Ciencia y Educación
(L-ISSN: 2790-8402 E-ISSN: 2707-3378)
Edición Especial
2025
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VÍNCULO FAMILIA-ESCUELA: CLAVE PARA LA BÚSQUEDA DE LA FORMACIÓN
INTEGRAL DE LOS ESTUDIANTES
FAMILY-SCHOOL LINK: KEY TO THE SEARCH FOR THE COMPREHENSIVE
TRAINING OF STUDENTS
Autores: ¹Diana Milena Meriño Pertuz.
¹ORCID ID: https://orcid.org/0009-0001-81667995
¹E-mail de contacto: diana22613@hotmail.com
Afiliación: ¹*Universidad Pedagógica Experimental Libertador, (Venezuela).
Articulo recibido: 5 de mayo del 2025
Articulo revisado: 7 de mayo del 2025
Articulo aprobado: 2 de junio del 2025
¹Licenciada en Educación Básica con énfasis en Humanidades y Lengua Castellana graduada en la Universidad del Atlántico, (Colombia).
Especialista en Administración de la Informática Educativa graduada en la Universidad de Santander, (Colombia). Magíster en Gestión
de la Tecnología Educativa graduada en la Universidad de Santander, (Colombia). Doctorando en Educación en la Universidad
Pedagógica Experimental Libertador, (Venezuela).
Resumen
La familia juega un papel esencial en la vida de
cada individuo, es en ella donde se construyen
los cimientos de la sociedad. El propósito de la
presente investigación se centró en analizar el
vínculo entre la familia y la escuela,
permitiendo de esta manera evidenciar la
importancia en el desarrollo integral de cada
uno de los estudiantes. Desde una perspectiva
metodológica, el presente estudio se desarrolló
mediante el análisis documental, el cual se
fundamenta en una profunda exploración del
vínculo entre la familia y la escuela, con el
objetivo de destacar su relevancia en el
desarrollo integral de los estudiantes.
Obteniendo como resultados que, la
participación de las familias en la educación de
sus hijos es fundamental, pero a menudo se
encuentra con diversas barreras. Las
condiciones socioeconómicas, culturales y
personales de cada familia pueden influir
significativamente en su capacidad para
involucrarse en la vida escolar de sus hijos.
Concluyendo que, es importante que los padres
reciban formación continua para apoyar el
proceso educativo, fortaleciendo así el vínculo
familiar para promover no solo el éxito
académico, sino también el desarrollo personal
y social de los niños, formando ciudadanos
comprometidos con su comunidad.
Palabras clave: Vínculo, Familia, Escuela,
Formación integral.
Abstract
The family plays an essential role in the life of
each individual, it is where the foundations of
society are built. The purpose of this scientific
essay focuses on the analysis of the link
between family and school, highlighting its
importance in the comprehensive development
of students. The present study was developed
through documentary analysis, which is based
on a deep exploration of the link between
family and school, with the aim of highlighting
its relevance in the comprehensive
development of students. Obtaining results that
the participation of families in the education of
their children is essential, but often encounters
various barriers. The socioeconomic, cultural
and personal conditions of each family can
significantly influence their ability to be
involved in their children's school life.
Concluding that, it is important that parents
receive continuous training to support the
educational process, thus strengthening the
family bond to promote not only academic
success, but also the personal and social
development of children, forming citizens
committed to their community.
Keywords: Bond, Family, School,
Comprehensive training.
Sumário
A família desempenha um papel essencial na
vida de cada indivíduo, é onde se constroem os
alicerces da sociedade. O objetivo deste ensaio
científico centra-se na análise da ligação entre
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família e escola, destacando a sua importância
no desenvolvimento integral dos alunos. O
presente estudo foi desenvolvido através de
análise documental, que se baseia numa
exploração profunda da ligação entre família e
escola, com o objetivo de evidenciar a sua
relevância no desenvolvimento integral dos
alunos. Obtendo-se resultados de que a
participação das famílias na educação de seus
filhos é essencial, mas muitas vezes encontra
diversas barreiras. As condições
socioeconómicas, culturais e pessoais de cada
família podem influenciar significativamente a
sua capacidade de envolvimento na vida escolar
dos filhos. Concluindo, é importante que os pais
recebam formação contínua para apoiar o
processo educativo, fortalecendo assim o
vínculo familiar para promover o o sucesso
acadêmico, mas também o desenvolvimento
pessoal e social dos filhos, formando cidadãos
comprometidos com sua comunidade.
Palavras-chave: Ligação, Família, Escola,
Treinamento abrangente.
Introducción
La familia y la escuela son entornos
fundamentales para el desarrollo humano, por lo
que es crucial la relación que establecen entre
sí. De esta relación depende un equilibrio y una
formación integral, que no solo tenga en cuenta
de los niños y jóvenes factores cognitivos sino
también sociológicos y psicológicos. Logrando
entonces una integración entre el contexto de
los estudiantes y las necesidades de la familia,
convirtiéndose en factores clave de calidad
educativa. Está claro que la educación es un
viaje que se inicia mucho antes de que un niño
cruce las puertas de una escuela. Desde los
primeros momentos de vida, el entorno familiar
juega un papel insustituible en el desarrollo
integral del individuo. Las investigaciones
científicas respaldan esta afirmación. De
acuerdo con el Ministerio de Salud del Perú
(2023) el vínculo afectivo entre madre e hijo
durante la gestación sienta las bases para un
desarrollo cognitivo y emocional saludable. La
familia, como primer núcleo social, proporciona
los primeros aprendizajes, valores y
experiencias que moldean la personalidad y el
carácter del niño.
La escuela, por su parte, amplía los horizontes
de aprendizaje y complementa la educación
familiar. En tal sentido, Hennessy (2015) afirma
que, dentro de sus muros, los estudiantes
interactúan con otros niños de diferentes
orígenes, aprenden a trabajar en equipo, a
resolver conflictos y a desarrollar habilidades
sociales y emocionales fundamentales. La
escuela no solo transmite conocimientos, sino
que también fomenta valores como el respeto,
la tolerancia y la solidaridad, preparando a los
estudiantes para ser ciudadanos activos y
comprometidos con su comunidad. La relación
entre familia y escuela es una alianza estratégica
que busca un objetivo común: el desarrollo
integral de los estudiantes. Cuando ambas
instituciones trabajan juntas, se crea un entorno
de aprendizaje más enriquecedor y estimulante.
Los padres, como primeros educadores, aportan
su conocimiento al niño y su experiencia,
mientras que los docentes ofrecen herramientas
pedagógicas y un enfoque especializado
(Shadbolt, 2018; Thompson, 2019). Es decir,
esta sinergia permite atender las necesidades
individuales de cada estudiante y maximizar sus
potencialidades.
Por tanto, es fundamental el apoyo mutuo entre
familia y escuela, siendo esta colaboración una
tarea esencial para ambas partes. La formación
integral de los estudiantes debe estar
acompañada de ayuda y colaboración mutua. Al
respecto, Fuentes et al. (2024) afirman que “esta
tarea cooperativa deberá llevarse a cabo a través
de una comunicación fluida que sea
constructiva y no meramente informativa(p.
330). Esta colaboración impactará
positivamente en los resultados académicos, en
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un buen ambiente escolar y en el desarrollo
integral de los estudiantes, fomentando un
excelente desarrollo de su personalidad y
habilidades, lo cual se reflejará en su vida
diaria. De acuerdo con lo señalado por la
Organización Mundial de la Salud (OMS) la
formación integral implica el desarrollo de
todas las dimensiones del ser humano: la
intelectual, la emocional, la social y la física. La
escuela, en colaboración con la familia, debe
proporcionar las oportunidades necesarias para
que los estudiantes florezcan en todos estos
aspectos (OMS, 2020). Ahora bien, a pesar de
la crucial importancia de la alianza entre el
hogar y la escuela en el proceso educativo,
frecuentemente se evidencia una desconexión
que puede afectar el rendimiento académico de
los estudiantes (Alvares, 2010). Esta falta de
conexión se manifiesta en múltiples formas,
siendo la comunicación uno de los factores más
críticos. Los padres y educadores a menudo no
comparten información relevante sobre el
progreso y las necesidades de los estudiantes, lo
que puede llevar a malentendidos y a una falta
de apoyo adecuado en casa. Sin una
comunicación efectiva, se dificulta la creación
de un ambiente propicio para el aprendizaje, ya
que los padres pueden no estar al tanto de las
expectativas académicas o de las estrategias que
se utilizan en el aula.
Otro aspecto que contribuye a esta desconexión
son las expectativas dispares entre padres y
docentes (Mendoza y Cárdenas, 2022). Es decir,
mientras que los educadores pueden tener un
enfoque basado en métodos pedagógicos
específicos y estándares curriculares, los padres
pueden tener visiones diferentes sobre lo que
constituye el éxito académico. Esta disparidad
puede generar tensiones y frustraciones tanto en
los estudiantes como en los adultos
responsables de su educación. Por ejemplo, si
un padre espera que su hijo obtenga
calificaciones altas sin comprender las
metodologías utilizadas por el docente, puede
ejercer una presión indebida sobre el estudiante,
afectando su motivación y autoestima. Además,
las diferencias en los estilos educativos entre el
hogar y la escuela juegan un papel significativo
en esta problemática. Cada entorno tiene sus
propias normas y enfoques para abordar el
aprendizaje y la disciplina. En muchos casos,
estas diferencias pueden crear confusión para
los estudiantes, quienes deben navegar entre dos
sistemas educativos que no siempre están
alineados. Por lo tanto, es fundamental
investigar cómo estas desconexiones impactan
el proceso educativo y buscar estrategias
efectivas para fomentar una colaboración más
estrecha entre padres y docentes. Al entender
estas dinámicas, se podrá desarrollar un trabajo
que no solo aborde la problemática existente,
sino que también proponga soluciones
concretas para mejorar la experiencia educativa
de los estudiantes.
A lo largo de la historia de la humanidad, la
familia ha sido un pilar de cohesión social,
proporcionando identidad, unión y sentido a la
sociedad. Sin embargo, esta situación se ha ido
deteriorando gradualmente, y la familia ha
delegado responsabilidades históricas en las
instituciones escolares. Es necesario, por tanto,
generar propuestas que reafirmen la
importancia y la participación predominante de
la familia en la educación integral de los
estudiantes, empoderándola dentro del contexto
escolar mediante una participación directa,
constante y concreta. El Ministerio de
Educación Nacional (2021) de Colombia
sugiere: promover en corresponsabilidad con
los demás actores de la institución educativa, el
desarrollo de las escuelas de familias en alianza
con otras instituciones para mejorar las
capacidades que aporten al desarrollo integral y
el bienestar socioemocional de las niñas, niños,
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adolescentes, jóvenes y sus familias (p. 12). La
relación entre familia y escuela se destaca como
un factor fundamental en el desarrollo integral
de los estudiantes, potenciando su rendimiento
y desempeño en las escuelas. Por ello, las
familias deben desempeñar un papel activo y
comprometido en la formación escolar de sus
hijos, lo cual se reflejará en mejores resultados.
Por consiguiente, a través de un análisis
profundo de la literatura científica, se buscó
comprender cómo la relación entre familia y
escuela influye en el rendimiento académico, el
bienestar emocional y el desarrollo social de los
estudiantes. Se analizaron las prácticas
educativas que favorecen la colaboración entre
el hogar y la escuela, así como los obstáculos
que dificultan esta relación. Por su parte, los
resultados de esta investigación pueden
contribuir a generar evidencia científica que
sustente la importancia de la colaboración entre
familia y escuela, y a diseñar programas
educativos que promuevan esta sinergia. Al
fortalecer el vínculo familia-escuela, se estará
invirtiendo en el futuro de nuestros jóvenes,
proporcionándoles las herramientas necesarias
para alcanzar su máximo potencial y contribuir
al desarrollo de una sociedad más justa y
equitativa. En definitiva, la relación entre
familia y escuela es un factor clave en el
desarrollo integral de los estudiantes. Al
fortalecer esta alianza, se estará contribuyendo
a crear un entorno de aprendizaje más
enriquecedor y estimulante, donde los
estudiantes puedan desarrollar todo su
potencial. Esta investigación busca aportar
nuevos conocimientos y herramientas para
fortalecer esta relación y mejorar la calidad de
la educación.
Desde sus orígenes, la humanidad se ha
interesado en entender el porqué de las cosas, su
origen y los elementos necesarios para su
supervivencia y continuidad, dedicando
esfuerzos a buscar las mejores formas de
sobrevivir y perpetuar su especie. A través del
estudio, la organización y el desarrollo de la
ciencia, ha acumulado conocimientos y
experiencias transmitidos de generación en
generación para garantizar la divulgación de sus
avances. La familia, como la institución social
más antigua, ha sido fundamental desde los
tiempos del Homo sapiens, considerada
imprescindible para la supervivencia y el
bienestar humano, y este reconocimiento está
respaldado en la literatura que destaca sus
virtudes (Fromm et al., 1970, p. 5 citado en
Castro y Cabanillas, 2010, p. 2).
La familia, desde sus inicios, ha cumplido la
importante misión de acompañar y guiar la
formación de cada generación. Con el tiempo,
esta función se ha expandido y ha dado origen a
la escuela, que amplía su ámbito de acción y
conocimiento, como señala León (2013): “En la
medida en que crecía el conocimiento del
entorno natural y social [...] también se hizo
evidente la necesidad de institucionalizar a la
escuela socializándola” (p. 15). La
responsabilidad de enseñar a los jóvenes,
inicialmente en el ámbito familiar, se fue
compartiendo conforme aumentaron los
contenidos y saberes sobre nuevas ocupaciones
y conocimientos requeridos por la sociedad.
Esto llevó a la creación de las primeras
instituciones educativas, que en algunos casos
surgieron a partir de tertulias de pensadores
destacados, como la academia en la antigua
Grecia fundada por Platón, donde se impartían
conocimientos en diversas disciplinas (León,
2013).
Desde sus orígenes, la familia ha sido
considerada como la base fundamental del
proceso educativo, reflejándose como el origen
de la escuela, la institución responsable de la
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formación del individuo. Sin embargo, es
importante enfatizar que el grupo familiar no
debe entenderse como solo una etapa en la
formación, sino como un recurso permanente y
valioso con el que cuenta cada persona para
favorecer su desarrollo conductual y
profesional. Sánchez y Silió (2010) destacan
que la función principal de la familia es educar,
entendiendo por educar no solo la transmisión
de conocimientos, sino también enseñar a
esforzarse diariamente por mejorar, en un
entorno donde prevalezcan el afecto, el apoyo y
la motivación, favoreciendo la expresión
natural de sentimientos tanto propios como de
los demás. Hacen énfasis en la importancia de
crear un ambiente de amor, estabilidad y
confianza donde no existan restricciones para
expresarse, lo que contribuye a la madurez y
confianza en la toma de decisiones, aspectos
esenciales en la formación de la personalidad
del niño y del adolescente.
Estas condiciones positivas tienen su origen en
la concepción del recién llegado a la familia, en
la cual los cuidados de la madre y las respuestas
afectuosas del padre van construyendo una
atmósfera de cariño y atención, que acompaña
y acompaña desde los primeros años de vida.
León (2013) complementa esta idea al afirmar
que la familia ofrece un espacio único para que
el niño experimente y valore sentimientos reales
y profundos, como el amor, la amistad, la
dignidad, la libertad y la solidaridad, donde
inicia la vivencia del mundo que reserva un
valor exclusivo para el ser humano (p. 47). En
esencia, la familia es el escenario primordial
donde se inician las bases afectivas y sociales
que acompañarán y guiarán el desarrollo
integral del niño y del adolescente.
Los sentimientos positivos en la familia
influyen profundamente en su funcionamiento y
en la relación entre sus integrantes, quienes
perciben signos de estabilidad y buena relación
dentro de esta institución, que ha sido
reconocida como la primera y fundamental
instancia para la supervivencia humana en la
Tierra. Ramos y González (2017) destacan que
“la familia es la unidad fundamental y primaria
donde el ser humano se va haciendo persona, es
la primera institución donde descubre las
formas básicas de la vida social y en la que
aprende a relacionarse con los otros” (p. 6). A
través de su trabajo científico titulado “Un
acercamiento a la función educativa de la
familia”, estos autores subrayan el papel
esencial del núcleo familiar en la formación de
la personalidad del niño y en su socialización,
pues es en la familia donde inicia la primera
interacción social y se aprenden las bases para
relacionarse en diferentes ámbitos,
especialmente en el escolar. León y Silió (2010)
refuerzan esta idea al afirmar que diversos
estudios demuestran que la relación de los niños
con sus familiares afecta directamente su forma
de ser y su manera de interactuar con su entorno,
influyendo en su desarrollo (p. 3).
Esta interacción debe ser positiva para que
favorezca la relación del niño o adolescente con
nuevos entornos y contribuya a su crecimiento
integral. Aunque crear un ambiente
comunicativo motivador no es sencillo y
requiere esfuerzos genuinos, estos deben ser
percepciones del niño o joven, quienes
necesitan sentirse atendidos y escuchados. La
solidaridad y la confianza en la familia, sin
importar las situaciones, son fundamentales
para que se brinde un espacio de confianza que
facilite su formación y participación activa en
su proceso educativo (León y Silió, 2010, p. 5).
Desde sus orígenes, la familia ha sido
considerada como la institución social primaria
encargada de facilitar la acogida y los primeros
pasos de las nuevas generaciones, ayudándolas
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a integrarse en la sociedad junto con las
instituciones educativas. Sin embargo, a lo
largo del tiempo, esta institución ha tenido que
adaptarse a los cambios sociales provocados por
el progreso científico y tecnológico,
estableciendo nuevas pautas y comportamientos
en su funcionamiento. León y Sil (2010)
cuestionan si las familias actuales cumplen con
los requisitos necesarios para mantener estas
funciones, y plantean si la realidad social
permite construir ambientes familiares con esas
características, invitando a una reflexión sobre
las preocupaciones diarias y la situación actual
de la familia como promotora del bienestar
social y educativo. Es importante que la
funcionalidad de las instituciones, incluyendo la
familia, sea evaluada constantemente para
detectar posibles falencias y comprender las
dificultades que enfrentan en un mundo cada
vez más dinámico y complejo, tal como señala
León y Silió (2010). La sociedad actual,
marcada por una vida social hiperactiva,
presenta múltiples retos derivados de diversos
factores. Como respuesta a estas inquietudes,
Tardío (2018) señala que la familia está
perdiendo en parte su capacidad de socializar a
los jóvenes debido a cambios en su estructura,
como la mayor incorporación de la mujer al
trabajo y las nuevas tipologías familiares,
además de la influencia de agentes externos
como los medios de comunicación y las
tecnologías digitales. Estos elementos
dificultan que la familia cumpla con su misión,
debido a la complejidad adicional en la
socialización y formación de los jóvenes, lo que
evidencia la necesidad de ajustar y reconfigurar
los roles tradicionales en el contexto de la
sociedad moderna y sus exigencias económicas,
sociales y culturales.
El niño y adolescente de hoy pasa menos tiempo
con su familia, lo que expone a los jóvenes a
inherencias y efectos negativos de una
comunicación nociva en otros espacios
comunitarios. Además, la falta de preparación
del grupo familiar para afrontar las nuevas
situaciones impide que brinden respuestas
concretas y oportunas, especialmente en
aspectos relacionados con la adolescencia, la
elección vocacional, la relación con amigos y la
indagación en valores. Razeto (2016) señala que
la familia ha experimentado transformaciones
sociales y culturales significativas en las
últimas décadas, incluyendo la disminución de
su tamaño, el aumento de hogares
unipersonales, la postergación del matrimonio y
la maternidad, y la mayor participación laboral
de las mujeres. Estas modificaciones
condicionan su funcionamiento, afectando la
distribución de responsabilidades, aumentando
la carga laboral en familias monoparentales y
reduciendo la estabilidad y la planificación
familiar, lo cual impacta la calidad de su
desempeño.
La reducción en el número de miembros y en el
tiempo disponible para atender sus
responsabilidades se traduce en una menor
capacidad para cumplir con su papel formador
en la sociedad. Tardío (2018) comenta que esta
situación responde a la escasez de tiempo
debido a las obligaciones económicas, que
limitan la dedicación de la familia a la labor
educativa y afectiva. La sociedad, por su parte,
representa al hombre en acción, creando retos y
soluciones para superarlos, y la familia, como
institución básica y acompañante de la escuela,
posee sus propias herramientas para aportar en
la formación del individuo desde sus diferentes
etapas de desarrollo. Aunque la familia tiene la
capacidad de salir adelante, no se puede negar
que la funcionalidad de esta se ha visto afectada
por los cambios del mundo moderno. En este
contexto, las instituciones deben coordinar
esfuerzos y ajustar normas para atender las
nuevas necesidades del desarrollo psicológico y
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conductual del niño y del adolescente,
especialmente considerando la influencia de la
sociedad de la comunicación, que demanda
nuevos enfoques de atención y apoyo para
seguir garantizando una educación de calidad.
Finalmente, el involucramiento de la familia en
la escuela es esencial y refleja su misión
original de resguardar y promover el
crecimiento de las nuevas generaciones,
reconociendo que compartir espacios con las
instituciones educativas es fundamental para
fortalecer la formación integral de los niños y
niñas.
Guichot (2006) comparte la visión de
Manganiello, quien afirma que el acto educativo
es inherente a la naturaleza humana, señalando
que el ser humano, al nacer, es sumamente
desprotegido y requiere protección y apoyo
durante más tiempo que otros seres vivos,
debido a su vulnerabilidad y lento proceso de
maduración. La naturaleza dotó al ser humano
de condiciones particulares que ha sabido
aprovechar, principalmente mediante la
socialización y la colaboración con otros, como
medio vital para la supervivencia y desarrollo
de la especie. En este contexto, las instituciones
sociales fundamentales familia y escuela
se relacionan estrechamente para facilitar el
acompañamiento del niño desde su llegada al
mundo, proporcionando las herramientas para
que pueda vivir, aprender, decidir y actuar de
manera autónoma.
La relación entre familia y escuela es crucial, y
Mosquera (2018) describe que esa relación
suele entenderse inicialmente en términos
administrativos: inscripciones, reuniones
esporádicas, discusión de aspectos logísticos y
reglamentarios. Sin embargo, más allá de lo
protocolario, está el núcleo del acto educativo
el proceso de enseñanza y aprendizajeque
idealmente debe ser un esfuerzo compartido
entre docentes, estudiantes y padres o madres.
Aunque estos últimos generalmente no
participan en el día a día en los salones, su
colaboración y apoyo son fundamentales para el
desarrollo integral del niño o adolescente.
Mosquera (2018) enfatiza que la participación
parental en el proceso de aprendizaje y en la
relación con la escuela es la base para formar
seres humanos plenos en aspectos psíquicos,
físicos y sociales, y subraya que la familia, en
calidad de primer agente socializador y
resolutor de problemas en el aula, tiene un papel
esencial en los resultados educativos. Diversos
autores refuerzan que el reconocimiento del rol
de la familia en la educación y la calidad del
aprendizaje de niños y adolescentes está
ampliamente avalado en la literatura científica.
Razeto (2016) señala que mejorar la calidad
educativa no solo depende del interior de las
instituciones escolares; profesores, dirección y
recursos, sino también de las familias y el
entorno del hogar, que conforman un contexto
vital para el proceso formativo y el logro de
resultados positivos.
Los beneficios de una buena participación
familiar en el ámbito escolar están ampliamente
reconocidos en los temas pedagógicos, como
señala Santos (2009). Esta participación
favorece principalmente a los estudiantes al
mejorar su convivencia en la institución
educativa y contribuir al aumento del
rendimiento académico, además de motivar a
los estudiantes a valorar el esfuerzo que hacen
sus familias para mantenerlos activos en la
escuela. La participación también tiene una
dimensión bidireccional, puesto que fortalece la
autoestima de los padres y crea un vínculo
afectivo más profundo con la escuela, al sentirse
parte activa del proceso educativo de sus hijos.
Esto, a su vez, es beneficioso para la institución
educativa, que comparte la responsabilidad de
la acción pedagógica con la familia, logrando
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mejores resultados en la formación de los
alumnos (Santos, 2003, citado en Tardío, 2018,
p.10). La colaboración entre la escuela y la
familia debe ser persistente y orientada en la
misma dirección, estableciendo acuerdos claros
en las tareas educativas tanto en el aula como en
el hogar. Los padres y madres consideran que
su participación consiste en estar atentos al
proceso de aprendizaje de sus hijos y en
colaborar en la gestión pedagógica,
involucrándose en las actividades diarias y en la
resolución de problemas escolares (Tardío,
2018).
Razeto (2016) aporta adicionalmente que el
involucramiento familiar no solo se relaciona
con aspectos económicos, sino también con la
ayuda efectiva que las familias pueden ofrecer
al proceso educativo de los niños. Cita a
Coleman y Stevenson y Baker, quienes
evidencian que las madres con mayor nivel de
educación tienden a participar más activamente
en la educación de sus hijos, mostrando mayor
interés en la gestión escolar y participando en la
resolución de problemas, en comparación con
madres con menor nivel académico (p. 6).
Luego de resaltar estos beneficios y resultados
positivos, es importante reconocer también los
obstáculos y dificultades que enfrentan estas
relaciones entre familia y escuela, las cuales
pueden afectar la funcionalidad de ese binomio
institucional y comprometer el impacto de la
colaboración en la formación integral de los
estudiantes.
En el trabajo de Tardío (2018) titulado “La
relación entre familia y escuela: un pilar
necesario en la educación de los niños”, se
destaca que en la sociedad actual no existe una
cultura participativa efectiva en el ámbito
escolar respecto a la educación de los hijos e
hijas. Según el autor, esta participación no es
fomentada por las leyes educativas, sino que los
padres y madres actúan bajo los parámetros
establecidos por el personal docente y la
dirección de las instituciones, limitando su
libertad de intervención en el proceso formativo
(p. 13). Además, señala que la falta de hábito de
participación activa en la labor educativa se
refleja en la escasa interacción de las familias,
que solo intervienen en función de
requerimientos específicos y bajo condiciones
limitadas, influenciadas también por el sistema
económico que, en lugar de fortalecer el rol
educativo, tiende a tratar a las familias como
simples “clientes” que eligen la institución
escolar más satisfactoria, dejando de lado su
papel participativo. Esta situación genera que
los docentes se sientan desplazados o
incómodos cuando las familias presencian su
trabajo en las aulas, afectando la gestión
compartida (Tardío, 2018, p. 14-22).
Razeto (2016) resume estos planteamientos
señalando que, pese a la evidencia acumulada
durante más de 40 años, que demuestra que la
participación familiar es uno de los predictores
más importantes del éxito escolar, las iniciativas
y recursos destinados a fortalecer el rol de la
familia en la educación han sido insuficientes,
débiles e incoherentes. Los recursos y
compromisos para promover un
involucramiento efectivo permanecen escasos,
limitando su impacto positivo en los resultados
escolares de los niños y adolescentes (Weiss,
Bouffard, Bridglall y Gordon, 2009, p. 4). La
autora, recoge en su afirmación, los enunciados
que se han presentado anteriormente,
relacionados con las fallas en la participación de
las familias en la escuela y los factores que
generalmente las producen, las cuales,
apartando las derivadas de disfuncionalidad de
los grupos familiares, las demás recaen en falta
de receptividad de las propias instituciones
educativas, el sistema educativo y las leyes que
medianamente tratan este importante tema.
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Desde la escuela algunos docentes muestran
recelo en cuanto al hecho de ser “desplazado”
su protagonismo en la atención de algún
estudiante por parte del grupo familiar, y, por el
contrario, integrantes de este último muestran
su incomodidad por la recarga de tareas para el
hogar que impone el docentes Estas últimas
desavenencias son mínimas y fáciles de
solucionar, comparadas con las provenientes
del propio sistema escolar y las de índole
socioeconómicas del grupo familiar, lo que
amerita acuerdos, consensos y esfuerzos de los
involucrados de todos los niveles del sector
educativo, a fin de favorecer
bidireccionalmente y en mayor grado la
relación Familia Escuela.
Materiales y Métodos
El presente artículo se desarrolló mediante el
análisis documental, el cual se fundamenta en
una profunda exploración del vínculo entre la
familia y la escuela, con el objetivo de destacar
su relevancia en el desarrollo integral de los
estudiantes. A través de un análisis comparativo
de diferentes investigaciones y autores, lograda
a través de una rigurosa revisión de estudios,
literaturas e informes que abordan esta temática,
se examinaron los hallazgos más significativos
que evidencian el papel crucial que ambos
entornos desempeñan en el desarrollo
emocional, social y cognitivo de los niños. La
finalidad de la revisión no solo era encontrar
temas relevantes relacionados, sino advertir
aquellas barreras que influyen en la falta de
comunicación y colaboración entre familia-
escuela que permitan mejorar el entorno
educativo en el que se desenvuelve los niños y
jóvenes. Este estudio permitió comprender y
realizar un análisis relacionado, de cómo la
interacción y colaboración entre la familia y la
escuela contribuyen a un crecimiento
equilibrado y a una educación de calidad. En
busca de sintetizar ideas predominantes y
ofrecer una mirada crítica que enfatiza así, la
necesidad de establecer una alianza efectiva
entre estos dos ámbitos, con el fin de potenciar
tanto el bienestar como el éxito académico de
los menores. En definitiva, se buscó resaltar que
el fortalecimiento de este vínculo es clave para
alcanzar una formación integral que beneficie a
los estudiantes en su totalidad.
Resultados y Discusión
Mecía (2021) llevó a cabo un estudio con el
propósito de analizar la relación entre la
escuela, la familia y la comunidad como un
entorno esencial para la gestión educativa en
contextos rurales. La población estudiada
consistió en 23 docentes del Liceo Bolivariano
Campaña Admirable, ubicado en el municipio
Acevedo, parroquia Ribas del Estado Miranda,
perteneciente al Núcleo Escolar Rural La
Marinera, Venezuela. Entre los hallazgos, se
observó que el 52% de los docentes indicó que
los representantes no asisten a las convocatorias
de la escuela, y el 70% señaló que la comunidad
no participa en las actividades institucionales.
Como conclusión, se resalta que es fundamental
fortalecer la gestión escolar mediante la
colaboración entre la escuela, la familia y la
comunidad, lo cual ha sido una necesidad en el
proceso educativo durante muchos años. Por lo
tanto, es esencial promover esta integración
como una triada cohesiva para beneficiar a los
estudiantes del Liceo Bolivariano Campaña
Admirable. Este antecedente se relaciona
directamente con el presente estudio, ya que
subraya la importancia de establecer un vínculo
sólido entre estos tres elementos para lograr una
formación integral. Asimismo, el aporte de este
estudio radica en evidenciar que, sin una
participación activa de las familias y la
comunidad en el ámbito escolar, es difícil
alcanzar los objetivos educativos deseados, lo
cual refuerza la necesidad de implementar
estrategias que fomenten dicha colaboración.
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Lestussi et al. (2021) investigaron cómo la
experiencia de “la escuela en línea” afectó la
relación entre familias y docentes de nivel
primario en instituciones públicas de la Ciudad
de Córdoba durante el aislamiento social
impuesto por la pandemia de Covid-19. Los
resultados revelaron una necesidad recurrente
de establecer un vínculo colaborativo entre los
diferentes integrantes de la comunidad
educativa. Dado que las funciones tanto de
padres como de docentes son fundamentales
para el desarrollo integral de los niños, se
destaca la importancia de que los agentes
educativos adopten un papel activo que
promueva espacios para la participación
conjunta. Este antecedente se relaciona
estrechamente con la presente investigación, ya
que resalta cómo un vínculo efectivo y
colaborativo entre familias y docentes es crucial
para el desarrollo integral de los estudiantes. El
aporte de este estudio radica en señalar que,
especialmente en circunstancias desafiantes
como una pandemia, es vital fomentar una
comunicación y colaboración activa entre todos
los actores involucrados en el proceso
educativo, lo que puede enriquecer la
experiencia de aprendizaje y contribuir al
bienestar integral de los estudiantes.
Por su parte, Meza y Trimiño (2019) llevaron a
cabo un estudio que expone los fundamentos
teóricos y los hallazgos de una investigación
exploratoria centrada en identificar las razones
detrás de la escasa participación familiar en el
ámbito escolar. Los autores argumentan que la
relación entre la familia y la escuela es tanto una
tendencia como una necesidad para cumplir con
los objetivos de los sistemas educativos. Sin
embargo, en el contexto de la educación
mexicana, los resultados no han logrado
satisfacer las expectativas de la sociedad. Por
ello, sugieren la necesidad de ampliar este
estudio exploratorio mediante una investigación
explicativa y el diseño de estrategias
pedagógicas que ayuden a abordar esta
problemática. Este antecedente se vincula
directamente con el presente trabajo, ya que
enfatiza cómo una conexión sólida entre las
familias y las escuelas es esencial para alcanzar
los objetivos educativos. El aporte principal de
este estudio radica en señalar que, para mejorar
la participación familiar, es necesario investigar
más a fondo las causas subyacentes y
desarrollar estrategias concretas que promuevan
un involucramiento activo. Esto no solo
beneficiaría a los estudiantes en su formación
integral, sino que también fortalecería el tejido
social en el ámbito educativo.
La descripción teórica realizada con los
estudios anteriormente presentados permitió
vislumbrar un panorama general sobre la
relación entre familia y escuela. Al integrar
estos tres estudios, se puede concluir que un
vínculo sólido entre familias y escuelas es
fundamental para garantizar una formación
integral de los estudiantes. Lestucci et al. nos
muestran cómo las circunstancias
excepcionales pueden resaltar la importancia de
esta relación, mientras que Meza y Trimiño
aportan una perspectiva crítica sobre las
barreras existentes que impiden una
participación activa. Juntos, estos estudios
sugieren que es crucial no solo fomentar la
comunicación y colaboración durante
situaciones adversas, sino también investigar a
fondo las causas de la falta de participación
familiar y desarrollar estrategias pedagógicas
efectivas. En definitiva, los estudios
presentados abordan la importancia del vínculo
entre familia y escuela como un factor clave
para el desarrollo integral de los estudiantes. La
colaboración no solo beneficia el rendimiento
académico, sino también el bienestar emocional
y social de los niños. La necesidad de
estrategias concretas y la investigación continua
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se convierten en ejes centrales para fortalecer
esta relación.
Además, se puede argumentar que al ser la
familia el primer entorno de aprendizaje, los
valores, las normas y las primeras experiencias
educativas se adquieren en este núcleo. La
escuela, por su parte, complementa esta
formación al ofrecer herramientas y
conocimientos que amplían el horizonte del
niño. Sin embargo, para que esta relación sea
verdaderamente efectiva, es necesario que tanto
familia como escuela trabajen de manera
coordinada y colaborativa. La participación de
las familias en la educación de sus hijos es
fundamental, pero a menudo se encuentra con
diversas barreras. Las condiciones
socioeconómicas, culturales y personales de
cada familia pueden influir significativamente
en su capacidad para involucrarse en la vida
escolar de sus hijos. Además, la falta de tiempo,
la falta de información o la percepción de que la
educación es responsabilidad exclusiva de la
escuela son otros obstáculos comunes.
Conclusiones
El vínculo entre la familia y la escuela es un
componente esencial en la formación integral
de los estudiantes. La colaboración activa entre
ambos entornos no solo fomenta el desarrollo
académico, sino que también potencia
habilidades sociales y emocionales. Cuando las
familias están involucradas en la educación de
sus hijos, se crea un ambiente de apoyo que
refuerza el aprendizaje y la motivación. Este
enfoque colaborativo permite que los
estudiantes se sientan valorados tanto en casa
como en la escuela, lo que se traduce en una
mayor autoestima y un mejor desempeño
académico. Además, esta relación sinérgica
facilita la identificación de necesidades
específicas de cada estudiante. Los educadores,
al contar con el apoyo de los padres, pueden
comprender mejor el contexto familiar y las
circunstancias individuales que afectan el
rendimiento escolar. Esto permite implementar
estrategias personalizadas que responden a las
particularidades de cada alumno, promoviendo
así su desarrollo integral. Por lo tanto, es
fundamental que las escuelas desarrollen
políticas y programas que incentiven la
participación familiar.
Por otro lado, es importante reconocer que el
vínculo familia-escuela no solo beneficia a los
estudiantes, sino también a los padres y
educadores. Los padres pueden adquirir nuevas
herramientas y conocimientos sobre cómo
apoyar el aprendizaje de sus hijos, mientras que
los docentes pueden recibir retroalimentación
valiosa sobre sus métodos de enseñanza. Esta
interacción bidireccional crea una comunidad
educativa más cohesiva y comprometida, donde
todos trabajan hacia un mismo objetivo: el
bienestar y el éxito de los estudiantes.
Finalmente, cultivar este vínculo requiere
esfuerzo y dedicación por parte de ambas
partes. Las escuelas deben crear espacios donde
los padres se sientan bienvenidos y valorados,
mientras que las familias deben estar dispuestas
a involucrarse activamente en la educación de
sus hijos. Solo a través de este compromiso
conjunto se podrá alcanzar una formación
integral efectiva que prepare a los estudiantes
para enfrentar los desafíos del futuro con
confianza y resiliencia. La clave está en
entender que la educación es un esfuerzo
compartido que trasciende las paredes del aula.
En conclusión, el vínculo familia-escuela es un
pilar fundamental para el desarrollo integral de
los estudiantes. Al trabajar juntos, familia y
escuela pueden crear entornos de aprendizaje
más enriquecedores y promover el éxito
académico y personal de los niños. Es esencial
superar las barreras que dificultan la
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participación familiar y desarrollar estrategias
innovadoras para fortalecer esta relación.
Además, es crucial que las instituciones
educativas ofrezcan formación a los padres.
Esto no solo les permitirá comprender mejor el
proceso educativo, sino que también les
proporcionará herramientas para apoyar a sus
hijos en casa. La educación continua de los
padres puede fomentar una mayor implicación
en la vida escolar de sus hijos, lo que resulta en
un círculo virtuoso de apoyo y motivación. En
la era tecnológica actual, la tecnología puede ser
un aliado poderoso para mejorar este vínculo.
Herramientas como plataformas de
comunicación y aplicaciones educativas pueden
facilitar el intercambio de información entre
padres y maestros, permitiendo una
colaboración más efectiva. La tecnología
también puede ofrecer recursos educativos
accesibles para las familias, ayudándolas a
involucrarse más activamente en el aprendizaje
de sus hijos.
Por último, los beneficios a largo plazo de una
sinergia sólida entre familia y escuela son
significativos. Los estudiantes que cuentan con
un entorno familiar comprometido y una
escuela que fomenta la participación parental
tienden a tener mejores resultados académicos,
mayor autoestima y habilidades sociales más
desarrolladas. Invertir en esta relación no solo
beneficia a los niños en su presente educativo,
sino que sienta las bases para su éxito futuro
como individuos responsables y
comprometidos con su comunidad. En
definitiva, está investigación enfatiza en la
importancia de la relación que debe existir entre
familia y escuela para que se pueda motivar en
los educandos un verdadero desarrollo integral.
No sin enfatizar en el papel único e
irremplazable que cumple cada uno de ellos,
pero que, a su vez, es la sinergia existente entre
los dos que va a permitir romper con barreras en
busca de mejores expectativas en cuanto al
desarrollo tanto emocional, social y cognitivo
de los niños. Esta investigación a través de los
hallazgos nos permite evidenciar que un trabajo
colaborativo y un mejor entendimiento conlleva
a solidificar el éxito, la cohesión con una
educación comprometida con un desarrollo más
eficiente y que promueva una comunidad
educativa más fuertes. Hay que seguir
apostando e invirtiendo en el bienestar de
nuestros estudiantes, es esta la sugerencia de
este análisis en busca del fortalecimiento del
tejido social que rodea todo el sistema
educativo.
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