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otros seres que al igual que uno mismo, son
dignos, libres y responsables, aunque sea tan
sólo en potencia. Conciencia del ser y del
quehacer en el mundo, en todos aquellos
papeles, situaciones y momentos que nos toca
vivir. (Suárez Límaco, 2020)
No es objeto de este trabajo abordar los criterios
que puedan existir en relación a la influencia de
las actividades físico-deportivas en el desarrollo
de valores en niños y adolescentes. No obstante,
si se puede plantear que la mayoría de las
personas reconocen que las actividades físico-
deportivas presentan una gran potencialidad
instructiva-educativa, pero al igual que las
demás esferas que contribuyen al desarrollo
integral del hombre, la actividad físico-
deportiva debe desarrollarse a partir de una
sólida base educativa; pero esto no se logra ni
por resolución ni por la simple práctica de la
actividad en sí misma. Llamando la atención en
ese sentido se habla siempre de proceso
docente-educativo, o sea, que lo instructivo no
puede estar separado de lo educativo.
Esto se repite constantemente, pero en la
realidad práctica es generalmente lo instructivo
lo que prevalece en las clases de las diferentes
asignaturas. Los objetivos, contenidos, métodos
y medios están dirigidos a garantizar lo
instructivo.
Esto es una polémica, donde ha prevalecido el
criterio de establecer los objetivos educativos
sólo a nivel de Planes de Estudios y Programas,
no siendo necesario a nivel de la clase, donde el
profesor debe lograr el trabajo educativo
mediante la propia instrucción.
Esto tiene su lógica hasta cierto nivel y para
determinados valores. Cuando se habla de este
nivel se llama la atención sobre el hecho de que
para que una actitud llegue a convertirse en un
valor, tiene que interiorizarse hasta convertirse
en convicción para el individuo, de manera que
regule su comportamiento ante cualquier
situación que la vida le imponga. (Castaño,
2020)
La complejidad del análisis radica en la propia
característica de los valores que se pretendan
desarrollar a través de las actividades docentes.
Es lógico pensar, por ejemplo, que la propia
actividad físico-deportiva exige una educación
que conlleva para su propia práctica y
resultados, el desarrollo de determinados
valores como pueden ser: espíritu de sacrificio,
voluntad, perseverancia, disciplina, valentía,
valores estéticos según la actividad etc.
Sin embargo, hay otros valores que requieren
por decirlo de alguna manera, de otros métodos,
formas o vías de ser atendidos para que lleguen
realmente a constituirse en convicciones para el
estudiante. Entre ellos pueden estar: honestidad,
solidaridad, responsabilidad y amor a la patria
entre otros.
Por esta razón, la práctica de actividades
aisladas por sí misma no garantiza el desarrollo
a un nivel de convicción de estos valores en los
estudiantes, si no está implícito en la actividad
la intencionalidad y además la valoración del
efecto educativo producido en el estudiante.
Muchos profesores priorizan sólo la atención a
los aspectos instructivos que desarrollan.
Algunos piensan siguiendo la idea anterior, que
pueden resolver la formación educativa del
estudiante con la propia actividad instructiva; y
otros, lo consideran una pérdida de tiempo que
conspira con el resultado que tienen que lograr
desde el punto de vista académico. Los que
piensan así, aquellos que no han vivido
experiencias educativas con sus estudiantes, no
saben la extraordinaria potencialidad que están