ecuador, (Ecuador). Ingeniero en Computación e Informática
graduado en la Universidad Agraria del Ecuador, (Ecuador). Magíster en Finanzas y Proyectos Corporativos graduado en la Universidad
de Guayaquil, Magíster en Gestión Ambiental graduado en la Universidad Estatal del Sur de Manabí, (Ecuador).
.
Resumen
El artículo examina los desafíos actuales de la
democracia y la gobernanza en Ecuador y
América Latina, en un contexto marcado por el
resurgimiento de tensiones ideológicas y crisis
institucionales. La reciente reelección del
presidente Daniel Noboa en Ecuador refleja un
fenómeno particular: el respaldo ciudadano a
una democracia representativa que intenta
equilibrar la eficiencia del Estado con valores
de libertad individual y mercado, frente a los
discursos populistas de izquierda y derecha.
Este hecho reaviva el debate entre modelos
democráticos liberales y propuestas socialistas
que priorizan la intervención estatal. La
democracia liberal, basada en la certeza
jurídica, la propiedad privada y la igualdad ante
la ley, ha demostrado históricamente mayor
capacidad para generar desarrollo y estabilidad.
Sin embargo, enfrenta desgaste por la
corrupción, el crimen organizado y el
debilitamiento institucional provocado por
líderes autoritarios que erosionan los
contrapesos democráticos. El caso ecuatoriano
muestra cómo la ciudadanía, a pesar de las
crisis, sigue optando por mecanismos
democráticos para encarar el deterioro estatal,
marcando distancia de los extremos
ideológicos que han polarizado a la región. La
clave está en fortalecer la formación de
liderazgos éticos, institucionalizar el diálogo
político y generar acuerdos mínimos que
enfrenten los retos desde una perspectiva
democrática y plural. Así, Ecuador puede
convertirse en un referente regional, donde la
democracia no sea rehén de las ideologías, sino
un espacio real de representación, participación
y desarrollo sostenible.
Palabras clave: Democracia, Izquierda,
Derecha, Populismo.
Abstract
The article examines the current challenges of
democracy and governance in Ecuador and
Latin America, within a context marked by the
resurgence of ideological tensions and
institutional crises. The recent reelection of
President Daniel Noboa in Ecuador reflects a
particular phenomenon: popular support for a
representative democracy that seeks to balance
state efficiency with values of individual
freedom and the market, in contrast to populist
discourses from both the left and right. This
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event reignites the debate between liberal
democratic models and socialist proposals that
prioritize state intervention. Liberal
democracy, based on legal certainty, private
property, and equality before the law, has
historically demonstrated a greater capacity to
generate development and stability. However,
it faces deterioration due to corruption,
organized crime, and institutional weakening
caused by authoritarian leaders who erode
democratic checks and balances. The
Ecuadorian case shows how citizens, despite
crises, continue to opt for democratic
mechanisms to address state decay, distancing
themselves from the ideological extremes that
have polarized the region. The key lies in
strengthening the formation of ethical
leadership, institutionalizing political dialogue,
and generating minimum agreements to face
challenges from a democratic and plural
perspective. Thus, Ecuador can become a
regional benchmark, where democracy is not a
hostage of ideologies, but a real space for
representation, participation, and sustainable
development.
Keywords: Democracy, Left, Right,
Populism.
Sumário
Este artigo examina os desafios atuais da
democracia e da governança no Equador e na
América Latina, em um contexto marcado pelo
ressurgimento de tensões ideológicas e crises
institucionais. A recente reeleição do
presidente Daniel Noboa no Equador reflete
um fenômeno particular: o apoio da população
a uma democracia representativa que busca
equilibrar a eficiência do Estado com os valores
da liberdade individual e do mercado, em
contraste com os discursos populistas de
esquerda e direita. Este evento reacende o
debate entre modelos democráticos liberais e
propostas socialistas que priorizam a
intervenção estatal. A democracia liberal,
baseada na segurança jurídica, na propriedade
privada e na igualdade perante a lei,
historicamente demonstrou maior capacidade
de gerar desenvolvimento e estabilidade.
No entanto, enfrenta erosão devido à
corrupção, ao crime organizado e ao
enfraquecimento institucional causado por
líderes autoritários que corroem os freios e
contrapesos democráticos. O caso equatoriano
mostra como os cidadãos, apesar das crises,
continuam a optar por mecanismos
democráticos para lidar com a deterioração do
Estado, distanciando-se dos extremos
ideológicos que polarizaram a região. A chave
é fortalecer o desenvolvimento de lideranças
éticas, institucionalizar o diálogo político e
gerar acordos nimos que abordem os
desafios a partir de uma perspectiva
democrática e pluralista. Assim, o Equador
pode se tornar uma referência regional, onde a
democracia não seja refém de ideologias, mas
sim um espaço real de representação,
participação e desenvolvimento sustentável.
Palavras-chave: Democracia, Esquerda,
Direita, Populismo.
Introducción
En el escenario político ecuatoriano
contemporáneo, la democracia se encuentra en
un momento decisivo. Las elecciones del 2025
y la continuidad de un liderazgo joven y
pragmático han reconfigurado el debate
nacional, donde la ciudadanía ha optado por una
ruta que privilegia la institucionalidad
democrática frente a la polarización ideológica.
En este contexto, las tensiones entre modelos
socialistas y capitalistas resurgen con fuerza,
provocando fracturas en el discurso público y
exigiendo una reflexión profunda sobre el
verdadero papel de la democracia como garante
de estabilidad, inclusión y desarrollo. América
Latina ha sido históricamente terreno fértil para
la alternancia entre regímenes democráticos y
proyectos políticos con ideologías diferentes, en
muchos casos con tendencias autoritarias
encubiertas bajo discursos de justicia social o
eficiencia económica (Levitsky y Ziblatt, 2018).
Ecuador no ha sido la excepción: el país ha
transitado entre modelos de concentración del
poder y aperturas democráticas, afectando
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directamente la confianza ciudadana en sus
instituciones. Sin embargo, en el actual proceso
político, se percibe una demanda social por
fortalecer las bases democráticas, más allá de
las etiquetas ideológicas tradicionales.
Este artículo examina cómo la democracia,
entendida como un sistema plural, participativo
y constitucional, puede actuar como eje
articulador frente a la fragmentación ideológica.
La ciudadanía ha empezado a exigir resultados
concretos en seguridad, empleo y educación,
desplazando el discurso ideológico como motor
de decisión electoral (Freidenberg, 2021). En
consecuencia, se analiza el contexto
ecuatoriano desde una perspectiva de
gobernanza democrática, considerando los
desafíos que implica consolidar un modelo
político centrado en derechos, diálogo y
eficiencia institucional. La polarización
ideológica en Ecuador ha alcanzado un punto
crítico, donde las diferencias entre los modelos
socialistas y capitalistas definen gran parte del
debate político y social. Este fenómeno no solo
está afectando las relaciones internas, sino que
también está incidiendo en la percepción
externa del país. En este sentido, los países de
la región, y particularmente potencias como
Estados Unidos, han mostrado un interés
creciente en el rumbo político de Ecuador. La
invitación de Ecuador a la investidura de
Donald Trump refleja, de alguna manera, el
reconocimiento y el respaldo de la democracia
ecuatoriana por parte de actores internacionales
clave. Este tipo de apoyo no solo implica un
gesto diplomático, sino que también subraya la
importancia de mantener una gobernanza
democrática que pueda garantizar la estabilidad
en el país y en la región.
La investigación sobre cómo la democracia
puede mantenerse como eje central en un
Ecuador polarizado es crucial, no solo para
entender las dinámicas internas, sino también
para evaluar su impacto en las relaciones
internacionales. La tensión ideológica interna
influye directamente en la cooperación
internacional y en las políticas de apoyo
económico y político que el país recibe. Al
analizar las interacciones entre las ideologías
dominantes y la gobernanza democrática, este
artículo busca identificar enfoques prácticos y
estrategias específicas para fortalecer la
democracia, promoviendo un equilibrio entre
las fuerzas políticas y garantizando la
estabilidad institucional en el contexto
ecuatoriano. Este estudio es esencial para
comprender cómo las democracias
latinoamericanas, como la ecuatoriana, pueden
mantenerse en un entorno internacional de alta
polarización, con una creciente participación de
potencias extranjeras, como Estados Unidos, en
la dinámica política interna (Díaz, 2020;
Freidenberg, 2021). El fortalecimiento de la
democracia es, por tanto, un tema clave para
garantizar la estabilidad política y el desarrollo
social en los próximos años.
La democracia, entendida como la expresión del
poder popular a través de mecanismos como el
sufragio universal, se consolida cuando la
participación ciudadana garantiza la legitimidad
de los representantes y el respeto a las libertades
fundamentales. En palabras de Dahl (2020) una
democracia sólida exige no solo elecciones
libres y periódicas, sino también garantías
efectivas para la participación inclusiva de
todos los sectores sociales. Este principio se
vuelve especialmente relevante en sociedades
como la ecuatoriana, donde la polarización
ideológica ha generado tensiones entre
proyectos políticos que reclaman representar la
voluntad popular desde ópticas divergentes. La
participación ciudadana, en este marco, no
puede reducirse a un acto formal de votación,
sino que debe comprenderse como un proceso
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continuo de deliberación, fiscalización y
construcción de legitimidad social
(Freidenberg, 2021). Es a través de esta
participación activa que la ciudadanía defiende
sus libertades y evita que el poder se desvíe
hacia modelos autoritarios o excluyentes. La
democracia, por tanto, no puede coexistir con
prácticas que anulen la diversidad ideológica ni
con estructuras que concentren el poder en
detrimento de la pluralidad.
En América Latina, las democracias han
enfrentado desafíos particulares, marcados por
crisis institucionales, desigualdad y populismos
que debilitan el sistema representativo. Ecuador
no ha sido la excepción. Según Levitsky y
Ziblatt (2018) las democracias colapsan no solo
mediante golpes de Estado, sino también por el
progresivo debilitamiento de sus instituciones
desde dentro, cuando los actores políticos
ignoran las normas democráticas y socavan el
equilibrio de poderes. En este contexto, el
proceso electoral se convierte en el punto de
inflexión donde se expresa la voluntad
colectiva. Es allí donde el pueblo se pronuncia
frente a las distintas propuestas ideológicas en
disputa, reafirmando su derecho a elegir y ser
representado. La observación internacional del
proceso electoral ecuatoriano y el
reconocimiento de actores globales, como
Estados Unidos, evidencian además que la
legitimidad democrática tiene implicaciones
más allá del ámbito interno (Rojas Aravena,
2022). Por otro lado, la creciente influencia de
modelos alternativos como los promovidos por
los países del bloque BRICS, donde
predominan gobiernos con escasa tradición
democrática, plantea un contraste con la vía
electoral como expresión de libertad. Esta
comparación permite visibilizar el valor del
sistema democrático ecuatoriano, en el que la
participación del pueblo, pese a sus
limitaciones, ha permitido transiciones de poder
sin rupturas institucionales. Así, el análisis de la
democracia en Ecuador exige comprenderla no
solo como una estructura legal, sino como un
sistema vivo, sostenido por el pronunciamiento
ciudadano, por la vigencia de libertades
políticas, y por la capacidad de sus instituciones
para responder a la voluntad popular en
escenarios ideológicamente polarizados.
El propósito central de esta investigación es
resaltar la participación ciudadana como
fundamento esencial de la democracia
ecuatoriana, considerando el pronunciamiento
del pueblo en las urnas como una expresión
legítima de las libertades políticas en un
contexto marcado por la polarización ideológica
y la confrontación entre modelos políticos
opuestos. En este marco, se busca analizar el
papel del sufragio como mecanismo de
expresión democrática en el actual escenario
político del país, examinar la influencia de las
ideologías partidistas en la representación
política y en la percepción de legitimidad
democrática por parte de la ciudadanía, así
como evaluar el impacto de la participación
ciudadana en la consolidación de libertades no
excluyentes y en la configuración de los actores
políticos en disputa.
Materiales y Métodos
Esta investigación adopta un enfoque
cualitativo, de tipo descriptivo y analítico,
orientado a examinar la situación política y
democrática de Ecuador en el contexto de las
elecciones generales de 2025. El estudio se
enmarca en un análisis contextual de la
polarización ideológica y sus efectos en la
consolidación democrática, con un enfoque
comparativo entre modelos de gobernanza
democráticos y autoritarios, especialmente en
América Latina. Selección y análisis de fuentes:
La recolección de información se basa en una
revisión documental exhaustiva, bajo criterios
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de actualidad (20202025), pertinencia
temática, y fiabilidad académica e institucional.
Se han seleccionado: Artículos científicos
revisados por pares en el campo de la ciencia
política, la teoría democrática y las relaciones
internacionales. Informes oficiales del Consejo
Nacional Electoral, la Defensoría del Pueblo y
otros órganos estatales. Estudios
internacionales como el Índice de Democracia
de The Economist, reportes de Human Rights
Watch, y datos del Latinobarómetro.
Cobertura de medios nacionales e
internacionales, que ofrecen perspectivas sobre
la narrativa mediática y la opinión pública.
Discursos políticos, entrevistas públicas y
documentos institucionales, recopilados de
fuentes oficiales, medios digitales y bases de
datos abiertas. Se estructuró en torno a tres
grupos de referencia: Democracias
consolidadas (Estados Unidos, Uruguay), para
analizar modelos de gobernabilidad
participativa. Gobiernos autoritarios o de corte
socialista (Venezuela, Nicaragua, países BRICS
como Rusia y China), a fin de contrastar con
modelos donde la participación ciudadana está
limitada. Países en transición democrática
(Bolivia, Argentina), por su similitud contextual
con Ecuador. Los criterios de comparación
incluyeron; niveles de participación y
abstención electoral, transparencia institucional
y legitimidad de los comicios. Fortalecimiento
o debilitamiento de la independencia de
poderes. Protección de derechos y libertades
civiles. Influencia de actores internacionales en
la política interna. Uso de datos primarios y
estrategia analítica. Aunque el estudio no
incorpora entrevistas de campo, se utilizaron
fuentes primarias secundarias, tales como
discursos oficiales, declaraciones públicas,
planes de gobierno y documentos emitidos por
organizaciones internacionales, para fortalecer
el análisis cualitativo. Se aplicó un análisis
temático de contenido, permitiendo identificar
categorías como: “legitimidad democrática”,
“polarización ideológica”, “participación
electoral” e “influencia externa”. Este abordaje
facilitó la comprensión de los fenómenos
políticos observados, sin pretender generalizar
los hallazgos, sino más bien aportar a la
reflexión sobre la consolidación democrática
ecuatoriana desde una perspectiva crítica y
contextualizada.
Resultados y Discusión
La reciente coyuntura política ecuatoriana ha
mostrado un escenario de polarización
profunda, pero también de una democracia que,
a pesar de sus desafíos, sigue siendo capaz de
expresar el pronunciamiento ciudadano a través
de mecanismos legítimos como el voto. Este
fenómeno se pone de manifiesto especialmente
en las elecciones presidenciales de 2025, donde
los emigrantes ecuatorianos jugaron un papel
clave. A través de su voto, los migrantes
expresaron un apoyo mayoritario al proyecto
que se percibe más cercano a sus necesidades,
especialmente en lo que respecta a la defensa de
los derechos laborales, el apoyo a la integración
y la eliminación de políticas discriminatorias
como la deportación de ecuatorianos desde EE.
UU. Este respaldo refleja una aceptación de la
democracia ecuatoriana por parte de la diáspora,
que también resalta su deseo de una política
exterior que los respalde en sus derechos y
bienestar.
El apoyo internacional a Ecuador también se ha
manifestado en el terreno diplomático y
económico. Estados Unidos, aunque
históricamente ha sido una de las naciones más
influyentes en la región, ha mostrado su
disposición a respaldar al país a través de
acuerdos y tratados bilaterales que refuerzan el
desarrollo económico y la estabilidad política.
Un ejemplo claro de este apoyo es la firma de
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acuerdos que favorecen a los emigrantes
ecuatorianos, así como la condecoración de un
presidente ecuatoriano que ha demostrado su
compromiso con el trabajo y la colaboración en
esta esfera. Este tipo de apoyo refleja una
perspectiva positiva sobre el rumbo
democrático de Ecuador, incluso frente a los
embates de la polarización interna.
No obstante, la relación con EE. UU. no está
exenta de tensiones, como lo evidencian las
políticas de deportación y la exclusión de
ecuatorianos en ciertos contextos, lo cual
subraya la necesidad de una relación
equilibrada y beneficiosa para ambas partes. Sin
embargo, la percepción general es que, a pesar
de estas tensiones, la colaboración es posible y
favorable para la estabilidad política y
económica del país. Desde un punto de vista
económico, el clima de elecciones y el cambio
de gobierno también se refleja en los
indicadores bursátiles y el riesgo país. En el
mismo día de las elecciones, Ecuador
experimentó un cambio significativo en el
riesgo país, lo cual fue una clara señal de
confianza en el proceso electoral y en la
estabilidad económica que se percibe con el
nuevo rumbo político. La bolsa de valores
reaccionó positivamente, lo que resalta la
importancia de la percepción de los mercados
internacionales sobre la salud democrática y
económica del país.
Por otro lado, la diferencia de percepción entre
la primera vuelta electoral y la segunda muestra
un escenario de transformación. Si bien en la
primera vuelta los votantes estaban marcados
por la incertidumbre y la polarización, en la
segunda vuelta se observó un acercamiento
hacia la estabilidad, reflejado no solo en el
incremento del apoyo internacional, sino
también en la revalorización de Ecuador en los
mercados financieros internacionales. Este
apoyo múltiple, tanto de la dispersión de actores
internacionales, es crucial para entender cómo
la democracia ecuatoriana sigue siendo una
herramienta de construcción de consensos,
incluso en un contexto de polarización
ideológica. A pesar de los desafíos internos,
Ecuador sigue siendo un ejemplo de democracia
representativa, donde el pronunciamiento
ciudadano en las urnas sigue siendo el factor
central que define el futuro político y
económico del país.
En el escenario político ecuatoriano, los
partidos e ideologías de izquierda han tenido un
papel protagónico en las últimas décadas,
especialmente con el auge del denominado
"Socialismo del Siglo XXI", que promovió una
retórica centrada en la justicia social, la
redistribución de la riqueza y la resistencia al
modelo neoliberal. Sin embargo, a pesar de sus
promesas iniciales, los resultados en materia de
gobernanza, cohesión social y democracia han
sido, en muchos casos, contradictorios y
preocupantes. La narrativa de estos
movimientos ha privilegiado una visión
dicotómica de la sociedad, donde el “pueblo” es
enfrentado contra una supuesta “élite opresora”,
reduciendo la política a una lucha constante
entre enemigos irreconciliables. Esta estrategia,
más allá del ámbito institucional, ha calado
profundamente en el tejido social, generando
divisiones que van más allá de las preferencias
partidistas. El rival político no es visto como
alguien con quien se puede discrepar, sino como
un adversario moral al que hay que eliminar del
espacio público (De la Torre, 2021).
Este fenómeno ha derivado en una cultura del
antagonismo, en la que la deslegitimación del
otro reemplaza el diálogo y la confrontación
democrática. El discurso político se convierte
en una herramienta de polarización emocional,
que fractura comunidades, deteriora las
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relaciones interpersonales y crea un clima de
hostilidad permanente. Las redes sociales han
potenciado este efecto, convirtiéndose en
espacios de difusión de mensajes de odio,
estigmatización y radicalización. Desde una
perspectiva interna, esto ha afectado
gravemente los mecanismos naturales de
cohesión social. Las instituciones pierden
legitimidad cuando se las percibe como
instrumentos del gobierno de turno, y no como
espacios neutrales al servicio del bien común.
En consecuencia, la ciudadanía se vuelve más
susceptible al abstencionismo, la apatía o, en el
otro extremo, al activismo ideologizado que ve
en el adversario una amenaza existencial.
Este deterioro del tejido social responde, en
gran parte, a estrategias políticas que no solo
buscan el control del poder, sino también la
transformación de la conciencia colectiva a
través de narrativas excluyentes. La
instrumentalización del resentimiento, la
victimización histórica y la supuesta
superioridad moral han sido utilizadas para
justificar abusos institucionales,
desinformación y persecución a opositores en
lugar de construir ciudadanos que generen paz,
más bien se ha fomentado una sociedad
dividida, reactiva y emocionalmente
manipulable. Así, el desafío democrático no es
solo institucional, sino profundamente cultural.
En un país donde la fractura social ha sido
alimentada por discursos polarizados, la
reconstrucción democrática requiere restablecer
espacios de reconciliación, pluralidad y respeto
mutuo. Sin ello, cualquier modelo de
gobernabilidad está condenado a enfrentar la
constante amenaza del conflicto ideológico
convertido en enfrentamiento social.
Ecuador ha vivido a lo largo de su historia
política un vaivén entre la esperanza y la
frustración, entre las promesas de progreso y los
fracasos estructurales que han marcado su
desarrollo. El país ha sido testigo de profundas
transformaciones, pero también de momentos
de crisis que han sacudido sus cimientos. Desde
el derrocamiento de gobiernos democráticos
hasta la instalación de dictaduras, la historia de
Ecuador es un recordatorio constante de la
fragilidad de las democracias en contextos de
desigualdad, pobreza y polarización. Sin
embargo, como bien señala el escritor peruano
Mario Vargas Llosa, “las democracias, aún
imperfectas, son el mejor sistema político que
tenemos”. Esta reflexión es especialmente
pertinente cuando se habla del Ecuador
contemporáneo, donde la democracia sigue
siendo un proceso en construcción, aún frente a
las tensiones y los conflictos internos que la
aquejan. En el presente, el país es un espejo de
esa complejidad histórica. Ecuador atraviesa
una etapa de polarización profunda, tanto
política como social. Las ideologías extremas,
los intereses partidistas y la desconexión entre
los gobernantes y los gobernados han sido
elementos que han minado la confianza en las
instituciones democráticas. Sin embargo, la
historia demuestra que, incluso en los
momentos más oscuros, Ecuador ha sido capaz
de encontrar un camino hacia la paz y la
estabilidad. La clave, como nos recuerda
Vargas Llosa, es la capacidad de "reconstruir" a
partir del caos y no sucumbir a la tentación de
la división total.
En este sentido, Ecuador tiene un futuro
incierto, marcado por la fragilidad de sus
estructuras políticas y sociales. No obstante,
hay razones para ser optimistas. Otros países de
América Latina, como Chile, Colombia y
Uruguay, han logrado superar períodos de
dictadura, crisis económica y social,
emergiendo hoy como ejemplos de estabilidad
democrática y progreso económico. Estos
ejemplos nos enseñan que, aunque el camino es
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arduo, es posible avanzar hacia un futuro más
inclusivo y justo. Como dijo el escritor
colombiano Gabriel García Márquez: “El
secreto de la felicidad está en el progreso, no en
la perfección”. El futuro de Ecuador, por tanto,
no está determinado por la polarización ni por
las dificultades actuales, sino por la capacidad
de la sociedad para aprender de sus errores,
valorar su democracia y construir un entorno en
el que todos los ciudadanos puedan ser
protagonistas del cambio. Con el optimismo de
aquellos que han superado desafíos similares,
Ecuador tiene la posibilidad de avanzar, no solo
por la resiliencia de sus instituciones, sino por
la fuerza y el compromiso de su pueblo.
Ecuador enfrenta actualmente una situación
compleja, atravesada por fuertes divisiones
políticas y sociales que han afectado su
estabilidad democrática. Según el Índice de
Democracia 2024 de The Economist
Intelligence Unit, el país obtuvo una puntuación
de 5.82, clasificándose como un régimen
híbrido, evidenciando retrocesos en
participación política y funcionamiento del
gobierno. Este escenario se ve agravado por el
aumento del abstencionismo, que en las
elecciones seccionales de 2023 alcanzó el 21,8
% a nivel nacional, según datos del Consejo
Nacional Electoral (CNE). En su discurso del
10 de mayo de 2025, el presidente electo señaló:
“La gobernabilidad no se logra con ideologías
cerradas, sino con decisiones que enfrenten la
inseguridad, la corrupción y el desempleo con
firmeza y apertura al diálogo” (Presidencia de
la República, 2025). Esta declaración refleja el
intento del nuevo gobierno por promover un
consenso político frente a la polarización
ideológica entre tendencias socialistas y
conservadoras que ha caracterizado los últimos
años.
Existen precedentes regionales que permiten
vislumbrar rutas alternativas de transformación.
En el caso de Argentina, tras implementar
reformas estructurales en 2022; como la
eliminación de subsidios cruzados y la
renegociación de deuda externa logró una
recuperación del 4,5 % del PIB en 2023 (Banco
Mundial, 2024). De forma similar, Chile ha
mantenido una democracia funcional, a pesar de
una fuerte presión social, equilibrando sus
políticas fiscales con una administración de
izquierda que respeta la independencia de
poderes (OCDE, 2023). En este contexto,
Ecuador debe adoptar una visión de mediano y
largo plazo, priorizando ajustes estructurales en
la economía y la institucionalidad democrática.
Documentos como el Plan Nacional de
Desarrollo 20212025 ya proponen líneas de
acción para mejorar la infraestructura pública,
optimizar el gasto público y fortalecer la
gobernanza local, pero su implementación ha
sido limitada por tensiones políticas y falta de
consensos parlamentarios.
La cooperación internacional emerge como un
factor esencial. La relación bilateral con
Estados Unidos se ha intensificado en materia
de seguridad. En marzo de 2025, el embajador
estadounidense afirmó: “La lucha contra el
crimen organizado en Ecuador es también
nuestra lucha” (Embajada de EE. UU. en
Ecuador, 2025), en referencia al apoyo técnico
y financiero entregado por la Iniciativa de
Seguridad Regional Andina. Del mismo modo,
los Países Bajos han expresado interés en
ampliar convenios de comercio justo y
cooperación agroindustrial con Ecuador, lo cual
abre nuevas oportunidades para exportaciones
sostenibles. A pesar de los desafíos, el futuro de
Ecuador no está determinado. Si se logra
articular una agenda de reformas realistas,
basadas en evidencia y orientadas al bienestar
ciudadano, el país tiene la capacidad de revertir
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el deterioro democrático. La clave estará en que
los actores políticos pongan el interés nacional
por encima de las diferencias ideológicas,
apostando por un Ecuador más inclusivo, justo
y próspero para las futuras generaciones.
Conclusiones
La reciente dinámica política en Ecuador revela
que, a pesar de los desafíos impuestos por la
polarización ideológica, la democracia
mantiene su capacidad de canalizar la voluntad
popular a través de mecanismos electorales
legítimos y representativos. La participación
activa de la ciudadanía, tanto en el territorio
nacional como en el exterior, ha sido clave para
redefinir prioridades en la agenda pública,
integrando temas como los derechos de los
migrantes y la proyección internacional del
país. Este involucramiento reafirma la vigencia
del sistema democrático y fortalece el vínculo
entre las decisiones internas y las demandas
globales de equidad y justicia. Al mismo
tiempo, la respuesta favorable de la comunidad
internacional y de los mercados refleja cómo la
estabilidad institucional incide positivamente
en la percepción económica, evidenciada en el
comportamiento bursátil y en los indicadores
financieros. En conjunto, estos elementos
posicionan a Ecuador como un referente
emergente de cómo la participación ciudadana,
el fortalecimiento institucional y la apertura
diplomática pueden constituirse en pilares
estratégicos para consolidar una democracia
resiliente, capaz de afrontar tensiones internas
sin comprometer su legitimidad ni su
proyección global.
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